ROBERTO CIGNONI (ARGENTINA)
Roberto Cignoni codirigió, junto a Jorge Perednik, la revista XUL, segunda época (1990-1994). Fundó con Carlos Estévez, en 1989, Paralengua: la ohtra poesía, espacio para la investigación y el desarrollo de la poesía experimental. Colabora actualmente con poemas y artículos en las revistas tsé=tsé y Los Rollos del Mal Muerto.
Quizá, ni un horizonte por vencer
te alces ahora con el ojo
birlado al ciego. Quizá
ante él, hecho de nunca
el día se sepa una
palabra. ¿Comprendes?
aún , sobre fondo de estrella
nos ase lo oscuro por los cuatro
nortes de verdades. Yo
oculto en ti
para que también un hoy nos descubra
junto a la primer amígdala
estibadora de silencio.
Un
coriáceo pensamiento:
también aquí, ninguna
punta de estrella
graba el resplandor de los desmigajados
ideogramas.
Plata de escuchar:
el luto enmentado por la artesa de sílabas
el lugar
sin rezo como nosotros, el cínico
cómo
para el ano de la rosa.
Demencialmente
se retuerce la misa de raíces, disfónico
el significado trabaja
la toda desesperación.
Plena
en lo que ha desaparecido- una y
follaje: también
callas por mí
también me descubres
también obras en torno una materia
de besos, una materia: para brindar
a nivel de la sangre, aún
sin que importe.
Un estambre
alumbrado en el pensamiento
nos vuelve entreambos: corazón a corazón
murmura el poema, nos coloca la piel
sin ser visto.
Algo sigue hablando, con la piel del cómo,
la piel del qué,
algo en los quistes de mundo
deja pasar lo impalpable, un vez dice nosotros
donde callamos lo nuestro.
[ceros de la lengua, Tsé Tsé, Buenos Aires, 2001]
Lo que llega
haciéndose más tarde, mide
lo de aquí: da
el tono de júbilo a la tormenta, conjura
el otro nombre
con la pegatina de versos
Contra
toda culminación viaja
el último lóbulo, a una milésima
del estallado cerebro, un
humo brillante
hacia la meseta del César.
El desdía
resplandece tranquilo: con un palo
de ciego en cada ojo
el ovario de seres le instala dios,
no cuenta lo invivido
sino para la
dulce sangre del Aún, no
cuenta el nosotros dos, sino
de nuevo entre
lo segado.
De
una verdad, libre
por la corteza del aire
asciende el gusano
vencedor. Un
fruto más arriba, no deja de
llegar, no deja
de traernos.
El
Aquí, el Allá, contra
un margen de mundo
se apoderan de ti.
Ahora que te pierdo
al menos el tercer
oído de Dios
podrá reposar.
[Ni tú ni yo]
Poemas inéditos de Roberto Cignoni
Los
de hoy, también
desaparecidos, en
fachadas, dispersos,
para el reparto del sentir
aquí
se perdonaron
irguieron el día junto
a una bandera, por
la espalda
se visitaron de nuevo.
A uno abastece lo que prensó
el asesino. A uno demora
otra palabra de ruta.
A uno multiplica la ciudad alfarera.
Te
sabemos, Señor, te
sabemos: en
torno a nosotros
respiras, igual
que nosotros, cada vez
más llamado, más
interno, más cautivo.
Nos
escuchas
rogar una sílaba
y hacia aquí
enfermas tu nada.
Horticultor
salpicada de riego lee tu mano
un signo en el bulbo
que la tierra encinta
banderas solares
y hordas de granizo
resuenan mundo, como si
te completasen, cabalmente,
mortalmente.
Sin culpa nos alejamos
de los dioses que fueron la más alta razón
y de las razones que ondearon como hímnicos dioses
desplegándonos, y acortándonos
igual a sombras fugaces
movidas por los cambios de luz y los cuerpos imprevistos
que cruzan con inocencia la tierra y sus fulgores.
Nadie:
poema del mundo. En ti
aventajamos a los asilos
que hurtaban nuestra amistad con la inclemencia.
Y no derramamos
pánico o nostalgia
por los mensajes eternos que la fe
hacía columpiar con veneración y altura.
A través del quejido
y en la segada cosecha, mientras en una oración oímos pudrirse
al pan y al vino de la vida justa
y el signo de una serena orfandad
nos inicia completamente.
Pero al fin
cantemos
con los caminos rendidos en meandros
y el viaje del fulgor salvado en la acechanza,
cantemos al compás del accidente
y de los abruptos silencios celestiales
mientras más tenaz la sangre invita
a su oscuro desposar, perdidos
de los gloriosos porvenires
a través del crujir de las fragilísimas palabras, nosotros
los arrebatados en la tierra sensitiva
por un rayo fugaz,
cantemos.
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