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sábado, 25 de mayo de 2013

WINGSTON GONZÁLEZ [9999]


WINGSTON GONZÁLEZ

Wingston González nació en Livingston, Guatemala en 1986. Ha publicado los libros de poesía Los magos del crepúsculo [y blues otra vez] (Guatemala: Editorial Cultura, 2005), Remembranzas del recuerdo (San Marcos, Guatemala: Ed. de autor, 2008), CafeínaMC, segunda parte, la fiesta y sus habitantes (Guatemala: Catafixia editorial, 2010.), san juan – la esperanza (México DF: Literal, 2013) y Miss Muñecas Vudu (San José, Costa Rica: Editorial Germinal).


Poemas de CafeínaMC, primera parte, anunciación de la fiesta
(Buenos Aires: Folia Editores, 2011)



parece caer por las escaleras Beatriz, caerse y llamarnos
mas en verdad baja 
con la cara iluminada de una señorita, baja
oh, cómo se ilumina, cómo
la luz serena de los trigales, mamá, profecía
de las putas a luz de la Luna, en cada roca en vela Beatriz
que no habla de otra cosa que el fuego, no

desdichada yo que soy como un muerto que regresa al dolor

ajá, Beatriz, es usted un muerto que regresa al dolor
pero esta discoteca
esta fiesta de año nuevo
parece caer por las escaleras de unas gotitas 
de carne iluminada
de burbujas de silencios
de ropa de marca y dinero, cómo no
de lunes a septiembre 
de todos los que brindan y suelen decirnos
a cada hora en la esquina Beatriz
el arma sacude de la alegría
qué desdichada es
como un muerto 
que traspasa la ficción

[desde una pantalla gigante Cecil B. Demile increpa a la Warner Bross]





hay olas de luz que en la roca buscan reconocerse
¿pero qué? si sepultadas las almas de los muertos, caemos
como puentes, como dientes de palabras soneras 
hacia las Antillas
CAEMOS

pues pasa que como estos trigales
la tarde se sienta en una silla a ver el panorama  sobre un tanque de guerra
pasa que el anillo del cielo se coloca entre el dedo medio y el anular 
y oigo: para Vigo me voy, me voy, me voy, me voy

                                    [xi. hay olas de luz que en la roca buscan reconocerse i]







oh fortuna nuestra los ojos del invierno, compay, pasa
oh fortuna esa de tener memoria de luz
asperezas que hacen cola en los trigales

todo pasa

hay olas que buscan sonarnos y en sus ramas la tierra/
¿y la tierra qué? sí, es un oscuro ruido de árboles
podría decirse/ igual que tu pie es la tierra que no me toca
¿pero qué? podría decirse/ es un alimento que se esfuma y quema
(imagen nítida  tras el televisor más antiguo del universo)

un juguete de la historia, eso
eso es esa mordedura:
tóxica abstracción de asfalto

                      [xii. hay olas de luz que en la roca buscan reconocerse ii]







hay olas de luz que se buscan entre los corales
en videojuegos, en niña sistema de verdades
en esta catadura de la luz conducida a la piel
fósforos tan simples que los devoraba 
un viento triste cargado de silicio

                     [xiii. hay olas de luz que en la roca buscan reconocerse iii]







                        Poemas de Armas de salvación



3 de mayo, no salí de Múnich, ni llegué
a Viena a la mañana siguiente con voz entrecortada
ni temprano, ni tarde, ni nunca
ahí donde había flores, aún hay flores, Apolo
maldición, sortilegio, ronda, muerte, espanto
nadie ataja la ternura del alba en un avión al Bucureşti
de las cosas sin guardianes, las sin fuego
de los hilos volantes, del soundtrack infinito
del mundo sin agua, desnudo, infértil

¿qué es del mundo sin agua, desnudo, infértil?

caballos abajo chillantes, trepadores, flexibles
mi imagen que sangra, jamás la batalla mía, jamás
el lipstick, la ventanilla, lo desconocido, intermitente
la fatalidad que no ovaciona, la que no comulga

en la figura de las víctimas uno encuentra
huellas fulgurantes, oscuras, espacios ceñidos
puentes espléndidos, brazos despojados, ritmo
Europa mueve el universo interior del yermo dentro
y ahí está mi sangre, ahí flores negras, ahí
           yo
doppelgänger de un mundo radioactivo






magenta ink cartridge

el baile llenó de lumbago mi cuerpo, de oscuranza:
primera persona desnuda e imaginaria
que sueña en mano de otro sueño; con fiebre rompile
los nexos íntimos al símbolo y era carne, sangre volatilizada
viento de bosque, raya ondulante
(me besa muy tierna sobre una silla y dice
me quedo, aunque me destruya con vos, me quedo
me quedo)





au plus haut de la fièvre… 1

                                                                              Pájaros de plata, el Poema
                                                                           ilustra la teoría de su vuelo.
                                       Haroldo de Campos, Xadrez de Estrelas, 1976.

un idioma invisible se acerca a mí
entonces el poema, muerto de miedo, me esquiva
muerto de miedo me halla frente un crucigrama
con el periódico sobre mis piernas incandescentes

si no me da paz el universo las palabras se esfuman
cavan en el jardín y esperan la oscuridad
con el tiempo en las manos y un corazón por patria

en ser felices, ridículamente felices, se va la vida
«hacé lo menos que podás: no hagás nada
que un cinematógrafo perverso como las dalias
sea tu amante seis meses»



_______________________
1
Nicole Brossard






himno


                                                          Mitad del padre camarada
                           cuando imita al Adán que el mar sorbiera
                                                                              en su casco vacío
                                                                                  Dylan Thomas.

mi papá me dijo —no bailés reguetón

fosforesce y la nevera es mano abierta
papá no dice que un alma necesita swing
no dice y recuerdo, que el swing es el ahora
no dice y recuerdo, que el pescado raspa la grieta
en la que prende vela el himno eufórico
del miedo

una secuencia, un escenario verde pastel
una sensación de bruma en la lengua
no dice que a las seis de la tarde 
llega la x que marca el compás
de muchachos entrando al parque con un ipod
y en lugar de cuerpo el swing
de muchachas con ventana a cuestas, vaya
dolor de piel pegada a tierra de paso
agua, isla, cruz, símbolo, pandilla y virus; oí, jefe
vos no me dijiste
que hoy la nevera haría himno la sobriedad
la calma animal del silencio inhóspito hecho
de vasos de Coca-Cola, de cumpleaños radioactivo
de heroína fósil y olvido
de visita a las cinco a una sex shop
el techo, el vapor, cánticos, cánticos
oh, cánticos, mi ruco me dijo —no bailés charlestón
no cantés nunca
las baladas que he cantado

veo que atardece, padre, y recuerdo que dijiste
«el amor te va llegar a las cuatro en un baile»
y como los cantos descompuestos
el ansia pone el corazón del sueño en la radio:

la mortaja, la melancolía, las películas de terror
las manos entrelazadas, suspendidas, en la niñez
valen más que una prohibición
y todo eso vale más que la vida

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