Carmen Pérez Valerio
Nació el 7 de marzo de 1958 en Santiago de los Caballeros, República Dominicana.
Desde muy joven mostró gran interés por la lectura y las artes, distinguiéndose por su sensibilidad e intuición hacia las letras y el trabajo artístico.
En 1985 obtuvo el título de Licenciada en Educación –concentración Filosofía y Letras- en la hoy Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, donde más tarde pasó a laborar como profesora del Departamento de Humanidades y directora del Departamento de Publicaciones por varios años. Actualmente, es encargada de la Unidad de Ediciones de la Oficina de Desarrollo y Comunicaciones de la misma Universidad y asesora cultural del Ateneo “Amantes de la Luz, Inc.”
En 1988 realizó estudios en la Universidad Tecnológica de Santiago, obteniendo el título de Magíster en Ciencias de la Educación -concentración Investigación Educativa-Ha realizado estudios de postgrado en Cultura Afroiberoamericana, en la Universidad Católica de Santo Domingo conjuntamente con la Universidad de Alcalá de Henares, (2000). Además, estudios de Formación y Capacitación para Editores Universitarios, organizado por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, en San José, Costa Rica (1993).
Ha desarrollado una amplia labor de vocación y servicio en la promoción cultural, en su ciudad natal, por más de 20 años.
Es editora fundadora de la revista “Amantes de la Luz”, fundadora y líder de grupos y tertulias literarias. Como gerente de Cuesta Centro del Libro en Santiago, fundó y dirigió por varios años un ciclo de conferencias semanales sobre diferentes tópicos del ámbito científico-cultural.
Ha publicado trabajos de ensayo y artículos en periódicos y revistas, así como dictado múltiples conferencias y conversatorios sobre tópicos culturales, educativos y crítica literaria. En el 2003 publicó su poemario “Rumor Cotidiano”.
Presidió por dos años la centenaria sociedad cultural “Ateneo Amantes de la Luz, Inc.” de cuya directiva ha sido miembro, al igual que de la también centenaria “Alianza Cibaeña, Inc.” y de la Directiva de “Casa de Arte”. Además, es segunda vicepresidenta del Instituto Duartiano de Santiago, dirigente del Ateneo Insular y cultora del Movimiento Interiorista.
Por su labor de promoción cultural ha recibido reconocimientos de la Secretaría de Estado de Educación “en atención a sus méritos intelectuales y estéticos, su valiosa ejecutoria cultural y su aporte creador al desarrollo del arte y la cultura en la República Dominicana”, (2000); del Ateneo Insular, Inc., “por su valiosa contribución intelectual, espiritual y estética a favor del crecimiento literario del país expresado en su apoyo al Movimiento Interiorista con su labor de organización, promoción y creación”,(1999); reconocimientos del Ateneo “Amantes de la Luz, Inc.”, (2000), Colegio Cardenal Beras (1998); Escuela Normal Superior “Emilio Prud’Homme” (1998) y del Círculo de Escritores de Santiago (1995).
Algunos de sus trabajos poéticos y narrativos han sido publicados en las antologías literarias del Movimiento Interiorista.
carmenpeva@hotmail.com
RUMOR COTIDIANO
OSCILANDO EN AURORA
He aquí mi frente
abierta al sol
templo de palabra
y silencio
lienzo amurallado
oscilando en aurora.
DESCIFRANDO LA MEMORIA
Transito el asfalto
descifrando la memoria.
Camino los extremos.
Percibo esa otra forma
que atrapo y se diluye.
Trazo líneas sobre piedras.
Invento números para fechar durezas,
luces encendidas,
eras,
hombres desnudos.
El fuego arde en la neblina,
en la amapola,
y sobre mi cabeza
el tiempo,
siempre el tiempo.
SUEÑO INÉDITO
Frente a mí
la ciudad inerme,
mutación de ausencia
endurecida en el viento,
arcilla que bebe
el sabor del mar.
Recorro su espacio,
plenitud sensible
en el instinto del barro,
sueño inédito
de las cosas sin nombre
que el rostro evade.
Camino sin prisa
hacia la posibilidad de la presencia
retenida en la verdad de su forma,
y mis ojos ya paisaje de lluvia
regresan al manantial.
Todo fluye en el redil de la tarde,
palabra,
línea,
imagen y silencio…
la multitud me acoge
en su rumor cotidiano.
LEJOS DE MI
Sola,
lejos de mí,
bebo el azul amanecido,
la inmensidad de calles
entrecruzadas.
Vivo y pienso.
Discurro y muero.
Cualquier lugar
es un refugio distante,
cobijo del fuego inquieto
en duelo con la brisa.
LADRIDO JUNTO AL OCIO
Hoy
me sorprende la noche
en el cansancio de un día más.
Recorro las mismas calles,
justifico su presencia
en el gesto que acontece.
Repaso su piel extendida
en el umbral del luto.
Repito el saludo
que apenas se escucha
y escucho.
Todo gira en este ser y no ser,
en el ladrido junto al ocio
que vaga hasta quedarse dormido.
Sentir,
seguir siendo.
Al despertar
se vuelve a las mismas sombras,
con los mismos fantasmas.
Pasan los minutos,
las horas,
el día
apaciguado en el sueño.
LIENZO DEL TIEMPO
¿Qué afán mueve
el pincel de espuma
que arranca la vida y la florece?
Así esperamos
en el lienzo del tiempo
el olvido que la retorna.
SENDEROS DE OLVIDO
¡Oh barro que me acoges!
¿Qué extraño vínculo nos une?
A veces me siento profunda en ti,
y otras,
lanzada al vacío de tu soledad.
¡Oh manantial
que late en mi sangre!
No sé si me recorres
o si deambulo
por senderos de olvido.
Todo nace en ti
y todo muere
en este latir constante,
en esta quietud inquieta de la tarde,
en la incertidumbre de un amanecer
que no sabemos si llegara.
¡Oh extraño juego de la memoria!
que muere cada día,
que crece desde sus entrañas
y desciende por tu cabellera verde
tras la huella de pasos borrados.
En algún lugar me habitas y te habito,
dispersa,
diluida,
descendiendo por tus abismos
o navegando el azul
entre dos cuencas de llanto.
CUANDO CAMINO
Tras esta ventana
se desvanecen las formas
cuando camino.
Me detengo…
y soy olvido.
UNA VOZ ALLÁ AFUERA
Una voz allá afuera
me llama.
Abro la puerta.
Camino repitiéndome
en las paredes y el asfalto.
De regreso,
si sombra se alarga
en su fatiga;
sin embargo,
aún escucho mi nombre
calle abajo.
Alguna vez
he de encontrarme.
ME BESAS LA MIRADA
Me besa la mirada
y me entrego
a este mundo real,
alucinante…
buscándote,
buscándome
en la vorágine de lo absurdo,
del límite,
de lo incomprensible.
Te nombro
y me encuentro nombrándome.
Un grito.
Un eco.
Vadeo la anchura
desangrándome en cada paso.
RODANDO EN TIEMPO
La piedra observa lo duro de su forma,
el frío corazón que justifica su existencia.
Yo, que sólo entiendo de mudez,
busco en el tacto su memoria,
en el fuego de la caricia inocente,
en el pecado de Magdalena
y mi duda rodando en tiempo.
Algo muy parecido a la nada
se dibuja en el silencio de tu vientre,
efímero en la mirada que empieza a entender.
¿Cuántas vidas tocaron tu cuerpo aniquilándose?
¿Cuántas muertes se refugian en mi morada?
CAMINO SILENCIOSO
El abismo de la noche
me observa
como un escarabajo
que se suma a la vigilia.
Lo acojo en mi insomnio,
camino silencioso que se alarga,
y vuelvo al alba,
corriendo el día
hacia ese otro olvido
que aguarda impasible,
hueco endurecido
donde anidan mis cosas
sin saber si me reconocen.
ASOMBRO DEL SILENCIO
El asombro del silencio
se recuesta en la calle,
repetido en mi
devora su propia muerte.
Un semáforo
marca nueva ruta.
Avanzo…
y un leve temblor
resucita la luz
en la transparencia
del asfalto.
Todo gira
en su instinto de ser.
DESVISTIÉNDOME
El sonido de un tamborcorre calle abajo.
Olor a ron y sudor
llega de los cuerpos desnudos de la noche.
Desde aquí,
un gato maúlla,
y puedo ser yo desvistiéndome,
adentrándome a tus rincones
de luces artificiales.
Algún borracho en el contén
recuerda su miseria
precipitándose a la nada.
Camino sin prisa,
esta calle podría terminar
en cualquier esquina
o continuar infinitamente
hacia otro día,
y ya no escucharía al gato
que continúa maullando.
INVENTANDO FORMAS
El sol me baña
y me contiene.
Somos extraña sinfonía
inventando formas
sobre el camino.
Me extiendo en imágenes,
en contornos,
y me sorprendo
tratando de alcanzarme.
MADURA DE PENUMBRA
Esta noche envejece
hacia el día que la muerde,
hacia el amparo del musgo
que la abruma.
Esta noche
es otra noche que se abre
a lo oscuro de su forma,
rasgando con sus raíces,
desquebrajada en aliento y ceniza.
Esta noche se multiplica hasta mi orilla,
madura de penumbra.
REGRESO AL SUEÑO
Regreso al sueño
disperso en la huella,
corteza de murmullo
conjugado en caracol.
Avanzo
en el ropaje que se ahueca,
acumulando distancia,
retornos,
voces.
Mi sed
no es de azul ni de horizonte,
me viene del alba
renacida en la amapola.
EN PLENITUD
Sólo hay calles,
pies desnudos,
horizonte que agoniza,
noche naciendo
bajo el ala que pasa.
Me detengo en la brecha
vigilante de la penumbra
a escuchar el rumor del vuelo,
y mi corazón se posa
en el remanso del viento.
¡Qué aliento sigue la quietud!
¡Qué mano enciende destellos
de luz sobre el pavimento!
Trémula, acompaño su andar
en plenitud de conciencia.
RÍO DE AMAPOLAS
Este caminar
me lleva a la imagen
parida del barro.
Escribo su nombre
y un río de amapolas
se desliza con la neblina
inventándose.
MIRADA RODANTE
Despierto
y entra de golpe el día
aferrado a su existencia,
confundido en sus voces,
con sus brazos extendidos
en la caricia
atrapando caracoles dormidos.
Me defino en su contorno,
en su mirada rodante
en la confusión del regreso
y nuevamente despierto
corriendo hacia mi,
buscándome
en cada rincón de la casa,
escribiéndome en páginas sueltas.
DESNUDEZ DEL REFLEJO
Camino la lluvia,
la desnudez del reflejo,
esa otra verdad bajo mis pies
de colores difusos,
inconclusos,
diluidos en signos.
Y nuevamente
la lluvia,
la neblina,
en su vaguedad
danzan mi regreso.
SINFÍN DE VOCES
Vibro en el fluir de estos pétalos,
surco su forma
y un sinfín de voces hieren
la conciencia tímida del recuerdo,
el dolor,
el silencio,
este caminar por lugares espaciosos,
el desencuentro.
Pasos,
más distancia,
la angustia de vivir precipitándose
hacia esa otra verdad,
la verdad del olvido y el abandono,
del no ser y tener la certeza
de este latir constante,
de tantos seres repetidos
en la memoria,
cabalgando sueños,
para desembocar en la hondura
de tus ojos inciertos
por donde asciendo
sin comprender
porqué se deshojan las mariposas.
NADA ME ES FAMILIAR
Hoy nada me es familiar.
La ciudad llueve
Anónima,
Insondable.
No reconozco mi nombre
ni mi estatura
desdoblada bajo el pavimento.
Un semáforo
ordena a mis pies detenerse,
sin embargo sigo avanzando
hacia la próxima esquina
y solo recuerdo
su luz roja intentando
alcanzarme.
La sigo con la mirada
hasta perderse en esa otra esquina
que no veo
pero presiento.
Ya no corro,
al fin he llegado.
EXTRAÑO LABERINTO
Detrás de esta ventana
hay un espacio que habito
y me habita,
un latir de barro,
a veces un grito
-extraño laberinto
de mi sentir-
en río de amapola
se escapa por las venas
y me besa,
me besa.
Despierto en el musgo,
florezco con el viento
y de nuevo te encuentro
en la cruz.
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