Wilma Borchers Carrasco
Santiago-Chile//Los Vilos-Chile
Libros publicados:
Abracadabra - Poemas, Serie de cuadernillos de movilización colectiva 1986.
Jam Session - Poemas 1990
El beso que nos escribe sílabas blancas - Poemas 1993.
Una interminable hilera de corderos - Poemas 1997. Seleccionado y publicado por la Ilustre Municipalidad de San Pedro de La Paz, de la Octava Región
El Reino Fugaz - Poemas 2007 Editorial Ojo en Tinta
Señales de la Colina - Poemas 2008
Los Frutos Amargos - Ecopoesía 2009 Editorial Univa
Libros a publicar:
Las sombras del fuego
Liturgia del estrago
Bajo el árbol del paraíso
El último navegante
PESE A LA EXTENSA NOCHE
Los usurpadores de señales,
Los falsificadores de cartografías,
Los propagadores de la mentira,
Ya no pueden negarnos.
¡Nos hemos encontrado!
Pese a la extensa noche,
Pese a los caminos renegados,
A esa rabia de los forasteros,
A la insensatez del aborrecimiento.
Contra todo nos hemos reinventado.
Mi estandarte luce sus iniciales.
Cabalgo a su vera,
lío Sobre mi muslo su tabaco,
Mi linfa, mi saliva, mi sangre lo contienen.
Él es lúcida estrella,
Gira en mi corazón aspas de alegría.
Tensa hacia mí las bridas y sonríe en secreto;
Me proclama “Generala de la Cruz del Sur” y me lo creo.
Cae la nieve en Santa Bárbara, Quilaco, Rucahue,
Naufragan los Dioses del Canelo,
Se ahogan las Santísimas Araucarias ,
Anochece para siempre sobre el Alto Bio Bío.
Aún así, deben saber los tergiversadores de la historia,
Que se encontraron nuestros aromas y la espuma,
Que aún frente a la extensa noche, seguimos juntos.
Juntos, aunque el olvido disperse su tacto luminoso,
Y esparza sobre la muerte su más triste ceniza.
BOCA ABAJO
Toda la noche boca abajo,
Para que no se escuche el aire,
Que se filtra garganta adentro
Y flautéa desgarrado.
Toda la noche boca abajo,
Escupir astillas de marfil,
Saliva con trocitos de labios,
Las pestañas de rojo, a cal y canto.
Toda la noche boca abajo,
Fermentando el miedo,
Simulando no ser
entre los que habían sido.
Toda la noche boca abajo.
Llueve en Nahuelbuta
los pumas circundan poblados.
¡Ay, vida de mi vida,
Cómo te me fuiste escapando!
AHORA LLUEVE
El agua blanqueó gallardetes,
Salpicó su nombre de olvido.
Su silencio se multiplicó en escombros,
En largas hileras de ateridos desvelos
fertilizados por llantos y amargores.
Mundos anegados, disueltos trayectos.
Los muertos solo oyen palabras transparentes,
Por eso, la memoria se nos puebla de medusas
Y la resurrección de la primavera es imposible.
Inútil sostener agujas de luz que se desploman,
Un trozo de hielo solloza aguas pasadas.
Será así, hasta que el fantasma,
Al que cantamos el aria más dulce,
Se evapore en silencio,
Se introduzca a los lagares del sueño
Y al fin nos con piedad nos venza.
Poemas del Libro inédito El último navegante
LAS SOMBRAS DEL FUEGO
II
Se dispersó el idioma del fuego,
Nevazones, lluvias, disolvieron sílabas
su arder se deshizo en agua nieve.
Él se despidió con dedos de humo,
Extraviándose entre nubarrones y granizos.
Lo que ayer fue vivaz reflejo,
Haz de lumbre, simiente de ascuas,
Hoy es hato de espíritu rendido.
Amanecer sin trayecto, reino de luces ciegas,
Brasas muertas ligadas al devenir del olvido.
En la placenta del légamo entran ensoñares de ceniza.
III
Avanzar contra la nieve, caminar en círculos
infranqueables puentes, desaliento,
Avanzar, retroceder a ningún sitio.
Circundaron al bosque,
Su arquitectura de húmedas esmeraldas.
Sobre la transparencia del mundo se congeló el anhelo.
Avanzaron, avanzaron en círculos sobre el hielo,
Luego entre árboles, marañas de troncos
Y armazones vencidas por el viento.
El fuego evaporó semillas,
Abatidos rodaron radiante frutos
Y el Gran Aliento los decretó huérfanos.
IV
El hombre del fusil ensayó el final del mundo,
Sustrajo la vida, apagó canciones, creencias.
Cubrió la desnudez con atuendos de cataclismo,
Idiotizó la risa con brebajes perversos,
Azuzó a sus perros para asesinar niños.
El hombre del fusil puso precio a las orejas,
Ensució el fruto solar de las mujeres,
Entreveró el lenguaje hasta volverlo olvido.
Estableció su brutal imperio:
Los relegó en sus misiones,
Cercó la tierra que era libre,
Les quitó el fuego, el arco iris.
Fragmento del libro Las sombras del fuego
ARIDEZ
El mapa de mi piel
no se resigna,
al insufrible ámbito
castigo de la arena.
Aguador, zahorí,
tus labios.
Espejismo, tormenta,
tu lengua.
Rocío desazón,
apiádate del estéril territorio,
clemencia para tantos pedregales.
Fui celebración de agua,
roldana que cantó
su afán en los brocales,
verdosa sombra,
estuario asido a tu cadera.
Tu boca
alivio estanque.
Tu saliva
amparo aljibe.
Pronúnciame,
derrama afluentes,
dispensa lluvias,
pulsa esta geografía
desprovista de cisternas.
HUYEN LAS PALABRAS
Intento recuperar tus señales,
su ardor, su acometida.
Sólo barcos extraviados
en medio de témpanos.
Saurios espléndidos
yacentes en lodazales.
Dulzainas de Caral
bajo areniscas.
Gárgolas, santos de bulto,
de las catedrales desertan en llamas.
Arrodillados, en Arauco
sucumben los canelos.
Una casa se derrumba,
un niño mira tras los vidrios
con la angustia de tus ojos,
cisuras escritas sobre el hielo.
Ateridas se trizan las palabras.
Poemas del libro El reino fugaz
NI SIQUIERA LO IMAGINES
Hoy me sostengo en los alambres de tender ropa,
Entre toallas y sábanas refugio mis sollozos.
Me volví mala de un solo brinco:
Quiero romper tu piel de húsar,
Tu boca forajida mentira a flor de arenga,
Quiero fracturar los oleoductos de tu risa,
Asesinar o poner cerrojos en tu sangre.
Por sobre todo, deseo clavar los dientes
en el puño que escribió sentencias en mi pómulo,
(Este surco detestable donde cabe toda la sal del mundo)
No esperes que te perdone, ni siquiera lo imagines,
Los memoriales de mi cabeza rebotan contra el muro,
Peldaños abajo se siguen rompiendo mis labios,
El relámpago deja escritas cinco huellas.
No esperes que te perdone, ni siquiera lo imagines,
Mientras fragmento pan y cebolla te apuñalo,
Te doy a beber en la jarra el cianuro de mi odio,
Barro tu suerte a mansalva y derramo tus pupilas.
Muero en la abominable estrategia de vencerte.
Poema del libro Liturgia del estrago
EL BESO QUE NOS ESCRIBE SÍLABAS BLANCAS
En época de adviento te adivino.
circundadas por un júbilo de alas,
Se columbran navíos entrando a las hospedarías del océano,
Entonces bajamos por noticias a los embarcaderos.
Imposible conseguir de ti una gavilla.
Que fuiste un óleo de desquicio bajo las lunas de Coimbra.
Que ibas húmeda de llamaradas sobre la cubierta del alba.
Que eras trágica entre torres como esclava mora prisionera.
En época de adviento te adivino, huyes de los lienzos,
Vienes volando a estrellarte contra los vidrios de mi pecho.
Sólo la calle Conde de Peñalver,
De tarde en tarde goza desde sus balcones
El poder de tus signos y tus sueños:
Tu cintura, tu bufanda, tu peinado,
Tu pantorrilla de luna presurosa.
Fuimos guardando para ti:
Estrellas en los silos
Pavanas de cristal
Tiendas para soñar brillantes sajaduras
Seres de luz
Aromas de un azul intenso
Todo lo fuimos guardando para ti.
Hasta que de tanto, como si todo fuera agua,
Y se hubiera cansado,
Abrieron la puerta y se hicieron a la mar
Poemas del libro El beso que nos escribe sílabas blancas
“De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne del hombre” POPOL VUH
EL REINO OSCURO
Padre de la Mazorca,
Antiguo Padre del Maíz,
Han roto tus inflorescencias,
Quebrantaron el sello de tus células,
Violaron el santuario de tu núcleo,
Trasgredieron tu sacra alquimia,
Alteraron tus códigos auríferos,
Tu rubia leche de estrella nodriza.
¡Reyezuelos, Monarcas de lo oscuro,
Apostando a la taba el milagro de la vida!
Padre Maíz, guardián de los pobres,
Guardo de ti un puñado intacto,
Una mínima cosecha de oro puro,
Al morir, quiero llevarte conmigo.
Porque un día, después del fracaso,
Cuando la liturgia astral se recupere,
Tal vez, desde el polvo de mi osamenta,
Reverdezca tu prodigio en el surco,
Y retorne a la mesa de la desdicha,
Tu pan de esperanza entre los hombres.
Poema del libro Los frutos amargos
NO ENTIENDO NADA DE JAZZ
No entiendo nada de JAZZ
escucho su rojo caballo
girar, girar en mi cabeza
arremeter bajo los párpados
su invisible poderío
Veo caer su signo
en la nostalgia
y como sobre una herida
rozar su más delgado filo
Siento destilar maravillas
en su reguero de sonidos
despertar incógnitas
en su galope alucinante
entonces, en el envés de todo
palpo la fortuna de lo cierto
Yo no entiendo nada de JAZZ
me subo al caballo de la música
que gira, gira en mi cabeza
y caigo a un tiempo de sueños
bajo otros sueños
como infinitos guantes superpuestos.
BIRD
PARKER llévame contigo
¿Dónde ir si cada esquina
me golpea con su mal viento?
Yo también soy extranjera
de corazón y por oficio
¿Dónde depositar la malaventura
de mis muertos?
Otórgame tu audacia pájaro saxofonista
sublime pájaro imperfección
dulce pájaro tu porfía
llévame
bajo
los
puentes
allí donde los ecos ensanchan plenitudes
sube tus seducciones a mi oído
estamos
en la más alta escotilla de la noche
estamos
sujetos en la cornisa del satélite
estamos
al otro lado de las trizaduras celestes
Nautas en el Subway de los sueños
nautas en una gota de ritmo
Olvidando que hubo
más de un dolor
sobre el cielo de otros cielos
y otro más aún
bajo el fondo de otros fondos
Vestidos ya de gala
vamos entrando
al precipicio de otro día
donde tal vez aún sigamos
dibujados en otra piel
intactos en la locura y en el júbilo
de poseer al fin el pasaporte
de una armonía oculta
bajo otra armonía.
Poemas del libro Jam Session
EN LA JUSTA MEDIDA
¿ Qué altura tocará el árbol que me corresponde?
¿ Hasta dónde su verdecido guante?
¿ En qué lugar sus raíces tejiendo el andamiaje?
Yo distancia y lejanía, tanto trasiego en la memoria.
Desconocido enamorado sin haber oído tu pulso verde,
El latido viajándote de hoja en hoja.
Este último verano pudo haberme besado tu sombra,
Y yo indiferente, uno se sustrae en risas,
Que estallan compitiendo con los soles.
¿Eras tú aquel donde apoyé mi espalda,
Y no sentí tu abrazo reconociéndome?
Yo tan distraída por el mundo.
Árbol mío te amo,
Por la tremenda locura de elegirme. Te soltarán raíces,
Y quizás sea el tiempo satisfecho de la fruta,
O hubiese nacido en las yemas el pétalo milagro.
Amado, el sol derramará su leche en el sitio de tu sombra.
Perderás los brazos, viajarás a las manos que te abrirán el pecho.
Ciega vendré a tu encuentro, ciego vendrás a recibirme.
Que caro destino verdeamor, no haberte divisado en la pupila verbo,
Haber mordido tu semilla, palpado una arista de tu follaje,
Y saberte mío entonces nombrándote bajito.
Seremos silencio cayendo en la tierra,
Entrecruzando raíces y tobillos, confundiéndonos en otro siglo.
Luego el largo dedo del sol nos señalará una primavera,
Y ya nunca más ajenos treparemos en el bosque,
Hechos en la justa medida para amarnos infinitos.
Poema del Libro Cuadernos de Movilización Abracadabra
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