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domingo, 16 de mayo de 2010
498.- LUIS CAÑIZAL DE LA FUENTE
Poeta español nacido en 1946.
AVE DE PASO
“No soy yo ni el otro soy,
sino ¨ alguien intermedio:
pilar del puente de tedio
que va del ayer al hoy”.
(Enmienda de plana a Mário de Sá-Carneiro.)
(He soñado que era otro
más joven y más alegre,
descubridor de amigos de ronco pico de pato,
perdedor de papeles y de tiempo,
comedor de hortalizas a la noche de juerga
y encontrador de hermanos no perdidos.
Pero con la mañana
paso a ser una campa de feria
desierta en un rincón de Portugal:
van cayendo las horas
y justifican mi razón de ser,
una tras otra, mantas,
caballitos, ronquera de reyertas,
tendidos de cerámica, zapatos,
humo de hogueras, voces de pregones,
tropezones
de compradores torpes contra vientos tensos
de tendejones de campaña, imprecaciones
y miradas al cielo de tormenta.
Nunca estuve más lleno y habitado
de gente ajena a mí. De pájaros de cuenta.)
BASSE-DANSE ‘LA MAGDALENA’
Cabo Mayor y su confín de nubes
son una formulación mental.
Al otro lado sólo cabe el báratro,
el féretro,
la aljaba.
Muge su malhumor. Los cantiles de nubes
arrojan sobre el mar
fanegadas de sombras
anegadas de sombras:
envidiar la maldad.
(Santander, 15 de julio 2003.)
BELMONTE
(Desculpe a maçã)
“Paso por un mercado cuyos puestos se extienden bajo unos sombrosos morales, y me detengo a preguntar a un hombre cómo se llaman aquellos árboles: mourangueiras, me responde.”
(Unamuno, Por tierras de Portugal y España. Agosto de 1908: Braga. [No le engañaron, no: el vendedor creyó que preguntaba por los fresones del mercadillo —aunque... tampoco—. El árbol se llama moreira, pero se ve que Unamuno se resistía a sacar moral alguna; este mismo juego de palabras le habría enfurecido.] )
En Belmonte de la Sierra,
una casita en chaflán
la envidia de las manzanas
se la hacía disculpar
sacando a media mañana
a la pública piedad
os dois irmãos aleijados
al sol de mayor solaz:
cuál babea en su babero
de una banda a otra, y cuál
te mira de arriba abajo
como con pavor de alzar
la vista a ver de vedores.
Sobre los dos, este dosel de altar:
Parejas de manzanas que se besan
opuestas por el vértice
y arreboladas de felicidad.
Los coches daban la vuelta
no pudiendo soportar
las moralidades lusas
cual pendiendo de un moral:
en vez de lustre en las ramas,
un morado barrizal
al pie del árbol de ejemplo.
¡Para eso, mejor campar
por esos campos, agreste,
y, desde el nacer, punzar,
como hace la zarzamora,
que aroma y punza
desde el zarzal!
A parábolas terribles,
desprecios de Portugal:
Desculpe a maçada =
desculpe a maçã.
CARRER DEL POU DOLÇ
Alegre y errabundo
sales de pozos lóbregos,
entras
al pañuelo del aire,
que te torea, muy considerado,
con flámula de seda
ligeramente húmeda.
Y cuando lo respiras, cuando embistes
hacia adentro, bebiendo
su sabor a placenta, a plaza lenta,
a pureza corrupta,
percibes que es verdad, que ahí está
el toro ensabanado de la mar,
sus delicados dedos sudorosos
y su toque en la sien.
Por la noche se encorva, se doblega
a entrar en la caverna de mi olfato
(o convertido en cuervo
da un apretón jovial de pico y ala
a mi torso, a mi pecho, y un mantazo
de talante torero tolerante
a mis pulmones) muy bienhumorado.
Torero del calor aceitunado
de la noche y la mar en Barcelona.
CORRAL DE LUZ HIPNOTIZADA
Ropa tendida, humilde y pueblerinamente,
en el silencio deslumbrado de las cinco:
banderas derrotadas que no besan el polvo
pero dentro contienen personas bocabajo,
humilladas en su estatura modesta
como reyes antiguos que vendieron
el balandrán poluto a los museos.
Pero estos de ahora, y sobre todo éstas,
lavaron muy lavadas sus holgadas mudas
antes de resignarse pecho a tierra,
por si había que recibir a la muerte con decencia.
Y ahí están, en suspenso la respiración:
mandan un sano olor caliente a tonsura labriega.
DEFINICIÓN
También hay un silencio enamorado.
Existe entre las cosas. Existe entre nosotros.
En un patio con luz hipnotizada
(las dos del día) yendo hacia septiembre.
En el suspiro misericordioso
del pecho de un enfermo.
En lo que hablan en voz baja los amantes:
cuando callan
y no se oye ni pasar el viento,
silencio enamorado.
Silencio enamorado
el que dejan las horas del reloj
cuando verbera el toque entre suspiros.
Silencio enamorado el que azotan
las alas de un ave pinariega
si entre agüero y agüero de su canto agreste
penetran las aristas resinosas
de callar un perfume.
De callar... y volver el aroma
como un dicho suertudo.
DÍA DE SAN MEDER
San Meder: un carretero
crucificado en efigie en su aguijada
y cuyo nombre cruje dulcemente
con el santificado tinieblario de carreta, bueyes
y sogueo de cuero para yugo de vacas.
Viene por el amanecer el tembloroso monumento
como si contuviese en su castillo andante
la luz delgada del amanecer,
y temiese verterla.
En ese cuello y pulsos trasparecen las venas:
digo en el cuerpo del va-a-ser-de-día.
*
Otoño es salir a pie de una ciudad
por el arrabal del olvido:
lo notas en la luz ensimismada,
lo conoces cuando empiezan las afueras granujas,
trascorrales del desconcierto cariacontecido
y calzadas juiciosas con garajes de racio-
cinio en pulsos.
[Santander, Segovia, Alicante, otoño 2004.]
“No sé de dónde habrá salido históricamente el orgullo español, pero mejor haríamos no removiéndolo nunca más, porque desde el XV anduvo España pidiendo limosna de misericordia y piedad por toda Europa con el pecho herido de la vigüela de arco, con la palma patética y desolada que se llama así, la Folía della Spagna.”
*
“El poema Diferencias sobre la folía: sus primeros versos son para dibujar la estancia en que tendrá lugar la gran trapacería y entrega por asedio del corazón de España. Lo primero, pues, los diedros del aposento, que tiene cúpula de Panteón de Agripa, oquedad de lagar y resonancia de zafra abandonada a traición. Luego, en sucesivas diferencias, irán pasando los pasos del saqueo, del despojo, la inundación, la insolencia, la intemperie y el colmo de esa recámara, hasta conseguir que sus líneas dibujen la figura de la mundana.”
*
DIFERENCIAS SOBRE LA FOLÍA
Acércate a la Locura de la España
para que sepas lo que es en el mundo
clamar por la pared a golpes de hueso ilíaco usado como llana
hasta dejarla en puro pecado original,
hacer vibrar por todo el valle de la vida
los quijarazos de hueso afilado
hasta el extremo de navaja barbera o cuerda de viola:
para que sepas lo que puede ser clamar
en el valle multitudinario de la tarde
y no obtener de nadie más piedad
que si tocaras vigüela d’arco cara a la pared,
con rayos de sol limón
por toda consolación
los ratos que las nubes clementes lo consienten,
y no apremiar el arco en esa colofonia:
afilar el rencor.
(Al fondo del paisaje
visto desde la alcoba
encalada de música,
por cenefa ondulante, este motivo:
“Y tenderá la mano la mundana
hasta quedarse calva de pedir piedad”.)
EN EL TRASMUNDO TIEMBLA UNA BOMBILLA
I
¡Valtellina aprendida de memoria
hace diez años, sobre los papeles,
en figura cambiante de lo que nunca fuiste!:
ni pergamino casi transparente,
ni ternilla de un blanco repulsivo
ni trémula cuajada para fauces.
II
Valtellina bufanda sin sombrero,
malhumor ascendente desde el amanecer,
humor agrio de sol entre las barbas,
minuto centelleante carretera abajo.
III
Y cuando nada importas a tirios ni a troyanos,
y trescientos deshielos han comido
la melena de piedra del león de tu historia,
y cuando ya tus hombres
no queman, ya no bregan
ni obedecen a Dios ni se sublevan
—a lo sumo, sestean
ante un vaso de blanco
y dicen en dialecto que regalan un gato
al español que pasa y curiosea—,
entonces encontrar el pecho de San Pablo
en tu valle zurrado de peleas,
ya sólo cicatrices recubiertas de hierba.
IV
Descubrirlo esta tarde, cuando nadie hace caso;
descubrirlo pulido
por la lluvia, entre el barro resbalado.
Y entonces abrazarse
contra el pecho de tabla de San Pablo
en figura de pueblo y desconcierto de animales mojados
entre establos cerrados
y bombilla penosa y apenada
en el marco febril de la ventana.
LANDRE COMA [A] LANDRÚ
Quién esconde palabras, quién escatima honra,
quién calla como losa la condición del leño;
y por culpa de todos hay mendigos de almendra,
hay bocados de adán que
piden misericordia de un ladrido
a las luces en forma de bombilla en bodega.
Mas por detrás del mundo hay otras veces
en que ingresan miradas inocentes como manos de pez,
desplazan en dos golpes de aleta dos nadas laterales,
lo ignoran todo generosamente
con el gesto fraterno del jabón,
y así se desgañitan en continuum.
Por el camino manso de naturalidad
protenden su natura de ladrillo;
si el reloj de ataúd da manchas de fatiga,
ostentan más y más que son de arcilla
y de curiosidad truncada a medio asombro.
Por fin, contentos, se
vuelven atrás de su propósito,
hacen el águila imperial a levante y poniente,
suben el abrigado cuello de la indiferencia
y profieren joviales sin desplegar los labios:
“Landre, coma, landrú.
Yo soy todo inocente. Mira si lo eres tú”.
MAJO MANUEL
(oboe de amor)
También el viejo
de gesto impertinente de pelícano
y labio de papilla espurreada
llegó hasta conmoverse y llamar majo
a ese recién nacido
(que era como uno de sus muchos hijos).
Pero lo universalizaba; y desvariaba
hasta decir así, en tonada rústica:
Majo este sol de invierno en pared blanca,
maja la sombra humanitaria al amor del alpendre,
majos los matorrales enamorados orilla el río,
majo el caramillo y el olor a maleza quemada.
Santo el beso en la frente y el marchamo
de bobina pegado con saliva,
santo el barro que embiste
con su olor a cornada de burro,
santa la voz eugenia cuando ondula al viento,
santo el olor a violeta cuando no viene de la flor,
y santa en fin la vara verde cuando
mide grados de corrección en las espaldas.
Exagerada grupa de trompeta,
acontecidos tragos de coñac en voces de solista...
PADRE DE TODAS LAS CRISMAS
(paisaje pasoliniano)
Se colmulga también en templos de la sordidez:
has de reconocerlos
por los ojos de arcadas aturdidos
que tienen en las plazas los patios de caballos
y, en sus puertas, montantes
con el cristal de medio real saltado
al modo guerra de la independencia
por turbas que convierten estaciones de tren abandonadas
en catedral del vómito en ayunas.
Entrado el sol en esos deambulatorios
todo lo hace el fervor,
la mano como garra piadosa sobre el pecho,
el rosario sonoro de las gotas pendientes,
la mirada ascendente,
la actitud recogida del cobarde,
la salida gloriosa del que huye por la puerta grande
a las afueras en que crece la hierba de la desconfianza,
anhelando a barrunto los trazados termómetro
y su camino alegre; y encontrarlo
cicatrizado por la violencia
en túmulos canela.
Desolación. Desnorte. Mirada circular,
y es sólo entonces cuando se despierta
el hedor del baldío de la tierra.
PERIÓDICO
No quiero ver más fotos de estropicios de guerra,
sino, a lo sumo, lo que les ha hecho el temporal
a los troncos de pino:
mandarlos crecer en bucle,
dejarlos astillados hasta media cepa
para que giman cautelosamente al acercarme
y pueda yo mecerme sobre tal cautela;
descuajarlos para que aromen a tierra humanitaria;
tronchar un fuste para que perfume
en forma de cabeza tonsurada,
un olor hemisférico a trasquileo humano.
En vez de ramas, sus sombras con que ceñir la carretera
para que vaya pulsando humanamente hacia lo lejos.
Contar la mitología metamórfica
del raigón de pino que era torso humano
y confundido fue por la divinidad
en escamosa grupa de marino monstruo
que ladraba a los pinos.
(Acabado el relato,
sueltan todos a una la leyenda
—dígase cabellera—
y me sellan el juicio largamente
con bufanda de ovas. Inefable.)
POPULUS NIGRA
No la chopera, que apenas
sabe esbozar un fácil canto verde:
pero el que canta como un pueblo entero
es el pinar,
la gloria silenciosa
del aire entre las ramas.
La alta gloria callada
del viento entre los pinos.
Su clamoreo largo y sostenido
se funde con la carcajada
de un tren que pasa, al margen, fragoroso,
por la vía apartada. “¡Corre, que lo pierdes!”
(No corras. Más bien báñate
dentro de este oleaje
sonoro. Ensordece en su seno.)
PRETÉRITO DEL MAR INDEFINIDO
I
A la asomada primera tras la cumbre,
cuando bajaba el ballenato placentero
entretenido en curvas de merienda y uvas
y fortín soñoliento,
el gong del mar se pone en pie de un salto
dando con la cabeza en el pavés del cielo;
esparce de ceniza las recámaras,
vibran las entretelas, y hasta Alghero
no tendrá paz la tarde.
II
(Capo Falcone)
Hizo sus cálculos trigono-
métricos, cuadraron y es feliz, mientras aún suda
por las axilas la raíz cuadrada
un rocío radioso de reloj de sol.
Entretanto,
algunos farallones más dichosos
se enjugaban el porvenir aceitunado
en cortinas de sombra.
‘...QUE AL SON DE NUNO JÚDICE...’
Los campos de la patria son una lección retórica de austria-hungría a caballo,
una baladronada de schumann cabalgando en un leño,
una sabihondez del abate liszt,
unos ojos exoftálmicos pidiendo limosna al cielo:
la consapevolezza
del mulo que sueña
con nubarrones desde la tibieza de su cuadra
mientras pasta ante la pesebrera.
Los campos de la patria
son tener cauce y no tener río al que asomarse
cuando se es árbol de la orilla.
...Como cae del cielo
la luz en lamparazos misericordiosos
medidos a zancadas por los postes y sus cables métricos.
Lamparazos de luz:
explosiones radiosas a lo lejos
que no acierta la vista a distinguir
si es aguacero jubiloso y repentino (como en el porvenir de nuestras vidas)
o al cauce abandonado cumplirle la promesa
de que volverá un día a transitar henchido,
con pinos en cantiles por orillas.
Los campos de la patria son
nube rampante en cielo de tormenta,
cañonazo estrellado en el costado mártir
del mapa en carnes vivas
sin nombres con los que arroparse.
Los campos de la patria son lo que resta de
un muro tembloroso de castillo
(como corazón de sandía enarbolado) en el aire de tormenta.
Los campos de la patria son un piano desmelenado cuando
empieza a llover a latigazos igual que exclamaciones
desatando el olor a pasto fresco en todas las conciencias.
TOCAN EL CLAVE CON EL CARRICK PUESTO
Y parados en pie. Tocan el clave
como el que elige con sonrisa y manos entre
la vasta gama de la pesebrera.
Lo que escogen es prisma de anisados,
lascivo desperezo
de humo azul en pijama,
niebla constituida
y olor de lumbre abril.
Mientras tanto, ya el clave
rompe a trotar haciendo trenzas de agua,
remolinos minúsculos,
cantos ensimismados, como si no fueran
los hombres de Estremoz los que consiguen
que se ponga talar hasta las barbas,
a semejanza de ellos
y de ciertos envueltos de tabaco
para insistir revolcándose en los graves.
Salen transfigurados del café:
campaneando como cruz alzada
y embarrancados en la culpa, al tiempo
que redimidos de ella. No sé si me explico.
Todo por obra y gracia
de unas hidroterapias al clave bien tostado.
Salen al implacable frío de las placetonas
anegadas de niebla,
y no saben si han muerto en una de ésas
y andan vagando por el trascastillo
como por el alfoz helado de la muerte.
Todo por obra y gracia
de un café al autoclave tomado en Estremoz
un lunes de Pasión.
Segunda feira,
onze de abril de mil e novecentos
e setenta e seis.
VERBERARE >vibrar. Ahora, las siete de la mañana del uno de agosto. Recién despierto al margen del Paraíso humanal de Guimarães. Echado de la cama por una pesadilla y su recomposición.
*
VERBERARE >vibrar
La hoguera viva de quemar mis sueños
me ha dejado el cabello
pintado de pavesas de pavor,
y héme aquí que me cato, una a una,
con dedos de cordura,
las nadas de la nada
mientras espero junto a la ventana que amanezca;
me alumbra mientras tanto
la luz valiente de una brisa anisada
que viene rauda de esa mar de escena
al pie del espectáculo.
VISEU - Visión
I
Tú fuiste el que encontraba a Dios en los aromas
(pero no al diablo en los hedores), hasta el día
en que un dios descendió con su divina coima
a la Sé de Viseu, al sol del claustro
y a los olfatos de humildes oledores
que andaban por allí a lo que cayese,
o pedían a las bóvedas maná que contemplar,
o zurcían exasperados la tarde
o fregaban sus suelos cada hora:
a todos vino a visitar la celestial pareja
y para todos tuvo palabras de consuelo en forma olfativa.
Honraron los cuadros de santos con su sacra atención,
y un componente del perfume en cada uno
quedó:
a cáscara de plátano en la Visitación,
a cuello considerado en San Jerónimo
más una asturia complementaria en San Cosme y San Damián.
Cuando los visitantes quisieron gratificarse con un refrigerio de ambrosía,
todo el museo se preguntaba por lo que había visto,
por lo que había olido,
y subió al cielo de Viseu, en la placidez de la tarde,
un campaneo de lección mal aprendida por devotos torpes:
«¿A qué olía? Olía a gloria:
a cuero cabelludo,
a coelho cabeludo,
a cabelo coelhudo,
a loiro cabeçudo», y fue muy poco edificante
el cisma de dos feligresas a la greña
mientras el santo se les iba al cielo
y la santa a la tierra.
II
La ciudad tiene caminos para la tierra
y paraderos para estar en alto,
abstraído por el kifi o el enigma.
Tú prefieres mirar desde intramuros
cómo desciende la divina,
cada vez más menuda en la distancia:
va a confraternizar con las mujeres de los molineros
y con las artesanas de ribera,
y hasta a beberse un vino
en las ventas que quedan a la orilla del río.
Entretanto, el sagrado
gravita junto a ti sentado en el mismo crucero,
ciegos los ojos, como las estatuas,
a todo lo que no sea su divina esencia,
y puedes disociar sus ingredientes,
tranquilo de que el dios no se dará por ofendido:
el primer componente
quiere decirte que está aquí el otoño
y no podrás parar el triste aroma
a saliva seca
que cobrarán las hojas de los árboles.
El segundo, que perderéis este olor a papel que ahora os anima
y seréis todo lo más un desfilar de naipes con su hedor convincente
que golpea con los nudillos al pecho del olfato.
El tercero, que cantará en el puño
con voz de bajo toda mata de pelo
y habrá que conformarse si el pañuelo de seda
huele a casa de hidalgo abandonada.
III
Pero no te desconsueles: volverás a ver juntos
al hombre y la mujer divinaesencia,
juntos y sonrientes, gracejando
como fuente de vida que es el reír de los santos,
bravo de dentición, carente de márgenes,
embistiendo sin reservas el trapo del aire bueno:
te los encontrarás en los funiculares de Lisboa
(que bajan envueltos en celofán merced a sus ilusionados),
en los miracielos de Coimbra donde el río pasta tiempo,
en los disparos ocurrentes del paisaje alentejano,
y cada aparición querrá decir que dondequiera
que un olor y una luz amachambrados
den trapido al olfato,
contigo estarán ellos
haciéndote acertar
los hilos de la trenza de tu tiempo.
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