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lunes, 14 de febrero de 2011

3191.- CONRADO YASENZA


Conrado Yasenza nació en Lanús (Argentina) en 1967. Licenciado en Periodismo por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Hizo algunos programas de radio: La Hermandad de Los Gatos en FM Suburbana, y -en otras emisoras de la zona sur- Ciudad Gótica y Con la Soga al Cuello. Realizó un Taller de Escritura con Vicente Zito Lema y a partir de allí comenzó a trabajar en periodismo gráfico, en una fugaz publicación dirigida por Zito lema y Enrique Syms, El Cazador (dos números, hoy inhallable) y luego en La Maga. Participó de las Jornadas de Preparación para lo que luego sería la Universidad Popular de Madres de Plaza de Mayo, en la que luego estuvo como ayudante de la Cátedra de Periodismo de Investigación a cargo de Horacio González. Finalmente, en el 2001 creó la Revista Digital de Cultura y Política La Tecl@ Eñe (http://lateclaene.blogspot.com/) , publicación que sigue dirigiendo en la actualidad y que en 2011 cumplirá diez años de vida en la red. Fue integrante y miembro fundador del grupo de poesía La Masacuata con el que editó dos libros de poemas: Poesía Tapada y Sudejo o libro del colibrí.





MURDER

Mordernos ordinarios y en conjunto
egoístas a la hora de afilar los dientes
mordernos fatuamente como pianos endémicos
como un pesimismo de viviendas agotables.
Mordernos radiantes y efusivos
incidentales como fantasmas
débiles a todo lo que arda por debajo
de los jóvenes moluscos castigados.
Mordernos como racimos en conjura
para luego disfrutar de metáforas inútiles
y al instante brillar
ser un dije o un dínamo seminal
incrustarse en la inversión del vértigo
simular una preocupación finísima por las llagas
por los harapos y el mendicante de algo para comer,
o tal vez yerba y azúcar
no sé diagramar la mordedura y entenderla
como un malentendido

o podría ser una pampa desconsolada
gravitando digna y sin aplausos
entre la llana inexistencia de lo prolijo
y ahí sí
volver a mordernos colmados de peligro
de finales en la preparación de un alero
entre jolgorios bígamos esfumándose
en la braza que marca
el humor de este siglo.






Optimismo

He rozado el temor de un nuevo anuncio
mis ojos han hibernado detrás de umbrales inciertos
los días se han convertido en un pasatiempo
de tesoros perdidos y edades misteriosas
las migas de pan han rechazado su linaje
y los huesos se florean
como un parentesco formado por madejas de hilo.
Presumo que alguna condición en guerra
se ha instalado entre mis horarios
los libros me han esperado sin ocultar su cáliz
y los ojos sienten el inevitable cansancio del atardecer.
Pronto
alguna vereda bordada de plátanos o paraísos
estará por aparecer
y es posible que no llueva
y se mienta

se mienta demasiado
como en todo riesgo esculpido.








Propiedad privada


Es el polen la propiedad privada
de un fresno de una orquídea
o del viento.

Es el mismo polen una abeja irreprimible,
el polvo alérgico al dominio del viento,
el centro vago de un árbol o una flor,
la raíz que aún no ha arañado el pecho de nadie.

Un esmalte frágil
frente a un aroma invisible







Desornar

El pájaro será tormenta esta vez
los poetas habrán muerto
y nosotros hechos gente
esperaremos el mezquino alimento de la humildad
las dulzuras filosas e irresistibles,
el pueblo pondrá a Jesús en su boca
y la boca de Jesús tendrá sombras simples
cavidades sorprendentes como la luna
o enseres domésticos siempre cubiertos de polvo
a pesar de las tareas de cada día,
las palabras se repondrán del uso vil
y todos tendremos nuevamente la posibilidad de sus alegrías,
se habrá restablecido el riesgo que ellas ofrecen a quien las tiente
los tentados pecaremos por empecinados
y entonces no habrá demonio alguno que las opaque
que las adorne con abismos.







La Jabulani y la paz

Diego tiene paz
en su corazón zurcido en partes
pero afuera los lobos acechan
y no en la cancha,
quizás sea afuera del adentro, Diego,
más allá
pero mucho
más allá
de esa cosa sucia
que el periodista sin paz
lleva adentro,
no un pene de glande provocativo
no Diego,
sino una telaraña viscosa
pelusas del odio de clase
que vos Pelusa
desbaratas pegándole a la Jabulani
en un entretiempo
en un descanso festivo
antes de las tormentas por venir,
porque ganes o pierdas Diego,
los lobos largan espuma de sus fauces
aunque estés en Sudáfrica
y tengas paz en tu corazón hecho pelota.







Deudarios

Quien dijo que esta sed
no despierta soles
quien dijo que el tiempo
se amasa cronológicamente
en un país tan rápido
porque en estas tierras se sufre la amistad
se tienen hijos internos
brotes del odio insondable
y uno se debe una revolución
de sexos confundidos ofendidísimos
se debe el cataclismo de asomarse
a las propias palabras
a las auscultaciones de las llamas
por adquirir para apropiarse del fuego
uno se debe el sueño que levante
a los astros de su siesta
de sus anchas almohadas lila
y que se rompan los razonamientos
que se padecen austeros
en lágrimas sin profundidad
sin hilos capaces de trasvasar las cuencas
los ríos de la noche y sus filamentos
insisto
uno se debe los improperios las desvergüenzas
los pecados que atenten contra
los hallazgos definitivos
contra la perduración que no crece
o más bien el crecimiento desintegrándose
como un calor de calorías que hincha
apelmaza la languidez de parpadear
un calor digo
que súbitamente trepa y trepana
y se enfrenta en recogimiento
en espejadas semblanzas de pupilas o semillas
uno se debe la asunción de todos estos agujeros
bien planchados y con sus correspondientes
polillas
uno se debe
uno se bebe
es sed de soles que descubren
la cantidad de huesos mal usados
por el tiempo y las mentiras prometidas






Desde su falsa anatomía material
la camisa oscila
como el cuerpo inerte del ahorcado
y el talle es una medida depuesta
para estos días de cielos raídos.
Así sucede en verano cuando las formas se diluyen
y los mediodías toman del lino su docilidad,
la resistencia y la tersura de la piel vulnerada
por pliegues ya casi anónimos.
Así sucede.
Hartazgo espurio y ceremonias legadas
frente al círculo del hombre,
círculo consensuado entre flores artificiales
y burdas escenas con horizonte de mármol.
Qué ciencia es la que rastrea la huella en el musgo
dónde se hallan los signos corrompidos
por la carencia de máculas blandas y poderosas.
Sincero es este clavo en el empeine
y triste su secreto de río,
desmayo entre canillas y urnas sin orinales
ni baldosas
ni cuerpos ahorcados por percheros.
Tal es la sed que da el querer ceñirse
a la oscuridad del verano.








Es el epígrafe estéril el que marca
el deseo avieso de los muertos
la entidad forzada por el canto vulnerado
el canto que nadie dicta desde otro lugar
el abismo al revés como una nada adquirida
la melancolía sin más mensaje
que la palabra acechada ante su boca.

Quién es feliz frente a esta avalancha de lo otro:
un dios que no quiere ser
más allá de su permanente cercanía,
un ser que para serlo desanda el límite
desde el límite mismo,
el muerto diario que encerramos
en cada día naciente,
los sueños que nacen y mueren
mientras una parte de lo que somos
abraza los sucesivos derrumbes
y multiplica la fugacidad de los epitafios.

Nadie dicta tanta muerte
para tanta vida
nadie
ni siquiera el abismo.








Desleídos ojos en la ausencia
del puente lamido por el cuerpo.
Me cojo al miedo en mi propia cárcel
y heredo esta sangre casi impropia
como la paz del vendaval pedestre
como la calma poblada de iras
entre el paño que arroja la tierra
y la frente de las parejas más fieles que se recuerde

Los ojos incrustados al puente,
eso es un extremo una orilla
un agujero para siempre al asedio del plexo
una vagina remota y tronchada
eso es
este egoísmo disfrutable y no
el idilio con el poema defecado
la furia corrompiendo la entraña negra
para arrogarse luego
el estacionario derecho a las equivalencias
es decir
la vida extrañada









Nada de nada

Nada es suficiente
nada es nada
no es muerto ni vivo
ni siquiera nombrado.

Qué se le reclama a nadie
cuando la soledad es la idea de los días
cuando la única certeza
es una noche más
insalvable zona de pasaje.



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