Fruela Fernández (Langreo, Asturias - 19 de noviembre de 1982). Ha publicado una plaquette, Círculos (KRK: 2001), además de diversas traducciones de Hugo von Hofmannsthal, Marie Luise Kaschnitz, Ezra Pound o Patrick Kavanagh. Aparece en antologías de poesía reciente, como La lógica de Orfeo, Veinticinco poetas españoles jóvenes, Última poesía española, Deshabitados, Poesía en Mutación o La inteligencia y el hacha. Coordina el festival Cosmopoética junto a Carlos Pardo y Juan Antonio Bernier. Licenciado en Traducción e Interpretación (Universidad de Salamanca), prepara su tesis doctoral entre la Universidad de Granada y el Centre de Sociologie Européenne (CNRS, París).
POEMAS DE MUJERES, MIENTRAS
Bien,
y entonces todo
como una erosión,
el grano del detalle raspado por la mente que no quiere
aceptar esa farola
de cristal entrecortado
o las últimas erasmus por el callejón,
la mente dormida en la pureza,
dormida en la pureza
insistente,
acolchada
pureza
de cruz,
mal de gorrión,
pureza
que no debe,
que no debe
conmigo
BOCA, HUECO: DIÁLOGO
El verdegriscorazón
de tus ojos
me recuerda
al gato de las niñas,
y él me lleva hacia ti, tú hacia él –
los tres de casa,
y un temblor de huesos.
Me paro en el detalle,
no debería
pararme en el detalle,
no debería
posar en ti esta zona
de llendes, este
-lo dije-
temblor
ESTRÍAS
1.
Un nombre de entonces. El nombre que teníamos.
Y ahora sólo ex, ex.
Ex.
- Aprendizaje por esquejes.
2.
Pero entonces me protegías. Un tú como protección. Un yo acolchado de niño, abandonado hacia el niño.
3.
Tu jersey al fondo del armario, como argumento geológico.
4.
Cuando te pares, verás
musgo en el campanario.
Y habrá algo puro, como los niños que mueren.
5.
Ahora que tus manos no están entre las cuerdas del tendal,
ahora que no me arropas,
ni me destapas.
[http://www.dvdediciones.com/firmas_fruelafernandez.html]
Aquí donde dicen
marzo al cuervo
y septiembre al lino,
donde la nieve convierte el trazo en una guerra
abandonada, y las hormonas del hielo se desgajan
para cubrir la arena,
la costa se resiste a ser paisaje,
hace falta creer en un alma para responderle como a un igual,
sin forzarla a ser un cuadro con leyenda,
sin buscar en la orilla un doble abrazo dormido,
incrustado.
la costa se resiste a ser paisaje,
hace falta creer en un alma para responderle como a un igual,
sin forzarla a ser un cuadro con leyenda,
sin buscar en la orilla un doble abrazo dormido,
incrustado.
… Mayo tan preciso que parece
necesitar erratas,
y su polen nevado,
como de algún poema
bucólico
(edípico)
(alérgeno)
Ahora
que te cuesta más
subir hasta ti,
llegarte –
y yo
te dejo por señal
las mondas de manzana
para decir
que espero,
que voy
siguiendo tus escalas.
Tardes
de calor
prehistórico,
ciénagas criando –
y todos a punto de creer que algo
está a punto de surgir
(y quizás
es sólo que algo se va retirando,
por dejar este espacio).
Desde esa banda de gravilla
donde el mar se intuye
pero aún no es posible
sentirlo
y que la voz no pese,
el ojo
va descendiendo
con los ríos,
hasta llegar aquí,
donde el impulso
se desmenuza en reposo
y hábito
correspondido.
Si la palabra
pregunta
qué somos,
el tacto dirá
gachas,
prendeduras,
trombos,
pero es podre
satisfacción,
inclusa.
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