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sábado, 24 de mayo de 2014

DANIEL BENCOMO [10.698]



Daniel Bencomo

(San Luis Potosí, MÉXICO   1980)
Vive en Guadalajara: Maestro en Filosofía e Historia de las ideas por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Poemas, reseñas y traducciones en revistas y suplementos nacionales, además los libros "Apuntes en el Baño" (2005, Ediciones NOD / Sin Nombre), "De Maitines a vísperas" (2008, Ayuntamiento de S.L.P. Capital), y "Morder la piedra" (2009, Mantis Editores/ Ed. Ponciano Arriaga), todos de poesía. Ha traducido del alemán poesía de Ingeborg Bachmann y diversos autores actuales. Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2010 con Lugar de residencia. Becario del FONCA-Jóvenes Creadores para el periodo 2010-2011, y para el periodo 2012-2013.





Bares del Peloponeso

para A.O.

Entre el sepia ruido de automóvil, un odio camina a su extinción.
Abre sus puertas la brevedad.
Caligrafía derrite la nieve de los sueños.
La pesadez del elefante al moverse, remite a una autopista donde se besan
guijarros.
Paquidermis: pedaleo por los defectos del invierno. Piensa la finitud,
por ejemplo, la incapacidad de someter a las garzas:
afinan con hielo sus pulsos en el aire.

No amalgama una píldora el todo, no barrunta palabras
o canciones, como aquella.
Tantos locos acicalan su laguna mental,
hogar perfecto, dejan ahí un barca a su suerte. Arde un roedor en el pasado,
¿para qué? traerá escafandras, pan de naufragio.
Dionisos regenteaba estos meses en Delfos. Bares abiertos en el Peloponeso,
gafas para percibir un ademán: matar al individuo, coma en boomerang, traer
al individuo nueva cuenta, sin mascarilla antigás.

La caligrafía se traza en alba nieve, en el desdoble las huellas se derriten,
las garzas comen las palabras
que Vd. va tirando al aire. La precisión del bisturí pide
poco al afilado invierno. Pida su ticket
en la casilla del calendario.
No emigre, puede colapsar su tregua química.







Lama

para Claudia

Al interior de la garza todo ocurre:
el amor, el frontón químico del mundo, el hueco de baba de sabe qué dios.
Firme, llena de cápsulas, anquilosada o abierta, el ave
es el sinónimo del miasma. Firme ahí, sus ojos fijan el cielo,
el barro de quien mira deshidratan. Una pausa de lo Real es esta garza.
El instante tiene lama en el instante.

Duda de
esto:
saca el rifle, apunta al mar entre ceja y ceja.





«Siete Versiones», poema en revista Crítica no. 154, + Bonus
SIETE VERSIONES


Estás adentro, muy adentro de un gran drama.
Tu papel: la estela maya que vuela en pedazos.
La condición de estornino, el fragmento cardiaco o elegiaco, por imitar o clonar.
Por ejemplo: tú estás afuera de un gran drama y te roedoras,
cataplasma o mimo.
Orillas del Bien y Mal: maquila en una máquina de chicle.
La sensación fue probada, sacrificial y segura,
en la piel de cowboys y de conejillos de Indias.

Dientes nueces y dientes se quiebran como un segundo.

Dientes y nueces, gradientes,
se quiebran diferenciales.





Lírica viene de lirio
Lírica viene delirio
Deviene lírica lirio

Lyrica subcortical o cortisona, espuma de bulldog en aguas ya estancadas
lirio planta parásito, lírica basura y parasita, tabletas que recortan la distancia:
del humus al nervio el soma trabaja, tiempo real es cieno poco

Lyrica en recetas de mi padre, olvido comprimido hacia su cuerpo

Lírica es el tedio vs. el tedio de ti

un músculo borrándose, otra vez, en sus espasmos.





Por qué no he terminado de morir, te preguntas en mute.
Ya alguien quiere los derechos de tus coplas y apunta, apaches, a tus padres.
Orla el aire un vynil rojo, celofanes encefalia son saudade,
anida el aire o en el fuego tras el cráneo:
adrede, alarde, kilómetros de celuloide, dramatización del lapso infinito, llano,
entre el último suspiro y el nombrarle.





Sólo en el lenguaje una savia, gramática sabia, puede devorar a otra savia y ser más fuerte. Es hora que descanses, no opongas resistencia. Anda y házte cargo de una mínima tragedia, dale tu silueta al celoso holograma de Yo. Gestalt estulticia. Clama. Consulta oráculos, científicos, videos. Fagocita. Finge y esfinge. Enígmate. Inhala otros vapores, más dobles o maleables, llenos de barro entre la encía, focos rotos o tiovivos. Aquí te esperaremos.





SOBRE UN VERSO DE HARRY NORDELL

lumbre empedernido, cánula de clon:
un enigma troza el día
raya lémur los huesos

como peces boquiabiertos
todos los sentidos vendrán ante tus ojos
y tú desplazarás el pensamiento
hacia el descuido

vena alta cava fidelidad del latido
adentro de los ipods en los barrios
—lejos neumáticos cóndores líos—
todo seduce planta carnívora
hipa sin culpa en la placenta sin verbo

un azul
ultraciervo
hidropónico
cruzará las cabezas de los televidentes
como el opaco hueso de lo opaco
cayendo a refrescar el día
con su lluvia del cámbrico

a Luis Eduardo García






ARQUEOLOGÍA:
hacia Heráclito de Éfeso

Pensar proteico, osado más y en hybris extra, venido a nos en la poesía, conducto y carne de lo más expuesto. Así ha llegado hasta nosotros, así llegará a su pasado, hasta que llegue su instante y el nuestro. Sucede en el poema que oscura al alumbrarse. Que encrípta-se y puede y que no teme devorarse. Pantalla en pedazos de un dios en pedazos. Diónisos encripta tras Apolo. Eso ocurre en los límites, pero hay que volver un poco antes. Hacer genealogía de la fractura y cómo se vertebra. Antes de las condiciones, de la voluntad de las condiciones. Cicuta es poesía es cicuta, error, es lo mismo.

para Enrique Serna





Hubo un alfabeto de piel que desprenderse:
las luces de las letras, poco parcas al paro,
tienen caries en el ruido que arrecifa,
rayo luz no cardo al vuelo
parte el húmero en axiomas de raizales

un enigma insoluble en el agua del verano
pegándose al cuerpo y a sus zonas de sintaxis
nichos de sentido en cuenta regresiva

hubo un alfabeto Kasch de piel
dicha metálica en sin sentido primario:

la Realidad es animada por okupas,

no seduzcas al aire bencina el pensamiento:

la Realidad es animada por okupas.






BONUS

Un pacto pedernal
encima del pensamiento.

Antes le llamaban el Tiempo.
Ahora veremos el reverso, quiero decir:
hay un montón de colmillos en el suelo,
una apócrifa señal y pegamento epóptico.

El cielo dinamita sus íconos reunidos ad initium.

Antes le llamaban por su nombre.

La boca abierta (le llamaban el pasmo),
autismo marabunta, coxis.








Casi noche

Ya madura el jugo de la tarde.
Coloración rosada, asco intenso del que odia las libélulas.
Cuánto fermento: se inició la noche,
ebrios con paracaídas en su gota de whisky,
y ya es.

Se hubo: caminar un poco, el condimento de la piedra
simplemente el paso.
Oh, noche de alubias y de estrellas,
fuga del corazón de la ciudad en la vieja Chevrolet,
y Franz y su mujer y nuestra amiga.
La que vive en un poblado hacia el norte, rumbo a casa.

Era en el caer de la sombra no soportar nuestros desnudos.
El brillo de los ojos a túnica en el piso,
la liviandad de la piel jalándose hasta el cielo,
y algo Franz para fumar.

Tan débil respirar bajo el caudal de la penumbra,
carretero.
Línea continua para rebasar la idea de Dios,
que viaja lento y diurno.

Y ella, la yaciente en la piedra de sus ojos,
la de un callar miel y hortelano,
nos habló en silencio de las fiestas del dónde.

En el surco abierto en nuestras voces tropezaba el kilómetro.
Secos de garganta
pero húmedos de espíritu, de regreso a.
Tres contra la bóveda estrellada,
nadábamos de pecho en la piscina de.
Signos zodiacales para meter en un frasco de vidrio,
y darlos de regalo.
Zodiacales cloruros de no saber ya nuestro nombre:
inmadurez de la muerte aún no en verbo decantada.

La muerte preguntaba por nosotros en la línea quebrada del camino.
Y no sabíamos de; no dimos con la luz antiniebla.
Perezosos a todo aquello que no es vida,
rimábamos al herbazal a orillas del camino: sencillez de lo finito.

Un alto obligado.
Acaso la muerte, dijo uno de nos, un eco de nos,
acaso ella
tan pura como:
el orín caía entre nuestras piernas, rompiendo el silencio
y varias grietas en la tierra.
Muerte ámbar volviendo a las arenas y a lo fresco de la noche,
usando de Moisés nuestras rodillas abiertas.

Después del esfínter, el sopor oculta la otredad.

Hacía frío.
Cuando veíamos la ciudad de nuevo,
notó Franz que mis mejillas eran grandes, y mis
ojos más pequeños y rasgados.

Ya en los suburbios, algo picante de cenar:
acompañado de un café muy negro, casi noche.

De maitines a Vísperas, 2008.



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