José Antonio Ochaíta
José Antonio Ochaíta (Nació en Jadraque, Guadalajara, España; 1905 - Falleció en Pastrana, Guadalajara, España; 1973) fue un dramaturgo, poeta y folclorista español, cronista oficial de la provincia de Guadalajara.
Estudió en el colegio de San Ildefonso de Madrid. Estudió Filosofía y Letras en Salamanca, donde fue alumno de Miguel de Unamuno. Posteriormente fue a estudiar a Galicia donde conoció a Ramón María del Valle Inclán, fue redactor del Faro de Vigo e ingresó en la Real Academia Gallega de las Buenas Letras. Fue profesor de gramática en el colegio de los Salesianos de Guadalajara. Junto a Solano, Xandro Valerio, Rafael de León, Quintero y Quiroga fue coautor de la letra de numerosas coplas, como La Lirio y Eugenia de Montijo. Asimismo fue miembro de la Real Academia Sevillana de las Buenas Letras.
Poeta, periodista, dramaturgo, autor de letras de canciones. Nacido en Jadraque (Guadalajara) en 1905. Estudió en Madrid, en el colegio de San Ildefonso. Durante breve tiempo fue empleado de Banco, después profesor de gramática en el colegio de los Salesianos, estudiando Filosofía y Letras en Salamanca, donde fue alumno de don Miguel de Unamuno a quien admiraba y quería. Ya periodista, ejerció de redactor del Faro de Vigo. Miembro de la Real Academia Gallega de las Buenas Letras, pasa la Guerra Civil en Madrid y posteriormente se dedica en exclusividad a lo que más le gusta: conferenciante, ensayista, autor teatral, folklorista, recitador brillante… se dedica sobre todo a escribir versos y canciones. Cofundador del Núcleo González de Mendoza del que en vida fue vicepresidente. Murió en Pastrana (Guadalajara) en 1973, mientras recitaba sus poemas en el atrio de la Colegiata. Fue Cronista de la Ciudad de Guadalajara, y recibió diversos Premios nacionales y locales de poesía. El pueblo de Jadraque en su honor, hizo que frente a la portada de la iglesia parroquial, álzase un busto en bronce, original del escultor Navarro Santafé, dedicado a la memoria de este jadraqueño ilustre e inolvidable. Murio en Pastrana (Guadalajara) en 1973 mientras recitaba sus poemas en el atrio de la colegiata. Fue cronista de la ciudad de Guadalajara, y recibio diversos premios nacionales y locales de poesia.
Obra
Entre sus obras teatrales destacan: Cancela, Doña Polisón, La honrada, María del Amor, La macilenta y La mala boda. Entre sus libros de poemas Turris Fortissima, Desorden, El Pomporé, Ansí pintaba don Diego y Poetización de Jaén.
Romance del Acabose
Aquello puede acabarse
del modo que te convenga.
Yo te prometo colgarme
en el pescuezo una piedra
y echarme de noche al río
sin que tú misma lo sepas.
Yo estoy dispuesto a cargar
con la pólvora más negra
un cachorrillo de hierro
y que las sienes me muerda.
Esto puede acabar
del modo que te convenga,
esta tarde o esta noche
o después cuando amanezca.
Sólo con que tú me lo digas:
“Se acabó la historia aquella.”
pero lo que no podrás
es que acabemos a medias.
Que en amistad trastoquemos
lo que fue pasión deshecha;
que tú vayas por la calle
y yo por la calle venga,
y nos digamos ¡”Adiós”!
como amigos que se encuentran.
Que tu digas: “Aquel tiempo!”
que yo diga:¡”Aquella fecha!”
y que los besos sorbidos
boca a boca, vena a vena,
no se nos pongan de pie
como claras bayonetas
y nos claven por cobardes
sobre la cruz de las piedras.
Amantes fuimos los dos
que amarse no da vergüenza;
comimos del mismo pan;
pisamos la misma hierba,
y las paredes calladas
huelen al que oler sepa,
a vida que hicimos juntos
llevando la misma senda.
Amantes fuimos los dos:
el fuego tú; yo la yesca;
tu, la soga; yo el caldero;
tú, el aire, yo la veleta.
Años enteros unidos
en una misma cadena
de sobresaltos y besos,
de conciencia y de inconciencia,
de quietud y de inquietud.
¡Ay, Dios que si lo barruntan!
¡Ay, Dios que si lo comentan!
¡Ay, que si me ven contigo!
¡Ay, que si contigo me ven!
Besos entre sobresaltos;
entre amarguras promesas.
Saber engañar a todos
y tener la verdad nuestra;
de estar por dentro casados
en una alianza secreta.
Casado estuve contigo;
arras fueron las estrellas,
y en el libro de la vida
quedó por siempre una fecha;
que era junio y era un día
que olía a cosas eternas.
Amantes fuimos los dos,
que amarse no da vergüenza.
Amantes fuimos de llanto,
amantes de complacencia,
amantes porque te di
todo lo que tú me dieras.
La vida tuya fue mía:
la mía, tú te la llevas.
Hasta ayer. Ayer me dices
claramente, por las buenas,
que nos conviene acabar
con aquella historia. ¡Aquella!
Eso no nace de nuevo
no la improvisas a ciegas;
eso, razón razonada,
“agua que viene de alberca
no se detiene ante nada”.
¿Qué vamos a acabar? Bueno;
como mejor te convenga.
Y estoy dispuesto a colgarme
en el pescuezo una piedra
y echarme de noche al río
sin que tu misma lo sepas.
¿Tú que harás? ¿Entrarte a monja?
¿Beber solimán a ciegas?
¿Ponerte un ascua en las sienes
para que derritan su cera?
Sólo así podrá acabar
pasión que fue tan entera.
¿pues otra cosa creías?
¿Pues otra cosa alimentas?
¿Qué amor se puede cambiar
en amistad sin ojeras?
¿Qué amantes y amigos son
como dos varas gemelas,
y que se corta la una
cuando la otra se seca?
¿Qué quien te tuvo en sus brazos
y saboreo tu lengua,
y hundió contigo la almohada
junto a tu misma cabeza
puede ser el amigo ese
que, cuando se le tropieza,
se le dice: “Adiós, amigo!”,
y se sigue la vereda?
Pero ¿quién te ha trastornado
quién te ha dado esa ceguera?
El amor cuando es amor,
sólo tiene dos certezas:
el odio, verdad de sangre;
la muerte, certeza negra.
¿Qué vamos a acabar? Bueno;
como mejor te convenga.
Pero ¿amigos? ¡Nunca! ¡Nunca!
Te estoy deseando muerta,
me estoy deseando muerto,
pero sin amor a medias.
Si tú quieres, llámame;
yo te llamaré si esperas.
¡Hazme el nudo corredizo;
eche yo el nudo a tu cuerpo,
y acabemos esta vida
que por tanto amor te pesa!
Budia, corazón de mi Alcarria
Mientras recitaba este poema en la Colegiata de Pastrana falleció Jose Antonio Ochaita, poeta de Jadraque, cuando iniciaba la cuarta estrofa de este verso cantando a la Alcarria. No puede ser más descriptivo y profundo. Se nota que amaba muchísimo a la Alcarria.
… Tengo la Alcarria entre las manos…
no en las que veis, gusanas viejas,
cansadas de coger del aire
mi voz inútil…
¡No son éstas,
sino son otras manos niñas
que en los muñones se me insertan
de la manquéz, con que he venido
mutilado en no se qué guerras
donde combatí con gigantes
tan diminutos como letras,
o con letras, que eran gigantes
para mi talla tan pequeña…!
… Tengo la Alcarria entre las manos,
y no se si pesa o no pesa,
pero la vuelco,
-yo diría
que a vaivenes de una querencia-.
al lado izquierdo, y me sofoca
el corazón que la recuesta
igual que cuando se nos pone
una bizma o una sal muera…
… Tampoco podría deciros
si es la tal bizma, blanca o negra,
si hecha de pez o calicanto,
si de panel virgen o greda,
… si de los cuajos de mi sangre,
o del fósforo de mi médula,
0 del légamo pegajoso
Que ya será mi madre muerta…
… No lo sé…
…Pero yo lo siento
a ras de dientes y de lengua,
acercada por esas manos
que no se ven… mordidas a ciegas
por un delirio de mil años
que la retira y que la acerca…
..¿…en este delirio, seré yo,
yo, quien la trae o quien la lleva,
o quien me trae y me lleva a mí
serán sus oscuras potencias
de piedra imán para mis huesos,
de hidromiel para mis postemas…?
…No sabré nunca desatar
el nudazo de las dos riendas…,
si es ella quien me acerca a mí
o soy yo quien la acerco a ella…
¡… qué latido de fuentes vivas,
que viril místico de abejas…,
y que sensual tacto de montes
y qué desholladura de sendas…,
qué remoloneo de arroyos,
qué visajes de esquinas tuertas…,
qué postigos tristes de orines
qué antelunarios de plazuelas,
y qué jardines encerrados
y desbordados…
…Las higueras
rotas de mirlos…, los geranios
alucinando su verbena
de flores rojas, en la cantar
que partió su cintura de hembra
y que enseña, desportillada,
la enagua de color de tierra…
y el jazmín, tan a lo moruno,
ahupándose en su propia inercia
para caer, desvanecido
sobre ventanos de tinieblas
donde se escucha un almirez
machacando la alcaravea
como un pájaro enorme de oro
con las alas del son abiertas…
¡… cuatrocientos pueblos me caben
en las manos calenturientas
de peregrino, que mucho antes
de salir, está ya de vuelta…!
… por las manos me corre el río
hecho enredijo de madeja
cue se ahíla por los majuelos
y es un “don alguien” por las presas
con molinos, en los que giran
esas moles que llaman “muelas”
y parecen hogazas duras
que salieron de la arquimesa
y las pusieron en remojo
porque el agua las emblandezca…
… y el castillo, en la cima rasa
del monte, siempre en esa trémula,
difícil, equilibración
de estar así, con la gangrena
de la ruina, que no se arruina,
y al mismo tiempo, con la terca
estolidez de apuntalarse
con un graznido de cornejas…
… y el cementerio enfrente, y todo
el pueblo, abarrancado a secas
entre castillo y camposanto…,
¡los dos vértices que se encrespan
con la ufanía de dos gallos
picajosos, desde sus crestas,
de escarbar en la misma muerte
cacareando igual trompeta…!
¡… Tengo la Alcarria entre mis manos..!
… las distancias se me condensan
en este hueco tan pequeño
donde no caben veinte almendras,
y caben pueblos,…, ríos,… valles,…
páramos,.. sotos,.. barberechas,…
humilladeros y castillos,…
la picota y el corro de eras,
y la plaza mayor, con fuente,
y diez jardines, diez cuestas
y posados y soportales
donde la gente sale y entra,
pero no se va de mis manos
tan breves, y con tantas lenguas
de perímetro y hondonada
que me asusto con solo verlas…
-¡No son éstas que miráis, no…!
… Las dos me estorban y me pesan
mal vaciadas en escayola
y fraguadas en mi miseria…
¡estas manos diurnas, que
salen de anticipada huesa
como dos asiladas, que
vas escondiendo su vergüenza
de quiero y no puedo.., de
damas sin opéndulo y sin péndola…!
¡… pero de noche, entreno manos
de niño…!
… son manos que alertan
renacidas en los muñones
de un esqueleto de torpezas…
…con las dos manos, renacidas
y mojadas en la cisterna
del último resol, te cojo,
Alcarria mía…
… Y tú me dejas
que acaricie los verdugones
de tu olvido,… y te ponga vendas
y puntales en los calcaños
que se derrumban, por la inmensa
pesantez de un ciclo cobalto
que saca sangre de tus tejas,
y por la delgadez de un humus
donde estás en un vilo de hebra,
aplastada por tanto cielo
y en vilo por tan poca tierra…
-¡.. y los hombres, que no han pensado
hacer, con sus manos, la cuenca
para que en ella se recoja
lo que se pierde ya sin ella…!
… río… valle… monte… castillo
hortal… sepultura… alacena…
… Dios, que se ha perdido en la Alcarria,
con las alforjas y a andariegas…
-¿quién te va a recoger Dios,
por esta soledad tremenda..¿
¡Benditas manos, que me nacen
de un esqueleto de inocencia
para palparte los mollares
y saberte que no estás seca…!
¡Tengo la Alcarria entre las manos..!
¡… Quien se encuentre llamado, venga..!
Los besos que yo te di
Aunque entres en una alberca
de agua fría y arrayanes
que tenga disuelta dentro
columnas, estrellas y aires;
aunque con buriles nuevos
acuñen nueva tu imagen,
y un sayón bartolomeo
piel a tú digas te arranque;
aunque nacieras de nuevo
en el vientre de tu madre
y el Padre Santo de Roma
de nuevo te acristianase,
los besos que yo te di
no te los quitará nadie,
que vas reluciendo besos
pregonando su linaje,
brillando y oscureciendo
como una luna en dos fases
que nunca mata el creciente
porque no quiere el menguante.
La saliva de mis besos
no se te pegó a la carne.
Si se te hubiera pegado
arrancarla, fuera fácil
y pisotearla luego,
cosas de buenos amantes;
pero no fue pegadiza,
no fue postura de traje
que en una feria, se compra
y en otra feria, se añade,
y cuando pesa, se cambia
conforme cambia el paisaje,
como un catorce de mayo
que no quiere sofocarse.
La saliva de mis besos
te cimentó, la raigambre,
la respiraron tus huesos,
la comieron tus ijares
te clareó las entrañas,
te hizo crecer y esponjarte
como crecen y se esponjan
los chopos al agua fácil;
lo canijo de tu vida
tuvo un apoyo de jaspe:
mis besos; el hambre tuyo
dejó de ser malas hambres
con mis besos; el horizonte
sin causa, tuvo su lumbre,
mis besos. Tu palabra sin engarce
tuvo gramática, besos, besos,
porque no son más que frases
de un evangelio de lumbre
con nuestras dos iniciales.
Qué tienes que no tuvieras
metido en mis besos antes;
eras cañamazo doble,
hilaza que se deshace
y en los labios tuve agujas
divinas para bordarte,
de la camisa al pañuelo,
desde el tuétano a la carne.
Si alguien te advirtió algún día,
no fue por ti, tú lo sabes,
que tú eras limo dormido
que no acierta ni a cuajarse;
fue porque yo te mostré
en un joyel delirante
en este panal de besos
alto, denso, claro y grave
y dentro de él relucías
tú, que eras tristeza mate,
como reluce una Hostia
que acaba de consagrarse,
que es pan y no es pan, porque
se amasó de eternidades.
Ahora, quítate mis besos,
dáte alquitrán y vinagre,
entra en un río de greda
o en una selva de sables,
busca otros besos que pongan
a los míos antifaces.
Qué habrías de conseguir? Di,
si habrían de machacarte
y en el polvo de tus huesos
estarían mis señales.
El agua se irá burlada,
la lumbre quemará en balde,
se mellarán las navajas,
caerán las caretas fáciles,
te señalarán cien dedos,
dianas de los cobardes,
te gastarás, en mentidos
esfuerzos de escaparte
a aun allí, estarán mis besos,
fundidos en tu raigambre.
Y hasta el día que la tierra
con otra tierra te tape,
por debajo del montón
mis besos han de notarse,
vivos, aunque te hayas muerto,
nuevos, aunque tú los gastes,
calientes, aunque te enfríes,
verdad, aunque los negaste,
para que Dios te conozca
por lo bizarro del traje
y sean los besos míos
al cabo, los que te salven.
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