Alejandra del Río, poeta chilena, nació en Santiago de Chile en 1972. Estudió Literatura en la Universidad de Chile y es Masters of Arts de la Alice Solomon Fachhochschule, Berlín, en Escritura Creativa, Biografía y Poesía terapia. En el año 2000 viajó a Europa ansiosa de impregnarse con las raices de su madre, de nacionalidad alemana. Tras casi una década regresó a su país.
PUBLICACIONES
Su primer libro, El Yo Catus, aparece en 1994. Su segunda obra, Escrito en Braile, se gesta en la Fundación Neruda y para 1998 ya había cobrado forma. Durante el 2002 aparecen dos obras suyas, Un forastero en el panal y El club de la tinaja bajo el sello Casa de Luz Ediciones. En el 2004 presenta en Berlín el poemario Dios es el Yotro. El año 2009 publica Material mente diario en la Editorial Cuarto Propio.
El título es preciso, Material mente diario, tres palabras que apuntan a tres instancias o localizaciones de la producción poética, y que se pueden leer “materialmente diario”, enfatizando así la interrogación cotidiana a las cosas que activan el ejercicio escritural. Y éste es un punto remarcable en su trabajo: observar y decir esa materia son tareas en sí mismas igualmente suficientes y corporales.
(Lorena Amaro en el artículo La enfermedad del regreso. Material mente diario, de Alejandra del Río.)
Durante su permanencia en Alemania escribió la obra de teatro infantil SOS Mutter Erde (SOS Madre Tierra).
Fue parte del trabajo colectivo 100 Poemas contra el indulto, iniciativa que rechazaba la exculpación de sentenciados por crimenes de lesa humanidad, reflejada además en una lectura pública en la Plaza de la Constitución el 27 de julio del año 2010.
EPÍLOGO
No sé en qué momento perdí la fe en la belleza
Puede ser que le haya encontrado su corazón de mentirosa
en todo caso la usé y no me importaba que mintiera
porque mientras fuera bella
bien podía alimentar mis pájaros carnívoros.
Pero un día ya no les bastó con contemplarla
los pájaros empezaron a exigir sentidos
no se saciaban si no se los traía.
Encontraba los sentidos repartidos por mi cuerpo
en el antebrazo tenía escrita una ley precisa
era necesario siempre no olvidarla
en el pecho había copiado su sentencia la libertad
qué hacer si en el ombligo
el bien común estiraba su condena
así a mi espalda la encorvaban los deberes más excelsos
yo alimentaba con estas cosas importantes a mis pájaros.
Cuánta hambre tenían y sin embargo vomitaban.
Desesperada me volqué al sentimiento
lo hallé hecho un esqueleto
de carnívoros sólo les quedó el deseo
y yo amaba a mis pájaros
no soportaba verlos sedientos.
Probé a recetarles compromisos
les dio taquicardia y perdieron garras.
Supuse que necesitarían tradición
se me chuparon agobiados de retornos.
Nada en el mundo los hacía feliz
cuando llegaba con novedades
corrían a esconderse, perdían el valor.
Casi murieron cuando encontré
un lugar para ellos en los estantes.
Pobres pájaros míos
no los quise muertos
los dejé alimentarse en mi cabeza
allí encontraron su sitio
un bocado de sangre
un lecho de tinta.
En ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.
César Vallejo
No es necesario recuperar los besos.
La boca es necesario recuperar
y la boca con sus dientes y sus lenguas
y sus filamentos que en otra boca dicen más
que boca, diente y lengua.
La mano y no el gesto hay que atrapar
y tampoco el abrazo sino el cuerpo
y más aún la sed que nunca cabe dentro de la propia carne
y más aún el hambre que siempre es poca para la propia carne.
Así se geste todo con razón
y la muerte sea esperada sin nada acabado.
Así no sea necesario recuperar las palabras
cuando la voz sea necesario recuperar.
Abrir los ojos es romperse por el centro
y engendrarse en cada rotura un asentamiento de millones de años
esparcidos o mejor poseídos de cada hilacha
de cada rincón del retazo nuevo y sangriento y arrugado.
Abrir los ojos es andar poniendo seña
o hallar la voluntad de hacerlo por despecho
por venganza a la ceguera
al dulce afán engañado por la eterna lengua tan promiscua
pues no hay lengua verdadera que tenga el centro intacto
antes bulle vientre adentro el estallido
y se dan mandobles a los sinónimos para asegurar con la cabeza la estocada.
Abrir los ojos no viene a ser una esperanza
ya lo habrá previsto así el de las cursivas cualquier tarde calurosa
una vez reconocida la quebrada bajo los pies
un vacío para el que nada sirve la máscara de gala.
"Habría que ser tan valiente para huir" habrá dicho en su fortaleza.
"Habría que ser tan valiente para volver" dirá en otro tiempo
otra urbe más terrible.
Funda para ti un país de pieles, azoteas y naufragios
fúndalo para que calcen tus pies el cosquilleo de las estrellas.
Recoge a tu paso el sabor de sus ciudades
la palabra confusa de sus caminos
y hazte fabricar un traje que te lleve dentro.
Dale a tu país el fruto extraño de una bandera
pues toda esquina merece un ícono
de madera o de metal o del viento de los peregrinos
para que pregonen en las historias un suelo hecho de parches.
Alimenta tu país y da posada al sediento y al vacío
con la vastedad de tu propio cuerpo
siempre estarán brotando recodos desconocidos
gestos de hambre y jirones interrogando
la permanencia de cada segundo, de cada certeza, de cada caricia.
Mantén a los sabios abocados en la tarea de habitar y descifrar
los brazos, las calles y las piernas
los ríos de mieles amarillas, el pájaro carnicero de la boca
y por supuesto el ojo que en cada cosa apoza su marca
el ojo que de cada plaza jamás se marcha.
No edifiques cementerios y confíate duradero pues en tu país
la vida hace pagar caro todo instante recuperado de la muerte.
Y levanta tu país como una torre en el exacto lugar del llanto.
¡HAY UNA NIÑA EN UN POZO!
Una línea corta el horizonte en dos.
No es necesario que alguien diga uno y otro lado
ya la niña se ha puesto a lamer la huella
y a confundir con sus saltos y sus vítores y su ahínco
las distintas lunas del espejo.
Una línea divide el horizonte en dos.
La niña sigue el paso del conejo y bebe del pozo
como quien bebe de su propia caída.
Una línea fija el horizonte en dos.
Dentro de la línea una niña cae y cae preguntándose a viva voz
la duración de su caída.
No causará extrañeza el llanto de la niña cuando tope fondo
-pero no topa fondo-
y no será raro tampoco que el horizonte recupere su unidad
si la niña lograra mirarse en lo hondo de su llanto.
Pero la caída trae como consecuencia
anverso y reverso de un único horizonte.
de Escrito en Braille (Santiago, 1999)
Todo sueño brota en la materia desigual de la tierra húmeda y la tierra seca, mitad canto y mitad alimento.
Todo sueño germina en la invisible posibilidad, da sus frutos de momentáneo comentario y se hace perdurable con la regularidad de las estaciones.
Todo sueño escarba en el acomodo de las costumbres y hace estallar la paciencia del día a día.
Todo sueño se ha visto forzado a la legibilidad de algunos sabios, al desmedro de ciertos arrogantes y al parafraseo del payaso.
Todo sueño tiene un ala rota.
Todo sueño halla la lengua que lo restituye.
Todo sueño habita el filo de un recuerdo y se expone al polvo del visitante.
Todo sueño se escurre por otro sueño.
Todo sueño es una ciudad.
BAJO EL ÁRBOL 8 MINUTOS BASTAN
El espíritu del árbol me habla quedo
por él entiendo cuánto debo a la partícula
a la rama desprendida y al rumor de los días idénticos.
La vida de la pradera me abraza desde su más fresca brizna
yo me quedo en la conversación del bosque
larga en el sol demorado
muy parecida a una piedra
extendida y contrita a la vez
no diría como adorno sino como solución en el paisaje.
Me abro y entiendo
todo es inevitable
sereno y perenne a través de los ciclos.
Cuelgo ese YO tan preciado
del total para que se pierda
¡es renovación cada muerte sufrida!.
Pongo mi atención en el entorno
es que soy infinita.
SAMARITERSTRASSE RESISTE
La tribu universal ensaya sus acaloradas discusiones de licor y yerba
característica debilidad en los sentidos
reflejos dormidos
la lengua pastosa arrastrando el ocio productivo de la conversación
la reflexión es el zumo de todo vacío
yo también intoxico mi identidad con la identidad ajena
me pierdo en el vaho y en el duro repiquetear de los tambores.
Los bravos mancebos de las botellas exhiben sus tatuajes y eructan con sofisticadas maneras
las altas muchachas se abandonan en el raído pantalón y mueven sus ombligos como sirenas
en mares turquesa
el tarro donde crepita el fuego del infierno cobija a elefantes rubios, al cadáver melenudo y al ángel infaltable
yo nado en los sudores generales
me acomodo al hueco de las rodillas
dudo de aquello que me es otorgado
pero no dudo del siguiente trago.
Es que aquí estamos, aquí estamos
viendo pasar las horas
menos solos que solos en nosotros mismos
los oráculos tremebundos vaticinando las próximas tormentas
yo doy gracias porque el techo humano nos sostiene
al menos por esta noche
la ceremonia del brindis traerá actividad al vidrio
ojalá deje entrever la luz de los corazones
la profundidad de la vana celebración
la labia prendida del chiste
la caída de los ídolos de la buena presencia
todo sea por ver amanecer
el hachich odia mi lápiz
enormidad de litros olvidados
montículos de colillas
una poca de luz todavía testifica
como resistimos en Babilonia los inviernos.
GEMÜTLICH
como de un trapecio en el otro
como el acróbata neófito respiro a salvo en el carro de Ubahn
descansando en los rostros que no deseo comprender sino en la fugaz dimensión de la fantasía
como en casa cuando el ebrio de siempre escandaliza a la viejecilla de siempre o la luz matutina alegra las gafas de los lectores
hay tres niños turcos irritando a los adultos con sus monerías extranjeras
hay un perro azul durmiendo largo la siesta en el pasillo
hay adolescentes sordomudos inmersos en un bullicio de manos
hay hombres apretándose contra el fondo del vagón
hay madres naturistas de hijos enfermos que acarrean con ellos todo el polvo del pantano
hay un desadaptado, sin techo ni cuenta bancaria, vendiendo a módico precio el último pasquín
hay brujas groseras amadas por tímidos príncipes
hay un gordo con ganas de hablar que sonríe a su reflejo
yo soy un pedazo de toda esa nada
yo voy hacia algún sitio mezclando mi nada con la nada general
yo tenía desde antes un vacío y lo traje hasta este hueco
aquí me quedo al menos 8 estaciones más
como en el recién estrenado número el trapecista
fija bien los pies antes de saltar.
Querida familia:
ustedes preguntan por mí
sepan que llevo tres meses de muerta
mis huesos han empezado a florecer
acabo de llegar y sé que hasta aquí me han seguido algunos fantasmas
pero no dieron con mi calle
yo estaba desaparecida
otra en mi lugar piaba con mi voz perfectamente desconocida
otra en mi lugar sostuvo las experiencias pasadas
revisó antiguos cuadernos
juntó reservas de fuegos ya consumados
de lágrimas entregadas a destajo.
Aquí hay ciertas esquinas
precisos sacados en el muro para acomodar la maniobra del recuerdo
hay como islas, mesas queridas donde he dejado un gran esfuerzo
paraderos conocidos y túneles de breve lapso.
Son resquicios de antiguos cotidianos
un aroma
un agujero aporta al hogar interno y al santuario
un ángel saluda de una inmensidad a otra de la acera.
Fuera de todo aquello de minucia conquistado
un peldaño corto apenas, un respiro
las planicies de desconocidos
el enorme social solitario
la sequía del afecto.
Aquí se miran entre ellos
todo el tiempo
las posturas correctas y las palabras adecuadas
aunque no te vean ni a la nada germinando
sólo aparece la mácula en el traje
el error gramatical
sólo la diferente piel
el peinado más bizarro
las piedras sobre el pecho y el pájaros silbando sobre ellas
nada ven, ni la población de gusanos
querida familia
aquí bajo la tierra sobrevivo
al paulatino acomodo de las conductas
la generación de nuevos miembros adecuados para nuevas condiciones
si mi ánima me arrastra a rincones donde resisten otros difuntos
tal vez animales
no se preocupen
para hallar hogar basta poner el corazón en otras manos
y servir de almohada
de mesa
de materia para el abrevadero.
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