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domingo, 20 de marzo de 2011

3718.- SHANKHYA GHOSH



SHANKHYA GHOSH
(Bengala, India, 1932)
Autor de varias obras poéticas como Dinguli (Los días y las noches), Nihito patalchhaya (La sombra del abismo interior), Tumi to temon gouri now (Tú no eres esta bella), Panjore danrer shobdo (El ruido de los remos en el corazón), Mukh dheke jay biggapone (El rostro está cubierto de publicidad). Shankhya no oculta sus preferencias por el marxismo y por los militantes de izquierda. Sigue siendo siempre una referencia y una fuente de inspiración para la nueva generación de poetas en lo que concierne a los diversos experimentos en el ámbito formal de la poesía.





Dos pedazos en la oscuridad

Movimiento

El campo desciende, pesado, en la niebla.
La manifestación se esfuma en el horizonte.
En el centro, tendida en la calle, ¿una amapola?
De rodillas, sostengo en mis palmas
tu cabea cortada, tu cabeza oscura.






La madre del hijo asesinado

La ceniza colma el cielo
Es la pena de los dioses
Y el viento negro se alza de nuestros corazones hasta los cielos
Fuera de esto
ninguna paz ninguna guerra







Nuestras últimas palabras

Nuestras últimas palabras se deslizan por la sombra
Nuestras últimas palabras.

Medio cielo está sembrado de ojos de hombres muertos,
más allá de nuestras palabras.

En el fondo de la selva, esta noche, se despiertan
los corazones de los jóvenes desconocidos.

En cada paso nuestro hay copas para su sangre.
Nuestro paso en su homenaje.

Y nuestras palabras, lisas, luminosas,
se deslizan a tiempos ya pasados.








La muerte del pájaro (extractos)

Pero ¿has de alzar el vuelo? A la derecha y a la izquierda, a lo alto y a lo bajo:
todo es blanco, sólo blanco.

Ni un lugar donde pueda tomar viento,
mis cantos, se agotan.

Para escapar de este sortilegio echo a correr
al cabo extremo de lo imposible.

Cerca de mi corazón se amontonan lentas las piedras blancas,
mis alas son, ellas también, de piedra.

A la derecha y a la izquierda, en lo alto y en lo bajo, me golpeo por las paredes
ya no consigo respirar.

Como una muñeca de madera he caído en la encrucijada
que vengan a ver su crímen cometido a sangre fría.









Los días y las noches

(8 de enero, por la mañana)

Despacio, más despacio, ¡oh sol! No amanezcas, no amanezcas
Si un día nuevo empieza, insaciable será la tierra,
como los cazadores así el sol. Todos me atacarían con violencia, todos.
Vale más la noche oscura. No la mates, a la oscura, no la mates.
Despacio, más despacio, ¡oh sol! No amanezcas, no amanezcas








El nombre

No insistas.

Que se desvelen las palabras, como
un alba.

Como las corrientes de agua que se llevan
la piedra a lo lejos sin ruido.

En el horizonte
en silencio mis nombres se borran.

Por las hierbas cae un leve resplendor,
azul: no insistas.







El ruido de los remos en el corazón: 1

El ruido de los remos en el corazón, el agua danza en la sangre
partiendo la barca, surge la media luna,
todo el cuerpo bajo el peso de las plantas marinas:
en ningún lugar tengo pasado, ni futuro.







El ruido de los remos en el corazón: 30

En este campo de arroz tibio el cuerpo se vuelve un palacio,
todo momento persiste como un viejo cristal.
Desde que paso la frontera, el primer arco,
de una a otra habitación se abren mil puertas.







El ruido de los remos en el corazón: 34

¿Con que estabas aquí? ¿Estabas aquí un día?
Toco la tierra roja, y escucho la selva,
vago con todos los fantasmas de la noche, y veo:
no tienes cuerpo, y también tu alma está oculta entre las hierbas.






El ruido de los remos en el corazón: 39

La copa es bella mas llena de veneno hasta los bordes.
Contémplala, déjate fascinar, pero nunca la acerques a tus labios.
Los ojos ciegos, el mercurio del mediodía se inflama,
el fuego líquido flotante ensordece la conciencia.

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