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sábado, 19 de febrero de 2011

3246.- ANTONIO RIVERO TARAVILLO


Antonio Rivero Taravillo (Melilla, 1963). Cursó Filología Inglesa en la Universidad de Sevilla, ampliando estudios en la de Edimburgo, por la que fue becado, pero abandonó sus estudios académicos para dedicarse a la literatura.

Ha publicado, entre otros, los libros de viajes Las ciudades del hombre (Llibros del Pexe) y Viaje sentimental por Inglaterra (Almuzara), así como el ensayo Los siglos de la luz: héroes, mitos y leyendas en la épica y la lírica medieval (Berenice), además de los poemarios Farewell to Poesy (Pre-Textos) y El árbol de la vida (Col. Puerta del Mar, Diputación de Málaga). Ha traducido novelas de Flann O’Brien (La boca pobre, Ediciones del Serbal, segunda edición en Nórdica) y Jamie O’Neill (Nadan dos chicos, Pre-Textos), así como Experimento de autobiografía, de H. G. Wells (Berenice).

Es autor de versiones de la poesía de Ezra Pound (Antología poética, Universidad de Sevilla), Alfred Tennyson (La dama de Shalott, Pre-Textos), William Shakespeare (Sonetos, Renacimiento, finalista del Premio Nacional de Traducción 2005, y El Libro de Bolsillo de Alianza Editorial), Robert Graves (Poemas, Pre-Textos), John Keats (Poemas, La Veleta) y Christopher Marlowe (Hero y Leandro, La Palma, en prensa). Es asimismo autor de las antologías Antiguos poemas irlandeses (Gredos), Canciones gaélicas (Col. MaRemoto) y Poe y otros cuervos: primeros poetas norteamericanos (Mono Azul). De John Donne ha vertido al español el ensayo Biathanatos (El Cobre Ediciones).

Su libro Con otro acento. Divagaciones sobre el Cernuda “inglés”, publicado por la Diputación de Sevilla, obtuvo el Premio Archivo Hispalense 2005. El mismo año obtuvo el Premio Andaluz a la Traducción Literaria en su primera convocatoria por sus versiones de Keats. En 2007 ganó el Premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias, otorgado por la editorial Tusquets, por su obra Luis Cernuda. Años españoles (1902-1938), primero de dos volúmenes de una biografía en marcha.

Dirigió la revista Claros del bosque, del Aula de Poesía y Pensamiento María Zambrano de la Universidad de Sevilla, y fue desde su inauguración hasta 2006 director de la Casa del Libro de Sevilla, donde desarrolló una intensa actividad cultural. Más recientemente ha editado la revista Mercurio, panorama de libros de la Fundación José Manuel Lara, y en la actualidad dirige El libro andaluz, de la Asociación de Editores de Andalucía. Ha sido vicepresidente de la Asociación Feria del Libro de Sevilla, y es miembro del Consejo Editorial de la revista Trama y Texturas. Es además colaborador de numerosas revistas literarias, como Clarín, Renacimiento, Sibila, Revista de Occidente, El maquinista de la Generación o Turia, además del suplemento El Viajero, del diario El País. En la actualidad es director literario de Paréntesis Editorial, imparte un taller de poesía en la Escuela Andaluza de Escritores Escribes y coordina el módulo de poesía en el recién creado Máster en Creación Literaria de la Universidad de Sevilla.

En estos momentos ultima el segundo volumen de su premiada biografía de Luis Cernuda, que publicará la editorial Tusquets.

Mantiene el blog Fuego con nieve: http://fuegoconnieve.blogspot.com





5 POEMAS DE ANTONIO RIVERO TARAVILLO

A nada le encontramos el sentido.
Creemos entonces que el mundo está mal hecho
y vamos por ahí con nuestras quejas
diciendo que la vida es algo horrible.

Así es, es cierto, hasta que un día
del todo diferente a los demás
en unas piernas de mujer se hace palpable
la tersa perfección de lo creado.

¿Dijimos que la vida es algo horrible?
La mano, acariciando, se retracta
en nombre de la boca que desea
reparar con el beso su blasfemia.

(Bajo otra luz, 1989)







O’CAROLAN

Me acuerdo de la Irlanda que no hemos conocido
porque un arpista ciego esta noche nos llora.
A pesar de los siglos y las tierras en medio;
a pesar del alcohol que mis ojos empaña.

Porque un arpista ciego esta noche nos llora
con una melodía tan triste como hermosa,
tan bella como el lago que en tu risa hubo un día.
Con sus dedos recorre las cuerdas de tu ausencia.

Son látigos las cuerdas y cuerpo la memoria,
y la música es siempre un suplicio aceptado,
compases más punzantes cuanto más te recuerdo
porque un arpista ciego esta noche nos llora.

Me acuerdo de la Irlanda que no hemos conocido,
florida como mayo cuando besa las zarzas.
Por eso me conmueve con su música el bardo,
y bebo, por ejemplo, porque tú no estás cerca.

Porque un arpista ciego esta noche nos llora
y sus ojos nos miran porque tú ya no estás.
Porque ya nada queda y sus ojos nos miran.
Cuando yo nada soy, porque soy tu carencia.

(Bajo otra luz, 1989)






Esta tarde de alcohol y misticismo
la mesa de camilla nos reúne;
su oscura intimidad gozan las piernas,
dialogan las rodillas en su idioma.
Las cartas del tarot, desparramadas,
nos dicen que el futuro se retrasa.
También lo callan, juntos, nuestros labios.

Incienso y gregoriano nos acercan
al dios que unos minutos es el otro.
Caen ropas al son de las caricias.
Sobre la alfombra son prendas vacías,
unida vestimenta de un cuerpo tan sólo:
el nuestro que ahora está, nuevo Narciso,
amándose a sí mismo sobre el lecho.

(El árbol de la vida, 2004)







VEINTIOCHO DE DICIEMBRE

Pasa la Navidad como una plaga
bíblica para escarnio de los hombres,
se junta la familia, se acuchilla
en torno de la mesa abominada.

Hay presentes y dones, hay veneno,
y sobra desolación hasta al mendigo;
se celebran hurañas ceremonias
y cantos de dolor que se repiten.

Los años se relevan, guardia fiera
que vela por tenernos apresados
hasta el gozo general de la muerte.

Uno busca la nada, poca cosa:
quisiera estar dormido como el niño
que muere sin saberlo entre inocentes.

(Farewell to Poesy, 2002)






SÍNTOMAS

La guía de una planta que se seca
(pronto dos palos, uno retorcido

y el recto que soporta su fracaso);
el bolsillo roto que va dando limosnas

que nadie se agachará a recoger;
un barco en miniatura en la botella,

por lo demás opaca, de los sueños;
las canas que tapizan el suelo de una barbería

a la que no se sabe que no se volverá
porque una mañana se inmoviliza el brazo

y la vida es entonces un corcho al que se agarra el plomo,
como esa canción de la que un niño

empieza a olvidar ya la letra,
o las aspas de un ventilador en el techo,

que prosiguen rotando inútilmente
cuando nadie queda en la habitación.

(Inédito)






[http://www.dvdediciones.com/firmas_antonioriverotaravillo.html]

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