Georges Schehadé: luz de infancia
Por Rodolfo Alonso
Poeta discreto e indeleble de una lengua y una infancia, que se mantuvieron misteriosamente unidas y evidentes a lo largo de toda su vida, e incluso después de su muerte, en Georges Schehadé se demostraron activos y fecundos dos apotegmas enunciados por poetas: “La patria de los poetas es su lengua” sí, pero también: “La infancia es la patria del hombre.”
De origen libanés, y nacido en Alejandría (Egipto) el 2 de noviembre de 1905, Georges Schehadé puede ser considerado asimismo, por su formación y por su idioma, un poeta francés. Pero un francés en cuya obra no resulta difícil descubrir el relumbre de la gracia misteriosa de Oriente. “En él todo brilla con un inocente, con un original rocío”, dice Gaëtan Picon en su Panorama de la nouvelle littérature française (Gallimard, París, 1949). Y Jean Rousselot, en su Panorama critique des nouveaux poètes français (Seghers, París, 1952), agrega: “Sus imágenes –y es en ello que Schehadé puede ser relacionado con el surrealismo, particularmente con el de Éluard y de Char– se imponen por su acento de evidencia, de inocencia.”
Descubierto por Saint-John Perse, sus primeros poemas se publican a partir de 1930 en la revista Commerce, dirigida por Paul Valéry, Léon-Paul Fargue y Valéry Larbaud. Paul Éluard lo presenta al grupo surrealista, donde André Breton lo recibe con el mismo entusiasmo. Su obra como poeta, desde 1938 es editada originalmente en pequeñas y bellísimas plaquettes de glm (impresas a mano en su propia impresora por Guy Levis Mano, ese auténtico y legendario poeta de la edición), que luego comenzarían a ser reunidas en un solo volumen por Gallimard: Les Poèsies , se complementa magníficamente con su teatro de encarnada poesía y creciente resonancia ( Monsieur Bob'le, La Soirée des Proverbes , Histoire de Vasco, Les Violettes, Le Voyage), dirigidas en su mayor parte por Jean-Louis Barrault, a quien lo uniría además una intensa correspondencia. Con L'Émigré de Brisbane , en 1967 Georges Schehadé ingresa en el repertorio de la Comédie-Française.
Finalmente, si puede afirmarse que, aún en nuestros días, Schehadé sigue siendo, dignamente, poeta de la melancolía, es porque ésta ha sido sometida tanto a la experiencia honda de una exigente pero fecunda condición humana, como a la de un lirismo innato. Esa melancolía es la tristeza de un ser, la tristeza de una infancia, la nostalgia de la tristeza de una infancia a pesar de todo maravillosa, indestructible, eterna, nutritiva, general.
Después de convertirse en el primer laureado por la Academia Francesa con el Premio de la Francofonía, en 1986, murió en París el 17 de enero de 1989. Tres volúmenes de sus obras completas fueron publicados en Beirut por la editorial Dar An-Nahar.
En principio detrás de las rosas no hay monos
Hay un niño que tiene ojos atormentados
***
Mi amor maravilloso como la piedra insensata
Esa palidez que tú juzgas ligera
Tanto te extravías de mí para volver
A la hora en que el sol y nosotros dos hacemos una rosa
Nadie ha debido encontrarla
Ni el cazador furtivo ni la esbelta amazona que habita
Las nubes
Ni ese canto que anima las habitaciones perdidas
Y eras esa mujer y tus ojos mojaban
De aurora el llano del cual eras la luna
***
Que yo esté allí y todo habrá concluido
Aunque me extravíe
El mal a sus pies es un río muy largo
Ella vela mi pecho dulce
Los ojos salvajes los ojos del cielo
Y el agua eterna está sobre las mesas
***
Como el pájaro que vuela en la iglesia de mármol
A causa de tu memoria te llamaron Muerte
Te he dicho de no dar ninguna pena a las hojas
***
El viento sueño principal de los amantes
Ni el niño de tus párpados
Muchacha tan alta como los árboles
A causa de una pena sin rostro
El vino la tristeza y la noche
***
Mi madre que era más poeta que yo
Mi madre escribía a su hermana:
Como una tierra la voz es dulce
En su mejilla una rosa en su mejilla un libro
***
Cuando tiemble el otoño sobre la montaña
Ponle a tu cuello el ojo de los cisnes
Bellas hay en el viento y la hora es negra
Yo te amo me lo han dicho
***
La lluvia más dulce que rebaños ocres
El agua más blanca sobre sus hombros que la desgracia
Yo no sé si es un signo o una tortura
Esa voz en mi infancia como una manzana
Hay una gran miseria en las aldeas
***
Pobre Lamartine
He llevado tus notas en un cartón
Y nadie ha tenido piedad de mí ni siquiera la tierra
Ella que tiene la sangre de cada flor
Rostro del Poeta al borde del agua
Tú has desatado toda mi vida como esas barcas
***
Hay jardines que ya no tienen país
Y que están solos con el agua
Palomas los atraviesan azules y sin nidos
Pero la luna es un cristal de dicha
Y el niño se acuerda de un gran desorden claro
***
Los ríos y las rosas de las batallas
Bandera dulce acunada por el hierro
Llanuras sin país brillaban
Después la nieve malvada y blanca
Las hormigas comían el traje de las maravillas
Qué lentos eran los años
Cuando llevabas delantal de escolar
Cuando dormías cada noche sobre tu infancia
***
A aquél que piensa y no habla
Un caballo lo lleva hacia la Biblia
Un bastón no le da miedo
Porque el espíritu no lo ha dejado
Aquél que sueña se mezcla con el aire
***
Como esas Madonas que van al abrevadero
Con las hojas verdes de la locura
Y dejan atrás los campos de su país
Para conservar el agua preciosa de la tarde
Ésas que me han prevenido
De la calma y la impaciencia de la tierra
Duermen entre el día y la noche
En los jardines de las Escrituras
***
Bajo un follaje indiferente al pájaro asalariado
Digo que las manzanas son justas y bellas
En la tristeza de la mañana
Hablo de una rosa más preciosa
Que las arrugas del jardinero
Porque los libros están en los cuartos
Porque hay agua en el cuerpo de los amantes
***
para Saint-John Perse
Dadle la raíz del laurel
Y no esas flores de un día que hacen la ceniza
Poeta de la nieve y el reloj de arena
Cuando lo que es blanco es el honor de la muerte
***
En esos países que tienen astros y amigos
Mientras los vivos pasan con sus sombras
Los pájaros me enseñan a perder la vista
–Amor
Rostro de sueño sobre el empedrado
Estrella que brilla y que hiere
Pequeña cosa como la flor de Dios
Selección y versiones de Rodolfo Alonso
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Hay iglesias donde los Santos están afuera...
Hay iglesias donde los Santos están afuera
Porque aman la soledad--
Amor mío no digamos eso
Lejos están por obediencia
Tiene los ojos azules de los viajes
Como esos Pastores que se duermen sonriendo
En un cielo monótono como una alcoba
La luna triste con su familia
Versión de José Luis Rivas
Si encuentras una paloma torcaz...
Si encuentras una paloma torcaz
En un bosque muy joven por la vida de su nieve
Cuando los ojos quieren expresar nudos de la tarde
Hay un remanso con todo lo suyo
La edad del bosque amor mío es un sueño
Versión de José Luis Rivas
Si tú eres bella como los Magos de mi país...
Si tú eres bella como los magos de mi país
Oh amor mío no llores
A los soldados muertos y su sombra que huye de la muerte
Para nosotros la muerte es una flor del pensamiento
Hay que soñar en los pájaros que viajan
Entre el día y la noche como una huella
Cuando el sol se aleja entre los árboles
Y hace de sus hojas otra pradera
Amor mío
Tenemos los ojos azules de los prisioneros
Mas los sueños adoran nuestros cuerpos
Tendidos somos dos cielos en el agua
Y la palabra es nuestra sola ausencia
Versión de Octavio Paz
Los cabellos que son la edad del amor...
Los cabellos que son la edad del amor
Como el vino que corre entre los dedos
Recuerda recuerda las flores de la tierra
La vergüenza llevaba tu cabeza en un saco
Mil derrumbes dejaban ver tus pasos
Tú estás en el cielo sobre la colina
Donde la luna planta sus grandes órganos fríos
Los árboles tiritan como medusas
Pero no crees en esos gritos naturales
Si pudieran tocar el aire las montañas
Y por medio de él alcanzar las estaciones
Tú marcharías por la senda del cielo
Versión de José Luis Rivas
Pequeño adiós del Libano
La gran tristeza de un caballo
Se pasea por las nubes
Y tú en tu cuarto
Sin decir palabra sueñas
En la más tierna infancia de un viaje
Por los reinos de este muro
Que tiembla en sus dedos con toda su riqueza
Tú que partes hacia un país lejano
El ámbar y el maíz de sus collares
Que los obispos del Sueño en vestiduras doradas
Te presenten a la luz
Y te llamen ataúd de violín o gacela
Y te digan tú eres la gota de agua
Pobre murciélago que cojea revoloteando en el aire
Y te preserven de las espinas del frío
De las distancias y sus heridas:
Sea para ti dulce el agua, aún la del mar.
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Poemas de Georges Schehadé
Versiones de Rodolfo Alonso
En principio detrás de las rosas no hay manos
Hay un niño que tiene ojos atormentados
***
Mi amor maravilloso como la piedra insensata
Esa palidez que tú juzgas ligera
Tanto te extravías de mí para volver
A la hora en que el sol y nosotros dos hacemos una rosa
Nadie ha debido encontrarla
Ni el cazador furtivo ni la esbelta amazona que habita
Las nubes
Que yo esté allí y todo habrá concluido
Aunque me extravíe
El mal a sus pies es un río muy largo
Ella vela mi pecho dulce
Los ojos salvajes los ojos del cielo
Y el agua eterna está sobre las mesas
Como el pájaro que vuela en la iglesia de mármol
A causa de tu memoria te llamaron Muerte
Ye he dicho de no dar ninguna pena a las hojas
***
El viento sueño principal de los amantes
Ni el niño de tus párpados
Muchacha tan alta como los árboles
A causa de una pena sin rostro
El vino la tristeza y la noche
Mi madre que era más poeta que yo
Mi madre escribía a su hermana:
Como una tierra la voz es dulce
En su mejilla una rosa en su mejilla un libro
Cuando tiemble el otoño sobre la montaña
Pone al cuello el ojo de los cisnes
Bellas hay en el viento y la hora es negra
Yo te amo me lo han dicho
La lluvia más dulce que rebaños ocres
El agua más blanca sobre sus hombros que la desgracia
Yo no sé si es un signo o una tortura
Esa voz en mi infancia como una manzana
Hay una gran miseria en las aldeas
***
Pobre Lamartine
He llevado tus notas en un cartón
Y nadie ha tenido piedad de mí ni siquiera la tierra
Ella que tiene la sangre de cada flor
Rostro del Poeta al borde del agua
Tú has desatado toda mi vida como estas barcas
Los ríos y las rosas de las batallas
Bandera dulce acunada por el hierro
Llanuras sin país brillaban
Después la nieve malvada y blanca
Las hormigas comían el traje de las maravillas
Qué lentos eran los años
Cuando llevabas delantal de escolar
Cuando dormías cada noche sobre tu infancia
A aquel que piensa y no habla
Un caballo lo lleva hacia la Biblia
Un bastón no le da miedo
Porque el espíritu no lo ha dejado
Aquel que sueña se mezcla con el aire
***
Como esas Madonas que van al abrevadero
Con las hojas verdes de la locura
Y dejan atrás los campos de su país
Para conservar el agua preciosa de la tarde
Esas que me han prevenido
De la calma y la impaciencia de la tierra
Duermen entre el día y la noche
En los jardines de las Escrituras
Bajo un follaje indiferente al pájaro asalariado
Digo que las manzanas son justas y bellas
En la tristeza de la mañana
Hablo de una rosa más preciosa
Que las arrugas del jardinero
Porque los libros están en los cuartos
Porque hay agua en el cuerpo de los amantes
***
Para Saint-John Perse
Dadle la raíz del laurel
Y no esas flores de un día que hacen la ceniza
Poeta de la nieve y el reloj de arena
Cuando lo que es blanco es el honor de la muerte
En esos países que tienen astros y amigos
Mientras los vivos pasan con sus sombras
Los pájaros me enseñan a perder la vista
- Amor
Rostro de sueño sobre el empedrado
Estrella que brilla y que hiere
Pequeña cosa como la flor de Dios
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