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miércoles, 15 de mayo de 2013

MARCIANO ZURITA [9921]



Marciano Zurita
Marciano Zurita y Rodríguez (Palencia, 2 de noviembre de 1887 – Madrid, 1929) fue un poeta español. Fue uno de los más destacados representantes del momento final del Modernismo en España.

Ingresa en 1895 en el Seminario de Palencia. De su paso por las aulas universitarias, licenciatura en Derecho y en Filosofía y Letras en Valladolid y Zaragoza, le quedará al jóven Zurita una bien amarrada cultura y una fervorosa voluntad de incrementarla y difundirla.

Colaboró en el periódico familiar y con 23 años se hace cargo de la dirección del mismo hasta 1911, "El Día" salpicado de versos, crónicas, cuentos...que llevan su firma o un seudónimo en el que esconderse ( jóse Lúis Menéndez, Francisco Bilbao, A. Hurtado, Leopoldo Gálvez, Carlos Mota, Ángel Toledo, P. Gómez Urquijo..), incluso llegó a escribir sólo, números enteros. Pocos días antes de morir decía: "En realidad yo no puedo considerarme palentino, sino burgalés. Por tal me tiene todo el mundo. La culpa no ha sido mía. Todos los alientos que me regateó Palencia, me los dió busgos, centuplicados...", su vinculación con Burgos arranca de 1907, cuando consigue la "Flor natural" por Las canciones de mi tierra. En 1912 contrajo matrimonio con la burgalesa María Dolores Souza y Souza.

En 1911 oposita para funcionario del Ministerio de Gobernación en Madrid, obteniendo la plaza con el número uno. Se instala en la calle Segovia, 57 1º, y el 9 de Julio de 1913 nace su hijo Rafael, el primero de los nueve que tuvo, que describía a su padre como "muy amigo de sus hijos, y demasiado generoso, y sobre todo muy trabajador y activo".

Pronto aparece su firma en varios diarios y revistas de Madrid. Colabora en el "Diario Universal" y en Prensa española, que además de "ABC" contaba con el semanario ilustrado "Blanco y Negro". En Madrid fundará una buena pila de revistas y diarios "El arrastre", "El dominó negro", "Ontiveros H.P."... que sólo sirven para fomentar su arraigada vocación periodística, servida por impetuoso vuelo poético.

En 1918, publica el Himno de Burgos junto con el maestro Calleja, Burgos le distinguío con el título de "burgalés ilustre".
sus amistades se reparten tanto entre el mundo de la plástica, Vázquez Díaz, Victorio Macho, Asterio Mañanós, Gil Vicario, Martínez Baldrio, como entre escritores, Benavente, Muñoz Seca, Enrique de Mesa, Emiliano Ramírez Ángel, Valle-Inclán, Emilio Carrere y Benito Pérez Galdós.

En 1923, Asterio Mañanós pinta el retrato de Marciano Zurita que su hijo Rafael Zurita Souza, regalaría al Ayuntamiento de Palencia el 5 de junio de 1984.

Fallece a causa de una tuberculosis pulmonar el 26 de enero de 1929, en el domicilio familiar de Diego de León, 59, 4º dcha., y es enterrado en el Cementerio de la Almudena.

Obras Publicadas

Media hora ántes. Monólogo en verso (1906)
El triunfo del silencio (1912)
La musa campesina (1913)
Pícaros y Donosos (1916)
Historia anecdótica de género chico (1920)
Castilla (1924)
La viña del señor (novela corta, 1925)

WEB: http://marcianozurita.blogspot.com.es/





    PAISAJE
       CASTELLANO  
                                                                      
   Campo de pan llevar abierto y raso
 y de espumoso albillo de garrote,
como los cruzara Don Quijote
y los enalteciera Garcilaso.
   Monte de leña arder, en leña escaso;
pueblo desolador, de misa y pote;
viejos de grave andar y ancho capote;
viejas de mal gruñir y lento paso.
   Mozos ennegrecidos en la era;
mozas encanecidas en el huerto;
un pastor, un zagal, una chiquilla...
   Los trigos tienen un color de cera.
Los pueblos tienen un olor a muerto...
¡ Y aquí he nacido yo ! ¡ Y ésta es Castilla !






  LA YANTA

   Negra cocina aldeana.
Rojo fogaril casero.
Vajilla talaverana.
Barreñón celeminero.
   Ancha botija de azumbre
que pasa de mano en mano.
Y en la trébede, a la lumbre,
el puchero castellano.
   Se charla de sembradura,
y de monda, y de molienda....
   Todo del tiempo pasado
evoca el vivir glorioso.
Todo está santificado
por aquel santo reposo.
   Y para hacer más lúcida
la yanta que se festeja,
mientras cuece la comida
impónese la conseja.
   Y el más viejo de la grey
dice acompasado y quedo:
"Pues, señor, este era un rey,
un rey moro de Toledo..."







SANGRE DE  LA RAZA

   Hay en los hoscos llanos de Castilla un solar
que fué en días remotos una noble mansión
y que el tiempo ha venido, profano, a derrumbar,
arruinándolo todo menos un paredón.
   Hay en el paredón una piedra sillar;
en la piedra, grabado, un sencillo blasón;
en el blasón, las armas de Díaz de Vivar,
y a los pies de las armas, vigilando, un león.
   Y hay en las viejas garras del león inquietud,
y fuego en su melena, y orgullosa altivez
en su acerada y noble mirada de adalid...
   Extranjero, no fies nunca en tu juventud.
Piensa prudentemente que no existe vejez
para el león...¡ Que aun muerto, fue vencedor el Cid!









RETORNO

   En busca de alivio para mis dolores
llego a tí anhelante y apesadumbrado.
Como cuando mozos, en tiempos mejores,
déjame, condesa, sentarme a tu lado.
   Me fuí de tí un día como aventurero,
y hoy vengo a buscarte como arrepentido...
Quizá ya no deba decir que aún te quiero;
pero sí decirte cuanto te he querido.
   Traigo la escarcela limpia de doblones
y las trusas rotas y descoloridas.
Tengo el alma llena de desilusiones,
y el cuerpo y el alma cubiertos de heridas.
   De mis malandanzas y mis desatinos
verás en mi boca la queja sincera;
del polvo que ofrecen todos los caminos
te hablará la nieve de mi cabellera.
   He sufrido mucho y he gozado poco.
Todos los combates curtieron mi frente.
Y unos me tuvieron ¡ vive Dios!, por loco
y otros me tuvieron ¡ay, Dios! por valiente.
   Si las valentías o si las locuras
guiaron mis pasos, no lo sé de cierto.
Lo que sé es que dentro de mis aventuras,
pensando en tus gracias estaba yo muerto...
   Con todas mis ansias tan adoloridas,
te ruego hoy, lo mismo que en tiempos mejores,
que pongas tus manos sobre mis heridas
y pongas tus ojos sobre mis dolores...

                   12 Diciembre de 1926, ABC





       DULZURAS                           

  Colmenares carrioneses,
con qué amor vuestros panales
regaláronme sus mieles.
  Con todas vuestras abejas
he ido formando el enjambre
de mi espiritual colmena.
  El tomillo de mi vida
tiene en su tosco ramaje
dulzura de poesía.
  Mis labios, como el romero,
respiran una fragante 
suavidad de humildes versos.
  Mi frente, como aurora,
tiembla con trinos de aves
y vuelo de mariposas.
  En mi corazón se funden
todas las sonoridades
y todas las dulcedumbres...
  Y es que a pesar de que el alma
viene hace tiempo empapándose
en lo amargo de las lágrimas,
  aún guarda el pecho las mieles
que libé en vuestros panales,
colmenares carrioneses.                   
                                







 SERENIDAD

       Noche de luna en el cielo,
  noche de luna en el alma.
      El cielo y el alma tienen
   hondas castidades blancas,
 y tiemblan con una misma
cordialidad espontánea.
        Mis ojos son como estrellas
  ungidas y embelesadas;   
       como una estrella es mi frente
   inquieta, febril y pálida,
    y cuando al cielo mis manos
anhelosas se levantan, 
     son como estrellas que abren
    sus cinco trémulas aspas...

       Noche de luna en el cielo,
  noche de luna en el alma.
       Mis pasos van por la noche
   dejando una huella blanca,
    que en la tierra silenciosa
     es como una Vía Láctea.     
     Hay en mi huerto sombrio
  menudas flores de acacia,
   que son estrellas dormidas
   sobre la noche del alma...
     Florecillas como versos,
    donde pusieron mis lágrimas
    las perlas de su rocio,    
           puras, ardientes y amargas...    
     
          Noche de luna en el cielo,   
  noche de luna en el alma.
     Como dos bellas monjitas
  virginales y extasiadas  
       el cielo y el alma a un tiempo
 rezan, sonrien y cantan.








 CEGUERA

       Tus ojos quieren guiarme
  y no me dejo guiar.            
           ¿Qué caminos pueden ellos           
     abrir en mi obscuridad?       
  
                Yo voy buscando las rutas        
fragantes del ideal,           
       y esas rutas en tus ojos           
            nunca las podré encontrar.            

                 Tus ojos negros y ardientes        
           son abismo y son  volcán,            
         y de volcanes y abismos            
           yo nunca me he de guiar.            

               Cuando tus ojos consigan        
tener la diufunidad           
         de las estrellas, entonces         
 yo me dejaré guiar.        





 MADRID

  Carcajadas, piropos, pendencias y cantares.
Mucho sol, mucha gracia, mucha luz, mucha gente.
Abajo, como un siervo, el río Manzanares, 
y arriba, como un rey, el palacio de Oriente.
  Dos cúpulas de fuego, San Andrés, San Francisco,
que evocan el recuerdo de los inquisidores,
y un agudo puñal de piedra, el Obelisco,
que habla de los chisperos y de los curtidores.
  En todas las ventanas un tiesto de claveles;
en todos los claveles la luz de una sonrisa,
y en todas las sonrisas un beso de mujer.
  Novios bajo los arcos de todos los dinteles,
chulos que van despacio, chulas que van a prisa,
el auto de un ministro y un coche de alquiler...







    LA ALCAHUETA

Broté de una zahúrda de bandidos,
como despojo de carroña lleno,
y se meció mi cuna sobre el cieno
entre risas, blasfemias y gemidos.

De dos flácidos senos exprimidos
chupé la sangre del pecado ajeno,
y aquella sangre fecundó el veneno
de que fueron mis labios concebidos.

Sé engañar a doncellas y a galanes,
preparar lechos, atisbar zaguanes,
curar esposas y burlar esposos.

Soy una vieja hipócrita y ladina,
y, en estos menesteres licenciosos,
el vulgo me da un nombre: Celestina.




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