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miércoles, 22 de septiembre de 2010

1429.- KOULSY LAMKO


Koulsy Lamko Dadouar, Chad, 1959. Poeta, dramaturgo, novelista, guionista, actor, y gestor cultural. Estudios de Artes, y Lengua y Literatura Francesa. Ganador de diversos premios por sus dramas y narrativa breve. Sus obran han sido montadas por compañías de Teatro en África, Europa y Canadá. Promotor del Teatro de la Comunidad en Burkina Faso, fundador y director del Centro para las Artes y el Teatro en la Universidad Nacional de Ruanda. Publicaciones: Le camp tend la sebile, 1993; N’do kela ou l’ initiation avortée, 1993; Tout bas…Si bas, 1995; Comme des fleches, 1996; Le mot dans la rosée in Brèves d’ailleurs, 1997; La tête sous l’aiselle, 1997; Regards dans une larme, 1990; Le repos des masques, 1995; Sou sou sou gre gre, 1995; Exils, 1993; Aurore, 1997; La phalène des collines, 2000; Le Serpent à Plumes, 2002; y Au large de Karnac in Europe vue d’Afrique, 2004.




RECUERDOS DEL EXILIO 1

(Fragmento)

(madre mía)
1

Ella me sienta sobre sus rodillas descarnadas. Ritual secular acarreado de edad en edad por la embriaguez de los reencuentros. Sentar al hombre, ¿qué digo yo? Sentar al niño que él fue. ¡Estallar el orgullo y aplastar el peso de mis treinta años! Yo acepto el recogimiento y me asiento sobre sus rodillas, titirité antes de emoción y de reumatismo. La carne flácida de sus muslos de quincuagenaria poco a poco se anima, se sacude de felices espasmos.

Ella me aprieta contra ella entre sus brazos: un abrazo de puro amor, de indecible gozo.

Ella es mi madre. Ella lo era ya esa noche de siembra cuando el grano de mi padre se cayó entre su maleza de algas fértiles. Esa fue la noche de sus primeros amores.
2

Ella era todavía mi madre; el alba donde la fibra del tallo del mijo como una cuchilla de guillotina tronó mi ombligo del globo placentario. Escisión. Divorcio de un cuerpo doble no hace tanto fusionado por el irrazonable destino. ¡Oh inexpresable voluptuosidad! : el sentimiento de un último darse a sí mismo que sólo conoce la mujer y que jamás el hombre sospechara.

Ella ha sido siempre mi madre desde los quince años; la pesada puerta se cerró atrás de mí abriéndose esta al delirio y la aventura. Ya hace quince años; yo tenía en las piernas el candor y la puerilidad de la edad donde la elección que se cree ejercer tiene un acre perfume de revuelta; un gusto amargo de romper pero también un tinte púrpura de la libertad.

3

Madre, la mía, ella se queda cada instante en la paciente y dolorosa espera del día de mi regreso; espera mezclada de pedazos de esperanza y de desilusión, de danzas en el claro de lunas abortadas, de guisados suculentos cocinados en los secretos de las ollas, de innombrables idas y venidas sobre la senda de “kapokiers” al acecho de mi endeble, indolente y enfermiza silueta de niño rápidamente destetado; silueta apareciendo en la bruma de un espejismo, el retorno de un camino.

4

Ella es mi madre. Yo soy su hijo. Ella llora silenciosamente. El sobrecogimiento licuifica los párpados en gotas densas y saladas que caen como una tormenta de octubre. Sus lágrimas lavan mi rostro de renegado, lavan la peste de la errancia y las estrías del exilio.

Yo apoyo mi pesada cabeza contra la saliente de sus costillas. Ellas se despliegan y se vacían como un fuelle de herrero. Y mi cabeza enloquece la música de su corazón. Yo siento bajo mi mejilla sus senos de repente rebosantes de leche.

Ella renace, la fuente a la que ocho bocas golosamente tomaron y a plena garganta la leche tibia y vivificante. Todo su cuerpo se infla como un arroyo seco que bruscamente se deja inundar, poseer, invadir por la crudeza de un generoso invierno. Estas rodillas jadeantes de emoción, este aprieto casi incestuoso, estas lágrimas brotantes, este riachuelo de leche que corren la red de viejas venillas y se expande por el delta de la teta... el rumor sordo y confuso de mis primeros recuerdos me avasalla, me asordo ¡Sublime instante de éxtasis donde el tiempo y el pensamiento se eclipsan bajo su manto de eterna tiranía!

5

¿Qué cantar otro si no el patético paisaje donde la infancia de poeta ha cogido las primicias del néctar de las flores bajo sus estambres?
La madre renace. El poeta también renace a su infancia... a la tierra donde su grano sembrado vaticino ya anunciando la germinación.
En estos lugares la tierra se llama BAGOUA.

Bagoua de colinas denegadas; Bagoua de ríos filtrándose entre las rocas
a las faldas del musgo verde...






¡LIBERTAD!

Una mañana se nos anunció
Entre dos ráfagas, dos metrallas
Tu casta, tu nacimiento milagroso
Jamás habías sido concebida
¡Mas no quedó por eso!

Esa mañana se nos dijo Libertad
Que eras en fin parte del jaque
Donde todos los peones son pintados de bermejo
Y degradados escarlata, violeta, negro sangre coagulada
En fin parte del juego de cartas
Donde reyes reinas y lacayos
Nadan en una piscina
En que flotan cabezas, brazos, cerebelos
Testículos y pedazos de senos
En una sopa de cebolla
Sagradamente condimentada con especias
De la Fábrica “dios es glorioso”

El almuédano gritó sus borborigmos
La campana agitó frenéticamente su glande

Esa mañana se nos dijo Libertad
Que no eras ni oro ni plata ni petróleo ni uranio ni cacería de hombres ni laberinto de prisiones subterráneas donde se emascula las vergas de los hombres con la espina de cactus donde se masturba a las mujeres con la ascua de cigarrillo donde se ata el dedo del pie al dedo de la mano en indescriptible postura de Kama-Sutra o de pescado ahumado.

Aquella mañana, se nos anunció
Que nos eras ofrecida
Como si fueras un platillo de saltamontes salados
Para embriagarnos en el Bar Charbon
Para acompañar nuestras cervezas espumosas

El almuédano había gritado sus borborigmos
La campana, su glande agitado frenéticamente

Aquella misma mañana

* * *

Y después forzosamente no estabas en la cita de los ingenuos
Ya que nunca habías sido
“lo que se ofrece o que no se ofrece”
Porque conquista de los pueblos siempre has sido
La iguana de cola azotadora
Y muy pretencioso el que cree haberte encerrado en su alforja
Para generoso ofrecerte a los demás hombres

Libertad!
Ya nadie sabe deletrear tu alfabeto
Ya nadie sabe donde comienzas tus primeros pasos
Ya nadie sabe más donde mueres

Y si podías sólo ser... ¡Libertad!






NDJAMÉNA

Esta puta ciudad
No sabe callar los retozos de los que follan
Esta ciudad de leprosos de dedos entumecidos
Esta ciudad de mentiras donde se matan a los conejos
Que atraviesan por el río un paquete de azúcar

Ciudad horno para cocer el cuero de hipopótamo
Cuando soplan los alisios del árido desierto
Marzo abril mayo junio
Se engancha por completo al ojo, a la jeta, a la nariz

Ciudad polvo
Calles tablero, adoquinadas de bolsas plásticas negras
Aquí delante del hotel de la ciudad
En las inmensas pilas de detritos de botes de basura
Se intercambian anillos de compromiso

Ciudad cenagal de temporada de lluvias, ciudad lacustre
Inundada con la mínima gota de lluvia
No se tiene pie más que en el agua
Casas de adobe y ocupantes
Y de llevar sobre el cráneo sus mocasines
Para la travesía de las calles-riachuelo
Y de afianzar su pantalón sobre los montículos
Antes de volverse a sumergir en el tumulto de Beguinage

Moscas verdes gordas, arácnidos
Coca-rahuachas tristes, en desorden
Preservación fauna; Naturaleza; Ecosistema

Bella reserva para rematar en la UNESCO
A manera de patrimonio de la humanidad
Aquí se sabe conservar la herencia neolítica
Toumai es muy nuestro

Siento los escarabajos peloteros harto alegres
En la fiesta nupcial en el hipódromo
Que regresan a su hoyo a horcajadas
Llevando, rodando vituallas en bolas redondas
Comida de anos defecando
Una gran algalia pesada negra
Enrollando en su viscosidad
La enorme pasta de mijo rojo
Aquí los jardines son escusados

Ciudad carnívora y sanguijuela
La adolescencia viaja hacia la disolución
Ratero, mejilla cuchillada
Se corta los nervios, la carne
Para hacer bandidos

Y los coyotes ingenuos sobre los botes de basura
Escarban pedazos de carne rebelde
Asida al hueso de pollo masticado
Los perros tienen tan débil el hocico
La más mínima tibia es tan pesada de llevar

Mientras se ahogan los hombres-mosca
Entre los vapores del alambique
La conciencia en la pasta de yuca
Alimenta con cianuro inyectado intravenoso
Que me digan que aquí se descansa
Y no puedo creer que en un destino suicida
¿De qué se descansa en tal desolación?
¿No podíamos continuar caminando?
Mejor algunos pasitos de más
Que haber nacido cansado, agotado y ajetreado
Para decir que aquí
¡Es Njaména! ¡La fatal última parada!

Traducciones de Araceli Zuleta Zarco



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