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lunes, 17 de enero de 2011

3019.- ARTURO ALVAR


Arturo Alvar
Nació en la Ciudad de México el 18 de septiembre de 1982. A los 22 años publica Obituario. Siendo estudiante de sociología, funda la revista Sapiencia con apoyo de la Universidad Autónoma Metropolitana, donde se ha desempeñado hasta el momento como editor. Ha sido incluido en las antologías de poesía: "24 años, 24 poetas" del Tianguis Cultural del Chopo, así como en 40 Barcos de Guerra, por parte de la editorial Arca. Fue becario por la Fundación José Ortega y Gasset en Toledo, España, donde en 2005 escribe Nómadas contra molinos, su siguiente libro. Otros poemas y ensayos de su autoría aparecen publicados en revistas como I poeti nomadi (on line), Versodestierro, Los bastardos de la uva y Tema y variaciones de literatura; así como también escribió para el proyecto editorial Reflexiones desde abajo sobre la promoción cultural en México. A la par de su propia creación, ha impulsado otras iniciativas como los premios nacionales de literatura “Enrique González Rojo Arthur” en homenaje al filósofo y poeta octogenario; la gestión a favor de bibliotecas comunitarias así como la realización de encuentros de artistas independientes en diversos puntos de su país.



Uso de la poesía


De la poesía hace A mejor uso
(el anonimato es por la herida
el temor que no siempre es cerrado)
para complacer a los escalpelos
mierdolagas, crinolinos, mimeros
coladores, fustigueros, rapudos
de la escalera al picaporte un pobre atajo
al asfalto, a la noche
volviendo para tocar la puerta
en verbos que crecen por su encía
franja deteriorada con risas
la comida de un capullo mental
indemne de las horas con sentido
tumultuoso:
mierda a la orilla del zapato
del cuerpo emancipado una parte
no la vestimenta
aquélla camina en derredor del alba.
Pero no es anciano aún
de distintas voces tiene edad
con ademanes de heterónimo usurero.
Dice que puede hablar
con todas las personas del mundo
(¿los ha invitado a salirse de él?)
Melancólica razón
las uñas largas
holgada pesadumbre:
¡de lejos lo saludan niños boreales!
Del polo su misantropía
puede oír lo que me cifras
su dedo ha señalado
del rasguño un rostro.

Es la barba lo que te afecta
dice
encima de la nariz hasta la lengua
habla a solas y muérdete.

(Del poemario Obituario. Anónimo Drama, México)










Balaje


Te cambié por un collar de planetas
cuya beldad acierta con tu piel de néctar
de ámbar y de oráculo.

Qué voces entre esta piel sacuden las vocales
por las notas agudas
que hacen en tu cuello
rastros de acaecer
abolidas pertenencias
cuando proclamas otra vez
un nombre desde el olvido.

Hay una intercalación
una flama de carnívoras angustias
anegadas por sueños indelebles a los párpados.

Despiertas y es de azufre el rocío
sobre las sábanas alguien ha escrito
la fecha de tu entierro:
avísale al usurero del espléndido balaje
que no irás a dejar.

(Del poemario Obituario. Anónimo Drama, México)







Viaje lejos de Circe

Fue cuando la música vagaba
en el brocal bruñido
del horizonte de su cuerpo.
Circe bailaba ebria
bajo el influjo de ciertas mareas
transpirando el movimiento
continental de sus caderas.

En el balaje lunar de su sonrisa
lo importante fue el camino
hasta el umbral de la pirámide
labrada por la brisa del oleaje.

Pasea y baila en la orilla de la playa
cangrejos escaparon
tras las huellas de sus dedos
y sus rastas espantadas
se enterraron en la arena.


Ítaca escrita en el codo de una amiga de Lesbos
no sabía que estas islas son tan blancas cuando anochece.

Nuestra primera mujer despierta
de sus ojos turquesa el mar por dentro
dentro del recinto claro de firmamentos
búngalos taciturnos la trajeron
huesos de cetáceos flotaron como corchos.


Por la mañana el fuego extinto trajo un cielo de cenizas
tragaluz de sombra sobre las grietas del velamen
se despidió de mí Circe, lejos quedó el camino hasta ella
en el segundo día del mundo la palabra fue un “tal vez”.

Así entrando en el mar
atraído por sirenas de escamas ruborizadas
desperté a las medusas
que entre sueños pétreos, danzaban
traslúcidas para los náufragos
en sus pechos desnudos encallaron lunares.

Circe contempló las gotas de mi lucha
con los músculos de Poseidón
enceguecido por la furia del designio
el agua evaporada
por una población de estrellas
en el destello de sí mismas.

Bajo el semblante de la noche
los astros quedaron de mi parte
las fugacidades del relámpago
perdido en el temporal de lo eterno.

(De la antología 40 Barcos de Guerra, México)









La quimera del molino

Allá se encuentran sucediendo
los molinos de viento
entrando al monstruo
al ademán del aire
con las aspas por delante
en mi cuerpo inmenso
de caminos errantes
llevo tunantes los ojos
vine trotando a tus brazos
en el llanto desconsuelo
del lenguaje.

Tengo la mole atroz
el pan feroz de los pueblos
para un caballo a trote
de mi cuerpo
que pierde el aliento
donde se confabulan sueños

gira para la vida para perder
la vida para pederla vida para perderla.

(Del poemario Nómadas contra molinos.
Versodestierro, México)








Destino del soldado

Así como el casco de pronto relumbra
en la noche remota del llano
del beduino guerrero
envuelto en llamas de tragedia y preclaros
tu mano en la coraza de Lepanto
desprendida de tu cuerpo miserable de soldado
encerrada en su jaula oscilante de locuras
iluminada con la estirpe horadación de las bóvedas
asida de la extensión vociferante de la bruma
del bélico mar de los navíos zozobrados
escribió el libro de la mancha sin nombre
la verdadera voluntad del caballo desbocado
donde sólo un sueño fugaz se embarcó
con olas ensangrentadas.

Escollos imposibles de tu España
la falta de juventud para llegar a América
te llevó por el afán del dinero
cauterio menguado por afanes de justicia.

Te irás llorando el camino de las pérdidas
tu molino de guerra cercena esperanzas
recaudados impuestos en horas de ensueño.

(Del poemario Nómadas contra molinos.
Versodestierro, México)








Los ojos de los perros

En esta ciudad vacía y desnuda
tristeando en solitario
los perros te acompañan:
uno se muerde la cola y aúlla
otro rabioso se esconde de la luna
aquél, más sensible, olfatea la poesía
en el hueso que roe un camarada.

Una perra en su mirada está dios que ladra
cuida a unos niños, sus hijos
Rómulo y Remo en un andén del metro
sacando el colmillo
para que puedan dormir tranquilos
después de haber chupando teta de la Vía Láctea:
xólotl-escuincles malcriados por el hambre
por el mísero bocado que masticas con un trago
de aguardiente, con la botella entre las patas
cauterizas la noche de intemperies
borracho de lujurias para una jauría
pidiendo por tu corazón en celo:

Entrégate a ellos
los perros corrientes como tú
de raza fiel
pueden dejarse matar por sus dueños
pero ellos, sin más amo que la noche
llevan siempre de regreso a casa

y tú no eres ya el mismo al alba.

(De la publicación en la revista
Los bastardo de la uva, México)









Fantasmas de mi patria

México es el fantasma de Pancho Villa
cabalgando en Ciudad Juárez
para castigar al mal gobierno
un pueblo con los brazos quebrados
lo enajenado del país de los infiernos.

México son mis dos bisabuelos
deambulando por la casa en que murieron
uno michoacano zapatista
otro tlaxcalteca anarco-sindicalista
mis dos jóvenes bisabuelos.

Decía mi abuela al prepararme un café
constructor de una nación errante fue mi padre
Ildefonso, prometedor ingeniero
que transportaba la fábrica de armas
con olor a pólvora en las manos
conforme avanzaba el ejército.
Con la sordera que los fusiles desataban
entre las balas hacía cálculos de hierro.
Pero Ildefonso desertó de las filas
cuando vio correr los dólares un día
destinados a los insumos del fuego
en apuestas malgastadas por los mandos
que decían ser leales a la Revolución de México.

Decepcionado, cayó enfermo
el bisabuelo materno de mi madre
su viaje de regreso a México
con la fiebre del hierro apresurado
de los trenes
rechinaba como ahora en mi memoria
rechinan los recuerdos.

Puentes citadinos, torre latinoamericana
babel de gatos hidráulicos
adelantados a su tiempo
lago del Anáhuac duplicando el cielo
minas de cobre, vigas de acero
ya viejo el bisabuelo construyó esta casa
donde habita su fantasma insobornable.

(Poema inédito, escrito en 2010, México)









Cópula de nadie

IV

Rompo tus pasos
irrumpo en la catástrofe del páramo
los retornos no existen
polvo que se queda en nuestras manos
el rescoldo se avecina
en el límite del ansia
grito que declina
a un sol amoratado por la aurora
tejido en el lienzo del desierto.

Soledad que es cólera fortuita
cúmulo de cráneos
desvelo sin ojos
una rosa lapidada en hojarascas
por apócrifos verdugos de tu cuerpo.

La muerte es inefable
inhóspita como este tiempo
el abordaje a un sonido
de tren cargado
con brazos mutilados
en el hondo crujir del engranaje.

Los dedos se colapsan:

sólo queda escribir con la mirada.

(Parte inédita. Tres partes que componen
el poema fueron publicadas en I poeti nomadi)









Eclipse lunar

Al eclipsar con la tierra
la noche tiene un cielo más vasto
como un cristal crisálido
detenido en aleteo de sombras
silba un aire la ráfaga del eco
que se guarda en la espesura
como un deshabitado pájaro
silenciado por nocturno trueno
que sale de la frondosa hoguera
a mostrarnos con su locura
que la luna está muerta
que nosotros al menos
la contemplamos vivos
desvelados a destiempo
los fieles imperiales ruegan
¡que se vaya a otro destierro!
destino a cuestas del olvido
hacia algún desierto en la fugaz
respiración de todo hallazgo:
sueño vivo como despierto
prosigo en la tierra
desde la tierra madre
la noche tiene un cielo más vasto.

(Poema inédito, escrito en 2010, México)




[Mi agradecimiento al amigo poeta
Carlos Hugo Mamonde y al autor Arturo Alvar
por la selección de textos para esta antología]

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