Juan Antonio Villacañas (Toledo, 1922-2001) Poeta español, ensayista y crítico.
Nace en Toledo en 1922. La guerra civil interrumpe sus estudios de bachillerato. Hace el servicio militar en sitios tan dispares como Melilla y el valle de Arán. En el primero de estos destinos, mientras realiza el trabajo encomendado de reorganizar la biblioteca del casino militar, lleva a cabo una intensa labor autodidacta. A su vuelta a Toledo entra a trabajar en el Ayuntamiento de la ciudad, donde durante años fue jefe del negociado de arte y cultura. Su poemario Los Sapos (1968) es una crítica al poder y sus abusos donde un Ayuntamiento es a un tiempo realidad y metáfora de dicho poder. En 1956 es invitado por la Academia Belga de Lengua y Literatura Francesas a la III Bienal Internacional de Poesía de Knokke-le-Zoute (Bélgica). De aquí data la amistad de Villacañas con el poeta e hispanista Edmond Vandercammen, que reseñó su Conjugación Poética del Greco en Le Journal des Poètes (1959) y tradujo varios de sus poemas al francés, aparecidos en la mencionada publicación (1972). Tras su estancia en Bélgica, es entrevistado en la sede de la UNESCO en París, donde su voz es grabada en emisión especial para Hispanoamérica. Desde los años cincuenta la obra de Juan Antonio Villacañas comienza a aparecer en antologías nacionales e internacionales. Asímismo, parte de su obra poética y crítica aparece en diferentes revistas y periódicos. Villacañas vivió siempre en Toledo, permaneció alejado de grupos y corrientes literarias y siguió su propio camino poético y vital. Tal independencia artística y personal le supuso el silencio, a partir de los años ochenta, por parte de la mayor parte de la crítica oficial y de sectores agrupados en torno a ciertas corrientes estéticas favorecidas en las últimas décadas del siglo veinte.
Obra
La obra poética de Juan Antonio Villacañas abarca treinta y tres poemarios, en los que se dan cita los más diversos temas y formas, yendo éstas desde el verso libre (ya en los años cincuenta) al soneto, y de estrofas y rimas de su propia creación a la lira: Juan Antonio Villacañas ha dotado a esta estructura clásica de nuevo y sorprendente contenido, de ahí que sus liras se conozcan ya como Liras juanantonianas. A los poemarios hay que añadir su abundante obra ensayística y crítica (aparecida en varios medios, como, por ejemplo, La Estafeta Literaria y Nueva Estafeta, dirigida por Luis Rosales) y dos libros en prosa: Bécquer o la Poesía de Todos (1971, Premio del Círculo de Escritores y Poetas Iberoamericanos de Nueva York) y Versómanos (1989), libro en el que Villacañas expone las falacias de gran parte de la crítica de poesía predominante. Poemas, recensiones, cuentos y escritos de diversa índole de Juan Antonio Villacañas pueden encontrarse, asimismo, en medios como ABC, Poesía Española (1ª y 2ª Épocas), Diario Ya, Poesía Hispánica, Diario de León, Le Journal des Poètes, o El Mercurio de Chile.
Obra poética
Navegando en la Noche, 1952.
Legionario del Mundo, 1952
Brisas Íntimas, 1954.
Palabras, 1954.
El Tiempo Justo, 1955.
El Diluvio Universal, 1957.
La Estatua Animada, 1958.
Conjugación Poética del Greco, 1960.
Marcha Destriunfal, 1961.
Música en las Colinas, 1962.
Los Vagos Pensamientos, 1964.
Sala de Juego, Gómez-Menor, Toledo. 1965.
La Llama entre los Cerezos, 1968.
Los Sapos, Biblioteca Toledo n.º. 18, 1969.
Cárcel de la Libertad, (Premio “Ausias March”), 1971.
Las Humanas Heridas de las Piedras, 1973.
Rebelión de un Recién Nacido, 1975-1976.
Testamento del Carnaval, 1980.
El Dante en Toledo, 1980-1984.
Estado de Gracia, 1990.
20 Poemas de Antón y una Canción Inesperada, 1991.
El Humor Infinito de la Historia, 1993.
Homenaje a la Lira en Larga Sobremesa con Luciano, 1995.
Se Equivocó el Profeta, 1995.
Las Tentaciones de Sanjuanantonio, 1996.
A Muerto por Persona, 1996.
Al Margen de lo Transitable, 1996.
Antología Poética, 1997.
Sublevación de la Melancolía, 1998.
Sandemonio en la Gloria, 1998.
Sublimación de la Desobediencia, 1999.
Balbuciendo, 2000.
Argumento de la Poesía, 2000.
Argumento de mi Biografía, 2000.
Déjame Al Conde-Duque, 2001.
La Soberbia del Gesto, (Inédito)
Selected Poems, 2009. Edición bilingüe español-inglés. Traducción de Michael Smith y Beatriz Villacañas.
Ensayos
Bécquer o la Poesía de Todos, 1971 (Premio del Círculo de Escritores y Poetas Iberoamericanos de Nueva York)
Versómanos, 1982.
Premios
Toledo de Periodismo, 1957. Gran Duque de Alba, 1963. Países Hispánicos, 1964. Premio Provincia de León, 1965. Juan de Baños, 1965. Nacional de Literatura de Tema Deportivo, 1966. Instituto de Cultura Hispánica, 1967. Justas Poéticas Ayuntamiento de Madrid 1968. Ausias March, 1969. Premio Círculo de Escritores y Poetas Iberoamericanos de Nueva York. Candidato al Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, presentado por la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, año 2000.
Poemas de Juan Antonio Villacañas
ELEGÍA DE LA DESCREAClÓN
Las furias han brotado
por el colchón del átomo,
y mil culebras grises
les corren por las ubres.
El mundo, ganadero
de vidas sin pesebre,
está pisando el mapa
como una sombra humana.
La conciencia del Hombre
chorrea trigo y hambre,
que llega por sus granos
a insospechados muertos.
El sol es un refugio
para el cachorro libre
o caldera de sangre,
fin de nuestras heridas,
donde hierve el recuerdo
de los que aún vivimos.
Mientras broten las furias,
están sueltos
los pezones del miedo.
(De Marcha destriunfal, 1961)
EL CUENTO DE LA GOLONDRINA MUERTA
Dormía en un alambre, tan delgado
como una idea silenciosa y larga.
Era como la voz que se aletarga
en el aire que tengo respirado.
Era un sueño seguro, amaestrado,
donde casi la vida se descarga;
como el presente nuestro que se embarga
en el nocturno inmenso del pasado.
Era una vieja nada sobre el hombro
de la sombra de un cuerpo solitario,
asustado en las letras de su historia.
Y porque me adivinan que la nombro,
todos los hombres cuentan a diario
que me aprendí su sueño de memoria.
(De Marcha destriunfal, 1961)
EPÍLOGO
La muerte es una vida de preguntas
que se van enterrando;
y uno termina siempre con la duda
enredada en los labios.
(De Marcha destriunfal, 1961)
VECINDAD
¡Dios te guarde, dolor! Tú me has llamado
y estoy, con hombre nuevo, aquí presente.
¡Qué cerco de silencio y cuánta gente
ir a tus soledades me ha costado!
Con estrellas hambrientas me he tragado
esa ausencia flotante de lo ausente;
y estoy aquí, con hombre diferente,
atravesado en ti de lado a lado.
Como un asunto más, aquí me tienes
sin vacilar, con todo mi camino,
desde la idea suelta que te suena.
y pegado a tu cuerpo me sostienes,
vecino de tu ronda y mi destino,
cambiándome de voz como de pena.
(De Marcha destriunfal, 1961)
Yo me arranco de ti, y siembro
entrañas vírgenes. Y vivo entre
el estiércol y el espíritu.
Un paso más, y el alma
que yo tengo será un copo de
nieve reposando en las llamas
rabiosas de una hoguera.
REPROCHE PÓSTUMO A LA VIDA
Recuerdo a Albert Camus
Te perdí como se pierde
cualquier día, intocable.
Una sombra de sueños
le dio a mi huída alcance.
Yo lo sabía de siempre
con mi memoria de antes.
Miramos cada cosa
con los ojos iguales.
Y estamos a lo lejos
cercamente delante.
Sólo diste a mis pies
camino terminable.
Te perdí como se pierde
cualquier día en la calle.
(Si quieres que te encuentre
llévame a nada en nadie).
(De Sala de juego, 1964)
ESTOY AQUÍ
Sigo entendiendo que me andáis buscando
entre la cal del pueblo.
Soy un blanco inconfuso
de las palabras y los sueños.
Aquí estaré esta tarde
esperando a los clavos en mi cuerpo.
Podéis encarcelarme con las manos
entre la cal y el yeso,
ya que tenéis las llaves de mi casa
y las de mi cerebro.
(De Sala de juego, 1964)
LA LLAMA
Ya ha prendido la llama en la palabra
del oro de sonrisa del nipón.
El universo la esperaba virgen
después de las raíces malditas de las horas
clavadas en los ojos del hombre de Hiroshima.
En ellas calentamos la paz de nuestras manos
y alumbra la belleza en el músculo, y canta,
como resurrección, el sentido en el hombre.
Vaya por ti este río, atleta que has nacido
cuando querían apenas con ansia destruirte.
Luego te vi surgir de la tierra, elevarte,
con nuestra llama vertical, en vuelo,
como nueva ascensión inmaculada,
hasta la cima del perdón, que ardía,
Yoshinori Sakai, tocada por tu mano.
Tú eres la juventud tapada que renace,
que rebrota contigo. Tú, ave Fénix.
(De Llama entre los cerezos, 1965)
GUIJARRO
Llanto menudo,
chirriar de estrellas
derrumbadas sobre cualquier camino
o vecindad del agua.
Piedra sin ser,
larva insignificante
de una
plaga. Pequeña miseria en libertad.
Veneno para el pie que con su peso te asesina.
Resbaladiza causa
por donde gime
la esperanza sin forma de las cosas.
Piedra rodada de las nubes y el viento.
Gota de lluvia
congelada en tierra.
Guijarro enano, hombre enano, piedra enana;
piedra multiplicada - proliferada - como piedra
obediente de grandes mandamientos.
Piedra que me abasteces de muchedumbre,
burlándote, graciosa, de mi pequeña soledad.
Glóbulo blanco y rojo de mi sangre,
célula irresistible de mi cuerpo,
que me haces andar sobre ti misma.
Blanca, amarilla en piel; negra, piel roja,
en la cama redonda de las leyes divinas
de la piel de la Tierra.
Piedra como el amor, desnuda incertidumbre,
cárcel desconocida,
guijarral de los astros más rebeldes.
Celda tú misma. Celda mía. Mazmorra
de mis pasos.
Mundo aparte del mundo
Mineral que padece la soledad más múltiple
en su gemido ahogado y colectivo.
Piedra infantil: Yo soy tu propio llanto.
(De Las humanas heridas de las piedras, 1971)
CON LOS OJOS CERRADOS
Recuerdo cuando me levantaba entre los trigos.
Y me fui a la ciudad una mañana muy temprano,
sin que nadie me viera.
Mi padre daba voces en la plaza.
Me llovían sus gritos como cajas de músicas.
Calado hasta los huesos,
el mar se izó en mis manos.
Y aquí estaban las manchas, cada día más grandes,
viejas, multicolores. Mi carne, como un lienzo
en lo abstracto más hondo,
jugándose con todos mi inútil superficie.
La ciudad no era mía. Nunca lo fue.
Yo mismo
no me pertenecía. Y mi padre seguía dando voces
de angustia,
clamando en mil desiertos, gritando a su hijo pródigo.
Los muertos me conocen,
amigos míos íntimos. Ellos me dan el pan oculto
de la muerte.
Y yo lo saboreo con el hambre más muerto
que todos esos ángeles, que en sus alas, plegados,
murieron de repente.
Se quedó el campo solo, enterrando a aquel pueblo,
y una mancha de tiempo quedó sobre su tumba
infinita y secante.
Después, aparecieron los tres sepultureros.
Y una voz,
todavía, llamándome, gritándome...
(De Rebelión de un recién nacido, 1973)
SOPLO
De los acartonados suspiros de la carne, nace la soledad,
la soledad que cruza nuestra cara con grandes lejanías.
Dios es un paraíso que circunda los sueños,
y nos deja morir
irremediablemente,
aunque nos autorice a soñar otra vez,
con la muerte en los ojos y una cruz a la espalda.
(De Rebelión de un recién nacido, 1973)
PROMESA EN VANO
Mañana bajaré por el desierto de mi carne
hacia tu corazón.
Descenderé a tu entraña
(madre mía)
como el cubo hacia el pozo.
Y nadie podrá verme
volver a ti de este modo tan mío.
Tan nuestro personal incomprensible.
Te devuelvo mi vida,
aunque tú me la diste indefinidamente.
Me rebelo contigo.
Te sustraigo de ti, de tu forma continua,
mientras mis manos caen con la fuerza del viento,
solas,
como dos hojas
del árbol que plantaste
en el soplo insistente de un otoño
que no es otoño de canción,
ni de sol amarillo,
sino otoño de tumba
más allá de la tierra,
ése que tú conoces
con tus diez años
muerta. Por los que yo he pasado
mil veces en el tiempo que me tuviste
en brazos.
Pero, aún te prometo bajar cada mañana,
dejándome en el aire la vida que me diste,
el sueño respirado y un infinito nada.
(De Rebelión de un recién nacido, 1973)
NUEVA CANCIÓN DESPUÉS DEL LLANTO
Lloré. Pero seguí a una risa
que había lejos de mí. Y no me equivoqué. Porque era un dique
adonde el mar del odio se rompía.
Yo fui nutriéndome de amor a gran distancia,
volviéndome canción en cada lágrima de sal,
música antigua.
Como hombre que soy, que teme al fuego,
yo canto.
Como carne que soy,
yo me hago doler en algún sitio.
Y la canción se hace.
Y se hace la música de una lágrima nueva.
Y el amigo me quema con sol del enemigo.
Vengo a cantar.
Vengo a hacer la canción, después del llanto.
Y aunque un coro de hombres
rociaran mi lengua de silencio,
la poesía vendrá, con voz liberadora,
a hacer que mi canción caiga desde los árboles
a los más enterrados abismos de aquel llanto
que el niño me prestó al sonar en la vida.
Pues mi canción de niño
puede al llanto del hombre,
y hasta podría vencerme
quitando al sol y al viento las ganas de llorar.
(De Rebelión de un recién nacido, 1973)
V
La calle de los Bécquer tiene sabor
de nombre de hortaliza.
Tiene sabor a fresco de paladar de aljibe.
La calle de los Bécquer es un poema oscuro
en la sed
de Toledo. Es
un paso a nivel donde ya se han perdido
los más firmes
niveles.
Pero trenes que vienen de todas las estrellas
pasan, como las luces,
derramando silencio
sin ser vistos por nadie.
- Mira esta calle, sabio florentino,
desparrama tus ojos por esta fe siniestra,
por esta corcovada caricia de los muertos,
de los que no supiste tú nunca antes de ahora...
Y esta calle es tan nuestra
como para sabernos
cómplices de su pena. O quizá para hacernos humanos
transeúntes de muertos más distantes.
Aquí está el mar
andando también por esta ola
que se sube a la frente de todo lo noctámbulo,
que dedica nocturnos al pecado y la vida
y que acaricia al paso todo lo deseable.
Esta estrechez es mía
en esta calle vuestra, penitentes
siglos desparramados,
más bien envejecidos en paredes
o pechos carcomidos.
Esta estrechez es mía
y no la siento apenas.
- Maestro, alejémonos ya de su sabor de antes.
Sigamos caminando.
Los dos somos el tiempo un minuto parado
en nuestras manos juntas.
La calle de los Bécquer es una voz posible,
o posible invención de lo desconocido.
Esta estrechez es mía. La estrechez que se guarda,
sumisa,
en una mano
y luego se transporta a donde el alma quiere.
(De El Dante en Toledo, 1980)
CUANDO LA RISA ES OTRA COSA
Ahora vamos a conocernos mejor, Tetis.
Ya sabes por los espías de los dioses que tengo un Dios y que
existen las navajas,
la goma-2 y las pistolas.
Si quieres vamos a bailar
a la plaza del pueblo,
que han puesto televisión y ya es de noche.
Déjate de ilusiones y de Olimpos,
recojamos los sueños con las manos
y echémoslos al mar,
o mándalos a lomos del carnero
a la Cólquida aquella.
Tú quédate conmigo, que estar juntos es nuestro oficio de amar.
Pero vuelve la cara y ciérrame los ojos
porque viene la noche, la otra, la sin baile,
y tú tienes mi carne en la aventura
y espera rodearte como otro nuevo viento
desesperado.
Ya no manan las aguas de la piedra de Horeb,
ni brota Dios de las zarzas ardiendo,
aunque está aquí.
Las aguas manan de los cuchillos,
manan de la metáfora y del contrasentido.
¡Míralas! Cómo manan. Del suelo no,
de la abstracción,
de las cabinas telefónicas,
entre el aplauso vivo de la muerte.
Hacen tiempo y escala,
pero no me lamento,
es que me cae encima el destino del hombre
sin un solo deseo.
(De El Dante en Toledo, 1980)
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La palabra y la poesía en la obra de Juan Antonio Villacañas
He aquí unos extractos del pensamiento de Juan Antonio Villacañas con respecto a la Poesía pertenecientes a artículos suyos aparecidos en distintos medios. Igualmente, se presenta una muestra de carácter metapoético procedente de distintos poemas de Juan Antonio, una escritura poética de la Poesía altamente significativa.
«Puesto que lo único que va comunicando cada poeta es líricamente parcelado, no seremos capaces de comprenderla (la poesía) dentro de su espacio infinito, y menos de definirla, sin repetir que los contornos del poema siguen encarcelando a la poesía y al poeta al mismo tiempo.»
«La poesía, que en ningún modo creo que sea una cuestión interpretativa, sino que se ve o no se ve, que está o que no está.»
«Los versos son los pasos escritos del poeta.»
«Nadie debe oponerse a que cada poeta diga a su modo las cosas que tiene que decir. En poesía existen unas formas de todos conocidas, incluso se admiten cuantas deformaciones se nos antojen. Lo que pasa es que la poesía es siempre otra cosa ...»
La Estafeta Literaria. Distintos números.
«...tenemos la idea de la función del verso en el poema, que ha de tender más a desnudar que a vestir, a descubrir que a cubrir»
«... ir limpiando verso a verso el camino que nos hace llegar hasta la presencia de la verdadera poesía»
Cuadernos Hispanoamericanos, enero, 1959
«Poesía es monólogo,
es pregunta final eternamente»
Sublevación de la Melancolía, 1997
«Si de verdad supieran
quién es y cómo es la Poesía,
tal vez se arrepintieran
y el poeta huiría
de todas esas cosas que decía»
Los Poetólogos, De Intra-American Student Programs, USA, 1993
«... hacia ese todo Bécquer, tan lírico como ninguno, pese a esos otros que manifiestan su desdén, quizá por eso de que sólo les interesa esa clase de poesía que va del exabrupto – que oportuno y bien colocado vale – al poema objeto y experimental, con lo cual me parecen muy limitados como poetas y poco curiosos en el saber y en el sentir. Sabiendo – sintiendo como tendrían que saber sentir - que la poesía está dentro del Todo y de la Nada al mismo tiempo. O tal vez es otra cosa a la que ningún poeta es capaz de llegar. Porque puede estar fuera también de esas dos máximas abstracciones citadas.»
La Voz del Tajo, 11-1-1984.
«Y lo peor no es que al poeta se le rebele la forma, que también ha de tener su equilibrio. ‘Hazme soneto, pero hazme bien”, exigirá, digo yo. Lo peor es que la poesía es la eterna rebelada... a la Poesía no se la encuentra, y si alguno se aproxima nunca llega a conocerla y, por ello, le resulta criticona y protesta por el retrato que el poeta suele hacerle. Sí, por poner un ejemplo, lo mismo que le pasó a Santa Teresa con el retrato que le hizo Fray Juan de la Miseria: ‘Dios le perdone, Fray Juan, me habéis sacado fea, gorda y legañosa‘.»
«Las Ideas se Confunden», El Día, 6-5-1990.
La visión que Juan Antonio tuvo siempre de la Poesía como eterna rebelada se manifiesta en versos como los siguientes, del poema «La Poesía»:
La Poesía no quiere saber nada
del hombre. No le importa
que escribamos de ella o la busquemos
de cualquier modo o cualquier forma.
Ella está muy oculta.
Ella es otra.
...
Ella no nos comprende
por que es siempre otra cosa
en el mar, en la tierra,
en el cielo, en el olvido y la memoria.
...
Pero nos da motivos, sin embargo,
para intentar que nos conozca
alguna vez. Y, por si acaso,
seguimos abusando del idioma.
La Poesía no quiere conocernos.
¿Se tratará de alguna tonta?
¿O es que le falta tiempo,
o que le sobra?
Si alguna vez llegara
a nuestros versos
o a nuestras manos toda
ella con su sonrisa y su paciencia,
parecería seguramente otra.
La Poesía no quiere conocernos.
Pero no nos importa
ni a nosotros, ni a la palabra
ni a la rosa.
Toda está aquí presente. Y tan ausente
como está Dios a diferentes horas.
Poesía Española, Febrero 1970
«A vueltas con la secular obsesión de que la poesía se hace con palabras y no con ideas, que lo que importa es la forma de decir, a mí me parece – y lo creo – que la poesía se hace con los ojos, se siente con los ojos, se mira, se escribe hacía adentro con la mirada. Lo demás son formulaciones que involucran al lenguaje que, como recurso final, siempre puede ser un vehículo más o menos agradable y cómodo. A veces, pesado también, largo. Por lo tanto, podemos pensar que la poesía es una catedral de silencio, el bosque gobernado por los pájaros, el mar lleno de seres aún desconocidos, o un solo pez muerto a la orilla del mar. También la palabra, la palabra de tanta vida y de tantos colores como la misteriosa vida de algunos peces del fondo del mar, secretos del fondo de la tierra.
Quiero decir que la poesía puede verse al mismo tiempo con todos los sentidos, quererse con todos los sentidos. Naturalmente que en la arquitectura del poema no puede faltar la palabra, pero casi siempre sólo cubre la fachada.»
«Sin Nacer la Palabra (I)», El Día, 26-3-1995
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