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lunes, 22 de octubre de 2012

EDWIN ARLINGTON ROBINSON (8305)





Edwin Arlington Robinson
(Head Tide, 1869 - Nueva York, 1935) Poeta norteamericano. Oriundo de la fortaleza "yankee" del Maine, y descendiente, por parte de su madre, de los más antiguos colonizadores puritanos, mantuvo a lo largo de toda su existencia la reserva personal, la constricción moral y la rigidez de espíritu propias de un provinciano de Nueva Inglaterra; de los puritanos de tal región conservó asimismo una notable desconfianza respecto del "mundo" y la predisposición a las violentas, desoladas y silenciosas tragedias donde hay poco espacio para el heroísmo y, en cambio, mucho para el fracaso, la aridez, la frustración y la derrota.

La amarga melancolía típica de lo mejor de su producción parece haber sido congénita en él. A ella contribuyeron, sin embargo, el "enigma del universo" y los "pequeños embrollos satánicos" del destino humano; sin embargo, ninguno de tales factores, ni tampoco las dificultades materiales que persiguieron a Robinson desde la juventud hasta la vejez, puede ser considerado en justicia como una "causa". La carrera poética de nuestro autor se inició ya en sus años juveniles, y la poesía fue juzgada por él hasta el fin de sus días como su única profesión.

Consumidos los escasos bienes de la familia a la muerte del padre, hubo de interrumpir sus estudios, luego de haber frecuentado un par de años el Harvard College. En adelante, la miseria no había ya de abandonarle. Tras el fallecimiento de su madre, en 1896, salió de Maine y marchó a Nueva York. Este mismo año apareció su primer tomo de poesías, El torrente y la noche antes (The Torrent and the Night Before), pronto, como todos sus libros iniciales, relegado al olvido.

Obstinado en el cultivo de su arte, y ajeno, por su actitud puritana, a la participación en la vida literaria de la gran ciudad y a la venta del propio talento para la satisfacción de sus necesidades económicas, se avino a ganar solamente lo que precisaba para vivir un hombre solitario. Y así, aceptó cualesquier ocupaciones humildes que le fueran ofrecidas, y vivió una existencia casi de eremita, perturbada frecuentemente por el alcoholismo.

Sus composiciones líricas aparecieron al principio (fenómeno nuevo en la historia de la poesía norteamericana) impresas privadamente por el mismo autor, quien las dio a la luz en 1897 bajo el título Los hijos de la noche. Estos lacónicos, elípticos y tímidos cuadros de tonos moderados y destinos diversos y casi siempre trágicos anunciaron los temas que habrían de quedar como los fundamentales del autor: oscuros laberintos del espíritu, ironías y tragedias de la condición humana. En El capitán Craig (Captain Craig, 1902), Robinson consideró con mayor extensión y menor economía de lenguaje sus temas.





El jardín

Hay un jardín sin cerca muy crecido 
Con semillas y flores y todo tipo de hojas; 
Y una vez, entre las rosas y las poleas acanaladas, 
El jardinero y yo estuvimos solos. 
El me guió hasta la figura donde yo había lanzado 
El hinojo de mis días en tierra infértil, 
Y en la anarquía de malas hierbas afligidas encontré
El fruto de una vida que era mi propia existencia. 

Mi vida! Ah, sí, ahí estaba mi vida, sin duda! 
Y ahí estaban todas las vidas de la humanidad; 
Y era como un libro que podía leer, 
Con cada hoja, milagrosamente suscrita, 
Volteándose a sí misma de la semilla eterna del pensamiento, 
Arraigada por el amor en el jardín de la mente de Dios. 

de Poemas escogidos





The garden

There is a fenceless garden overgrown
With buds and blossoms and all sorts of leaves;
And once, among the roses and the sheaves,
The Gardener and I were there alone.
He led me to the plot where I had thrown
The fennel of my days on wasted ground,
And in that riot of sad weeds I found
The fruitage of a life that was my own.
My life! Ah, yes, there was my life, indeed!
And there were all the lives of humankind;
And they were like a book that I could read,
Whose every leaf, miraculously signed,
Outrolled itself from Thought’s eternal seed.
Love-rooted in God’s garden of the mind.








Queridos Amigos

Queridos amigos, no me reprochéis lo que hago, 
Ni me aconsejéis, ni me compadezcáis; ni me digáis 
Que estoy desperdiciando la mitad de mi vida 
Por un trabajo errático que sólo los tontos persiguen. 
Y si mis burbujas son muy pequeñas para vosotros, 
Alentar vuestras propias esferas mayores: los juegos en que participamos 
Para satisfacer los fragmentados minutos del día, 
Los buenos objetivos son los que se leen a través del espíritu. 

Y aquellos que lo perciban se dotarán de una habilidad astuta; 
Y una cierta y despreciable renuncia escasamente fértil, 
Alabar exactamente aquello que deploran, 
Así que, amigos (queridos amigos), recordad, si podéis, 
La vergüenza que gané por cantar es inseparablemente mía, 
El oro que perdí por soñar es todo vuestro. 

de Los hijos de la noche





Dear friends

Dear friends, reproach me not for what I do,
Nor counsel me, nor pity me; nor say
That I am wearing half my life away
For bubble-work that only fools pursue.

And if my bubbles be too small for you,
Blow bigger then your own: the games we play
To fill the frittered minutes of a day,
Good glasses are to read the spirit through.

And whose reads may get him some shrewd skill;
And some unprofitable scorn resign,
To praise the very thing that he deplores;
So, friends (dear friends), remember, if you will,
The shame I win for singing is all mine,
The gold I miss for dreaming is all yours.






Richard Cory

Siempre que Richard Cory bajaba a la ciudad
nosotros lo mirábamos pasar desde la acera:
él era un caballero de pies a coronilla,
gustoso de lo limpio y regiamente enjuto.

Y él estaba siempre compuesto con sosiego,
y era siempre humano cuando hablaba;
mas agitaba pulsos al decir los buenos días
y resplandecía cuando andaba.

Y sí que era rico, más rico que los reyes,
y admirablemente triunfaba en cada gracia.
En fin, nosotros nos creímos que era todo
para soñar que estábamos viviendo en su lugar.

Seguimos trabajando y esperando alguna luz,
vivíamos sin carne y maldecíamos el pan,
y en una calma noche de verano, Richard Cory
fue a casa y se metió un balazo en la cabeza.






Demasiado café

Juntas en infinita sombra
Desafían la invencible aurora,
La Medida que nunca se hizo,
La Línea que nunca se trazó.






Too much coffee

Together in infinite shade
They defy the invincible dawn:
The Measure that never was made,
The Line that never was drawn.




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