Testamento
a Antonio Guerrero, poeta
en el miedo del hombre
pongo manos abiertas
en la debilidad del hombre
la fuerza de la luz
en la pequeñez del hombre
pongo lo inmenso de su espíritu
en la locura del hombre
el fiel del pensamiento
en la doblez del hombre
pongo banderas cándidas
en la arrogancia del hombre
el equilibrio de los justos
en el llanto del hombre
pongo palomas blancas
en el dolor del hombre
un escudo de abrazos
y qué pondré en la casa
derruida del hombre?
qué en el martirio
de las cosechas calcinadas?
y qué en lugar del hijo
asesinado del hombre?
qué en los ríos los bosques
las aldeas los mares?
y qué pondré en el regazo
de la madre del hombre?
y qué en el cráter donde una vez
se alzaron los sueños del hombre?
(PALABRA DEL MUNDO)
Retratos de familia
A Ilya y Luba Ehrenburg Disidentes del invierno
hablan un idioma ajeno
al ámbar preso en la parábola terrestre
El bosque ha segado la nieve
Nada queda en la memoria del abedul
ni el blanco exánime
con que fatiga al viento su ropaje
Seres invertebrados como gemas
avanzan hacia la desposada
se ordenan en el cuello feliz
que gentilmente brinda la última mansedumbre
He aquí el galope de la fiesta
burilado sobre los medios tonos
La danza abarca lejanos caramillos
rueda hasta la linde del paisaje
El balido del río aún no anuncia tañidos funerales
El óvalo limita la impaciencia en agraz
Él y ella quisieran huir hacia los cielos últimos
donde el amor ofrece ámbitos navegables
rutas donde la dicha rasga el confín del miedo
y se yerguen los cuerpos limpios desamarrados
Cuánto tiempo se ha ido muriendo desde entonces?
Cuánta utopía ha ardido en los campos mejores?
Mis ojos abandonan el clamor del festejo
atrapado entre libros y objetos
que recuerdan la invitación al viaje
El mustio sol de enero tiñe los ventanales
no hay piedad en la nieve
ni candor en las ramas deshojadas de pájaros
Mucha muerte cobijan las raíces dormidas
Quince años tenía mi mirada esa tarde
y los vi emocionada como los veo ahora
en la tarde del trópico
desde la altura exacta del amor intocado
María Teresa y Luba con Ilya y Rafael
los cuatro conversando
después de tantas y tan terribles cosas
mientras afuera el sol iba aboliendo el tiempo
y fijaba esta imagen en mi ser para siempre
(REVISTA PROMETEO)
Retratos de familia
A Ilya y Luba Ehrenburg Disidentes del invierno
hablan un idioma ajeno
al ámbar preso en la parábola terrestre
El bosque ha segado la nieve
Nada queda en la memoria del abedul
ni el blanco exánime
con que fatiga al viento su ropaje
Seres invertebrados como gemas
avanzan hacia la desposada
se ordenan en el cuello feliz
que gentilmente brinda la última mansedumbre
He aquí el galope de la fiesta
burilado sobre los medios tonos
La danza abarca lejanos caramillos
rueda hasta la linde del paisaje
El balido del río aún no anuncia tañidos funerales
El óvalo limita la impaciencia en agraz
Él y ella quisieran huir hacia los cielos últimos
donde el amor ofrece ámbitos navegables
rutas donde la dicha rasga el confín del miedo
y se yerguen los cuerpos limpios desamarrados
Cuánto tiempo se ha ido muriendo desde entonces?
Cuánta utopía ha ardido en los campos mejores?
Mis ojos abandonan el clamor del festejo
atrapado entre libros y objetos
que recuerdan la invitación al viaje
El mustio sol de enero tiñe los ventanales
no hay piedad en la nieve
ni candor en las ramas deshojadas de pájaros
Mucha muerte cobijan las raíces dormidas
Quince años tenía mi mirada esa tarde
y los vi emocionada como los veo ahora
en la tarde del trópico
desde la altura exacta del amor intocado
María Teresa y Luba con Ilya y Rafael
los cuatro conversando
después de tantas y tan terribles cosas
mientras afuera el sol iba aboliendo el tiempo
y fijaba esta imagen en mi ser para siempre
(REVISTA PROMETEO)
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