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sábado, 6 de septiembre de 2014

ANDRÉS SZYCHOWSKI [11.059]


Andrés Szychowski 

Nació en La Plata, ARGENTINA en 1976. Es poeta y Licenciado en Psicología. Ejerce la investigación y la docencia en la Universidad Nacional de La Plata. Publicó dos libros de poesía: 17 discos de música africana (La Terminal Gráfica, 2009) y La redundancia (La Terminal Gráfica, 2011). Poemas suyos fueron incluidos en la antología de jóvenes poetas argentinos Si Hamlet duda le daremos muerte (De la talita dorada, colección Los detectives salvajes, 2010). Con referencia a su primer libro, escribió Hugo Mujica: “Poesía áspera, algo irónica y hasta ácida y, no obstante, ése es el logro: poesía. Poesía y, lo que no es poco, poesía con voz propia”.








INFINITIVOS

1.

Mirar la muerte de reojo
en un espejo debidamente
colocado.


2.

Cobijar
esta quietud.

Morder las uñas
del próximo silencio.


3.

Albergar
un demonio
en el lugar más visible.


4.

Subir
el precipicio
por esta ventana.





MILITANCIA

Estudio leyes escribo panfletos
voto discuto levanto la mano
en asambleas
el temor de encontrarte
en la avenida.





CENTRO

Atravieso el monte.
No termina.

Los cazadores temen llegar al centro.
Ahí donde empieza el silencio
y todo se abrevia.

Llevo horas arrastrándome
para evitar las espinas
de las tacuaras.
Sediento
escucho agua.
Sobre un arroyo maltrecho
tres mujeres lavan la ropa
de otro hombre.





CONVERSACIÓN

Hablamos.
Airadamente a veces.
Fija la lámpara. Toda la noche.
En la mesa, dos botellas de vino. Cartas.
Cigarros. Hasta que ya no hubo qué decir.
Como si las palabras se juntaran
de golpe
detrás de su cuerpo
del nombre detrás.





POESÍA

Asilo
en el rechazo.
Incomodidad
de lo
remoto.
Simular omisiones
hasta suprimir
el verso.
Subir por la caída.





Enemigo

De un tiempo a esta parte
el enemigo adquiere cierta versatilidad.
Se mueve por tu barrio. Alimenta al perro.
Contrae una enfermedad mental.
Pero los seres que lo albergan
no se corresponden
con sus movimientos en espejo,
enfilan hacia el tiempo
irreversible de la poesía, del que no
salimos airosos
porque no tiene respiro.






Los indiferentes

Una guerra le declara la guerra
a otra. Ésta responde
no sin antes provocar conflictos bélicos
en tierras aledañas. Declaración
tras declaración, las guerras se van haciendo una
(atroz, descomunal, perversa)
hasta que las acciones conjuntas
cubren de cuerpos apagados casi toda
la faz de la Tierra.
Incluso en un escenario así
es posible imaginar a cientos de sujetos
que no se enteran de nada,
indiferentes
entre los escombros, aunque un dios
los críe y ellos se junten.






Leído en diario local

Gases sarín, somán y tabún.
Los pacientes afectados con estos neurotóxicos
sufren convulsiones, saliva excesiva,
pupilas puntiformes.
Sus formatos celulares
mutan a todas direcciones,
incluyendo la estructura del poema
y su desplante.






Anuncio

Ha nacido la caducidad de la muerte. El anuncio
fue trasmitido en directo
desde un polo científico de vanguardia
en el que lograron aislar
el gen de los decesos. Calculan que en unos meses
podrán combinar
los delicados elementos
con los de otros seres, incluso no humanos.
El director del centro tecnológico
y destacados arquitectos de la ingeniería vital,
buscarán componer, si consiguen fondos suficientes,
un número acorde
de potenciales ex moribundos,
propicios para la investigación espacial, y aislar
derroteros de cultura.






Saavedra

Desde el portón abierto del parque cerrado
observo que mis hermanos y mi padre
salen de la casa Benoit.
Ingresan al camino de tilos.
Se detienen abruptamente
a la altura de una suerte de entelequia. 
Entre ellos y yo
se interpuso un perro enorme
y furioso.
El perro se salva.






Gato negro gato blanco

El gato negro que cruzó por la vereda
no era un gato negro
tenía una pata blanca o unos cuantos
pelos blancos en esa pata negra
es más
era un gato blanco
con cabeza y cuerpo negros
tres patas completamente negras y una
casi toda negra
y no cruzó por la vereda
o nunca
debí haberlo cruzado.






El buitre

Por el
desvanecimiento inicial
pasó el cuerpo magno con el fin de abrigar
jirones perfectos.
En ellos observé los ojos de la gente
y la gente, el vaticinio de la edad
del buitre. Todo inicio tiene algo
extravagante, lo sé.
Y concebí la idea de un alud
de tornaduras.






Desnivel 

Blanca
de ojo blanco.
Tarima de oquedad.

El mundo muere de lo nacido
en contemplación
de lo tumbado.

Bóveda templada
la belleza
roída.






En fin

Poesía
o malentendido
como si el muerto ocasional
se reconociera en un
extraño
y me escudriñara con su tono
vivificante.






Jardín

En una tarima blanca
fuentes de alpaca con moluscos en aceite de Oriente
además del ajuar en donde sobresale
claro está ese esqueleto lustroso
desproporcionado, patagónico.
Lo examinaste menos
que a las piedras caladas, conjeturo en Huerta Grande.
Los preludios de cualquier libro sagrado  
se apiñan primero en cielorrasos así
aunque salgas del museo del escritor muerto
y pérfida la órbita de lirios los crisantemos la
macabra, insólita espesura
de lo cerrado.






Tebas

Quien sepulte
colmillos de serpiente
para que emerja un ejército
luche contra sí mismo y
sobrevivan cinco
fundadores de Tebas
se priva de altibajos
más o menos constantes.






Conversión

Semidiós
si apura el paso
para vararse hombre.

Cada vez que
sustraigo
mi audacia terrestre.






Deshechos

Mientras camina semidesnudo, la ciudad se afina
en baletas de polímeros y vidrios en las que se
desuella un sol de por sí grumoso.
La belleza de un paisaje de harapos y de tiznes
dispuso alguna vez una poética de la desdicha.
Alguien debía allanar el sitio preciso en donde
no se usaría la palabra finalmente con tono
sacrosanto sin entrever la marcha subrepticia de
la historia. (Entre botellas humeantes y viscosas,
el poeta invade la solemnidad de ese momento
a través de la madurez modificada de nuestra
pereza).



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