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lunes, 9 de agosto de 2010

723.- MIGUEL ÁNGEL CURIEL

Miguel Ángel Curiel (Korbach Valdeck, Alemania, 31 de marzo de 1968). Fundamentalmente poeta y narrador, es español, aunque nació en Alemania, hacia donde habían emigrado sus padres, originarios de Jaraiz de la Vera (Cáceres); con un año de edad su familia se trasladó a Talavera de la Reina, provincia de Toledo, donde transcurrió su infancia y la mayor parte de su juventud. Hizo estudios de Geografía e Historia en Madrid. Viajero impenitente, ha estado en Potiers, Saarbrucken, Nuremberg y Florencia y en su juventud militó activamente en política; también fue cantautor. En la actualidad reside en Lugo.
Ha ganado el Premio Internacional de Poesía San Juan de la Cruz, el premio Tomás Salvador, el Mariano Zurita Ciudad de Palencia dos veces, los premios La Fragua y Pastora Marcela; ha sido asimismo accésit del premio Adonais (2001), Premio Esquío 2006 por Un libro difícil, Ciudad de Móstoles por Piedras, Ciudad de Toledo por Travesía, Ciudad de Mérida por Diario de la luz y Eladio Cabañero.
Es autor de los libros: El Verano (accésit del premio Adonáis, 2000), Un libro difícil (Premio Esquío de poesía, 2005), Por efecto de las aguas (Premio de poesía San Juan de la Cruz, 2008, Colección Adonáis), Diario de la Luz (DVD, Barcelona, 2008)





TORMENTA EN LA RAIA

La tormenta se nos echó encima.
Plástica y efímera como todo
lo que es bello por sí mismo.
Se quema el árbol en la lejanía
de estas sierras espeluznantes
donde cuesta andar y
cuesta escribir.
Tirar esa palabra al mar.
Tirarlas todas al mar.
Devolvérselas a Dios.
Cegar con piedras
el pozo de la luz.




PÁJAROS

No importa la edad de un pájaro.
Más ilumina la melodía
en la oscuridad.
Atravesamos una zarza dulce
y se echa a volar el dolor.
Hemos congelado la rosa.
Hemos congelado la luz,
las manzanas negras.
Nos hemos congelado
a nosotros mismos.
Gallinita ciega que
a mis pies se convirtió
en un puñado de sal.




CUCHARADAS DE VINO

Cuando oigo mi nombre
en boca de otro
siento miedo y placer.
Después me despierto
como nieve pegada al muro,
o acaso me alimento
de visiones breves.
Cucharadas de vino.




MUNCH

Para Víctor Gómez Ferrer
“Coimbra a 22 de diciembre de 1989:
ha muerto Beckett. Con su obra lúcida,
esperanza esculpida en el rostro”
Miguel Torga


El grito de Munch es un grito de luz.
La boca oscura nunca se cierra.
Él inyecta agua o leche en los párpados.
El grito gira en su silencio,
en el desagüe el sol.
El único dios que he visto es el huracán.
Mientras cuece el agua afuera hay nieve.
Suyas son las huellas que llegan hasta la casa.
Enhebra el hilo, pero un día el rostro
ya no podrá enhebrarlo. Si clavarse la aguja
para seguir viendo lo invisible.
Agudizar. Elegir el sitio del dolor.
En vez de un poema liberador
un poema a secas.



PINO DE LOS CAÑOS

Cuelga la piedra del chopo
y lo inclina hacia la nada.
Remuevo el saúco y lo que
cae de él es mi nombre.
Si fuera un árbol sería
como ese pino que forma
con la tierra un ángulo agudo.
(De catorce grados, como el vino solar
de esta tierra lejana y oscura
donde pasé mi juventud)




BUITRES

Los buitres son buenos.
Trabajan el marfil.
Cuidan de los huérfanos de la primavera.
Esos corderitos lamen el oído.
Todos los seres queridos se convierten
un día en reses.
¿Así es como se acercan?
No se va el silencio.
Nunca se va.
Ya nunca estoy en los poemas.



LUGAR

Poco cambió este lugar.
Inalterable y solitario
siempre abierto al mediodía.
Tu poesía parece haberse ido
muy lejos a buscarte y
nunca te has marchado.
Ya no la dominas, demasiado lejana.
El pulso te tiembla por el pájaro
que hay dentro de ti.
Le das vino.
Abres la boca para que escape.
Abres el grifo y escuchas.
Algo se ha cerrado para siempre.



FARO

Este faro donde
me han invitado a dormir
y donde no consigo dormir.
Enviamos luz
y un haz negro hacia el fondo.
Guiar la aventura.
De esta soledad
dependen muchos.




CROCUS

Pisad crocus.
No recojáis crocus.
No os comáis los crocus.
Pisad esos crocus negros que salen bajo la nieve.
No os llevéis los crocus a casa.
No arranquéis los estambres de los crocus.
No os comáis esas florecillas que salen bajo la nieve.
No llenéis de crocus las cajitas.
No echéis al fuego los crocus.
No vendáis los crocus.
No metáis en las orejas de los cerdos los crocus.
No los oláis.




CAJA

El vacío es una caja
hecha por ángeles,
encierra toda la
oscuridad del mundo
y alguien la echa al fuego…



LOCURA

Llanuras sin montañas al fondo.
Parece un buen sitio para escribir
y dejarse el pelo largo.
Todos los alacranes son míos.
El veneno negro de la luz.
Los ojos vuelan.
Algún día nevara.
Es un buen lugar para la nieve.
Mi boca está vacía
por la sequía y la locura.
Lo amarillo pincha el ojo.
Suena el gong.



PESCANDO EN EL TIETAR

Pesco, el sol no deja que piense en mí.
Lanzo y recojo.
El sol no deja que vea la boya
que baila en el agua.
Si se clava la muerte
el sol no me dejará ver la picada.
Tirará hasta romper el sedal.
Cuando pesco no lucho.
Bebo el agua.



ESTORNINOS

Estorninos.
Bucles de estorninos.
Ceniza de las palabras
que han iluminado el día.
¿Y qué le hemos dicho a los jefes,
a los idiotas, a los perros
que muerden huesos de aviones?
Bucles de estornino.
Hemos callado
y hemos fabricado
cajas de silencio.



EL ÚLTIMO DÍA DEL MUNDO

Es el último día del mundo
y todo está tranquilo.
Nadie vuelve del amor.
La carretera va hacia el sol.
El camino del invierno
atraviesa el verano.
Morir mientras duermes.
No pueden quemarse
nuestros ojos en la nieve.
Las visiones no son visibles.



BLANCO

Las palabras quemaron la boca.
El silencio o las uvas los ojos.
La leche quemó el hígado.
Esta hoja,
este blanco de la hoja,
afuera esa nieve,
ese blanco de la vida.
Casa caliente
mundo frío.
Desnudo
me traga el silencio
mientras me como el pan.



OCTUBRE

Vengo de aquellas montañas.
Mi poesía viene de aquellas montañas
a las que raras veces canto.
Si fuera el cazador de perdices negras
fundaría en ellas una ciudad
para los desposeídos.
La poesía ha muerto
y las montañas viven.
Qué pocas palabras me quedan
para decirlo todo.
Mejor no escribirlas
y se pierdan en la luz.



MESA PUESTA

Nadie come.
Está todo puesto para ser olvidado.
El lenguaje mismo
ya no quiere ser bello.
Es el lenguaje de un viejo que va de blanco.
Toma el vino en la concha
para emborrachar a su ángel.
Un techo blanco
y tener agua, grifos de luz.
Se oyen los pasos,
las explosiones de dinamita.
Desde la ventana se ve la boca del túnel.
¿Hay himen en la boca abierta?
¿Cómo puede romperlo una palabra?
Tener un pozo de nieve
donde echar al ciervo.




MODIGLIANI

Los que se van.
Ese instante.
Se pierden ellos primero en la luz
y luego la luz en nosotros.
El calor de la piedra
en la mano fría.
El agua tibia,
o siempre un poco más fría
que el vino.
Jacobo Modigliani intenso en la nada.
Se puede morir de miedo,
pintar de lejos los propios ojos
hasta deformar la propia vida.
Tocar el piano muy lento,
más suave.
Besar una tecla mientras
se cuece el agua.



CUERDA

Se trenza la cuerda.
No se rompe ninguna palabra
por el peso del mundo.
Pero yo si me rompo al hablar.
Trenzo el silencio.
Que no se rompa el hilo de luz
que me voy comiendo.
Espacio oscuro,
nada brilla.
Lo que veo no está.
La nieve que piso es mi edad.
Sé que es blanca.
pero no hay luz para hablar de ello.
Cualquier bicho de ojos rojos está caliente.
Se queman por dentro.
Tampoco la ceniza se ve,
ni la vaca con la que choco.




CARTA DEL 1 DE NOVIEMBRE

En una ciudad cualquiera
en un cementerio cualquiera
donde nunca vivió ni murió uno de los míos,
donde me encuentro de paso
y a la que supongo nunca volveré,
he comprado unas flores y se las he dado
a una muchacha. Me las ha cogido
como si ya estuviera muerto.
Así me ha mirado, entonces más arriba
dicen mis ojos, donde la luz
se come los pájaros.
No lo dicen siempre.
No siempre están pensando en lo que ven,
o lo que no ven es más puro
y entonces menos visible.
La fruta cae y se pudre.
De más arriba cae el amor
y se restablece.
Desde un poco más arriba nada se cae.
¿Vamos nosotros hasta esas alturas
A tirarlo a la tierra
o a soplar el vidrio de la visión?




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