JANINA CAMACHO CAMARGO
(Cochabamba, Bolivia).- Poeta.
Mónica Velásquez comentó su libro al anotar: “Pocos escritores como Janina se juegan en su primer libro un mundo propio, sólido y audaz. En sus poemas, abismados, los ojos recorren las sombras para asediar desde la página o desde la invocación a los muertos. Y es que los ojos guardan hambre de imagen, hambre de lo mortuorio siguiendo los pasos del amor”.
Su poema ‘Cartas’, dice: “El dolor nuevamente / ha corrido mis costados / Está vacía mi alma / en su consonante dormida / Un agudo dolor ha colmado / las costillas hasta el suplicio de la duda / Se han gastado las suturas / de anteriores dolores / Corre de extremo a extremo / pesadilla en un momento extraño / de etéreas formas / Afuera el sol brilla / anestesiando esta muerte en vida / como hoja que cae / en vertiginosas dulzuras / en lo que dejó de ser”.
LIBROS Poesía:
Los abismados seres (2006).
"La cruel inventora de los desvaríos" (2010, Editorial Gente Común)
Mirada
Desde donde te miro
observo el luto guardado en mis ojos
te miro desde un orificio
que se abre al mundo.
Guardando silencio detrás de un muro
donde sólo caben las órbitas de los ojos
en tiempos que el mismo reloj ignora.
Te miro guardando esta voz
retenida en las esquinas de las paredes.
En esta distancia por la ausencia
encontré cómo decir
te extraño con los ojos.
Una mirada con los ojos callados
es una manera de no decir nada.
Los ojos un sitio donde las vocales
se convierten en puertas
que te piden escuchar con la
oreja pegada el sonido de las lágrimas.
Te miro en el verbo que es
arrasado por el tiempo.
Amanezco con pequeñas palabras
Amanezco con pequeñas palabras
que son arrebatadas por la distancia.
El asombro de la tierra
al enredarme en el autoexilio
pronto el otoño con su universo asfixiante
me ahogará las hojas del símbolo.
Y el planeta alza vuelo
mordiendo las últimas moléculas del viento
resumidas en llantos
mientras la lluvia inunda los ojos
en los ojos que aún te dibujan.
Callar
Como extraño lleno de vacío
corazón plagado de nada
cuerpo sin alma.
Cuando callo
cuando guardo mi dolor
en este silencio
me quedo atónita
esperando que alguna palabra
se descongele.
Cuando callo
se guarda la oscuridad
de mis ausencias.
En las piedras se guarda
la eternidad de los segundos
atrapados en un siglo extinto.
Mi voz taciturna
extraña para no repetirte
y no recordarte.
Intimidad
El apetito de morar bajo la tierra
entre diálogos subterráneos
de arcilla mutilada.
Un mundo de corazones endurecidos
y rostros salados
más salados que el recuerdo de la avidez.
Sintiendo la tierra en su morada
de venas tibias adormecidas
mientras el cuerpo fosiliza sus huesos.
Perdiéndome en humedades
entre raíces asfixiantes
dejando de ser tiempo y espacio
mientras el aire absorbe mis restos.
Abandonando deseos ínfimos
para ser fantasma que preside el día
para quedar abrazando mi lápida.
Retención de los recuerdos
Pronto se agotó su costado
en los poemas del llanto
y el cuarto se perfumó
oliendo a otoño
mientras su inocencia se rompía
en la extraña constelación
que alguien guardó en un anticuario.
Traspasó el vacío
de muñecas de cartón
sentenciadas a ser antepasadas
de la infancia
mientras se apagó una vela
y el viento la remitía a un huerto
donde florecen las silenciosas del miedo.
Recordarte
Un olor incierto
recorre este instante de recuerdos
no me alcanza la vida
para pronunciar tu desnudez gitana
El luto merece recordarte
tu voz destilada
tu tez dibujando el sol
Tus inciensos
abrigan mis vacíos
y me hacen esperarte
hasta la desconocida vejez
para Rommel Espinoza
LOS ABISMADOS SERES
Después del tiempo de lenocinios y espectros
Después de un número innominado de placeres carnales
Después del desfogue destructor y maldito
La calma mortal yacía aquí
un orgasmo de hechiceras violadoras
El extinto contorno de la cadera
el abismo de imagen y forma se agigantaba
cada vez más
Es la enfermedad de lo vivido
es la racionalidad de las letras
que atravesaban hondo y profundo
calando el pudor falsificado
El abismo hecho oxígeno hecho palpitación.
Interminable desvanecer
sucumbir hasta lo más profundo
cada vez
la voz más lenta.
Acelerada la precipitación hacia la tierra
hasta el fondo
La caída incesante hacia el abismo
que nuestro ser agota
Ya no quiero sentir la carne en mis huesos
no saber más de aquello que la tienta
Agotarme la circulación
y desprenderme suave y despacio.
Romperme en el agobiante hastío de las horas
consumirte en mi delirio de claustro
y no salir hasta tu atardecer
Conservarte en silencio
Que el tiempo consuma las entrañas de la tierra
que no prolongue esta encarnación llena de mohos oxidada
El crimen calma la angustia
Remolinos de agua infinita
sollozaban en las apasionadas
y desdoblaban en nuevas imágenes
prolongando el tedio brillante
de letras en forma de cosmos
El éter consumiendo la gris atmósfera
Tener el descanso violento
Y atragantar mi palpitación
Entrar en un trance de infinita muerte
y no ser ni vida ni muerte
sólo espacio y espanto
Tatuar mi imagen en una piedra muy pequeña
dejar insignificante a mi propio abismo
el tatuaje del transcurso
Minuto a minuto eternizada la forma de los esqueletos
calcinarlos haciendo un mortuorio de las letras
y mostrar la agonía de una poesía
que surgió para ser subterránea
Subsidiar los macizos esqueletos
continuarlos acalambrando
transgredir este momento
Que la razón y lo racional
no contengan este interminable ensueño
Desmembrar los esquemas
y dejar que la mente empiece a vagar
por lo genial de nuestra humanidad
Desenterrarnos de tabúes
enfrentarnos a nuestras formas sin formas
Desenredar a la libertad y comenzar a caer
Retoñar
envolver los sentidos en un cielo vacío
evocarnos continuamente en una lápida nueva y húmeda
posarnos cambiados
los cuerpos en una ceniza pobre de herencia
Malgastar la agotadora y última presencia nuestra
y luego partir
Entender que ya no somos seres
ya somos nada
que apenas llegamos a un éter fantasmal
Y los sentidos acompañan a la muerte de la ceniza
una nada que se pierde en la voz seca y áspera
Otra vez el delirio de la última pulsada de luz
que en la intermitente noche se posa
Sentir que con cada oscurecer del día
empieza la agonía
un constante desvanecer
Sujetarte en este eterno exilio de agonías cortantes
Dejarnos de sujetar a costas de heridas viejas
Interrumpir el derrumbe
Tus esqueletos lapidarios
congelan mi perdición y mi locura
yo perdida y tu extinto en un oasis de costumbres nuestras
transmutarnos en silencio cambiarnos
ser una metaforma entre vertiente de desiertos
conservar las canas que cercioran lo incierto
No hay comentarios:
Publicar un comentario