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lunes, 24 de enero de 2011

3067.- ZURELYS LÓPEZ AMAYA


Zurelys López Amaya
La Habana, Cuba 1967.
Poeta, narradora. Ha obtenido varios premios en Encuentros Literarios. Poemas suyos han sido incluidos en las Revistas: Universidad Autónoma de México, Somos Jóvenes, Orobó de Brasil; Matanzas, El Mar y la Montaña, Unión, La Jiribilla, y colabora con las revistas, Cubaliteraria, La Jiribilla y Esquife, con reseñas y entrevistas de autores cubanos. Su obra ha sido además publicada en el Anuario de Poesía de 1994 de Ediciones Unión; en la Selección Poética Mujer Adentro por la Editorial Oriente; y en la Selección de poetas Ariguanabenses Yo soy de donde hay un río, por la Editorial Unicornio, en la Antología Poética Otras Islas, de Cubeart, y la Antología El ojo de la luz, de poetas y artistas cubanos por la Editorial Diana Edizioni de Italia. Posee tres libros de poemas. Uno recién publicado por la Editorial Unicornio, otro en proceso de publicación por la Editorial Extramuros, y el otro en propuesta para el 2011 por la Editorial Letras Cubanas. Además, uno de Literatura para niños y jóvenes aún inédito. Obtuvo primera Mención en el Concurso Nacional Félix Pita Rodríguez en el 2003. Fue finalista en el Primer Concurso Internacional Los Odres de Murcia, España y obtuvo Mención en el Concurso Fernandina de Jagua de la ciudad de Cienfuegos.
Actualmente trabaja como especialista en la Biblioteca, actual Centro de Información de Literatura Cubana Contemporánea, del Centro de Promoción Cultural Dulce María Loynaz.

Pactos con la sombra (Spanish Edition)Rebaños (Spanish Edition)


Del poemario Pactos con la sombra

Los hombres son crueles, pero el hombre es bueno.
RABINDRANATH TAGORE

No mutilo este cuerpo cargado de picadas y huellas. No somos las paredes de otro siglo capaz de sorprendernos. Leyendo a Tagore es que despierto de la encrucijada donde los hombres no deciden el final de un país, sino el comienzo de una permanencia. Es este el equilibrio que pensaba alguna vez desatar. Ese equilibrio que germina con cierta música en mi oído, cierta nostalgia como minúsculos habitantes que aun creen en toda palabra domesticada. No me excluyo de este devenir hacia la otra mitad del mundo. Me conformo con salir de una cueva hacia otra cueva por donde vuelan traviesas las gaviotas.






La mesa
Uno percibe el grano de maíz sobre la mesa, percibe la cebolla que impulsa lágrimas de cocodrilo sobre la mesa, la carne de comer sobre la mesa se vuelve flaca en la sartén, carne traída del buey muerto entre los rieles. Pasa un leñador. Ha muerto un buey en una de las curvas. Uno percibe el grano de maíz sobre la mesa, percibe la cebolla que impulsa lágrimas de cocodrilo sobre la mesa. No ha muerto nadie. La carne de comer sobre la mesa desaparece.







La pared
Tuvimos un árbol. Yo jugué hasta cansarme las piernas. Jugué y recité poemas sobre las familias, sobre la soledad del hombre que no resiste su rostro. Jugué entre mis cenizas hasta donde pude. La pared no tiene un nombre común mientras la mires como una pared. No supe andar descalza por mi piso. No supe encontrar el árbol que sembramos en tu patio. Árbol que fue cortado sin piedad. Sin luz pequeña en las manos cortantes. Fui toda pieza de un círculo abstracto, marco de cuadro en galería. La pared no tiene un nombre común mientras la mires como una pared. Tuvimos un árbol. Sus hojas eran blancas y verdes como si no fuera una mentira. Triste convertir sus hojas en esqueleto de árbol que sufre la ausencia. Es mentira que muera o que deje de crecer. Es mentira que saques de tu cama mis olores. Es mentira el país con sus monedas falsas. Yo no muevo mi esqueleto para que lo abandones como si fuera un árbol. Es mentira mi ausencia en tu pecho. Reciclo mi espalda y me bebo toda la hierba posible. No huimos como si fuésemos la palabra que no se quiere oír. No soy la palabra ni nada al alcance de tu pared. Soy el árbol.








El obrero
No seré hormiga muerta en la arena de mi calle donde los obreros luchan la madera de su casa. La arena será la mezcla del hotel o de la casa que lucha el obrero. No seré la hormiga muerta por un ciclista, el ciclista será un asesino que nunca cumplirá su condena. Irá entretenido, pensando en la casa que ve construir, que sería bueno si fuera su casa la casa del obrero. Pisa a la hormiga. Yo. Y no quedo en su goma vieja de bicicle abandonada, quedo en la arena de playa como una hormiga insignificante. Podré ser una hormiga muerta, estaré en una de las paredes que el obrero luchó para su casa, pero no quiero ser hormiga muerta en la pared del obrero.






Capricornio

Mi hija entona una canción de Gal
/Devia ter amado mais! ter chorado mais/
ter visto o sol nascer/
Quiere volar. Pregunta por el ada azul
y lee a Saint-Exupéry antes de dormir.

Entona una canción de Lennon por Gal
/Day after day/Alone on a hill/
Pide que la entiendan. Cree que mañana el mundo
agotará sus pómulos rosados, que crecerán sus piernas
a la velocidad de un beso.
Mi hija con doce años entona una canción de Gal.









Lao-Tsé

Yo sería luciérnaga si no fuera pez que resume
agua en sus ojos.

Solamente sería luciérnaga
si no volviera todo lo que toco en agua.

Igual que Áglae (resplandor infinito)

Sólo si fuera luciérnaga y pez con alas y luces migratorias
bebería en la misma fuente que Áglae.

Y Lao-Tsé respondería alguna vez mis preguntas
cómo poder volar y ser el pez que muere por su isla.











Desnuda

A Any Ambrosio

Una amiga besaba la tumba de Edith Piaf
con sus labios rosados.

Cerraba los ojos y besaba la piedra congelada
donde los poetas duermen
sus huesos blancos guardan una luz
el secreto de sus amantes desnudos
mientras en otra tumba
no lejos
se oyen los versos amaestrados por el invierno.

Una amiga con los ojos cerrados deja la marca de
sus labios en la tumba de Edith Piaf.








A… solo es mía la pura soledad

Dulce M. Loynaz.

Eres losa intranquila
mármol blanco brillando sobre el agua
cuencas de vidrio en lámparas rompientes.

El viento tras los árboles aplaca los sentidos
barren el polvo de los muebles tan silenciosamente acomodados.

¿Quién eres que te apagas y vuelves encendida
con tu elegante paso de amapola silvestre?

¿Quién alza sobre ti la corona de aves como esta soledad?

Tus inquilinos vuelven de sus tumbas
convierten tus fantasmas en aire y luz
en madera preciosa sosteniendo entre piedras el águila.

¿Cómo eres tan hábil circundándolo todo?
rastro comediante de tu jardín.

Esta casa es tu isla innegociable
tu sombra se ha escondido de Cupido
la veo asomarse discreta tras las cortinas.

Tu flor no ha marchitado debajo de la almohada.









El peso de la tradición

Arturo Montoto

Es mi ciudad la que piensa entre miserias
que una canción
o un trago de ron cubano
es lo que puede salvarnos.

Salto soledades
tras la ventana de correderas en una altura abismal.

Miro los aviones alejarse
vuelo con Joaquín a su España madrastra
como si volar me hiciera huérfana de mis calles.

Son mis miserias
las noches con todas esas luces
transbordadoras de alas.

Este siglo es la fuente de Infanta y Manglar
de Saint Vicents dels Horts
y de la zona trece en La Habana del Este
con sus gaviotas marcadas por el petróleo.

La admiro por sus pájaros felices
por la espera insegura en terminales y funerarias
de jóvenes suicidas
por estar simulando otra ciudad colgando de la nieve
y por todos sus huecos posibles.










Donde existen paredes

A Israel Díaz Mantilla.

En un lugar poco habitado por nosotros
en el Café París
donde se oye un saxofón rompiendo la miseria
supe que escalaríamos juntos entre ciudades multicolores.

En el reino de las aves hay una que tiene el ala partida
come de mi mano el arroz
hay un ave que vuela en mi espalda
y entra a escuchar el ruido de la tarde cayendo
como caen los hombres.

Mientras vamos juntos a una iglesia
en un lugar donde los adoquines gozan de las pisadas
me sumerjo infantil.

Espero pasar mis manos por tu cara
y tomar sentada un café de París
donde un hombre deshabitado
toque el saxofón rompiendo la miseria.









La isla desbordada

Una isla es la perfecta manera de existir
navegar sin mover los brazos y las piernas
asegurándonos que algún día se llega a alguna parte.

Isla mía
angustia de no querer morir
iré tras la noche a buscar una luz como la de los barcos
pasajeros sin prisa
daré la vuelta como una adolescente perdida
preguntando cada minuto por mis aguas
que han enfermado de no ver la luz.

Isla de mi isla.

Las paredes me demuestran tu permanencia útil
tus amantes involucrados con la aurora.

Te deshago isla
me devuelvo entre balsas trituradas
porque es inútil huir sin amarte
sin devolver tus conchas amarillas
estrujadas por las manos de algún adivino.

Te deseo isla
te aprieto a mi equilibrio
me desnudo en tu mar vigilante
celoso de no perdernos.

Somos la isla desbordada.

En tu alfombra torbellina
hay incógnitas a la verdad de ser una isla famosa
porque entre el pescador que te ama y el turista
hay una mirada diferente
una foto capaz de sostener tus lágrimas
aunque al final sólo seamos ángeles.










De lo indefinido

No se traza el vacío indefinido a la otra vida
cuando más que vida es la resaca de un viejo sueño
temeroso de no ser más que eso.

No se traza el vacío indefinido
ni a la rosa marchita
que ya no puede ser más que una rosa marchita
o la hojarasca que el viento devora y desvanece.

No se puede hacer más
no se hace
no se traza más que la vida.










Hilo dos

Si me arrepiento de no ser ese hilo
que recorre el espacio del universo.
es que no he sido nunca el mar
ni la sal de los peces que Varela contuvo.

No tengo un dios
tal vez lo tenga
como todos los poetas del mundo.

Un dios puede estar en mi pensamiento para que crea en él
ser a la vez el incienso que abarca mi cuarto a las tres de la mañana.

Al final
será el dios un niño que cruza la calle tras su perro.









Poema del hambre

El sentido del hambre
la sobra de los perros que quita el hambre a las hormigas
los negros que mueren de hambre
moscas que los circundan en medio del desierto y la sed
los gorriones que roban el pan del mercado por el hambre.

Todos dicen algo
rezan por alguien que vendrá
aunque el hambre de seguir teniendo cosas no se acaba
hace grietas por las paredes
atraviesa calles y huesos.

Del sentido del hambre
del peso que quita el hambre
se habla poco en Ginebra.

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