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martes, 22 de enero de 2013

JUANA IRIS GOERGEN [9175]





JUANA IRIS GOERGEN  (PUERTO RICO)

Poesía es…   Para el poeta, lo inevitable; para la humanidad, lo necesario.

Poeta, traductora, crítica literaria y cultural, ensayista  y profesora. Su labor poética incluye La sal de las brujas (finalista del premio Letras de Oro y publicado en (1997); La piel a medias (2001); Las Ilusas: Desarraigos (2008), y poemas publicados en antologías, entre otras Astillas de luz/Shards of Light (1998),  Between the Heart and the Land/Entre el corazón y la tierra (2001), Generación (2001). Su poesía también ha sido publicada en diversas revistas literarias, las más recientes Contratiempo (2012) y Calabash (2011).  Uns poemario inédito Eros y Tanatos,  y un poemario en prensa Oda al sueño Americano/Ode to the American Dream, Grove Press. Iniciadora y co-organizadora del Festival Internacional de Poesía en Chicago: Poesía en abril,  al presente en su quinto año. Sus obra ha sido traducida parcialmente al inglés, al francés y al alemán.





SIN AULLIDO DESDE OTRA PARTE

para Alex, hermano poeta

Aquí la cicatriz de la panza rasgada.
Allá la tentación y el bosque.
Caperuza vestida en puti-rojo y abuelita tragada sin pensar
y joven cazador y viejo lobo feroz que es miedo sempiterno de las niñas.
Allá la panza abierta.
A él, pobre hombre-lobo enamorado, que sólo quería olerla, verla mejor, contemplarla de cerca
y a pequeña mordida en la entrepierna, comerla despacito, sintiéndola temblar bajo su fuerza.
Aquí de vuelta a las estepas, no aulla.
Menos lobo y astuto cada noche
lame su cicatriz  y se lamenta.

de Eros y Tánatos






EL FLAUTISTA

Apprenons l’art, mon coeur,
d’aimer sans espérance. 
Rotrou
Huí de ti, flor de presagio.
Huí hasta perderme en tu memoria.
Más allá de los sueños enjaulados, la palabra no pudo ser flor,
sólo la ilusion dirá tu nombre
si es que acierto a nombrarte.
Alargado en la distancia subes a mi garganta.
Cuando el sonido de mi voz afile el tiempo,
negando
no admitiendo
morderé el llanto, tan limpio como cristal pensado
morderé fibras de sueños flotando en los espejos
morderé tus recuerdos tratando de enigmar una esperanza
un hilo de esperanzas alargadas
si es que acierto a nombrarte.

de Eros y Tánatos








UN GRITO POR LA SUERTE DE TESEO

Descubre tu pasiva inexistencia, reintégrate al amor arrebatado, y grita.
Juan de Yepes
Desde tu muerte
todo es duda en mi espejo.
Te fuiste sin el hilo de Ariadna entre los dedos.
Desde tu ausencia, no sé qué Minotauro me carcome,
qué laberinto de poros enlazados me arruga el alma adentro de la ropa.
Clavada en mi silencio, indefensa, quiero echar a correr como los galgos después de la tragedia,
pero quedo inmóvil.
Marioneta.
Sin otros hilos donde volver a colgar los huesos
sin nervaduras que sostengan mis piernas.
Gimiendo sobre el suelo, por más que a diario tenazmente se repita:
un hombre deja su cuerpo untado en las baldosas, un auto y un camión,
un sombrero que se convierte en lápida sin dueño
y una mujer, de probada mudez,
que queda resguardando la angustia y los deseos.

de Eros y Tánatos






LA CELDA DE LILITH

Homenaje a Silvia Rexach

Llenando un ruido de agujeros
hasta salir como un estruendo mudo,
de azul fosforecente a voz de rayo
se inventa a la mujer,
la fluidora de sueños transparentes
artífice de líneas y de mundos.
Ebrio de soledad, desafiando molinos
hasta encontrar algún sueño que le sueñe,
desgarrando tristezas con los dientes,
se dispara el hombre,
recogedor de huellas en las sombras
hacedor de los bordes azulosos y del tiempo.
El rito ha comenzado en este instante.
No hay límites aquí. No hay resistencia.
En tardes como ésta se apresan los luceros.
Es mirarse a los ojos.
Es caer desde adentro hasta el fondo de uno mismo,
la salvación fugaz,
la entrada al reino ajeno donde la densidad del tiempo adquiere forma,
ritmo del giro, regiones hondas y palpitar de manos.
Ambos observan en el rito su cerrado misterio.
Él, ve a una mujer que nació desnuda,
en su baile de llamas
en su signo perfecto.
Ella, abriendo todas sus esquinas y horizontes
bajo la fibra cóncava de un beso,
quisiera saber ¿qué nace cuando se acaba el rito? ¿qué dicen las palabras?
o más bien ¿qué nombran?: ¿un sólo amor? ¿un rostro en cada cáliz?
Ella, ve al hombre erguirse como un dulce puñal ante sus ojos
y quisiera guardarse en la matriz del gozo postergado
que será súyo
aún fuera de su alcance.

de Eros y Tánatos





Ni la luz, que sabe su último momento

"Moloch whose fingers are ten armies! Moloch whose
breast is a cannibal dynamo! Moloch whose ear is a smoking tomb…Young girls screaming under the stairways! Women sobbing in armies! Old men and women weeping in the parks"
Allen Ginsberg, Howl


Sus pies veloces acuchillando el aire, vuelan como pájaros por los desiertos
[allá donde el silencio como puñal se esparce
¿Será que duerme Dios?
¿O será, que despierto el veloz cazador, vivimos la hora de su enigma ?

Tzontemoc, como decir Moloch!

Tzontemoc, empaña el vidrio de la noche su corazón vacío.

Si viviera Allen Ginsberg con su aullido de agua entre las ruinas podría identificarte
y aprendería de este nuestro nosotras que vivir fuera de las palabras es otra cosa,
y vivir con la muerte es otro asunto.

Si vivieran aquellas que conocen tu escondrijo mostrarían los instantes de quiebre desde la piedra inicial de tus deseos. ¿Cuáles serían las armas? ¿Cuáles las razones del paradigma para tus víctimas: mujeres, casi niñas o niñas vencidas, golpeadas, descartadas, con la realidad de tu engaño o de tu acierto clavados en el cuerpo?

Tzontemoc, quebrador de los dedos de mujer como varillas! Nos pesa este nuestro nosotras! Nos pesa un sol la vida! Es que el silencio como puñal se esparce y las bocas como bandera, a media asta no pronuncian nombres ni apellidos.

Tzontemoc, cazador, te acercas a la ciudad repleta de miradas,
de ojos abiertamente cerrados!

No se sabe si el viento petrifica la palabras y un arenoso vidrio ensamblado,
truena en las gargantas.
No se sabe si la mañana tendrá la suficiente piel para reconocer mutiladas gacelas.
Para no tratar con un cadáver, el desierto no deja muertos, sólo reúne las sílabas de las sumas del cero.

Ellas, ya no son cuerpos, no son gacelas,
sino jirones y huesos triturados por Tzontemoc,
que agazapado observa, merodea, huele
esperando sin pestañar, los instantes en que el miedo juega al parpadeo
y ellas son suyas, son de su propiedad, manantiales de un reino de sangre antigua.

Tzontemoc, se habla de ti en las calles.
Tzontemoc, en los salones y en las plazas
Tzontemoc, dueño del desierto y de la noche
Tzontemoc como decir Moloch, resucitado, a pesar de los aullidos de Allen Ginsberg
Tzontemoc, abominable,
recítanos tu genealogía:
¿Acaso no eres hijo de mujer?
¿Mujer madre cargada de rosarios y de cruces y de culpas.
Mujer de alturas o mujer solitaria en las arenas,
con el globo terráqueo entre las manos.
Mujer india, mujer negra, mujer blanca tocando mares
nombrándote: “Tzontemoc”, como si soplara un ángel.

Pero no.

En este nuestro nosotras, se nos sale el corazón del pecho
y ante sus puertas rompe en llanto.

Tzontemoc, hijo del rizoma más oblicuo de la tierra.
Un templado espinazo anuncia tu mirada asesina
y en Juárez, hay olor a sangre fresca en los canastos
porque en boca cerrada no entran lenguas, ni balas, ni moscas, ni alacranes.
¿Hasta cuándo…? Ellas son restos, son restos de nosotras, son cuencas vacías y entre tanto el silencio como puñal se esparce.

Nos duele un sol, la vida.





Eros I

Es un ángel en la sombra,
un lémur de ojos claros,
un cuervo, una tarántula
un ciervo que suspira en mis rodillas
mientras la flama baila, las ropas caen
y sus labios son tatuaje en mi  entrepierna.





Tánatos I

Nunca quiso casarse…Escogía los hombres más
bellos de su ejército y después de otorgarles sus
favores, los desollaba y los hacía desaparecer…. 
Diodoro de Sicilia, Lis.II
Ven,
ha dicho Semíramis
ven y arda mi corazón
ardan mis poros
ardan los huesos de mi cráneo
ardan mis ojos
y arda mi sonrisa,
hasta que diga “Perro” tres veces
tres nombres propios para la amargura
hasta que diga “Perro” y vomite tu piel
y empieces a sentir como muerden las palabras
destino secular desde la eternidad entumecida de mis ingles
que viene a desollarte.





Eros II

Este cisne que canta las mil muertes de la piel
con su aliento entre mis piernas
es puente para cruzar la luz
es punto para salvar la vida a flor del grito
es látigo de espuma en el delirio.

Su lengua en el centro de todo lo que existe se llena de mujer.
Agrieta la nitidez del fuego y las piernas aprenden a vivir
beso por beso.





Tánatos II

Platón fijó los límites
Alejandra Pizarnik

Miedo a estallar. Común meteoro. Luz  que se rasga en la caverna oscura
y se dobla en otro cuerpo y se multiplica.
Doble distancia, doble silencio, doble ironía,
dos dedos, dos bocas y un sin fin de posibilidades. Pero no.
Platón fijó los límites. Dentro de la caverna somos copias fotostáticas.
Afuera están los originales.

El delirio comienza, con una fuga.





Eros III

Lleno  de hojas mi tronco de mujer se extiende.
Sobresaltados de vena luminosa mis frutos son incitación en tu boca.
No hay palabras para nombrar los sentires del cuerpo,
o los sonidos de tu impaciencia queriendo poseer
el secreto que una vez llevaste guardado en la costilla.
Imagino a Elohim, proxeneta que juega a darnos la libertad
de comer o no comer del árbol.

El calor de tu aliento quemándome los senos.
Yo  tímida pregunto: ¿Comerás?




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