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domingo, 21 de octubre de 2012

NORA ALICIA PERUSIN (8297)





Nora Alicia Perusin (Buenos Aires, Argentina, 1955)
Poeta nacida en Buenos Aires, donde reside. Participó en el taller literario "Mario Jorge de Lellis". Con Sergio Kisielewsky, Juano Villafañe y Leonor García Hernando, entre otros, dieron vida a la revista "Mascaró" (1985-1988). "En sus obras los paisajes y la vida social se mezclan con lo cotidiano, en un lenguaje poético, rico en recursos, viajamos desde los soles oblicuos de Leningrado hasta las penumbras de un patio porteño del siglo XX donde todavía se escuchaban los tranvías y transitan los temas que importan: la poesía, el amor, la soledad, la muerte, la lucha social, los desencuentros y los encuentros", anota un comentarista en el blog valknutr. Poemarios editados: "Acerca de nosotros", "Los soles oblicuos" y "La distancia es esa frontera que se mueve".

***

Nací en Buenos Aires, en la mitad de una década y la mitad de un siglo,casi en primavera. De mi infancia recuerdo el viajar de mi padre y el cantar de mi madre. De ellos heredé el ansia y la creencia en cambiar el mundo. Tengo su constancia. Viajé por el mundo, fui, vi y volví, pero nunca cante. El primer libro de poemas que leí fue uno de Nazim Hikmet. Leía y leo todo cuanto llegue a mis manos. Participe del taller Mario Jorge de Lellis alrededor de los años 74.Sobreveví la dictadura,pero perdì amigos en ese trayecto. Después con Sergio Kisielewsky, Leonor García Hernando, Luis Eduardo Alonso,Juano Villafañe, Susana Silvestre, Ricardo Mariño y Alvaro Jiménez, editamos la Revista Mascaró por el año 85 hasta el 88. Cuando no escribo pinto y dibujo y cuando no dibujo y pinto, escribo. Y escribir calma mi silencio.

Nora A. Perusin



LOS SOLES OBLICUOS

a Rosario Chavez.

Los retornos tienen algo de impiedad
entierros, voces vecinas,
el rostro sobre el espejo
 es una lámpara que arde la memoria. 
De niños chupábamos naranjas,
tras los perfumes de jacarandá 
tiramos carozos del otro lado del mundo.
                   -los gestos del adolescente corrían de los
                       diarios íntimos a calabazas de medianoche-
Nos armamos del idioma extranjero
para nombrar el nombre de las cosas,
era tan fácil el paraíso
era tan fácil sentarse en las «tabernas», 
ladrones putas y viajantes 
tomaban vino, manojos de pan 
y agua desparramada.
Con Rosario Chavez teníamos esas conversaciones 
en los soles oblicuos de Leningrado.
Desde el racconto de una historia inconclusa, 
al paso de las frontreras suizas e italianas 
vimos decrecer a los mecanos
la obsesión por los misiles
la patria como barco encallado después de la 
llovizna.
Nos dispersaron la memoria
Id sangre que viene y vendrá por tejadosy azoteas 
atardeceres de Florencia en las cañas de Tucumán
el cielo volátil.
Los aeropuertos se acostumbraron a la pasión. 
Hay cosas que van quedando
al mirar trístisimos de reojo 
las ciudades que hemos muerto 
a luz de candelabros subidos en los 
almacenes. Fuimos bebedores de té 
entre persianas a media tarde 
y pasos repentinos.
Ahora la mancha de humedad 
es la mancha de humedad. 
Ahora los paisajes son una película ciega.



LA ORILLA

Soy la mujer de la cabeza inclinada
tengo una orilla que bebe ningún río,
si fuera patio una torre
subiría dentro de mí,
una planta.
Veo un resplandor magnífico
en el áspero sentido de supervivencia del pez,
es una tiza blanca que nada como si el patio
existiera.
Veo a la escribiente en su diario de noche
escribir
quisiera enamorarme, enamorar,
no tener esta certeza
las arenosas visiones,
un animal muerto sobre la arena,
la piedad.




ZAMBA

Mi madre canta y un pañuelo
levanta el aire de la tarde
días de invierno, otoño
parecen detenerse alrededor de su voz
yo también me detengo
justo en el silencio de su garganta





Poemas a los amantes

1.
toco una isla, mi amigo duerme, 
su espalda contiene el sueño. 
Hoy no estaré para él
seré parecida al invierno corroyendo piedras 
dispares
seré la niña, la terrible marca en el papel
Saldré con algunas menudencias 
collares aros antiguos
y mis pasos al azar.


2.
un hombre mitad cadáver avisora mis muslos en 
llamas
canta para conmoverme
pero de piedra arrojada contra el ventanal 
son sus manos que acarician mi pelo.


3.
Mi carne desliza granos de arena 
en un sol justo entre mis piernas 
no quiero escribir si nombro si acecho 
yo seré la presa.

(del libro de poemas Los soles oblicuos)





Buenos Aires, 2 de septiembre de 1957. (Carta de mi madre a mi padre)

“...llega el fin del invierno, del vaivén de mis pies sobre el pedal
la costura de esas telas amargas,
a esta hora el sol despeja los últimos temblores de la gripe
y la columna de tu madre ceñida atraviesa un patio de malvones secos.

Oigo el murmullo del tranvía hasta donde se pierde mi vida
en sucesos familiares

atravieso el mismo patio ese murmullo

oigo el silbido del barco alejándose.


Siento pena por esas cartas que no llegan a destino

que se demoran en los puertos en las aduanas

y al igual que la vida transcurren...”





Orankestrasse 10, Berlín, 11 de agosto de 1959

"...cuando te escribo esta carta, y la orquesta toca la cumparsita
el tango se desplaza entre las mesas del restorant
y te evoca más que la distancia.

Tanto te anhelo que los días serán lentos
                                    hasta que pueda dejar
este paisaje  aún  desvastado por la guerra..."

Berlín, 19 de agosto de 1959





"...el tiempo subsiste todo lo que tarda
en llegar otro día apartado de ti, 
esperar el vuelo de regreso, contar los días
y fumar.
Todo parece extremadamente revuelto doblegado,
                                   sin tus cartas
            querida
el color de tus ojos embellece la espera 
de la cita a solas en Montevideo.."

De: "La distancia es esa frontera que se mueve", Ediciones del Dock, 2007




MÉXICO 8 DE AGOSTO DE 1960, (EN TREN, DE REGRESO)

"...mi pensamiento gira como el crepúsculo
en torno a ti."

Dejo atrás una aventura inédita,
junto a Raúl de La Habana a Santiago
nos rodeó una tormenta entre el cielo y la máquina.
Al fin llegamos,
abajo
nos sumamos al desfile
negros blancos mestizos nosotros ellos
todos bajo un sol inaguantable
hicimos el trayecto a la Sierra Maestra,
el vértigo nos haría iguales a cada paso.

Cantamos algunos tangos, bebimos cerveza
y hablamos de la revolución.

Las colinas configuran un ancho círculo
donde aguarda el día a cielo abierto
entre el barullo de fogatas, tiendas de campaña,
camiones gastados por el polvo
árboles.
Dormimos como ángeles al reparo de la noche.
Al amanecer hallamos un estero de aguas transparentes

y nadamos un rato.

No es la tierra de los desesperados la que piso
no es la tierra triste
es la tierra de este siglo.
Aquí en la Sierra Maestra hay otros.


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