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jueves, 27 de enero de 2011

3098.- FERNANDO BALSECA


FERNANDO BALSECA
Poeta, ensayista y catedrático universitario. En los setentas participó del colectivo Sicoseo de Guayaquil; en la década posterior integró el Taller de Literatura del Banco Central del Ecuador, Sucursal Guayaquil, que coordinó el escritor Miguel Donoso Pareja. Integra el Comité Editorial de la revista Kipus del Área de Letras de la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Quito. En poesía ha publicado Poesía: Cuchillería del fanfarrón (Guayaquil, 1981); Sol, abajo y frío (1985); De nuevo sol, abajo y frío (Quito, 1992); A medio decir (Quito, 2003). Cuento: Color de hormiga (Guayaquil, 1976). En 1991 publicó la antología de poesía ecuatoriana La palabra perdurable. Consta en las antologías: La novísima poesía latinoamericana (México, 1982); Palabras y contrastes: antología de la nueva poesía ecuatoriana (Cuenca, 1984); Posta poética (Quito, 1984); Poesía viva del Ecuador (Quito, 1990) y La palabra perdurable (Quito, 1991). Recientemente obtuvo un Phd. en la Universidad del Estado de Nueva York, sede Stony Brook, con un trabajo sobre el modernismo ecuatoriano.



Caballería*

Y bien:
corrí flaco potro por el olor de tu pelo
orillas del mar me llamaban hasta el fondo
hundirme o no hundirme
he ahí el verdadero gran dilema terrenal.
Corrí flaco galgo y no llegué más allá de la sala de tu casa
el comedor de visita
los armarios
tu cuarto vedado tu cama
tu linda cama
tu cama no
al fondo la cocina
un pasillo como una cuchilla cortaba toda intención mía
de atisbar el más allá de tus ropas.
Corrí corrí como un atleta
el peor de la columna pero siempre en la carrera
por el olor de tu pelo ya lo dije
no siento sino un alacrán en mis rodillas cabalgando más lento
que yo en tu carrera.
Salí flechado junto a tus pantalones
camisetas que me quitaron el sueño después de las 11 de la noche.
Corrí corrí potro fino en medio del bosque de mandarinas
no más tu mamá
no más tus juegos y tus jugos.
Corrí caballero corrí corrí
despejé las alimañas en mi trote
fui veloz
lo más que pude
y no alcancé ni a agarrarte unos cuantos cabellos de recuerdo.
______________
*De Cuchillería del fanfarrón,1981










XVIII. *

a Carolina

Días pase indagando la veracidad de la fuerza que
/guardaban las pirámides
resistí dos días más de los 40 que recomienda San Ignacio
/en medio del ayuno
en un templo budista recibí instrucciones ilegibles para descifrar
/una desaparecida receta de cocina
desde entonces vivo despejando mi duda
las interrogaciones no detienen este deslizamiento permanente
saber que viajamos y no saber si el destino estará lleno de manchas
/como una jirafa o una cebra
Vega esta cada vez más cerca y nosotros de ella
cercanía que asusta como una espada muy próxima
/al pecho sin defensa
en el periplo viajan las conciencias y las acciones de los hombres
un huracán para los que nunca recibieron polvo en medio del viento
catástrofe para los que vivieron en la tranquilidad
/como un pulpo dormido
el desorden señalará las casas que pasaran la prueba del calcinamiento
para nuestros abrazos reclamamos la permanencia como un sello
el viaje estará completo con el aporte de los apretadores de las tuercas
la calle es su elemento el grito su vigilia en torno a la cual
/se alinean las distancias
las plantas se asfixian por el aire que quiere adecentar la selva
los animales padecen enanismo por la extraña polución de las ciudades
los trabajadores se abrasan de oxígeno como la cólera guardada
/en un globo que se eleva
todo existe hasta llegar a Vega en el viaje sin retorno y sin tardanza
que la flor crezca fuera de la tierra para que sienta frío
que el pez camine sobre la arena seca para que no reniegue
/de su pasado
la humanidad produce a veces seres premiados por la bondad
/y el juicio
beso de la compañera es un sereno signo de futuro
el camino es una loma donde sólo desde arriba se aprecia la quebrada
las sociedades se transforman con la persistencia del sonido
/que está en el caracol
los reformistas se contentan con percibir la altura de la cima
/y no subirla
siempre hubo animales que anduvieron lejos de la manada
/para no compartir el esqueleto del bisonte
este camino es útil si mi huella se convierte en pisada tras pisada
la precaución es amaneramiento ante la alta cuota de plusvalía
/que nos quitan
el futuro es el presente pensado en el día de mañana
¿Encontraremos seres de otra galaxia que habrán llegado
/al comunismo?
avanzamos seguros después de la escisión de aquellos
/que tenían miedo al fuego
los que no recogieron leña para la lumbre ahora están con susto
/y desamparo
se cubrirán de nuevos nombres pero hay sujetos que no limpiarán
/la piel contaminada
la historia y el mundo se comprimen como un carbón que va en busca
/del diamante
la secta peregrina como la procesión del insecto que va tras
/la miga equivocada
el reino del actuar asusta a los primates que tiñeron sus sombreros
/para evitar ser reconocidos
el movimiento es una hamaca cuyo extremo se rompe
es también el cariño que me da la fuerza de tu mano
/una respuesta a tanta duda
en la inmensa oscuridad el mundo muestra su combustión
/como cigarrillo en media noche.











Poemas

XXII.

Alsacia era una región de mi mapa personal aún no visitada
/por no saber si era francesa o alemana
consternado por la guerra que dificultaba la importación de lentes
/y de espejos ópticos modernos
no quise quedarme a la intemperie y por eso aguardé con esperanza noticias nuevas
de un país o de otro
como a un documento que encerraba una verdad científica y famosa
mas yo escribía imaginarios que no habían sido imaginados
trastocaba tiempos dibujando constelaciones sólo visibles
/en un invierno al pie del agua
allí la vi dormir aunque no supe controlar sus sueños
/ni yo mis pesadillas
(“la gentileza de sus palabras hacia mi persona”)
sin que se diera cuenta
sin que me diera cuenta
protegí sus pechos de ruidos sus ojos del exceso de yodo sus caderas
de residuos calcáreos microscópicos
del sol y de las algas armé la defensa de sus muslos la guarnición
de su cintura midiendo allí la longitud exacta de mi abrazo
memoricé cada palabra y cada reparo que remeció la supuesta fortaleza de mis
convicciones
mezclé mis bálsamos para humectar sus cejas besé poro por poro
sus lunares que destilaban cada condensación tocada por la lengua
encontré un poema completo incrustado entre las letras de su nombre
(secretamente fui un rayo infrarrojo tonificándome en sus hombros desafiando la
caída de sus piernas)
mas una ola siempre nos revuelca nos revuelve hacia la tierra firme débiles después
de semejante esfuerzo
entonces era discípulo del vivir en buena ley y cortesía
pero intenté desatender las voces que me ataban el deseo y fui copiado
/ por el peso y la costumbre
por la obediencia al estado civil como parte del legado hacia la prole
("y muchísima suerte hoy y siempre")
así me quedé añorando esa imagen que delineó mi afán de vivir juntas
/dos tres conciencias a la vez
estallando una por otra colisionando mordiendo el filo una sobre otra
extrañando su voz y su cuerpo que habitaré aunque nadie ni yo mismo sepa cuándo
cómo dónde
Alsacias mar
(y amar)
y dueña de un todo imposible universo de locura.
_______________
*De De nuevo sol, abajo y frío, 1992
Fuente: Poesía ecuatoriana e Isla Negra de Gabriel Impaglione







No el humo sino la cortina que ronda tus labios desgarra la razón.
Tampoco la noche de las cinco de la tarde.
Es que estás aquí en medio de la nieve que me quema,
inadvertida de la tormenta y con las ventanas siempre abiertas.
Bajo qué manta —qué destellos en la poca luz— seremos invisibles,
cómo paralizar el giro inesperado del objeto que rueda para siempre,
en qué recodo de arena acamparemos para fracasar sin proponérnoslo.
Acaso el sol sea el equilibrio que bien le haría a este paisaje
que nada tiene que ver con el reclamo por una geografía.
Desde tu habitación yo vi la ardilla correr con timidez exagerada,
atestigüé la floración de la ramita mucho antes de lo previsto,
sin siquiera medir el ángulo de entrada del último resplandor
me di cuenta de que anochecía más temprano y canté el suceso.
Nada me inmutó hasta que tu pecho se impuso en mi costado
con una frase exenta de previsión que me partió en múltiples pedazos:
un fragmento voló alto y de él no hay referencia en ningún rastreo,
otro me ha labrado un sordo escalofrío que tergiversa la serenidad.
Tu aparición conmemora sin remedio el trizamiento del ser.
Pero no es el humo sino la palabra que sale de tu boca
lo que completa el día, lo que hace palpitar la semilla.







La metrópolis se estremece porque andas tú por sus verandas
suelta a la manera de una hoja que levita desafiando toda ley.
Los viandantes se petrifican en su intento de archivar en una imagen
el continuo del tiempo que sustraes y que sólo tú congelas.
Los semáforos vacilan cuando altiva cruzas el paso peatonal
para comprobar que la comunicación sin engaño es imposible.
Los vendedores ofertan las mercancías a tu paso sin reconocer
que el otro día sobrepasaste el ámbito de la transacción humana.
Los jóvenes que te admiran necios ya redactan acrósticos,
composiciones líricas de esforzado ingenio —¡todo mediocre!—,
ignorantes de que te encaminas empecinadamente hacia un abismo
recién abierto para que ensayes el ejercicio de tu vuelo.
Los brigadistas saben por tus ojos que su lucha no fue en vano.
Declaro que esa ciudad es mi enemiga pues te retiene lejos de mí.








En el harén en que habito hay una esclava que altiva se me pone de rodillas y me deja entrar.
En el harén que controlo con diligencia una esclava se despoja de sí porque yo se lo ordeno.
En el harén que imagino anda una esclava que me aturde con sus pechos cada vez que entro en el sueño.
En el harén que he comprado se pasea una esclava que me cura los rasguños inferidos por otras mujeres.
En el harén que gobierno una esclava descalabra mis edictos y resoluciones con la magnitud de sus caderas.
En el harén que he formado protesta una esclava cuya desobediencia justifica que pida para ella el castigo capital.
En el harén que planeo habrá siempre una esclava sabia en hierbas que me llevarán de viaje por el desierto sin sentir sed.
En el harén en que estoy deambula una esclava que masajea mis muslos después de ofrendarme lo mejor de su lengua.
En el harén de mi propiedad no hay lugar para el reposo porque la vacación ha sido declarada premisa de toda temporada.
En el harén que diseño ha llegado la más hermosa hembra que no sabe qué hacer con la dorada paradoja del matrimonio.
En el harén que vigilo una esclava me quita el poco aire que me queda al formularme inquisiciones altaneras.
En el harén que me pertenece una esclava incitante se abrillanta los muslos como una hembra de caza.
En el harén que he creado una esclava al fin se rinde después de mi insistencia por enseñarle lo que nunca imaginó.
En el harén en que vivo hay sólo una mujer a la que me entrego como si yo fuera su esclavo.









Al contrario que yo
tú no has estado en Sacsaywaman preguntándote de dónde,
cómo vino a parar tanta piedra cincelada en paisaje con otra economía.
No has andado por las trochas de Cascol en busca de un haz de luz
para producir una emulsión en mi tumba cuando me quede mudo.
Tampoco te han visto entregada a la garúa en la rada de Cojímar.
Nunca te asomaste al acantilado del callejón sin salida de Sound Beach.
Mas cada vez que retorno a los espacios que para mí he descubierto
percibo que ya estuviste allí silenciosa, prefigurando
el tiempo del absoluto comienzo y de la inútil proposición del reencuentro.
Tampoco di contigo en un casa esquinera en Lacret y Pasaje Oeste
cuando aprendí un paso de son que salva al que ha perdido el ritmo.
Nunca consumí mi espera frente al número 2 de la calle Teodoredo
atisbando el segundo piso alto en busca de la silueta de la revelación.
No rondé por el barrio Centenario buscando que se desprendiera un aerolito.
No estuve contigo en la sala de los claustros en el alto Manhattan
ni en el zoco de Marraquech comprando un poco de rapé
para destaparme la nariz y deshacerme de la alergia al ácaro doméstico.
Nunca compartimos el tour en Leningrado Lisboa Melilla Praga Petra.
En mi puta vida degusté una sopa marinera en Cotocollao.
Jamás viviste allá o aquí: sólo una sombra irrumpiendo mi camino.
Pero algo inmemorial me dice que si Ptolomeo te hubiera conocido
ya hubiera encontrado para ti un preciso lugar en el sistema.



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