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miércoles, 8 de diciembre de 2010

2574.- TALLULAH FLÓRES


Tallulah Flores
Nació en Barranquilla (Colombia). Adelantó estudios de Lingüística en la Universidad Popular de Bucarest, Rumania, obtuvo el título de Educación de la Universidad Javeriana, y de Especialista en Pedagogía de la Lengua en la Universidad del Bosque de Bogotá. .
Actualmente es candidata a una maestría en Estudios Multidisciplinarios de la Universidad de Nueva York. Realizó seminario-talleres de Semiótica del Cine coordinados por el grupo Skandia y por el Teatro Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá. Catedrática y poeta, ha dedicado veinte años al ejercicio de la docencia dirigida a estudiantes de Básica Secundaria y universitarios. Se desempeña como profesora de Apreciación Cinematográfica en el Colegio Hebreo Unión donde creó esta asignatura hace ocho años, y de Literatura Universal. Así mismo, tiene a su cargo las cátedras de Columna y Editorial, Teoría de la Argumentación y Análisis Cinematográfico en el Programa de Comunicación Social de la Universidad del Norte. Es miembro activo del grupo de Investigación en Cultura y Comunicación de la misma universidad por lo que ha hecho parte de programas de investigación y capacitación a nivel de diplomado en la región Caribe, coordinados por el Ministerio de Cultura y de Educación.
Ha publicado tres libros de poesía: Poesía para armar, Voces del tiempo y Cinematográfica, editados por Plaza & Janés, Bogotá, Biblioteca Miguel Rasch Isla, Instituto Distrital de Cultura y Luna Hiena de Bogotá.
Ha representado a Colombia en festivales internacionales en La Habana, Cuba y Curtea de Arges, Rumania donde ganó el Gran Premio Internacional de Poesía en el 2003. Ha dado recitales en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, en el Encuentro Internacional de Medellín organizado por el grupo Prometeo, y en festivales locales y regionales. Ha dado conferencias sobre literatura y educación en eventos organizados por universidades y entidades culturales de la ciudad y la región. Es miembro del comité editorial de la revista víacuarenta.





Ciudad Americana

Aquellos pensamientos míos
se parecen a tus ojos de mil novecientos diez
sin el sitio preciso para ver a los muertos,
sin la blanca pared y el hocico del toro.

Aquellos pensamientos míos
en los Montes de María que nunca mencioné,
en las llanuras rojas y en los caminos polvorientos,
en mi habitación sin musgo y con cangrejos devorados
se parecen a los tuyos sin las brisas de invierno.

Yo tampoco deseo que me pregunten nada.

Si este río cada vez más inútil en las terrazas secas
es memoria de España tus dibujos de aljibes
y esa grande cisterna.

Si en las ventanas solas imaginando otra época
por los bosques del Norte está la muerte
en las cosas que el poeta se cuenta.

Si aquí estaba la vida donde están los andrajos
y estos niños ya muertos.

Donde están las mujeres
-otra historia prestada-
mientras ellas regaban la tierra
los soldados de espaldas
entre risas bailaban sus cuerpos en la grama mojada
más acá de tus luces la ciudad capturada
Time Square, Time Square
donde estaba el letrero
que leíste dos veces.

Ciudad americana.
Americana ciudad.
Pueblo ciudad del Sur que tus ojos no vieron.







De las tierras baldías

frente a la plaza misma
dispersándose
entre círculos de fuertes líneas blancas
la multitud se distraía
arrojándose injurias risas y botellas

lanzándole al vacío todos bailaban en sus ropas húmedas
obedeciendo al tambor los pies con vida propia
cerrando el paso a los extraños de la fiesta

mencionar el fantasma de figura inequívoca
revelado en los cuerpos
recordar que su rostro obstinado y sin alma
hacia ninguna parte fue su mueca la magia
cuando se iba a la fiesta
y la fiesta
y que siendo muy niños
los disfraces reales como diablos corrían
por la cuadra de enfrente para aprender del miedo
relatándonos cuentos de culebras y espantos
de la vida y la muerte
la muerte y la vida a la inversa era el juego

agarrándote fuerte tú montaste en trineo
tus historias del Norte
yo en diciembre aquel ocho
en mi tierra de arena
en un duro vagón
si mis ojos rozaban las llamas
yo corría yo volaba y reía feliz

Oú dans l’air, oú dans l’air enervé.
Ce matin, je vais tendre.

Aguacero de luz hasta más no poder
los andenes repletos de velas.

Apropindu-se si departinduse
Asa cum fac violinisti tigani
Cintind aproape urechile.
Cine era, cine vorbea, Calinescu?

Bajo el Alto Prado vi una virgen dormir.








William Blake

Estoy bajo tu árbol pero no soy inocente.

Soy la mujer de las mujeres que levantó sospechas
sin venerar a Dios y supo de sus trampas
robando tus palabras por tu llama muerte
salí cada mañana para ser la de siempre
envuelta en una nube Si tú me reconoces te entregaré las mías
serás el mensajero de los hombres sin ojos
tan mudos e infelices que aprovechan la noche
segados por los bordes como si fueran Tiriel

El hombre de la espada como guardián prudente
que reinventó los mitos llorando el dulce sueño

Para poder vivir en el lugar de siempre
para poder morir estoy bajo tu árbol
sin pronunciar sentencias que yo sé de las guerras
de tanto contemplar la afrenta y la prudencia
las horas que nos miden el énfasis del gesto
la angustia de los hombres que es la misma de Dios
el júbilo que engendra toda clase de injurias
los ángeles que arrojan señales del imperio
con sus curiosas manos como si fueran ciertas.

Si tú me reconoces me buscarás a tientas
que estoy bajo tu árbol para saber morir.






Naturaleza muerta

En verdad no hay historia.
Desde la madrugada todo está quieto
y la niebla oculta los caminos.
A través de los árboles
las palabras
sigilosamente
se transforman en dibujos crueles,
signos cerrados de erotismo
que aparecen rodeados de miedo y de misterio.

El gris destierra el día,
pero yo sé que es temprano.
Me duele el cuerpo de andar a ciegas
y toco la fuerza de los troncos que no hablan.

No es un cuento:
las letras me recorren ávidas,
con rabia
y huyen de mí sin revelar razones.

¡Infelices palabras!
No hay trama ya en el parque.
Soy yo, sin follajes,
y bajo el farol del centro
la luz
en precipicio
se apropia de mi boca.








Walt Whitman

Porque en algún momento mencionó las fronteras
sabiendo que no existían fronteras
y que nada era seguro, ni las cosas sencillas que no existen,
celebro a Whitman y en su voz me pierdo
porque conviene más saberlo cerca para poder abandonarlo
inventando otro diálogo de dejaciones que avancen,
o proximidades más propias para celebrar el tiempo
Canto de sí mismo, yo me canto
y me apropio de mí, de los que vienen
porque así lo pediste y yo me creo
y creo en mi época de tristezas vanas y de muerte,
y en el futuro tan vano de tanta vida que no tendré.

No soy original, tú lo dijiste, y no he de serlo porque no significa nada.
Porque hablamos del mar, y tocamos el mar, y viajamos el mar,
porque todo es sequedad
y vemos lo que podemos ver del pasado y del presente.

Porque no conocimos el verdadero río ni al verdadero hombre,
y saltamos sobre el estiércol y construimos sobre él.
Porque arrojamos discursos sobre la tierra mojada y sobre la tierra seca,
y nos hacemos preguntas para pensar el tiempo, porque incomoda el tiempo.
Entonces, yo lo digo para que tú lo celebres.
¡Incorregible melodía!
Tocas mi oído aunque no te pedí.
La sé desde siempre y no me hace feliz.
Tú te hiciste feliz invitando a tu alma a observar un tallo de hierba del verano.
Nosotros observamos los tallos de la única estación
y somos con el misterio débiles.
No tenemos tu aplomo, Walt Whitman.
Te hemos ganado en muerte.








Fin de fiesta

Entonces, di vueltas y dije en voz alta:
Yo,
que combatí sin venganzas los horrores del día
tan ciertos,
que renuncié a descifrarme en el sol, en su tiempo,
que accedí a perpetuar el deber, la pereza.
Para cada trayecto una versión de mi rostro,
una conciencia suelta
que aprendí a brincar desde adentro
cuando puse los pies en la tierra.
Podré tener la noche ?

Y traspasé con la mano una puerta.
Del otro lado
la puerta
con la sola esperanza sin ojos de cada nube negra,
adoré a mis demonios sintiendo el temor de saberlos
tan cerca.

Y así estuve presente en el silencio rojo
sin señas
de las cómodas sillas que no tienen regreso,
en el exilio suave, los bares que cuentan.

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