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domingo, 16 de mayo de 2010

497.- JORGE RIECHMANN


Jorge Riechmann nació en Madrid en 1962, es Licenciado en Ciencias Matemáticas (Universidad Complutense de Madrid, 1986) y tiene estudios de Filosofía (UNED, 1984-86) y de literatura alemana (Universidad Humboldt de Berlín, 1986-89). Es también Doctor en Ciencias Políticas (Universidad Autónoma de Barcelona, 1993), con una tesis doctoral sobre los Verdes alemanes, Die Grünen.
Ha vivido en Berlín (1986-1989) y París (1989). Desde 1990, es profesor en el departamento de Sociología y Metodología de las Ciencias Sociales de la Universidad de Barcelona y desde 1995 profesor titular de filosofía moral en la misma. También es Profesor invitado en la Universidad Carlos III y en otras instituciones académicas.
Obtuvo el Premio de Poesía Hiperión en 1987, el Premio «Feria del Libro de Madrid-Parque del Buen Retiro» en 1993, el Premio Nacional de Poesía «Villafranca del Bierzo» en 1996, el Premio Jaén de Poesía en 1997, el Premio Internacional Gabriel Celaya de Poesía en 2000, el Premio Stendhal de traducción en 2000. Ha reunido ensayos de poética y reflexión estética en Poesía practicable (Hiperión, Madrid 1990), Canciones allende lo humano (Hiperión 1998) y Resistencia de materiales (Debate, Madrid, en prensa). Dirigió, junto con José Mª Parreño, la colección de poesía «Hoja por ojo» en la editorial valenciana Germanía. Traduce literatura francesa y alemana. Las publicaciones de poesía más importantes son: Cántico de la erosión (Hiperión, Madrid 1987), Cuaderno de Berlín (Hiperión, Madrid 1989), Material móvil, precedido de 27 maneras de responder a un golpe (Ediciones Libertarias, Madrid 1993), El corte bajo la piel (Bitácora, Madrid 1994), Baila con un extranjero (Hiperión, Madrid 1994), Donde es posible la vida (Cuadernos Hispanoamericanos 536, febrero de 1995), Amarte sin regreso (poesía amorosa 1981-1994) (Hiperión, Madrid 1995), La lengua de la muerte (col. Calle del Agua, Villafranca del Bierzo 1997), El día que dejé de leer EL PAÍS (Hiperión, Madrid 1997), Muro con inscripciones (DVD, Barcelona 2000), Trabajo temporal (lf ediciones, Béjar -Salamanca– 2000), La estación vacía (Germanía, Alzira –Valencia– 2000), Desandar lo andado (Hiperión, Madrid 2001), Poema de uno que pasa (Fundación Jorge Guillén, Valladolid 2003), Un zumbido cercano (Calambur, Madrid, en prensa; se publicó en el otoño de 2003) y Ahí (arte breve), seguido por De ahí que (Lumen, Barcelona, en prensa; se publicó en febrero de 2004).

Ha dedicado mucha atención crítica y traductora a la poesía de René Char. Le consagró el ensayo Exploración del archipiélago. Un acercamiento a René Char (Hiperión, Madrid 1986). Entre sus traducciones sobre éste autor se encuentran La palabra en archipiélago (Hiperión, Madrid 1986), Antología esencial (Pamiela, Pamplona 1992), El desnudo perdido (Hiperión, Madrid 1995), Indagación de la base y de la cima (Árdora, Madrid 1999), Furor y misterio (Visor, Madrid 2002) y Poesía esencial (Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2005).
Ha traducido también a otros poetas como Henri Michaux (Adversidades, exorcismos; Ediciones Cátedra, Madrid 1988) o Erich Fried (Amor, duelo, contradicciones, Barcelona, Losada)). Alguna novela, como El final de Horn de Christoph Hein (Alfaguara, Madrid 1990) y mucho teatro alemán (varias de estas traducciones se han estrenado en escenarios españoles).
Escribe también con regularidad ensayo político, sociológico y filosófico, en especial sobre cuestiones ecológicas.



1

He vivido en la superficie de las cosas.

Mas viví también por fortuna
en las palabras. Ellas iban
incorporándome a la lentitud
penetrando las estaciones de mi piel
dilatando la malla amarga de los días
rastreando el frío y el calor en los seres
zambulléndose en el amor hasta salir al tedio
en el tedio hasta dar en la esperanza
en la esperanza hasta emerger en el asombro
sin yo quererlo o porque lo quería.
Las palabras
maravillosamente
incapaces de compromiso.

No soy un juglar de la descomposición. Acaso
amo sobre todas las cosas
el lugar del canto del pinzón
la aérea ebriedad de las mimosas
y el minuto con memoria del beso de los amantes.
Pero hay que ir hasta el fondo
correr el riesgo
de abrasarse en la resistencia de las cosas
—para sacar acaso la cabeza
al otro lado del espejo
o en el frescor de un nuevo meridiano.



2

El rocío suplica a la montaña
que se quite la sal de los labios:

pero a ella están talándole las faldas,
no tiene tiempo.



3

para Teresa, que escribía cuentos en esta calle

Desde hace días han desaparecido
las africanas que vendían maíz cocido
en el mercado de la rue Dejean.

Extrema quietud la de los niños negros
fajados a la espalda de ellas
con la ventrera, un arco iris pobre.

Y ya que estamos hablando de colores:
el interior de este silencio es rojo
como un corazón arado.



4

Al individuo con sus correas ásperas
con su boca tapiada
con su triste inmunidad
aléjalo de mí.

Hemos nacido para soles más limpios.

Y no dejes de escribir
tu fiebre por las paredes.



5

¿De qué estábamos hablando?

(Pese a su título, estas páginas
nada tienen que ver con un curso de defensa personal:
son acaso una conversación
desgarrada entre los dientes y el tiempo
y vuelta a comenzar. Cosa que ya sabías.)

En realidad lo que quería decirte
lo tiene escrito ya Nicanor Parra:

"todo lo que se dice es poesía
todo lo que se escribe es prosa

todo lo que se mueve es poesía

lo que no cambia de lugar es prosa."

Lo más urgente, poesía con valor de uso.
Lo más nefasto, poesía sin valor para el cambio.



6

Las raíces de la referencia
según excelsos filósofos y poetas sublimes
cercenadas:

socorro.

*

La poesía
prolonga la realidad
cuando ésta cesa justo antes de lo mejorcito
por pura cabezonería.

La poesía
despliega haces de realidad paralela
cuando la realidad se niega a ver más allá de sus narices
de modo injustificable.

La poesía y la realidad
intersecan continuamente
en puntos líneas planos espacios de muchas dimensiones.
Son las geometrías de la risa incoercible
y las del sufrimiento.


7

Nunca, jamás me vuelva a decir nadie
que el fin justifica los medios

o sintiéndolo mucho no respondo de mis fines
ni de mis medios
ni muchísimo menos de mis actos.
*

Cierto que hay ansias de pureza
neuróticas. Seguro
que lo son casi todas las ansias de pureza.

Pero no lo es menos que la mierda mancha.


8

Renuncia al centro.

El sol succiona la sangre de los muertos; la acuña
en monedas de luz con que engaña a los vivos.
La gran ciudad diluye tanto el sueño
que éste deja de reparar fuerzas y purificar el sudor;
en la gran ciudad el pan supura arena;
los ojos de las mujeres se vidrian de mudez.
Renuncia al centro.

Un punto que no existe imanta todas las miradas:
mientras tanto se siegan cuerpos
los árboles pierden la memoria
las parturientas mastican cristal.
Renuncia al centro.

Puedes buscar las manos fértiles de los ancianos
las manos inventoras de los niños
el gozoso misterio en las manos de tus hermanos y hermanas:

renuncia al centro.



9

No dejes nunca de desconfiar de las instituciones

No dejes nunca de confiar en las personas

No dejes nunca de confiar
en que las personas
crearán instituciones
en las que quizá podrás dejar de desconfiar

No dejes nunca de desconfiar
en que el triste proceso
por el cual las instituciones
cambian a las personas tristemente
pueda ser cambiado

No dejes nunca de confiar en las personas

No dejes nunca de desconfiar de las instituciones.


10

(Y perdona que alargue un momento más la prédica
pero tú ya sabes el tono zumbón con que hablo
hiperbólicamente desde mi casa en ruinas:)

Piensa
no solo con la cabeza

Piensa también con los brazos
con el vientre
los pulmones
el sexo

Piensa también con los brazos
de tu compañera
con su sexo
sus pulmones
su vientre
su cabeza

Piensa también con la cabeza de tu amigo
con su vientre y su sexo
con sus pulmones y sus brazos

No dejes nunca
de pensar con la cabeza.


11

Y te digo una cosa más: donde encuentres la raíz de una verdad
aférrate a ella
porque se trata del más infrecuente y valioso
de todos los tesoros.

Y donde encuentres la raíz de una verdad
no temas soltarla
porque, como cualquier tesoro, la perderás
si te empecinas en aferrarte a ella.



12

Gruesa, gruesa la lengua de ceniza.
Y pesado y pegajoso el canto
que ella masculla susurra deletrea.

Importuna la lengua de ceniza.
Como castigo le prenderemos fuego.



13

Los hay que mueren de silencio
de tragarse demasiadas palabras y del cólico fenomenal que sigue
y los hay que mueren por hablar demasiado
pues las paredes —al contrario que las tapias, que están sordas— oyen.

Los hay que mueren de cansancio
de todo lo que hay que cambiar para que nada cambie
y hay quien muere de aburrimiento
en esta feria universal donde continuamente ocurren cosas
y nunca pasa nada.

Hay quienes mueren de miedo
ante la mera sospecha de que podrían darse de bruces
con la verdad de sus actos
y hay a quienes les da tanto coraje
que alguien pudiera sospechar que hay una verdad tras sus actos
que sencillamente se mueren.

Los hay que no mueren nunca
porque ya están muertos.



14

Los dedos de los muertos me dibujan
ruina en el pecho, en los muslos, en la frente.
Con una fresa entre los labios recorro
la playa destruida.

¿No es capaz nadie de limitar los aletazos
el carnicero tatuaje de una codicia anal?
¿No hay amistad militante río arriba?

Imágenes sin memoria vampirizan
mi canija vigilia. No me ausento
en dignidad distinta del rechazo.


15

He perdido la partida.

Me confié, subestimé las fuerzas
de mi adversario. ¿Cómo no hacerlo?
Grande era cual fronda de destrucción, profundas
sus raíces invisibles; pero tamaño goce en la muerte
desafiaba la imaginación.

Los primeros intercambios de golpes
fueron casi un juego, un modo apenas hostil del conocimiento.
¿Queríamos estrangularnos o abrazarnos?
La situación parecía abierta y los momentos decisivos
aún por venir. No me daba cuenta
de que habían pasado ya y cada minuto perdido
redundaba en beneficio suyo
sumaba hierro y cieno a mi derrota.
Mi implacable adversario
economista del tiempo
feroz equilibrista de lo irreversible.

Estoy perdido.
La falta de imaginación me condenó.
Ya todo el tiempo restante se lo descuento a la muerte.



16

Los esclavos
según el muy sabio estagirita
herramientas que hablan

pero la historia no transcribe
ni una sola palabra
de su fuego mellado.

¿De qué color el grito de Espartaco
el de Euno de Sicilia?
¿Y cómo se llamaban aquéllas
de las que ni siquiera se conserva el nombre?

Gladiador el combate está amañado
lo están todos los combates
salvo la vida o muerte
contra el poder de Roma.



17

para Silvia

La esperanza ya ausente de un rostro libre:
el cielo ensangrentado se agacha y lo besa.

La larga caravana de los carros
atestados con enseres inmemoriales, urgentes
apunta hacia una estepa donde se ignoran los nombres.
La derrota tiene latidos quebradizos.

El pasado es ya una casa donde la nieve
va cubriendo las colchas y la mesa.

Un rostro libre, ya bruñido de éxodo.
Yo no lamento
haberle sostenido la mirada
diecisiete años antes de mi nacimiento.


18

La posguerra por ejemplo en Grecia
es una guerra que se prolonga
por ejemplo dentro de un campo de concentración.

Yannis Ritsos
garrapatea papeles desgarrados
en los retretes o bajo la manta.
Después esconde los poemas
en botellas vacías que entierra
por si la guerra finalizase algún día.

Los dibujos sobre las piedras
mantienen a raya a la locura.

La posguerra, esa guerra inacabable.



19

A París, una ciudad que no existe,
me llega la noticia:
Berlín
ha desaparecido.

¿Quién da un paso hacia el centro del invierno?

La angustia dúctil se me enrosca en el vientre.
Hoy tengo ancianos los ojos cuando todo

todo está aún por hacer.


20

Mientras los escolares de Berlín Oeste
andan a la rebatiña por un pedrusco del tan frágil Muro
la guerrilla salvadoreña lanza una ofensiva para derribar al gobierno

Los telediarios franceses alternan
cinco minutos de momentos históricos
con cinco minutos de publicidad.
¿El siglo de las guerras civiles
desemboca realmente en Wagner?

Bienaventuradas las multinacionales
porque ellas heredarán la Tierra.



21

para Michel
en su dolor y en su desconcierto

El tumor le deformaba el vientre
como una teta monstruosa.
Hoy ha reventado.
El hedor inunda toda la casa.

La perrita Asphodèle agoniza
con los ojos abiertos
al vacío de todas las preguntas.

Pronto la intravenosa de sombra
apagará el dolor sorprendente de ser.

El mundo está enfermo de soledad.




22

Por una diagonal sin esperanzas
escapo al cielo.
César Vallejo en París, César Vallejo quebrado
crucificado en la lluvia.

¿Quién imantó el privilegio?
¿Quién injertó la dulzura? ¿Quién retiró la mesa?
¿De quién son estas manos que sorben los colores
y este cieno inservible para crear un hombre?

¿Y en qué momento vas
a sublevarte...?

Un rostro desarbolado por la angustia.
El agua densa en este río
de márgenes violentas. El río reconoce a su madre la cloaca.
De compasión le estallan al indio los pulmones.
La lluvia borra los ojos. No reconozco nada.



23

para Olga
en la espera de la vida nueva

El dios egipcio Bes
tiene la barba hirsuta y las patas cortas
cola de león
greñas espeluznantes
y rápidas muecas torvas le alborotan la jeta.
Nadie lo tomaría por un dios
sino por un demonio muy poco frecuentable.

Y sin embargo Bes
es el más amable de los dioses:
ayuda en los partos
promueve la belleza de las mujeres
protege a los durmientes
y siembra alegría por todas partes bailando y tocando música.

En la fealdad suma de este benefactor sin tacha
veo la prueba suprema de su delicadeza de espíritu:
como verdadero artista que es
no ha querido ponernos las cosas demasiado fáciles.
A su lado el apolíneo violador Apolo —por poner un ejemplo—
se revela ridículamente insensible para el matiz
y su grosera suficiencia asesina
—sea en asuntos de canto o de mujeres—
no corresponde a una persona discreta
sino a algún hampón de altos vuelos en un bar de alterne.

No adoraré nunca a Bes
pero le daré la mano
y apenas se presente ocasión me iré de vinos con él
por alguna ciudad de calles fértiles.


24

Unos pocos hacen historia:
los más la sufren.

De tanto en tanto quienes sufren la historia
tras sufrir demasiado
se exasperan, y eruptivamente
se echan a la calle a hacer historia:
son días de grandes borracheras
grandes carnicerías
grandes revoluciones.
Días que son horas y luego son minutos.

Después, quienes hacen historia
recuperan las posiciones
desde las que pueden hacer historia.

¿A ti qué te parece:
podemos desuncirnos de esta noria?



25

De repente el olor de las mimosas
como una antorcha que respira o como
una ola inmemorial que besa
la desnudez expectante de la playa.

No es más que la puerta
que se abre, pero pone en movimiento
un aire donde cuaja
toda la dulzura de este precario otoño.



26

para Ina y Antonio

Lo pueden hacer muchos,
pero nadie lo hace: entonces hazlo.

Si no lo puedes hacer más que tú,
artesano, tus manos me dan frío.
Enseña a hacerlo a otros.
Que no enmudezca tu casa.
Que la memoria zumbe sobre rosas y asfódelos.

Si se rompe ese hilo
está perdido todo.




27

DUM SPIRO SPERO:
me defiende defiendo
mi cabrona esperanza
mientras me quede aliento.





















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