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lunes, 22 de octubre de 2012

IVÁN WIELIKOSIELEK (8317)





Iván Wielikosielek
Ballesteros, Córdoba, 1971. Vive en Villa María.
En 2008 editó Cotidianos funerales en la Tierra, libro que recopila 14 poemas escritos a lo largo de diez años.
Príncipe Vlad y otros poemas (llantodemudo, 2012) es su  último libro.





Gatos


Una tarde llegaron a mi vida sin anunciarse
Tan solo estaban ahí, sobre una tapia de ladrillos mirándome
De a poco fueron entrando en mi patio y en mi casa
Los alimenté con carne cada vez que tuvieron hambre
Les puse un tazón con agua para que no tuvieran sed
Les armé una caja con una bufanda para que no sintieran frío
Así pasó el tiempo y así se volvieron viejos e indiferentes
Frívolos y sedentarios
Como yo a lo largo de todos estos años
A veces los he visto acechantes en mi ventana
Y los he creído enviados por un dios terrible para que me vigilen
Otras veces me han contemplado con dulzura
Y entonces pensé en un dios misericordioso que los mandó para cuidarme
Para enseñarme a envejecer desde que miré tras los ladrillos a lo desconocido.






Diosa de cal

Sobre la tapia del cementerio
duerme una gata blanca

parece una diosa egipcia
que olvidó el color de la arena

de tanto soñar hacia las tumbas.






Bodas

Flores blancas se esparcen
al pie del duraznero

corona de novia de la primavera
que celebra sus bodas con el viento.





Lo que queda de la noche

Amanece en el campo
pero en la ciudad las calles aún están dormidas

una cúpula encendiéndose de rosa
es la única antena capaz de sintonizar el sol.






Lo que queda del día


En la terraza oscura
una fila de broches aún brilla amanecida

pájaros que iluminan la casa
antes de volarse hacia occidente.






Masitas

Mi madre muerde masitas frente al televisor
y se babea su saquito de lana

        Y disemina miguitas en su pecho
        como semillas en un surco recién tejido

Mi madre ha hecho de su vida un cine personal
y de su muerte un acontecimiento lejano

Como un raro film que quizás pasen algún día
pero que de todas formas no espera

¿Qué sabe la muerte de cine?
¿Qué sabe la muerte de Omar Sharif y las pirámides?

Y a ella sólo le interesan las películas de amor eterno
y los documentales sobre la inmortalidad del alma.

Mi madre muerde masitas frente al televisor
y disemina miguitas en su pecho

        Y el polvo vuelve a ser polvo
         en la pradera pobre de su regazo.

 (poemas de Príncipe Vlad y otros poemas)






Naturaleza muerta con un limón.

Una mañana de otoño estuve descorazonado
viendo el brillo de un limón en el frutero

Mi vida estaba vacía y a nadie tenía en el mundo
viendo el brillo de un limón en el frutero

Soñaba con un hogar futuro desde una casa abandonada
con todas las mujeres perdidas desde un motel vacío
con todas las ciudades lejanas desde una estación clausurada
viendo el brillo de un limón en el frutero

Desde esa mañana hasta hoy nada ha cambiado en mi vida
pero ya no sueño con hogares o mujeres o ciudades
viendo el brillo de un limón en el frutero

Me pregunto si me habré resignado a esta soledad sin años
a esta ciudad sin mar
a este hogar sin risas de mujer
o si acaso me habré vuelto más sabio más imbécil o más cobarde
lo cierto es que ya no tengo fuerzas para intentar salir
viendo el brillo de un limón en el frutero

Fogonazo de conciencia que no salva ni consuela
escribo sobre la imposibilidad de todas mis vidas posibles
sabiendo que soy como esta naturaleza muerta:
colección y recolección de un fruto amargo que se pudre
mientras se piensa abandonado en una mesa.






Siega.

Como espigadores recogiendo semillas en el campo
tres chicos juntan confites de la calle

esas pastillas de colores
que siembran los basureros de mañana

y que siegan las almas sin pan
al caer la tarde.






PLATÓN NO TENÍA RAZÓN

Sobre la tapia del pasillo se besan
como dos figuras chinas al caer la tarde
las sombras de dos palomas torcazas

No necesito salir al patio
para ver a dos palomas “reales”
besándose en el techo

No necesito mirar hacia el sol
para saber lo que pasa bajo el sol

Ciegos los que tienen que salir de la caverna
para asistir a una escena de amor.



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