André Schmitz
Nacido en las Ardenas (Bélgica), en 1929, André Schmitz vive
en la Lorena belga desde los años ochenta.
Sus últimas publicaciones:
Lettres à l’illettrée (l’Acanthe, 2000), Étranglements (le Cormier,
2001), Dans la prose des jours (la Renaissance du livre, 2002)
y Pour ainsi dire (Estuaires, 2008).
Pequeños saqueos ordinarios
Ahí donde ustedes dicen: nuestros labios,
él dice: mis lepras;
nuestras salivas, él: mis lágrimas
Y cuando ustedes dicen: hoy, aquí,
él está condenado a escuchar:
en ningún sitio y jamás.
Cuando sus dientes muerden nucas y gritos,
los suyos golpean vientos y granizo
en idiomas ya saqueados.
Tres cuchillos
He aquí tres cuchillos vírgenes:
uno para la novedad de la mirada
otro para la frescura de la lengua
un tercero para el despertar de la garganta.
Háganlo rápido y fuerte
(pide la acusada).
Que las tres hojas se encuentren
en donde ustedes no puedan alcanzarme.
Y, les ruego,
no permitan que sus gestos se estremezcan
con un inútil temblor.
A una mujer violada
Violada, te preguntarán aún:
¿qué has hecho del vino de la violación
de la que eras depositaria?
Y no se dirá nada
de la herida hecha a tu herida.
Nada de tu pequeña alma
dañada hasta los huesos.
Y si gritas: veneno
cuando dicen vino,
te meterán la saliva
dentro de la garganta.
Y tus lágrimas,
te las harán bajar
hasta los abismos de tu vientre
El nombre de la rosa
He aquí una rosa para el viaje.
Ella no sabe todavía que es rosa.
No le diga nada:
su propio nombre podría espantarla.
Tenga paciencia:
en camino se abrirá
para preguntarle quién es usted.
Hágale comprender entonces
que la corta vida juntos,
es para un largo viaje en amor.
(Y que el amor al fin de cuentas
es siempre para la muerte.)
Lettres à l’illettrée (l’Acanthe, 2000), Étranglements (le Cormier,
2001), Dans la prose des jours (la Renaissance du livre, 2002)
y Pour ainsi dire (Estuaires, 2008).
Pequeños saqueos ordinarios
Ahí donde ustedes dicen: nuestros labios,
él dice: mis lepras;
nuestras salivas, él: mis lágrimas
Y cuando ustedes dicen: hoy, aquí,
él está condenado a escuchar:
en ningún sitio y jamás.
Cuando sus dientes muerden nucas y gritos,
los suyos golpean vientos y granizo
en idiomas ya saqueados.
Tres cuchillos
He aquí tres cuchillos vírgenes:
uno para la novedad de la mirada
otro para la frescura de la lengua
un tercero para el despertar de la garganta.
Háganlo rápido y fuerte
(pide la acusada).
Que las tres hojas se encuentren
en donde ustedes no puedan alcanzarme.
Y, les ruego,
no permitan que sus gestos se estremezcan
con un inútil temblor.
A una mujer violada
Violada, te preguntarán aún:
¿qué has hecho del vino de la violación
de la que eras depositaria?
Y no se dirá nada
de la herida hecha a tu herida.
Nada de tu pequeña alma
dañada hasta los huesos.
Y si gritas: veneno
cuando dicen vino,
te meterán la saliva
dentro de la garganta.
Y tus lágrimas,
te las harán bajar
hasta los abismos de tu vientre
El nombre de la rosa
He aquí una rosa para el viaje.
Ella no sabe todavía que es rosa.
No le diga nada:
su propio nombre podría espantarla.
Tenga paciencia:
en camino se abrirá
para preguntarle quién es usted.
Hágale comprender entonces
que la corta vida juntos,
es para un largo viaje en amor.
(Y que el amor al fin de cuentas
es siempre para la muerte.)
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