Amaranta Caballero Prado, (Guanajuato, Gto. México, 1973). Escribe. Estudió la licenciatura en diseño gráfico en la Universidad de Guanajuato. Recibió la beca estatal en Guanajuato a jóvenes creadores en el género de poesía en la emisión 1997-98. Ha publicado su trabajo en revistas nacionales como Tierra Adentro, Alforja, Blanco Móvil, Los Cuadernos de la Manscupia, Revista Literal, Yubai, Literal e internacionales Los Flamencos No Comen (Montpellier, Fr.). Ha sido incluida en dos antologías editadas por Conaculta: Creación Joven (1997), Poesía (1999); y en La Tentación de Orfeo (Ed. La Rana, Gobierno del Estado de Guanajuato, 2000). Ha participado en diversas intervenciones como Gestación, nueve meses creando, luriartística, en la ciudad de Guanajuato y con estudiantes de la maestría en artes visuales de UCSD con el proyecto Caltranzit, en la Herbert Marcuse Gallery y en el Museo de Arte Contemporáneo en San Diego. Fundadora y editora del Interdisciplinario La Línea. Ha publicado: Tres Tristes Tigras (desde esta esquina) en coautoría con Teresa López Avedoy y Mariana Martínez, proyecto que ganó el premio a la convocatoria Nueva Serie Literaria del Centro Cultural Tijuana 2002. Bravísimas Bravérrimas (La eternidad en un paso. Un paso no en falso) Aforismos, es el libro publicado más reciente en coedición con las editoriales independientes: Ediciones de la Esquina y Anortecer.
"Corta-(al)-Azar: Lecturas de Julio Cortázar a inicios del siglo XXI", por Cristina Rivera Garza con Ana Clavel, Amaranta Caballero Prado y Heriberto Yépez, en Maricruz Castro, ed., Puerta al tiempo: Literatura latinoamericana del siglo XX. México, Porrúa/itesm-Campus Estado de México, 2005, pp. 293-314. Fue incluida en Antología Aforística Mexicana de Javier Perucho y en el libro Los Mejores Poemas 2005 realizada por Francisco Hernández, Ed. Planeta, serie Joaquín Mortiz, 2005. Poemas en la Revista Literal, número especial dedicado a los Jóvenes Escritores del Norte. Editada por Difocur. Culiacán, Sin. Mayo de 2006. Incluída en la selección de Microrrelato Panorama de la brevedad realizada por Marcial Fernández. Publicada en el suplemento El Ángel del periódico Reforma. Octubre de 2006. Colaboradora de Los Flamencos No Comen. Revista de literatura, arte y política. Montpellier-Berlín. Representante de la revista mexicana de poesía Alforja.
Poemas
Palabra: Cuerpo
Decir el cuerpo. Antes que pensar: sentir: confirmar.
Una falta.
Una fisura.
Eso que se arriesga. Eso que abarca.
De la punta de un dedo.
Del talón.
Del filo de la uña.
La piel.
Lo que sobrevuela: ácara feromona.
Decir el cuerpo. Sudar el cuerpo. Humor.
Expandir. Soltar.
A veces olvidar el cuerpo.
No ser. No estar.
Dejarse ir.
Con el cuerpo. Sobre el cuerpo. Bajo el cuerpo. Sin el cuerpo.
Ejercicio mental.
Espasmo. Marasmo.
Viento que aprisiona: Oquedad: palabra.
Decir el cuerpo: Tocar.
Yema del índice sobre el filo del labio.
Vello erguido. Longitudinal.
Lengua molusca que arroba.
Salivar saliva: Salva.
(Silbo)
Perforar el cuerpo. Violentar.
Violetas tornasoladas de un manchón tipográfico: rococó.
(Lirio)
Hematoma lirio: Bilis: Jugos míos de mi cuerpo vario:
El cuerpo de órgano interno.
El cuerpo hueso.
El cuerpo vítreo.
El cuerpo alterado. Transformado. Trastocado.
Cuerpo vicio, nunca etéreo: terrenal.
Decir el cuerpo: Tu cuerpo: el mío: Exhalo.
texto publicado en Los Flamencos No Comen núm. 11
LO PRIMERO QUE NOTÉ
Hoy por la mañana pude ver muy claro
el punto lejano de la carretera inundada de rojas luces
-ensimismadas e individuales, propias de rebaño original-
que consuman cada día el rito hacia Rosarito, muy rosadito.
Ah que osado, el camino.
Hoy por la mañana pude ver muy claro
la arena suelta, envuelta y en vuelta
sobre su propia redondeada lucidez.
La grave grava asfáltica cementerosa que hiciera
patinar
mis pies.
(Osadito el camino, ya dije)
Hoy por la mañana pude ver muy claro
que la vieja combi combada de hojalatería prestada
y setentera inconclusa,
la vieja combi combada aparcada desde hace treinta años
de mismo perro abajo,
enpolvado y ladrido ciego,
treintañero el perro como yo
que cada día bajo
por la loma malona de mis días y seis años de frontera presurosa,
desapareció.
Muestra decir que nada es para siempre.
(Otra vez el rosa rosado de rosa, qué cosa!)
¿Qué falta? ¿Porqué todo tan sin verde vida ni morado segundo?
Hoy por la mañana pude ver muy claro
que ni ramas, ni hojas,
ni combi combada ni perro.
Puras luces.
Rosas rosadas rojas.
Todo muy claro.
Demasiado.
No verde vida.
Nunca más morado segundo.
Y clara, a lo lejos: la parada del camión.
A la enórmica, magnífica e insular Jarancanda
de la loma de mi calle
la arrancaron.
Entonces ahora claro quiero ver
que ose el camino osar: raso: rosa: sarro.
PAISAJE
(...seis horas en encontrarme...)
Dentro de un rectángulo transparente
se enclavan los cerros de verdes elevaciones.
El cielo se recorta esta tarde anónima, lleva el color gris firme como un guerrero luminoso.
A través de este rectángulo veo
la curva perfecta donde un hombre y una mujer se besaron. Del beso
se levantó insomne
el viento que trajo a la lluvia. Era la madrugada.
El caserío distrae el verde de la cañada. En tonos rojos, ladrillos, azules,
mostazas,
le guiña el ojo y las manos de esta ciudad se duermen.
La palabra se descarapela.
Frente a mis ojos la roca: Pétreas las arrugas de una sábana.
A este rectángulo algunos a veces le llaman ventana. Pero no lo es.
Delgado y solo, distante, un faro me mira. En su lenguaje ermitaño
susurra las olas, la espuma, los peces de un mar que nadie ha visto.
Inesperado, agudo y filoso
un relámpago traspasa la pierna de un hombre.
Se acalambra el paisaje.
Otro hombre balbucea, habla desde un mundo poblado de pájaros
de carne blanda y plumas torcidas color sepia. Uno tiene el paladar
y los dientes negros. El otro lleva los ojos ardiendo y el sueño enrarecido. Es el mismo eco resonando en lenguajes distintos. Es el mismo hombre haciéndose otro hombre.
El cuenco de una cuchara contiene calcio diluído y previamente triturado en un mínimo mortero. El cuenco de los ojos del hombre se inunda.
En un momento todos estamos ciegos. Nada permanece.
La ventana rueda.
Dentro de un rectángulo transparente una mujer observa cómo su aliento cambia el color de un cubrebocas. Eso es sólo, o casi, imperceptible.
Un hombre acostado tiembla inundado de sueños en blanco.
Calcio y sulfato ferroso estancados, clandestinos, en las comisuras de su boca.
A mis espaldas
el hombre duerme bajo el arco de una puerta que no conozco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario