Fernando Lamberg
CARACAS, 20 FEB. 2011, TRIBUNA POPULAR TP.- Al mediodía del 20 de febrero último, falleció en Caracas, el escritor, poeta y ensayista, Fernando Lamberg, militante comunista en Chile y en Venezuela. Llegó a Venezuela en 1976, producto de la represión y persecución sufrida por la dictadura fascista que derrocó el gobierno constitucional del Presidente Allende.
Luis Fernando Lamberg Carcovich, nace en Valparaíso, Chile, 7 de junio de 1928, fue profesor y escritor de amplia trayectoria tanto en Chile como en Venezuela, cuenta con una vasta producción literaria en los géneros de poesía, cuento, fábulas, teatro, novela y ensayo.
En Chile fue jefe el departamento de castellano del Instituto Nacional, jefe de la cátedra de técnica de la expresión y literatura española en el Instituto Pedagógico y catedrático de literatura hispanoamericana en la Universidad Técnica del Estado.
Ocupó cargos dirigentes en numerosas instituciones culturales chilenas. Así, fue directivo del Club de Autores Teatrales de Santiago, (1952); vicedirector ((1953) y director (1954) del Centro de Arte y Cultura del Magisterio de Puerto Montt director del Centro Cultural Melipulli]] de Puerto Montt, (1954); director suplente ((1956), prosecretario (1957), tesorero (1957) y director (1958) del Sindicato de Escritores (SIDE), Santiago; vicepresidente del Grupo Fuego de la Poesía, Santiago, (1965); y director general (1964-1967 y 1970) de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH).
Miembro del Partido Comunista de Chile, en 1976 se radica en Venezuela como exiliado político a raíz del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 dado por Augusto Pinochet en contra el gobierno socialista de Salvador Allende. Fue profesor de la Escuela de Letras y de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas y miembro activo desde 1978 de la Asociación de Escritores de Venezuela (AEV).
Ganador, entre otros, del Premio Municipal de Poesía de Santiago (Chile, 1966), Premio Casa de las Américas 1973 por su poemario Señores y señoras y del Premio Municipal de Teatro Fundarte (Venezuela, 2000).
En una entrevista que ofreció el cubano Juan Nicolás Padrón al poeta Alejandro Lavquén, nos dice; "la obra de Fernando Lamberg -una acertada crítica a la oligarquía-. No basta con leer, hay que indagar, hay que escarbar en poesía para calar en el silencio que castiga versos latinoamericanos. Hay que indagar largo tiempo antes de redescubrir poetas como Fernando Lamberg".
Como crítico literario, monseñor Fidel Araneda Bravo (1906-1992), nos dejó esta visión de la labor poética del poeta, "La poesía de Lamberg es clara, con notas de alegría y tristeza; pero siempre sincera y profunda, porque surge limpia de un corazón sin doblez".
Fernando Lamberg, militante comunista en Chile y en Venezuela
Obra de Fernando Lamberg:
* Naturaleza artificial. Santiago, Chile, Ediciones Sucos, 1954.
* Testimonio (1947-1948). Santiago, Chile, Ediciones Surcos, 1954.
* El universo engañoso. Santiago, Chile, Ediciones Alerce, 1964.
* Poemas australes. Santiago, Ediciones del Litoral, 1965.
* Estrofas del jardín. Santiago, Chile, Ediciones SIDE, 1966.
* La innumerable humanidad. Santiago, Chile, Ediciones SIDE, 1968.
* Señoras y señores. Cuba, La habana, 1973. (Premio Casa de las Américas)
* Hasta siempre, Valparaíso. Caracas, Venezuela: Ediciones Surcos, 1986.
* Espera y Giros. Abril del 2005.
* Versos Teatrales. Caracas, Venezuela: Editorial el Perro y la Rana, diciembre de 2006.
* El que construyó su infierno, 1952, mención honorífica del Premio de Teatro Experimental de la Universidad de Chile.
* El Juicio, 1952.
* El candidato, 1957.
* El periodista, 1957.
* Psicología aplicada, 1957.
* Una antigua belleza, 1957.
* Una madeja para trepar, 1959.
* Noche maestra, 1962.
* Nacida en Cautiverio; Nacida en Libertad, 1996.
* El Escondite, 2000.
Ensayo
* La obra poética de Pablo de Rokha. Memoria de grado. Santiago, Chile, Ediciones Zig Zag, 1952.
* La dramaturgia Chilena Actual. Revista Literaria de la SECH, año IV N# 8, septiembre, 1960.
* Vida y obra de Pablo de Rokha. Santiago, Chile, Ediciones Zig Zag, 1966.
POEMA EN BLANCO Y NEGRO
Un error de muchos años sigue siendo un error.
Llamar blanca a la inocencia y negra a la perfidia
Sigue una tradición pero no una verdad.
El blanco puede ser señal de la traición
Y el negro ser la huella de la lealtad.
Una simbología obsoleta va par malos caminos.
En el ajedrez la dama negra sobre la casilla negra
Puede darte la victoria
Y la dama blanca sobre la casilla blanca
Hundirte en la derrota.
Negro es el color de un científico ante el microscopio
Y blanco el color de un asesino con una metralleta.
Negro es el carbón que mueve las máquinas
Y blanca la nieve que las paraliza.
Negra es la sartén familiar
Y blanca la mesa sin sopa y sin pan.
Negro es el color de la letra que enseña
Y blanca la página que no tiene letras.
Blanco es el fósforo que quema a los niños
Y negra la noche que los protege.
Negro es el vestido de las viudas heroicas
Y blancos los colmillos del lobo carnicero.
Durante el siglo XX
Y a comienzos del siglo XXI
Una Casa Blanca en el norte de América
Representa el símbolo de la mayor infamia.
Por eso propongo
Que con un puño de poderoso amor
Derribemos ese castillo de la perfidia
Y en su lugar levantemos la Casa Negra de la hermandad,
La Casa Negra de la paz, la Casa Negra de la alegría.
Otra carta a Don Quijote
Quijote quijotesco y cervantino;
cambiar el mundo son palabras mayores.
No bastan la espada, la adarga, la lanza y la profunda voluntad.
No bastan Rocinante humilde, Sancho fiel y el maltratado rucio.
Pero, mi señor Don Quijote, sal otra vez a los caminos
porque hace tiempo los molinos se convirtieron en gigantes.
Peor aún, mi señor, los malvados aseguran que ellos son los caballeros
y afirman que defienden la paz y la justicia.
Acusan de terroristas a los hambrientos
y con armas que tu no hallaste en tus libros
matan ancianos, mujeres y niños en nombre de la igualdad,
incendian las aldeas diciendo que rechazan la violencia.
Naciste en otros tiempos, mi señor don Quijote,
y debes volver a nacer en estos tiempos.
Ahora el pueblo no cree en los reyes ni en las falsas noblezas.
El pueblo sabe que ahora es él el soberano.
Antaño los duques se burlaron de tu heroísmo
y los villanos golperon a Sancho.
Hoy los pueblos comprenden que solamente unidos
aplastarán la codicia, destruirán la ambición.
Caballero de Los Leones, derriba los muros del mal,
destroza las malditas puertas del imperio
porque tras de ti y junto a ti va el pueblo.
Y recuerda, mi buen señor, que es difícil cambiar el mundo
con sus brillantes logros y sus siniestros yerros
porque las que te aguardan en los castillos siguen siendo doncellas
y los que te ladraban en los caminos siguen siendo perros.
La hoja blanca
Una hoja blanca brilla bajo la luz de la lámpara.
Brilla como la nieve o como la luna.
Espero a una mujer y quiero entregarle un poema.
Un poema que logre borrar la ofensa.
Sin querer dije algunas palabras absurdas.
Y esas palabras la hirieron.
Ojalá olvide y regrese.
Sea como sea, creo que volveremos a encontrarnos.
Contemplo la hoja mientras intento
escribir con tiza blanca sobre una pizarra blanca
o trazar unas letras sobre el ala de un ave
o grabar una línea en una nube.
Pasa el tiempo. Sopla el viento en la ventana.
sobre la hoja cae una sombra.
Ya sé. Ella está de pie junto a la lámpara.
Comprendo que volvió sin rencor.
En su rostro adivino una sonrisa.
Olvidó o perdonó la ofensa.
Y la sombra de ella sobre la hoja blanca es el mejor poema.
Camellos y bombardeos
En camellos la nafta se transportó a Bagdad,
no para encender la lámpara de Aladino
sino para prender cualquier otra lámpara.
No sabían los camellos
que siglos después serían reemplazados por motores
sedientos de petróleo
y en lugar de brillar las lámparas
arderían poblaciones destruidas por la codicia
Mientras los motores consumían petróleo
Supuestamente en nombre de la justicia.
Satanás
Quien se oponga a nuestros planes es Satanás.
Lo reconocemos por el tridente,
por los cuernos de la frente
y porque después de entrenarlo
y sentarlo a la derecha
se convirtió en nuestro enemigo de repente.
El antiterrorista
Debemos combatir el terrorismo.
Pero para eso hay que sembrar el miedo.
Nada mejor que decir que existe el demonio
y sus partidarios irán al infierno.
Para combatir la violencia
usaremos la violencia.
Lanzaremos bombas de racimo
que envían sus fragmentos a todas partes
y cuando ni una partícula de vida exista
habremos terminado con los terroristas.
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