Mohammed Bennis nació en Fez en 1948. Es poeta y profesor universitario en la Facultad de Letras de Rabat. Vive en Mohammedia desde 1972. En 1974 funda la revista Attakafa El Jadida (La Nueva Cultura), que ha desempeñado un papel activo en la vida cultura marroquí y que fue prohibida en 1984. Creó en 1985 las Ediciones Toubkal con universitarios y escritores, con el objeto de participar en modernizar la cultura en Marruecos. Es miembro fundador y presidente de la Casa de la Poesía de Marruecos entre 1996 y 2003. En 1998, dirigió a la Unesco una llamada a favor de una Jornada Mundial de la Poesía. Esta jornada fue declarada el 15 de noviembre de 1999. Es miembro honorario de la Asociación Mundial de Haïku. Autor de más de una veintena de títulos entre poesía, prosa, ensayo y traducción, fue distinguido con el Gran Premio Marroquí del Libro en 1993 por su colección de El Don del vacío, publicado en español en 2006 en una traducción de Luis Miguel de Canada. El Gran Premio Atlas de la traducción le fue concedido en 2000 por su colección Río entre dos funerales.
PREGUNTA
Bienvenida
la caída del ojo
a su refugio
Bienvenida
la sangre
que se inflama en anárquica carrera
Una lengua
para la aridez del alma
y otra
para el rapto por la savia
del delirio
Oh, tú
que habitas en
el hueco de mi pecho
quién
acompañará a mis muertos esta noche
antes del alba
hacia
las colinas de la luz
y quién
de algo
me hará entrega
ante una travesía que fulgente se anuncia
ESCRITURA
Llámala gota primera
condensada en instantes de duda
Llámala don
que desdeña el frío de su paso
y se contenta con el crisol de la ausencia
Dile a ella
que sea jaima para ellos
Dile a ellos
que ella es
el soplo que prende las nubes
ESPACIO
De un borrón surge la escritura
del ala de la muerte
del fondo
de un laberinto
de un vacío hecho señor
que por la luz transido habita
del antagonismo de mis antepasados
entre nosotros hoy una invocación de tatuajes
y cielos extendidos
POSIBILIDAD
Quizá
quizá
con desplazar los dedos entre la reja y el aire
imprima la huella de toda la ausencia
quizá
quizá
con acabarse los puentes en un solo instante
con adentrarme en los santos lugares
regrese a la caligrafía en la arena y la siga
del lado de la tarde
Traducciones de Luis Miguel Cañada
ODA AL JARDÍN DEL AGUA
El agua inaugura el espacio
El agua es alma libre que te llega de lo más cercano y oscuro
Escucha el agua
Tú
que atraviesas esta puerta
Primer paso
es el amor
Todos los pasos siguientes
escalan la memoria saludando a los que cruzan
Nadie es forastero aquí
Hermanos somos todos
venidos para celebrar la pureza del agua
Oh soberana
que velas la pureza
No olvides
que entre tus manos el alma florece
merced al agua
que corre hacia el infinito
Nada te separa de esta brisa
Nada
de este silencio
Que yo toque una planta
es como
que
yo toque la estrella
Una
es nuestra naturaleza
Aquí escucho las entrañas que escanden
Escribo el saludo
Escribo el silencio
Si yo hubiera estado aquí una vez
por siempre aquí estaría
Los techos no son menos altos que el cielo
Las ramas no son más lentas que el ala de una paloma torcaz
La escalera que
lleva a mi habitación
conduce también al teatro de las palabras
Escruta esta luz
que de la piedra brota
Los rincones del jardín
los más alejados
unos a otros se acercan
La corriente del agua los empuja
bajo
la paz de la fuente solitaria
Lenta la sombra avanza
transportando nuestros pasos
hacia aquello que del todo ignoramos
Libérate de la satisfacción final
Hiciste promesa de seguir la senda
entre un alma y otra alma
Y los que regresan ya no recuerdan quién eres
Habito la estancia del silencio
como una sonrisa velada
Los destellos de luz reproducen
flores que jamás serán semejantes
A cada instante el jardín acoge los primeros soplos
A cada paso
comienza
la danza
El-Ándalus no es una palabra
Mira
Colores de música
Huellas
de amantes
No busques otro lugar
aquí
el Ándalus del agua
es tu Ándalus
El jardín de los desiertos
da cobijo
a mis amigos extraviados
uno
tras otro
Ellos aquí
intercambian las copas de vino
No se cansan
Las noches se derraman
por laderas que serpentean hacia los valles del silencio
Mas los amigos aquí se congregan
noche
tras noche
Mohammed Bennis en Jardín desierto (1998).
CEGUERA
Esta tinta me eleva tan alto como mi aliento
me eleva triunfante
hasta
el espacio en que mi mirada solicita
Se eleva
hasta brotar dentro de mí
la fiebre inconsciente
Cerrojos echados
días de alheña
y moradas en noches de baile
que llevan
a noches de baile
La palmera entonces cerca de unos pasos
que han olvidado a su señor
y su voluntad
bajo el silencio de pronto
un chirrido
el círculo de lacre se derrite
y de la mancha despiertan
mariposas
y pájaros que en su huida
me conducen
a la ceguera
SILENCIO
2
Un horizonte se desborda de la plenitud del silencio
Comprendo que lo que hay
entre la muerte y yo
lo origina la lengua
Grietas del espacio universal
viajan por las venas
con más fuerza
que la herida cuya profundidad escucho todavía
descomponiéndose
en mi aliento a solas
a lo lejos cada vez
que relucen los pájaros del tiempo
y se reúnen las cenizas
Nubes
cuya negrura escala los tejados
y los que vuelven de vendimiar
se hacen canto ancestral en la primera taberna
Vuelvo con ellos guía mi paso el viento
y la humedad del río
paralelo a los pájaros
que se elevan al cielo
La tarde era
un campo que me recordaba
a Hölderlin en Burdeos
viñas siguiendo un rastro de perfumes
Y para ti el soplo del viento
De antaño hemos venido con retoños
de los campos de Córdoba
Y para ti el trago de la tarde
Caerá una luna de pronto
una luna
para serenar nuestra noche
Un vaso tallado
reparte entre nosotros
mil destellos de fuego
Y para ti el trago de la mañana
Yo dejo una elegía aquí
más dulce es el rocío
más suave es el rabel
4
En mi borrachera tropecé
con rostros
Yo sabía que habían nacido
en una tierra de lindes perdidas en el silencio
Rostros
que imaginé como un espectro
que llama a la puerta y aterroriza a una noche
y a la noche que sigue a esa noche
Eh
tabernero
estamos aquí
venimos buscando vino de Burdeos
un amigo que se nos parece
llegará ligero
con el rocío de su amanecer
ábrenos el cerrojo
para que baje su cuerpo como un resplandor
entre el vaso que bebía
y el vaso
que tal vez ha colmado el hueco de su pecho
He hecho una invocación
y ya están devorando las tinieblas
una estrella que refulgía
al tiempo que
refulgía el vaso
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