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martes, 30 de junio de 2009
158.- ALONSO DE MOLINA
.
ÚLTIMA OFRENDA
Leal adormidera la carne, tibia luz
entre la negra flor del tiempo malherido
y el disoluto verde de un insaciable tallo
que abrazado a sus venas persiste con la sangre
en el seno indulgente de la madre que escoge
(como perfecta aya)
del sarmiento y la vid, los deseos y el semen
que la noche reclama.
Detenido en su origen mis pasos imprudentes
recrean los caminos de una mujer oscura
que alargando la sombra despojada a la noche
juega en su alma la suerte
de un hierático asido a sus pecados.
Desahuciada en sí
afronta con su aliento la levedad de aquella ofrenda última
de tan desnudo cuerpo ofrecido a la carne,
su transparente ópalo ataviado de fuego;
promesa y juramento.
Apocado de ti, de tus flamantes hilos,
el tiempo ha insistido en los abismos,
sellando como estatuas mis ósculos de plomo.
.
ME NOMBRO EN LOS ABISMOS QUE ME MIRAN Y LLAMAN
"Cuando miras al abismo, el abismo también te mira a ti"
-Friederich Nietzsche-
No es difícil perder, frustrarse ante uno mismo,
verter dudas y miedos haciendo brotar
la realidad que encierran tantísimas entregas.
De haber pintado espacios de mejillas audaces,
sentirse, de lo estéril, eco yermo y baldío,
como una bruma empotrada en los ojos
de un cielo enrojecido que silba a los arcanos.
(Ese frescor de brazos blandos y amor exiguo que fueron los fragmentos. Asimétricos ritmos pactando el si bemol que destruyera el ego, la notación que asesinara al sí mismo en los soplos del otro. Exhibir el error que nos mantiene al mundo como una voz urdiéndose entre los hielos de un camino de tierra hendida en sus prejuicios, en sus roídas erosiones).
¡De tantas formas llama la caída al polvo
que un madre hastiada de metáforas muerde las monedas
corriendo a las alturas,
hacia aquel vuelo de horizontes blancos,
forzando los remiendos de la tierra
a la alquimia que alivie las jornadas!
(Usted ansió ser niño, ajustar en los viejos las conductas opacas. Se remangó la piel en alborozos evitando los juicios para no quebrantar sus impulsos, su leitmotiv, la aceptación de su vida; -cuanto lo envidio, de mayor probaré a seguir sus latidos; cuando los días me aparezcan amarillos seré un viejo malo, por cada poro esnifaré feromonas, me pondré hasta las patas con cien tragos de vodka y calavera aplaudiré obscenidades -no tan obscenas como Hiroshima, Nagasaki, Cisjordania, la Crisis Global, el desempleo-. Seré la lluvia ácida que consume los miembros; un reuma en los tejidos del alma-).
Hay carne,
labios, que fecundados en calles solitarias
se convierten al barro de las cansadas alas.
Sin soportar lo inerte, lo estático y pasmado,
me acreciento en los cambios
y agito cada hueso que la ciudad me ofrece;
ahora creo en mí,
me nombro en los abismos que me miran y llaman.
.
SOÑABA CADA NOCHE QUE MORÍAS CONMIGO
Te habías postrado.
Sí, te habías caído
con los pies humillados, los zapatos ausentes
y el rojo del momento pregonando lujuria.
Tus máscaras
consiguieron mudar la mesura y el juicio,
en tanto que mis manos
aplacaron por fin el apetito atroz de la impudicia:
...llas vértebras marcadas,
......y tus blancos relieves
.........profundamente mudos,
...........profundamente devorados.
Un rumor de sirenas sin ocultar la lluvia
alejaba los gritos de su propia semilla,
protegiendo los vidrios de la incierta locura
de dos bocas enfermas de lascivia;
sin apreciar el alto y ancho de los anhelos,
aún no sé,
cuántos ángeles cayeron en tus risas,
cuántos eternamente aplazaron sus juicios
o cuántos vértigos salvaron los naufragios.
Desde el tórrido apremio del deseo,
sin una lluvia, sin un diluvio,
tu vagina imprudente derramada en arrestos
construía un orgasmo apagando los miedos;
renovando el origen, las obedientes cúpulas
dirigieron mi mente a las metas de tu cuerpo,
esos obtusos ángulos que aligeran sus líneas,
imaginarios nidos incendiándolo todo,
calcinándolo todo.
Y en tu pecho fulgente un agitar de perlas
inflamado de inciensos alumbraba los ciclos;
amarrado a tus huesos,
soñaba cada noche que morías conmigo.
.
POEMAS DESDE LA CORDURA
“Hembra que entre mis muslos callabas
de todos los favores que pude prometerte
te debo la locura”
Leopoldo María Panero
-1-
Detenido en la calma, Yo persigo esta luz;
para abrasarme dentro busco la vasta llama
de la tierra y el cielo, esculpida alma nívea,
originario polvo eterno y primigenio.
-2-
Contente!!. No marchite su edad la flor ni el tiempo;
solo nos pertenece el efímero instante
y el exacto pasado; inédito el futuro
nos aguarda en su incógnita quebradizo e inseguro.
-3-
La memoria y sus vértigos ciñen formas de un tiempo
romo, como una tos sin prejuicios ni arrugas,
anónimo espejismo de la razón expuesta
que alega ingenuidad en la torpeza del pecado
y duda si llegar vértice de mentiras
o con la obstinación de los tercos recuerdos
-4-
De los blancos barrotes de la cabal cordura
me exilio diáfano en bondad y me erijo ido
en busca de un espejo donde medirme el juicio,
sin extrañar lo insólito de los últimos versos
de un poema no escrito, cansado y melancólico
-5-
Sin final ni principio donde razona el fuego
ciñen formas de un tiempo de derretidas lunas
transformando en pereza los lascivos fermentos
que transcurren endémicos embebidos de fiebre,
sin germen ni sentido; sin discurso ni paz
donde aplomo sin fe arroje sus delirios
y huir de laberintos tejidos de locura
.
POEMA PARA ELLA
"Algún día habrá tiempo para querernos lo suficiente"
Pablo Cassi
Sus párpados latieron conciliando la sed,
el fuego y los deseos;
aquel soplo exhaló los recuerdos, la memoria y sus estrellas,
revistiendo de luz la cara y cruz de los arrinconados pentagramas.
Qué labios incendió la madrugada?
En qué lugar libraron las palomas
el excitado encuentro que culminó el deseo?
Ese día las calles ofrecieron su culto
ciñendo tu cintura con mis manos, tu nombre perfumó las avenidas;
incenciada la flor el mar crecía,
otra vez el oxígeno necesita tu aire esperando el regreso;
como un temprano sol la tarde se fue,
tornó la noche en despedida, el mar crecía
.
NO ES DE UNA ENFERMEDAD DE LO QUE DEBA CURARME
A Sabines al cumplirse dos lustros de su marcha
"Estoy metido en política
Estoy metido en política otra vez.
Sé que no sirvo para nada, pero me utilizan
Y me exhiben
“Poeta, de la familia mariposa-circense,
atravesado por un alfiler, vitrina 5”.
(Voy, con ustedes, a verme)"
Jaime Sabines (Chiapas. 25 de marzo de 1926. 19 de marzo
de 1999)
De tener que creer,
de optar por una religión
profesaría la divina fe de los elementos:
buscaría la perfección.
Hablaría del bien y de mal
sin conocer el bien ni juzgar el mal;
me comería todos los pecados del mundo
(y fecalmente los descargaría en su propia impiedad)
y tan vulgares los haría
que nadie volvería a creer en las culpas.
Después escogería la certeza divina
de los locos poetas (por cierto, ¿quién designa a los poetas?),
esos subordinados celestes de dios
que no aprietan sus dientes terrenales
en los perdidos páramos de la fe
ni dan la mano sin realzar sus alabanzas.
Huérfano de emociones,
sin la naturaleza de la poesía,
nos hallamos desérticos, baldíos y desnudos:
un modelo uniforme de estéril melodía.
Sin cantos que alabar sobre nosotros mismos,
nuestra sombra dirige un cortejo de árboles,
distraídos, sin savia,
bailando insatisfechos de hierbas y preceptos;
los músculos vacíos sin creatina feroz,
sin cosas importantes que atender
(por cierto, ¿quién decide qué cosas son importantes?).
¿Y qué elegantes manos no se deforman ni se manchan?.
Tampoco se destiñen en la lluvia los párpados mestizos
ni un ánfora es la incierta mujer
con los brazos abiertos a la espera de semen.
Que una palabra dulce es un paisaje abierto al corazón de la tierra,
a un enorme jardín sin esclavos ni exilios ni rendiciones ni afonías,
es la luz despejada de puertas y de úteros.
Soy demasiado tonto para creer en mí.
Sin matar una mosca o sentir culpa por nada,
no suelo respetar las reglas -aunque las conozca todas-;
así y todo, una víbora
podrá un día morderme algún miembro
para que únicamente los puros
consigan derribarme,
echarme a un lado y taponarme alguna herida.
No voy a detener mis pasos
ni a elevar mi silencio a ninguna cumbre,
no es de una enfermedad de lo que deba curarme…
renegamos de todo
y luego nos morimos de soledad.
Cucha Sabines, mucho aprendí de dios, de ti.
.
NO NECESITAMOS A LOS DEMONIOS
No es casual
que acaben las palabras
sin despedidas ni promesas.
Displicente la noche oculta sus pretextos
sin resquicio de luz ni verbos que devoren la nostalgia.
Que esta pluma imprecisa e incierta
morderá los oscuros cantos del olvido
y sobre un doblegado asfalto de palabras
escupirá a sus mártires, a sus santos
a sus caídas víctimas, a sus callados dioses
a sus santos expiados, a sus sumos suicidas
¿Acaso no podríamos resumir en un átomo la Verdad?
El regreso al paraíso no admite demora;
no necesitamos a los demonios.
Ya no nos emocionan las emociones
y sabemos que el universo es un soplo .
.
UN RASTRO DE VERANOS
Harto de picaduras,
un pueblo al sur del sur, con su cíber, su plaza,
su locutorio y sus parados,
expresa la carencia en su aliento vencido,
pronunciando en derrota la indigencia aceptada.
Transitar la estrechez y el apremio del día,
no es la mayor miseria. Peor, ser miserable,
conformarse con nada.
Ningún camino fue tan difícil
como retrocederse con las manos vacías
al centro exacto del origen;
vislumbrar un linaje de huesos y osamentas
que acuna calaveras y rebusca sin manos
la sacrílega savia de la propia existencia.
A cuenta de mostrar el alma proclamada,
un rastro de veranos se agarró de las barbas
del incierto destino de una estrella sin luz;
y sin fortuna,
en el eco de un sueño emocionado
se untaba del hambriento espejo
de una mujer sin miedo,
donde el hambre brillaba
y el sol era la llama, la abundante corona
que de blandirse en todas direcciones, temblaba
como una telaraña desprendida del cielo.
Jamás bajo la brisa, bajo los espejismos,
aferrado a la tierra y al poderoso invierno,
un verano había florecido tanto
.
LOS AULLIDOS DE UN LOBO QUE MORDIÓ LOS INCIENSOS
Fueron cinco jornales, cinco,
los que gasté por ti;
incendiado en tus carnes, un semen boquiabierto
desde tus pechos a mis tajantes huesos,
como un río corrido de orquídeas
reavivaba los párpados pretendiendo el oxígeno.
Tu querías alfombras, volar en cada espasmo,
traspasar las imágenes de los velos y el tiempo
abriendo las campanas y las nubes.
Habitada en su aliento, la húmeda rosa
alimentó adjetivos en el henchido lagar
de unos besos pintados en los ilusos sándalos
de un amor pretendido y obtuso.
Yo te quería a ti,
tan solo te quería.
Se estancaban las horas en mi hambruna por ti.
La ambición de tu ombligo, sin medidos fragmentos,
insinuaba en tus muslos los secretos del pubis,
me ofrecías el fruto prohibido del Edén,
y en mis manos comías los huecos y las formas
para teñir cada veintiocho días
los aullidos de un lobo que mordió los inciensos:
los óvalos henchidos,
las colmadas columnas, el blancor de tu pecho,
el nácar de tu vientre;
a mí, que aprisionado al éxodo
había roto los hilvanados hilos
destruyendo el origen;
besarla sí, olfatearla,
fueron cinco jornales, cinco,
los que gasté por ella.
.
VENUS SE ADVIERTE EN LAS ARTERIAS Y TEMPLA AL MUNDO
Bajo un árbol humilla la razón
para que todos los escépticos se consuelen
mientras contemplan a la mujer de mármol
abriendo sus virtudes bajo un arco entregado
a la esculpida piedra que de gloria reviste
el linaje de Venus.
Sobresalen las formas en la arcilla y el pino,
el jaspe cincelado reclamando el tributo,
la prófuga visión de los tallados círculos:
La vulva custodiando la elipse de su talle,
los senos en el tiempo de las maduras cepas,
planetas y cilindros orbitando en sus soles
y dos columnas tersas custodiando a la diosa.
Rendida ante sus pliegues, la esperanza del árbol
no oculta la fecunda sima,
la redondez del óvalo anclado a la simiente,
al pan de cada día,
la corteza que mira con sus tallos de luz:
Las formas de la vida encarando la arista,
el arce que se deja prender,
la hojarasca dejándose amar
y un bosque proclamando habitarse
como un otoño grana prendido en la retina
Y de nuevo sus pétalos acariciando el suelo,
anudándose al árbol
como una mano prolongada en sus anillos;
se dibujan las formas en el aire luciente,
la existencia desviste la sal y la semilla
y recorre las letras de todas los leyendas:
Ni un hueco sin su puesta de sol,
ningún color sin acariciar,
ninguna pulsación inerme en las arterias
Deshilado en la piedra, su rostro desnudado
devora los instantes alzándose en deseos.
Nuevamente los dedos se inquietan en las simas:
hurgando en la raíz,
custodiando la piedra,
besando la semilla
sin desvelar secretos de sus senos conformes
ni arrancar de la vida la pasión de los días,
Venus se advierte en las arterias y templa al mundo
.
UN ABISMO OCULTÁNDOSE EN LA PIEL
Me ocurre a veces: Estoy mordiendo la manzana.
Mientras yace mi ánimo con los pies en el suelo
mastico el sexo componiendo formas urgentes,
exiguas concesiones luciéndose en los atrios
de la carne y sus formas
¡Lo he visto tantas veces prendido en sus hogueras...
Urdiéndose en las nubes de mi inflamado apremio...
Resbalando en las uvas del pretendido vientre!
Probarlo
es iniciar un viaje a la adicción,
contender con los cuerpos desafiando al deseo,
huir sin juicio hacia dentro de la razón
Ni una caricia previa…
Ni un lunar en la boca
Tan siquiera un olor a sándalo
Sólo el instante mágico de la penetración
la inmersión en la vida
y los labios mordidos con fruición
Alguna hosca mirada
alguna hábil meseta
alguna reticente brecha
Ahí queda el espacio embravecido
y bajo la apagada urgencia
un abismo ocultándose en la piel
.
NO NECESITAMOS A LOS DEMONIOS
No es casual
que acaben las palabras
sin despedidas ni promesas.
Displicente la noche oculta sus pretextos
sin resquicio de luz ni verbos que devoren la nostalgia.
Que esta pluma imprecisa e incierta
morderá los oscuros cantos del olvido
y sobre un doblegado asfalto de palabras
escupirá a sus mártires, a sus santos
a sus caídas víctimas, a sus callados dioses
a sus santos expiados, a sus sumos suicidas
¿Acaso no podríamos resumir en un átomo la Verdad?
El regreso al paraíso no admite demora;
no necesitamos a los demonios.
Ya no nos emocionan las emociones
y sabemos que el universo es un soplo .
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TATUAJE
Tantas gotas de lluvia
y aquí hendido en la nada
de esta extraña galaxia
cruel y desconocida
con los ojos ciegos de barro
y el corazón que no me dice nada
Ya no exige la sangre su destino,
tan opuestos caemos
y así cohabitamos
enterrados, inertes
con la vida aún puesta;
no indiferente observo
a los de afuera, a los de más allá,
es posible que no están tan enfermos
tan aparentemente quebrados
sin brazos abiertos, sin abrazos
como nosotros,
el origen no existe,
ni tampoco el recuerdo;
no hay nostalgia ni lloros
entre las resentidas piedras,
y el aliento es un baile
a punto de tropezar.
.
PODRÍA SEGUIR PERO NO
Huida
Buscar respuestas sabiendo
de antemano que no existen
¿Acaso existe la huida?
¿No acabamos encontrándos
siempre con nosotros mismos,
con ese gran desconocido del que
tantas veces renegamos y al que desasistimos
cerrando los ojos para no ver
más allá de alcanzan nuestras carencias,
nuestras miserias?
¿Quieres que siga?
podría retratar una tarde
cualquiera de huída o una
noche tormentosa sumido en soledad, tal
vez un literal vacío en la mañana ó
la exacta ingravidez de toda la jornada, ingravidez
o inercia que no se que es peor;
pero no sigo para no ir más allá
de las palabras, porque dejé de creer
en palabras sin hechos, sin coherencia,
sin fondo ¿Qué me dices de tus buenos modos?
¿De tu visa oro?, ¿De la distancia, del desamor, de la apatía?
¿Qué me puedes decir de tantas preguntas sin respuestas, sin cheques
al portador, sin monedas de cambio?
Podría seguir, pero las palabras
se comen mi energía y las necesito para jugar al golf, para acelerar
mi auto, para levantar mi copa, zarandear mi arrogancia
y arrojarme al suelo sin moral
Podría seguir pero no.
.
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