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lunes, 19 de julio de 2010

622.- RAÚL CAMPOY GUILLÉN


(Foto de José Ramón Huidobro)


Raúl Campoy Guillén (Madrid, 1978).
Ha sido publicado en numerosas revistas. Ha sido aceptado en la Red de Artistas Jóvenes de la Comunidad de Madrid. También le han publicado en el cuaderno "Vitola de Anaïs"; de conocido seguimiento en Granada, por donde han pasado poetas como Luis García Montero o Ángeles Mora. Su primer libro “Los dientes del reloj” (Atlantis, Marzo 2008), prologado por el reconocido poeta mexicano Roberto Arizmendi, ha tenido críticas positivas en Madrid y Granada; con especial importancia la crítica de Miguel Pastrana (Presidente de Literatura del Ateneo de Madrid). Uno de los poemas de su libro “Los dientes del reloj”, titulado “Sin timbres”, ha sido seleccionado en una antología editada por Lord Byron Ediciones: “Nueva poesía y narrativa hispanoamericana”. También ha sido elegido su libro “Los dientes del reloj” como uno de los mejores libros del 2008 de poesía joven; según el poeta Leo Zelada. El autor conserva críticas positivas en periódicos como La Opinión de Granada; y ha sido "libro destacado" en La Casa del libro de Gran Vía.


TORNILLO

Voy dibujando la rosca de un tornillo con cada
gesto y el tornillo gira, y yo vivo en su hipnótico
metal y como una tuerca me paseo por la rosca y el
tornillo gira, y perdido en su cilindro a veces hay
holguras de pared por donde visito lo que amo y el
tornillo gira, y vuelvo enroscado, punzante en este
sonido inacabado y el tornillo gira, y giro forzado
entre paredes y giro loco y el tornillo gira, y me
oprimo entre hélices con ojos nauseabundos y el
tornillo gira y el tornillo avanza, y todo me sabe a
caracoles, a ovillos enloquecidos como un Michael
Jackson intratable y el tornillo gira, y entre esta
revolución de alcoholes sin remedio, entre este
apretarme y soltarme sin remedio, mientras el
tornillo gira, me asusto de mi mismo: de ser yo
mismo el desatornillador.

(Del poemario: "Los Dientes del Reloj")




JUEGO DE ANCIANOS

Dan su paseo
diario
de una vida atravesada
por otoños.
Se aman
en el revés de los años.
No se dicen,
sólo dicen errores preciosos.
Sus ojos de terraza y toldo, miran
lejos de ellos mismos y
con sus manos temblorosas
como dilemas
(unidas, más allá del amor,
por no caerse),
juegan a la comba
todos los días,
con la vida.

Poema inédito (nov-2008)



NO ME INTERESABA JUAN GELMAN

Eran sus ojos?
Su silencio de libro inacabado?
Su piel de diario perdido, de árbol ya inexistente,
de fotografía sonora por la rigidez amarilla?
Fue su mirada de pasados presentes?

Disculpe Juan Gelman


______________pero la perseguía.

No sé que fue.

Tristeza. Tangos infinitos.
Inquietud de pasajero. Palabras.
Tragos de salivas negras.

Definitivamente eran sus ojos;
vi en ellos presión de sillas, de pies inflamados,
nubes pesadas de ser lluvia,
sudores amargos de almohada.
Entró en mí su humedad;
recogí sus colores,
mil palomas de ocres.
Recogí su aceite viejo como una miel deshidratada.

Algo se fue con ella:
parte de mi voz: parte de mi azul.
Me presentó la vida
como el incendio que se apaga con las manos.
Así me quedé:
con la inmunología aplastada,
escondido en mis extremidades.

Extraño mundo los ojos.
Extraño mundo sensitivo.
(El corazón negro silba,
inevitable,
deshabitado a veces también.)

Esa mujer dio después la mano a Juan Gelman
y sentí besos de viento y menta por mi espalda,
mientras recogía las conchas de la ternura
que iban dejando a cada paso
por la playa de sus cuerpos.
De imperfectos que perfectos!
Qué huellas en la arena de sus manos podían ser más profundas?
Quiénes pueden mantener el hojaldre intacto
en medio de un disturbio de años?

Manos de vértice,
uve de brazos.
Uve de victoria,
de victoria callada
como un libro entre las ruinas de una guerra.

Y yo, como un idiopoeta,
sintiendo el qué a quién y por qué.
Yo, que divago por una alternancia de cubiertos y despejados.
Yo, que soy un temblor a cada instante.
Yo, que suelo dar la mano equivocada.
Yo, que tengo ojos.

Extraño mundo los ojos.
Extraño mundo sensitivo.
(El corazón negro silba,
inevitable,
deshabitado a veces también.)

Qué vida de moscas dando volteretas por el cristal.
Qué mundo separado de carnes
de tristezas y alegrías.
Cuántos ojos mirando
envejecidos como frutas
obligados a mirar
para no mirar nada.

Debería haberme hecho fotos con Juan Gelman.


24 de Mayo 2007



ENCUENTRO

Desde la distancia,
yo te hago nueva de espumas,
con tu abrazo trepando corales;
sumadora de horizontes,
no te adivino
pero me rodea tu adivinanza.

Desde la distancia,
yo te espero con ansia de brote,
maloliente y marino,
sudoroso en apagón,
devorado por mis propias palabras,
que lambrijo me tiran al viento
con sus niños
de soledad y arena;
y en la humedad de los vencejos,
secano en luz y estático en vuelo,
abro paraguas de ti
para habitarme en tu memoria:
temperatura ideal de mi conciencia.

Desde tu llegada,
salto a los charcos
con calambre sentimiento,
llamándome la atención de no abarcarte,
queriendo ser un niño
para crecerte de nuevo,
partiendo e impartiendo calmas,
termómetro subiendo pétalos,
hidrómetro en tu sed:
tú en mi medida
y tú medida
en mi desmedida.
Porque desde tu llegada,
ya nada es inmóvil,
CAMPANERA.



NO ES FÁCIL

De alguna manera
quiero andar como escarabajo por tus senos,
vaciarte de latidos,
inflar tus pulmones de mi aliento,
pues sucede que hoy mis pupilas
se dilatan de buscarte
y busco una hamaca en el arco iris
para compensar la falta
de los volantazos de tu cuerpo.



VELADURAS

Era de noche.
Ese pintor oculto lo tenía fácil.
Le di un pincel empañado de nostalgias.
Le di los silbidos quebradizos
que tiritan en mi trazo.
Yo competía con todos los colores:
mi cuerpo era triste
como todas las hojas del otoño;
apagué todos los ponientes
en esta copa,
en esta silla,
en esta mesa
que sirve de almohada
para mi pensamiento;
me sumergí
en las cortinas del murmullo,
en la protección de las palabras
borrosas.
Yo era la soledad
pero necesitaba estar más solo.
Yo quería encajar
dentro del mutismo de un marco.
Por eso llamé a ese pintor oculto.
A esa dulzura de paleta infantil.
A esos ojos que te miran
desde la lluvia.
A esa protección de lienzo.

(Pero me vi solo
en un bar
enfrente de un espejo.)

He dicho que era de noche?
Era de día.
Mi cuerpo de noche,
disfrazado en la luna:
siempre hay que aparentar ser,
ser pintura.



VESTIDO DE MANOS

Inquietos deditos son el mar.
Choques de yemas. Campanitas
de piel. Manotazos de sal.
Aplausos en las hojas y en las ramas
es el viento:
................sus caricias de palma como táctiles ríos.

Una mano se abre por diamantes,
una mano se cierra apretando una naranja:
día y noche:
.................ciclo de puño y palma.

Los sonidos cambian de manos, y sus dedos
tocan timbales tímpanos.
Los pájaros son vientos de mano.
Los árboles dedos de cielo.
El cielo es un tejado dorsal lleno de brillantes uñas.
Las uñas son del universo.
El universo es una negra mano
con movimiento de bandera
que se dilata
..................y se dilata
buscando, en el hondón del infinito,
ninguna cosa.

La naturaleza
....................es una mano desnuda de agua.
El pueblo
una mano con guante de lana.
La ciudad un guante de látex:
Agua lana látex, 40º de sangre,
SUDECK climático.

Una mano termina por los pies
y comienza por las manos;
se pliega
.............y se abre,
se desplaza por una oscilación de dedos:
así nuestro cuerpo:
su nombre amenaza cualquier mano:
hu! mano.

La niñez es un reflejo de una mano. La adolescencia
una mano esponjosa. La madurez es una mano.
La vejez una torpe mano. Y la muerte,
ya no coge las cosas.

El sexo es un abrazo de manos:
tu cuerpo es la extensión de mis manos
tus manos son la extensión de mi cuerpo.

El dolor es un puño apretado de yemas blancas.
El amor es un puño cerrado de yemas rojas.

El mundo es un vestido de manos.

Sujetar la memoria,
sujetar el paisaje,
fregar tus labios,
golpear corazones y romperse los nudillos,
reconocer el fuego
la quemadura en la piel,
ver la garra de los años.
Contarse los pasos de los dedos
............................................y caerse
en una plaga de luxaciones.
Estrujar el espasmo de una lágrima.
Comerse un ramo de uñas agrias.
Ver la garra de los años.
Secar el cartílago de forma precisa,
................................................oxidarlo
mientras se palpa la vida
entre callos y durezas.
Estar en la mano de Dios
sin poder contar sus dedos.

El mundo es un vestido de manos
con un cuerpo repleto de muñones.


(Los dientes del reloj, Atlantis, Madrid, 2008.)

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