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domingo, 13 de marzo de 2011

3531.- LOLA VELASCO





Lola Velasco
María Dolores Velasco
Nació en Madrid en 1961.
Crítica literaria, colaboradora en revistas y diarios,
columnista de Abc y Revista de libros.

Ha publicado "La frente de una mujer oblicua" (1986), "La cometa o las manos sobre el papel" (1992), "El movimiento de las flores" (2003), "Intravenus" (2004), escrito con Amalia Iglesias, "El sueño de las piedras" (2007) y la novela "La Ondina del Manzanares" (1990).





AMO
tu cuerpo,
porque es un
antro
de improvisaciones.
Y
a cada nuevo balbuceo,
aniquilas
un detalle
de mi historia.

A TRAVÉS de ti,
descubro
la desaparición
como el momento más perseguido
por los rasgos.

LA BELLEZA
exige
un esfuerzo
de desorden.
Sólo en el abandono
es posible
que las formas
más perfectas
coincidan.

El deseo
es construir pérdidas.

(Del libro ‘La frente de una mujer oblicua’
Poedía Hiperión, 1986)







EL tiempo,
plano y delgado,
una hoja que tiembla
donde está el aire mismo.
Ahora solo soy
una lengua
que mueve palabras.
Sílabas apasionadas
para llevar a cabo
grandes fracasos.

(De El movimiento de las flores)





El implacable vaivén
de la ola,
el minucioso recorrido
hacia la forma definitiva,
un mar en ruinas.
Y voy y vengo,
abandonada a la dejadez
del caos,
y sé
que no hay salvación posible
para el rasgo inocente.
El silencio es un grito
acostumbrado a callar,
que espera.

(De La frente de una mujer oblicua)






El huésped del mal

NADIE sabrá
de las piedras
ni del agua
con que el odio
construye
su cuerpo

MUCHO ANTES
de que el deseo
ahogase
su vientre
en la rabia,
él
ya volvía
de la muerte.

NADIE SABRÁ
por qué el tiempo
busca su sentido
en el cansancio
de seguir suicidándose.






La bella y la bella

SIEMPRE que él la toca,
ella
se hace unos cortes
en la frente.
El rojo de la sangre
se vuelve tierra,
tierra mojada
y fría,
en sus ojos oscuros.

LA SANGRE
le oculta las lágrimas
que no han caído,
que no caerán.
Tiene una mirada negra
en contraste con lo pálido
de su piel
casi transparente.

TIEMBLO
y espero
a que la sangre
le llegue
a los labios,
como otras veces.

ELLA,
la mujer intacta,
me cubre el llanto
con sus senos
de agua
y arena.










Los buitres lanzan piedras

Los buitres lanzan piedras
y la diosa madre se aferra al huevo
de un avestruz.
Lo protege.
No olvida
que el dolor deforma.


Tiñe las uñas de sus pies
y manos,
y espera.
Ha de rescatar esa imagen
del polvo del desierto.


Nada más allá de lo que ahora ve.
El dolor abulta
como un hijo no deseado.




La diosa madre

La diosa madre dobla la esquina
y doy vueltas a mi ombligo.
Lo retuerzo.
La realidad es esto.
La realidad es lo que queda
cuando se desplaza.





Veintinueve de marzo

29 de marzo



Qué tristeza
el gris vencido
de tus ojos,
cuando callas
la ironía del fuego.
Sólo entonces
soy culpable del aire.

Sucede
cuando te miro.
Todo queda lejos
y abandonado
a la hondura sin límites
de lo intransferible.
Qué extraña
luz
el tiempo.



Mujeres de carne y verso.
Antología poética femenina
en lengua española del siglo XX.
Edición de Manuel Francisco Reina.
La esfera literaria. 2002

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