Bernardo Chandía Fica (Santiago, 1965-2001): Laboratorista Dental de profesión, en 1985 integró el taller literario La Jaula dirigido por Olivia Saavedra y, al año siguiente, ingresó al Gredazul en el Goethe-Institut. También participó en 1987 en el taller de Alfonso Alcalde y, dos años después, en el Espacio bajo la tutela de Osvaldo Ulloa, el cual co-dirigió durante 1990. Entre 1986 y 1988, editó de manera artesanal la revista literaria La Grieta, de la cual publicó ocho números. En 1991 fue el Coordinador General de la Primera Feria del Libro de Macul, comuna en la cual residió. Entre 1991 y 1993 formó parte del grupo de trabajo de la Comisión de Cultura de la Sociedad de Escritores de Chile, institución de la cual fue posteriormente director. Sus poemas están incluido en varias antologías. Desde 1993 fue colaborador permanente de El Siglo. Publicó los siguientes libros: “Nadie está a salvo” (1992); “Furo el poeta” (1993); “Último barrio” (1995); “Evocaciones de un dios cansado (1998); “Las azoteas del miedo (1999) y “Bitácora de los vencedores” (2000). En 1999 recibió el Premio Fundación Pablo Neruda.
Son sílabas abiertas tus palabras
A veces la ilusión espera años
para que un buen día la aprieten
como una polilla entre los dedos.
Consejos para el que viene
Todos sabíamos que aquí
no iba a ser fácil
veríamos cadáveres en las esquinas
y oleríamos carne humana en los hospitales
bajo el concreto que soporta culpas
anidarían limosneros y ratas de larga cola
que también son alimento cuando ya nada queda.
Todos sabíamos que no iba a ser fácil
los suicidas cantando su última canción
antes de enfrentar el noticiero,
escuchar el vacío de una 38
congelar el cráneo que explota en cámara lenta.
La guerra de ellos ahora sería nuestra guerra,
había que atacar con todo,
endurecer la mirada y los brazos.
Todos sabíamos que en la ciudad no era fácil
el vómito era el camino,
el amor había que dárselo a las plantas.
Para terminar
No nos enseñaron a pedir limosna
hubo que aprenderlo
y toser con fuerza entre harapos.
Luego
sonreír para la fotografía
agradecer la pensión de gracia
y sobrevivir esperando la muerte.
Recuento
Finalmente todos
nos tragamos el agua mineral de los años
y ahora,
ustedes y yo,
nos miramos las manos
y los ojos murmurando.
Tuve la opción
de ser y sombra,
juez y parte
y no me voy a poner
a mirar
atrás ahora
si los bosques permitieron que las hojas
sirvieran para ocultarse.
No me fue bien,
porqué no decirlo,
pero no me dejé seducir
por sonrisas y fotos tristes,
desprecié las barrigas
alimentadas con mala leche
y parece que fui leal.
La poesía
era nuestra existencia,
buscar un mundo utópico
con los ojos y piel entregados
al ocio de los sentidos
y eso lo hicimos amando al mundo
amándolo a usted
que me mira de frente
en los años que nos unen
para siempre en el mismo saco.
Último Barrio
Fuimos los últimos
y debemos agradecer.
Los últimos
en jugar a la pallalla
en estirar nuestras manos
para medir la cuarta.
El sueño de Ícaro
brillaba en nuestras pupilas,
la espera de la nieve
nos hacía impacientes.
El tombo,
la pinta
y la escondida,
patadas y combos
en la pichanga.
Últimos de pandilla sana,
construimos carretones blindados,
soñamos con zapatillas de moda.
Y no debemos ilusionarnos.
Atrás nadie viene,
nadie nos sigue los pasos
excepto un leve zumbido
que se acerca y aleja,
cauteloso,
esperando.
Opus nigrum
Escribo para que se vaya el miedo
porque tengo miedo escribo
si naciera
escupiría la cara de los mismos
asesinos
y el miedo me encontraría
escribiendo
escribiendo.
Alguna vez
Alguna vez nos atreveremos
bailaré contigo apegada a mi cuerpo,
no será necesaria la música,
ni pistas sofisticadas o juegos de luces
que trastoquen las siluetas.
Estaremos solos tú y yo
y el ritmo de nuestro aliento,
quizás hasta ni siquiera estemos nosotros...
pero bailaremos.
Accidente
Hay amores que son un accidente
donde heridos y muertos
mantienen sus bocas unidas
a un catre oxidado y viejo.
Puede pasar mucho tiempo
antes que alguien se atreva a separar
los fierros retorcidos
o limpiar los sistemas rotos.
Hay amores que son sólo eso,
una tragedia más en el camino
Veterinarios
Si fuimos la generación castrada
hay que reconocer que muy mal
nos castraron.
Pudimos ser mansos como bueyes
o arremeter como toros
buenas razones tuvieron
para temernos.
RABIA
Rabia turbia de intestinos y huesos
cayendo como río por las narices,
levantando labios,
sacando afilados dientes,
rabia de perro maltratado
de paloma hambrienta.
Rabia muerta y resucitada siempre
que no tiene fin porque es de adentro
con sangre en los dedos, en la frente,
rabia por no tener más rabia
y estrangular el silencio.
Vivir pero vivir con la rabia más violenta
trizar vidrios
torcer la espalda
hacer doler el cerebro.
Una rabia puta
acostándose con otras rabias
deshaciendo catres y colchones grasientos.
Rabia transpirada gota a gota
para beberla
con la sed de todos los amigos.
Arcada rabiosa por los besos equivocados,
las fingidas caricias,
los amores tibios,
eso, una rabia hermosa y desquiciada
por ser la mejor rabia
la valiente que saca aplausos
recordándome a cada momento
y en cualquier instante
que soy digno para seguir viviendo.
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