Ramón Aceña Durán
(Antigua Guatemala, 16 de enero de 1895 - 11 de junio de 1945) fue un farmacéutico, poeta, dramaturgo y periodista guatemalteco. Perteneció a la Generación de 1920 y escribía bajo el seudónimo El Príncipe Feliz. Publicó diversos libros y obras (Asociación de Amigos del País, 2004).
Ramón Aceña Durán fue un periodista y escritor guatemalteco, miembro de la Generación de 1920. Fue director del Diario de Guatemala.
Obras
Blasones: El ensueño del surtidor. Tres sonetos. Guatemala: Talleres Gutenberg, 1917.
Herejías. Guatemala: Tipografía "El Progreso", 1920.
Tierras floridas; ensayo de novela. Guatemala: Editorial "El Sol", 1921.
Tiruliro, y otras historias sin motivo. Guatemala: Tipografía "El Progreso", 1926.
Parque galante. Guatemala: Tipografía "El Progreso", 1927.
Itinerario: Tierras floridas, 1917-1937-1943. Guatemala: Imprenta Universitaria, 1964.
Un fragmento de la obra póstuma Itinerario, (Tierras floridas) 1917- 1937 – 1943, con el prólogo de César Brañas. Editorial Universitaria. 1964. Págs. 531 y 532
Décimas de verde y viejo
(1) Helena estatua en saudades
forjada de mármol tibio,
navegando en un anfibio
de goma y de veleidades;
ondulantes suavidades
abandonas con incuria
al agua que, en dulce furia
vuelta piscina de mieles,
gritando está a Praxiteles
para tallarte en lujuria.
(2) Casta Susana, en tus dejos
inspiras palabras tiernas
por la gracia de tus piernas
a los niños y a los viejos.
¿Quién tuviera catalejos
o pudiera hacer acopio
del tele, hasta el microscopio,
para cazar la esperanza
de un sueño que no se alcanza
ni con veinte kilos de opio?
(3) No conturbes a Neptuno
ni a los tritones, ni el fino
pie agites en submarino
maremoto inoportuno,
que, puede haber más alguno
de la síntesis amante
que calmando la anhelante
expectativa de las turbas,
te vuelque en total de curvas
redonda luna radiante.
(4)Tal eclipse retuviera
en trance los corazones
y a tu vista tiburones
voraces de amor hubiera.
Ya que por mirarte entera
cual bañista de vitrinas
donde exhiben mallas finas,
viejos de barbas talmúdicas
adivinanzas impúdicas
tienen, por lo que adivinas.
(5) Sigue brava estatua loca
de humedecidos caireles
sobre tu monstruo, en las mieles
de esta piscina que evoca
un agua-dulce en tu boca
y un agua-fuerte al sediento…
Y bogando con buen viento
no más pruebes ser Helena,
mostrando la Y griega plena
tumbada de sotavento. (1939)
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