Anne Talvaz, es poeta y traductora belga (1963). De madre inglesa y padre francés, fue educada en Francia. Está casada con un mexicano. Es, tal vez, esa convergencia de lenguas lo que dota a su poética de una voz reconocible; un sonido que es posible evocar.
Anne Talvaz a publié :
Anthologies et ouvrages collectifs
Poésie en France depuis 1960 - 29 femmes (Stock, 1994)
56 poètes pour Aragon (Dumerchez, 1997)
Territoires (Fourbis, 1997)
Une "Action poétique" de 1950 à aujourd'hui (Flammarion, 1998)
Noir sur blanc, une anthologie (Fourbis, 1998)
D'estoc et d'intaille, l'épigramme (Les Belles Lettres, 2003)
49 poètes, un collectif (Flammarion, 2004)
La tentation du silence (Europia, 2007)
Recueils
Le rouge-gorge américain (La main courante, 1997)
Imagines (Farrago, 2002)
Entre deux mers (Librairie Sauramps, 2003)
Panaches de mer, lithophytes et coquilles (Comp'Act, 2006)
Confessions d'une Joconde suivi de Pourquoi le Minotaure est triste (L'Act Mem, 2010)
Récits
Ce que nous sommes, postface de Pierre Gamarra (L'Act'Mem, 2010)
Un départ annoncé, trois années en Chine (L'Act'Mem, 2010)
Recueil traduit
Confesiones de una gioconda, traduction vers l'espagnol de Jaime Arrambide et Mirta Rosenberg, Editorial Bajo La Luna, Buenos Aires, 2008.
Traductions de recueils
John Ashbery, Quelqu'un que vous avez déjà vu (P.O.L., 1993, avec Pierre Martory)
John Ashbery, Heure locale, (Format américain, 1997)
Jerome Rothenberg (éd.), Indiens d'Amérique du Nord, anthologie de textes d'Indiens d'Amérique de Nord
(Textuel, 1998)
John Ashbery, Grand Galop (Simple édition, 2003)
John Ashbery, Autoportrait dans un miroir convexe (La Feugraie, 2005)
Co-traduction : De l'infidélité, anthologie de poésie taïwanaise contemporaine,
avec Yung Man-han et Esther Lin-Rosolato, Buchet-Chastel, 2008
Textes traduits et publiés en : anglais (Etats-Unis, Ecosse), espagnol (Argentine, Mexique), italien, slovène, serbo-croate (Yougoslavie, Monténégro), hongrois, polonais, persan.
Participation à divers festivals de poésie
Biennale des poètes en Val-de-Marne, Ivry-sur-Seine (94), 1997
Days of Poetry and Wine, Medana (Slovénie), 1998
Festival franco-anglais de poésie, Paris, 1999
Langages di-vers/Linguaggi di-versi/Different Languages/Različni jeziki, Koper (Slovénie) 2002
Langages di-vers/Linguaggi di-versi/Different Languages/Različni jeziki, Budapest, 2003
Festival de poesia de Rosario, Rosario (Argentine), 2003
Caravane des poètes, Iran, 2005
Foire du livre, Téhéran, 2005
Langages di-vers/Linguaggi di-versi/Different Languages/Različni jeziki, Ottensheim (Autriche), 2005
Euroscience Open Forum, Barcelone (Espagne), 2008
Requiem pour une enfant célèbre, 3
Ana, hermana mía, ¿nada ves venir?
Veo el sol que y los árboles que
y a través del hueco de las cortinas a los hombres que
y cuando voy al desván
a los pájaros que
veo al cielo que y que y que
Ana, hermana mía, no es eso lo que te pido
¿quieres acaso que lea la borra de café,
cuando hace tanto tiempo ya que no encontramos café?
¿sabes al menos que las líneas que cruzan el cielo
no son las de la mano de Dios?
End of the world, 10
Hablás demasiado porque sabés que mañana
esto se acaba. La lluvia ya no perla las hojas del castaño,
una palada de carbón arrojada al fuego,
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y que lo apaga. Y esta espera
que no termina más. Algo ya no será más
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tal vez será en otra parte,
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pero seguro será de otra manera. Es él,
o vos ―¿quién sabe? El miedo en el vientre, o la ansiedad:
porque es él, porque sos vos. Porque es mañana.
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En Diario de Poesía (N° 65, 2003).
Traducción de Jaime Arrambide y Mirta Rosenberg.
End of the world, 5
Habíamos preferido no acercarnos
al prado donde se esparcen las cenizas.
End of the world, 5
Habíamos preferido no acercarnos
al prado donde se esparcen las cenizas.
Al parecer era un lugar
que debía tratarse con respeto.
Sería estúpido decir que previmos lo siguiente:
nunca se puede prever nada, incluso si
tarde o temprano las cosas terminan por saberse;
simplemente, era preferible no abordarlo.
El futuro avanza sobre sus cenizas paso a paso.
Tarde o temprano se sabe siempre por qué.
que debía tratarse con respeto.
Sería estúpido decir que previmos lo siguiente:
nunca se puede prever nada, incluso si
tarde o temprano las cosas terminan por saberse;
simplemente, era preferible no abordarlo.
El futuro avanza sobre sus cenizas paso a paso.
Tarde o temprano se sabe siempre por qué.
(Traducción de Mirta Rosenberg y
Jaime Arrambide)
COSAS QUE NO HAY QUE DECIR
Éramos cuatro mosqueteras
(en la actualidad el uso permite decir «la mosquetera»)
que un día nos pusimos a charlar.
Una de nosotras estaba a punto de jubilarse
y la agobiaba la idea de las tareas domésticas, sobre todo las compras.
Otra fue al frente, como siempre,
para explicarle que con los supermercados que envían a domicilio
basta hacer las compras una vez al mes, llenar el carrito
y con eso una ya puede quedarse más o menos tranquila.
Y las mosqueteras siguieron conversando en ese tono, hasta que una de ellas
se tapó la boca con la mano y exclamó:
«¡Hay que ver! Entre mujeres, ¿y de qué hablamos?
De las tareas domésticas».
Se produjo un largo silencio de vergüenza.
Ya que es verdad que las tareas domésticas la cocina la limpieza y los críos
todo eso te reblandece la voluntad y el cerebro,
impide que te tomen en serio,
te cierra para siempre el camino de la psicología la filosofía
la filología la etología la etnología la etimología la ermenéutica
(¿se escribe sin H?) y la puajsía.
El resto me importa un carajo pero la puajsía...
Doy prueba de gran magnanimidad al emplear esa palabra:
puajsía, inventada por un tal Albert Cohen
que vino a arruinar mis dieciséis años vibrantes y ferozmente ambiciosos
decretando que las mujeres y especialmente las mujeres con mi aspecto físico
eran incapaces de escribir.
Pero no importa, el señor Cohen está muerto y en esa época
yo cultivaba la mansedumbre de los inocentes.
Me gusta cocinar. Adoro cocinar.
Un huevo cascado dentro de una sartén y que toma forma ante los ojos
en el aceite hirviendo, la química de los platos
que al principio parecen residuos en una olla
y que se transmutan poco a poco en obras maestras
de la invención humana (prefiero las recetas tradicionales
a las elucubraciones progresistas de los grandes chefs).
Y lavar la ropa, el placer de estirar la mano sin pensarlo para
elegir una prenda
precisamente porque antes pensamos en ella, el placer
de acurrucarse bajo el acolchado...
El acolchado. Un tema sensible. Por definición,
cuando alguien habla como yo ahora, es una «mal cogida».
Del amor como tranquilizante. No está mal como idea.
El abuso de tranquilizantes implica un aumento constante de la dosis
para lograr el mismo efecto. Eso no se les ocurrió.
Cuánto esfuerzo para lograr que una mal cogida se calle la boca }
(además son todas feas y el Viagra cuesta carísimo).
Los hijos. Otro tema sensible. Hablar de los hijos
es prueba de falta de vigor intelectual, de inventiva,
de debilidad y de vulgaridad. Por acá, sin embargo, de hijos poco y nada
(de paso, quisiera hacerle llegar mi saludo a MD y su bebé),
¿dónde está entonces la vulgaridad? Aparte, el tema no le interesa a nadie.
Es algo que sabe todo el mundo...como si nadie hubiera tenido nunca un hijo,
y además, las historias de niños sólo sirven para los editores
de literatura para niños... ¿No será más bien
que el tema forma parte de los así llamados orígenes o consecuencias de la vida
que los pequeños boy scouts siempre listos para el asunto
no estarían del todo listos para encarar?
Ahora los dejo en paz. Después de todo,
tengo otra cosa que hacer en la vida y ya dije lo que tenía para decir.
Lo dije mal, lógicamente,
tengo la cabeza puesta en la cocina, el lavado
y los que me esperan en casa -los hombres,
el que hace progresar la química del plástico
(a la manera de un gran chef) y que por lo demás
observa, calmo y realista, la química del mundo-,
el hombre en ciernes que en su rincón de la mesa
crea cien universos por día, la boca grave y la mirada sombría,
esperando que la sociedad lo tome en serio.
Su padre y yo ya lo hicimos.
El resto del mundo lo hará forzosamente,
porque serás un hombre, hijo mío.
(Traducción de Mirta Rosenberg
y Jaime Arrambide)
PIETÁ
¿Lo sostuvo contra su cuerpo
en la multitud que marchaba hacia la muerte maloliente?
¿Huyó de su chiquito en llanto
para reencontrarse con los vivos?
Sus manos, lo único que aún le pertenece,
y la luna que vierte sobre todo su ceniza inmaterial
le sirven de razón de ser
fuera de ella, y
la batahola de las cornejas
que se estrellan en el cielo...
Suenan las campanas.
El miedo que se suelda a la piel, la supuración
de las llagas,
mi corazón de cieno que todos pisotean.
Y allá, un hilo de humo.
Se disuelve en el cielo.
Suenan las campanas.
(Traducción de Mirta Rosenberg
y Jaime Arrambide)
END OF THE WORLD, 3
La arena negra. El agua que corre
en arroyitos, los caracoles
un poco más grandes que los nuestros, más rugosos,
que a duras penas despegamos de su cieno.
El murmullo de los árboles, su espesor.
En todas partes el suelo tiene el mismo aspecto,
la misma riqueza, la misma frescura,
el mismo silencio, el mismo aburrimiento.
Nada que te dé la menor pista;
pero si la tierra se niega así al recuerdo humano,
¿por qué conduce aquí el camino?
China Beach, Vancouver Island, 1995
(Traducción de Mirta Rosenberg
y Jaime Arrambide)
y Jaime Arrambide)
http://ustedleepoesia2.blogspot.com/search/label/Anne%20Talvaz
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