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domingo, 21 de octubre de 2012

CROMWELL CASTILLO CABREJOS (8296)




Cromwell Castillo Cabrejos (Motupe, Perú 1981)
Poeta, artista plástico y diseñador gráfico. Ex miembro fundador del Grupo Literario Signos y actual representante de El espacio del arte: Galería de arte contemporáneo, en Lambayeque.  
Ha obtenido algunos premios literarios y publicado los libros Agua y Transfiguración o el sonido en Signos (Tiro de Gracia Editores - Chiclayo, 2007),  ¿Dónde acaso es camino? en Demolición de los reinos (Sol Negro Editores - Lima, 2010), Estética de las revelaciones (Arequipa, 2011) y la plaqueta Fuego (Ediciones Cinosargo - Chile, 2010) Forma parte de la Colección de Nueva Poesía Peruana (Cuervo Iluminado - Lima, 2010) 






1

Esta vez
su disposición adquiere la forma de mi lenguaje,
es decir,
su aspecto se hace universal desde mi boca.
De todas sus posibles determinaciones,
aquí, en lo habitable,
sólo se espera su adaptabilidad;
después de esto,
quizá ella deba ser algo que no comprenda.
Pero lo no comprendido
se explica también a partir de mi desorden:
Silenciosa ventaja suya
la de enturbiar mi contenido.
Todo forma y se deforma
magníficamente
a partir de su espacio,
entonces,
de mi voz a lo insondable,
ella
es un poema
transmutando
sus abismos. 





2

Al representarla,
también esta hoja mimetiza su apariencia
y se torna transparente:
No hay nada aquí que no se advierta,
no hay nada aquí que no contenga su curso
y fluya
desde su impenetrable hondura.
A veces ella,
en este fondo blanco,
no resiste su propia densidad
y pareciera
recortarse
a medida
que tocan
sus giros,
mis palabras.
Pero no,
siempre desde estos trazos
desbordará su cualidad a más imágenes,
entonces su retorno
seguirá siempre cambiante
y escurridizo entre mis manos.
Hay suficiencia en su tocante sencillez.
Contemplo cercana su multiplicidad
tan influyente como entrañable.
A partir de toda representación,
incluso ella, en sí,
frecuentará su mimética apariencia
para afluir aquí, a cada instante,
Agua.

De: "Agua", 2007





Fuego



1

Más allá del grito furtivo,
un sonido agita entre los árboles
el extravío de la lluvia o la peor sequía que abarcamos.

Como hierba de todos los campos, la Poesía nace
y crece una tortura matutina a contraluz:
La sangre de los pájaros persistirá.

La ciencia del dominio es fuente ciega, revolución prosaica
que dibuja nubes funestas con su dedo en el aire.

Un ruido establece su soberbia con los días perdidos,
y por fin la noche larga
cae inexorablemente como una rutina gris.

Los ojos suceden al mismo hallazgo siempre.

Cómo sujetar los párpados al sueño
para adjudicarnos redención alguna entre la ceniza?

Cuerpos caen en toda esta trama de desconcierto
y de pronto, el sol, cada mañana nos lacera dos veces
frente a estaciones que sólo vomitan cadáveres de todos los reinos.

El hombre tiene el rostro poblado de solemnes amenazas
por eso la vida lo sujeta al escombro.

Entonces colisionan precipicios y me escondo de ti,
oh, fuego interior que nos despojas de sensatez ante el delirio.

El vacío es el mismo Poema perverso de las postrimerías.

Entregados al fragor supremo, nada quedará.
Ni el estanque ni la cloaca sortearán más su vértigo
con alteración admisible en el mundo bajo.

Ni la chispa secreta de las piedras.
Ni el rumor del agua en los arroyos.

Ni esta hoja quedará
para agotar con indolencia nuestra dimensión insuficiente.

Revertiendo el contenido
volveríamos la agudeza al viejo oficio de decapitar profecías.

Ah, las profecías y su estirpe cósmica…

Como si al hombre no le bastara palpitar.




4

La noche nos absorbe como guarida prehistórica. Energía expansiva 
que cierra párpados rebelando distancia. Éxodo de luna reflejada en el fango:

Cuarto menguante –canto bastardo– / luna llena –atributo deforme–.
Creciente júbilo donde nadie danza alrededor de árboles milenarios.
Savia nueva que sella bocas y caminos donde nadie espera escapatoria.

El cuerpo sostiene con el filo de la duda una cabeza cercenada hace mucho. Sólo extremidades nos otorgan la ventaja de perdernos, escudriñar en el mismo fango la sequedad del tiempo.

Oh tierra: aullido de la dación ocasional.

[Sacudir tu corteza no es desvanecerme para saber que penetro una escritura improbable.
Florecer en ti es columpiar mi locura en alambres de púas: Retorno a la fe de los desposeídos].




7

Llegar a la luz elemental.
Llegar a la orilla donde arena húmeda
sostiene nuestra incertidumbre.

La ventaja de emigrar al Fuego
es no prescindir del ruido de sí mismo.

En medio de nosotros, la fogata
fragmenta la oscuridad inicial
y entiniebla los rumores del agua colindante.

La respuesta es superficie iluminada:
No temamos al origen de la piedra.

La más reciente manifestación de tragedia
ahora es gozo y mística de resistencia.

El viaje al Fuego es un conocimiento radical y llano.

Aunque variable y sonoro es el mensaje del agua
las llamas han alcanzado elevación de cántico silvestre.

Nuestra condena no es ligereza natural,
es sonido voraz que la vida debe decir para siempre.

Desde aquí hemos merecido los giros del propio ruido.

En el día nuevo, todo mensaje es un desplome:
La espaciosa agua no pudo llevarse nada.

Hay brasa y ceniza en todo intento de Fuego:
Todo está intacto.

Es que somos nada.




9

No.
El Fuego no es el signo de morir con importancia.
Es resistirse
bajo la hoguera del sol latente
y celebrar la sombra.

Entonces prepara para la noche la sangre
de heredados rituales
si el delirio cobra de sí su último aullido transparente.

Las calles son una revolución discreta y profunda.
Dentro de nosotros
también la consecuencia define el orden y el dominio.

Ama la ciudad,
ámala guardián en su abundancia
y busca lo imposible: Florece en el cemento.

Arrójate al designio de agrietar los labios
sin importar el lenguaje monótono del nuevo día.

Ensaya viejas laceraciones cuando despiertes:
Saber bifurcar los miedos es punzar el sueño
de los que abrevian la angustia impunemente.

Por eso
coge tu abismo y calla tu Fuego.
Es mejor atravesar las horas contenidas
con la magia mortal de una pregunta ardiente.




Aire

1

¿Y si el aire falsea designios
y nos va disgregando por dentro?

Las palabras traducen
su impulso de náufrago.
Y no es evasión
ni huída ni alarido interminable
preguntar apariencias en terreno baldío.

Yo que lo he visto conmoverse
en su agitada modestia
de pronto      asomo a las ventanas mi desencanto
y siento       a bocanadas
el otoño que trae entre sus hojas.

Estamos fuera de lugar.

Nuestra orientación posee perfil desconocido:
Innegable rastro o elevación de astro girante:
No en vano toda caída libre ostenta arrogancia de cosmos.






Sucesión
(De Transfiguración o el sonido)

En mí
hay otros que caminan hasta el final del día,
y toda escena diferente que originan
se parece a mí en lo insondable.
Frágil resonancia.
Después de toda puerta hay una puerta contenida,
y esta sucesión nos atormenta, nos obsesiona, nos hermetiza.
Tenaz lucha que no cabe en un espejo
(todo cabe pero nada se transporta).
Espaciosa orilla donde no me veo, ésta, la desconocida.
Pero todo nos incluye y soy otros igual que yo-mismo.
¿Qué otro en mí se podría mirar tanto como yo no?
Reflejo recurrente,
signo estancado,
imagen sublimada dentro de todas las preguntas,
me hallo, me invento, me ubico.
Entonces 
¿Qué soy, o quiénes?

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