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miércoles, 3 de julio de 2013

LIL HERRERA [10.228]



Lil María Herrera (Panamá)
Lil María Herrera (Panamá, 1965). Poeta, periodista, narradora oral, maestra. Los textos poéticos de Lil Herrera son considerados “versos a veces repentistas, a veces mesurados” (Héctor Collado sobre “Niño, mango, guayacán”); “honestos” (Consuelo Tomás, sobre “Metaldevoz”); “ejemplo paradigmático de la concisión que caracteriza a la mejor Poesía. Escrito con finura, con procacidad, con violencia, pero también con ternura, con imaginación, con pálpito y sagacidad, comporta una dulzura amarga y una compasión que brota de lo femenino, que hay en cada uno de nosotros”. (Salvador Medina Barahona, sobre “Todo en regla”).

Obras poéticas:

Metaldevoz, Ediciones Asterisc*, Panamá, 2006
Niño, mango, guayacán, en Metaldevoz, Panamá 2006
Todo en regla, L&J Publicaciones, Panamá, 2009
Tenaz, Pepita Nador, en Mujeres que luchan por su dignidad, V Concurso de Mujeres: Voces, Imágenes, Testimonios 2009, San José, Costa Rica, 2010.
Di versos, poemas traviesos, Universidad Tecnológica de Panamá, 2011
Todo en regla, edición Español-Inglés, a publicarse en Panamá, 2012
ión desde la sinceridad





Sangre mía muchachita
luna sol voz de cielo
peces algas y cangrejos
meces mi cuerpo entero.

Sangre mía
criatura que nunca has sido
porque cada mes
te me pierdes
te deslizas
te derramas
y tu color es el del paso del tiempo
que está y ya no está, se fue.
Sangre mía
tu sabor es de sal y vinagre
de hormonas vencidas.

Sangre mía
tu olor es tenue sonido
de una gota de aire
que humedece mis instantes suspendidos.

[Del poemario PalabrAbierta, 2001]






El reglamento se cumple
cada veintitantos días.
¿Quién dijo que la mujer
no tiene huevos?

[Del poemario Todo en regla, 2006]







metaldevoz 

Premio Esther María Osses, Panamá, 2006



Rotos mis sueños, solamente traigo,
tragedia silenciosa, ¡mi sonrisa”! 
Esther María Osses
 Hora Amarga 


¿“Qué cosa fuera la maza sin cantera”? 
 Silvio Rodríguez


Metal y voz:
metalurgia de sentimientos,
iridiscencia que encandila
mis sienes húmedas,
mi sudor de cada día.

Metaldevoz:
arte que sana las heridas
que el frío martilleo deja
sobre la platina de mi rostro.

En cuclillas miro hacia el confín,
escucho el desierto
que clama en mi voz.
Sacudo mi fatiga, mi amor,
mi humor de cal y canto,
de canto y voz,
de mil malabares,
de mi infinitud como hijo de hombre
con hambre de justos pagos
y medida justa de construcción.

En un lado la sociedad
de los rencores y la malicia;
en el otro las ternuras del cemento
y las nubes con que tiendo mil bases,
mil cielos. 

Y me rompo el lomo
y bailo el trompo
para dicha de mis criaturas
en la noche azulosa;
para la mujer que pare mis niños
bajo una tolda
de miles de gargantas sedientas,
a la hora en que la fonda se llena.

Metal
voz
metaldevoz que grita
y desgarra la paz,
para que yo reciba un pedacito de ella
y calmo duerma.
Mis espacios
se llenan de imágenes.
La esfinge del enigma
se mece como aceite sobre el agua.
Despierto y percibo de la madrugada
los últimos retazos
que caben en mi gorra 
para evitar el sol.
Visto la labor de cada día,
en una mano llevo júbilo, dicha;
en la otra un par de gotas agridulces.
Soy hombre común,
soy hombre corriente,
mi rostro tiene a veces un tono mustio,
trabajo para subsistir.

Metal
madera
voz
sonidos de la mañana que agita,
que empuja hacia el torrente
de la obra en marcha.

El esfuerzo de mis pulmones
estira mi energía.
Destierro la pesadumbre
y subo los andamios
hasta el piso más alto,
donde me aguarda la jornada.

La mía es historia
de afán, empeño,
sacrificio, sudor, lucha.
Soy músculo colectivo:
¡cuántos oficios en un mismo proyecto!
el hombre plomo-y-agua,
el hombre corrienteléctrica,
el hombre piedrarena,
el hombre arcilla,
el hombre vigamadera.

Obrero de rascacielos,
de manos callosas, rústicas,
con otra alternativa:
pluma y papel,
manos a la obra.

Una flor se abre en medio de la mezcla,
fluyen siluetas entre amarres;
surge el mar que nos cubre la vista
con su horizonte de promesas.

Escribo versos en paredes
desnudas de repello.
Contemplo el viento, mis compañeros,
con un abrazo fundo nuestras sombras.

El mediodía bosteza.
Vuelvo al último piso
a soñar con pájaros de letras
mientras cumplo con mi brega.

El reloj de las rimas cotidianas
marca la hora de salida;
parto en busca de anhelos,
mi mente es un torbellino de palabras:
Nueva.
Cambio de mentalidad, capacitación.
Cultura.
Productividad, compromiso.
Laboral.
Excelencia, fortaleza.

Pleno de ilusiones,
sembrado de utopías:
Responsabilidad social.
¡Alto a la corrupción! ¡Vota no!
Equidad laboral hombre, mujer,
solidaridad, empatía.
¡Viva el Suntracs*, viva el pueblo en las calles!
Derechos humanos.
¡Esta lucha no es de uno, esta lucha es de todos!
Erradicar el trabajo infantil,
proceso irreversible.
¡Solo el pueblo salva al pueblo!
Nueva cultura laboral.
¡Ahora o nunca!



Regreso a mi hogar
de pan, amor y agua.
Preparo la puntualidad
de mis herramientas
para el eterno día siguiente;
el prometedor diálogo tripartita,
la intensa canción dignidad.



Crepúsculo.
Dispongo mis botas,
mis jeans, mi camisa.
En mi mochila, la portaviandas,
toalla, jabón, peinilla,
lápiz, cuaderno,
mi texto de inglés.
Un beso en la frente de mi familia,
una oración a Dios
y el café me lo tomo andando.
Me miro en la luna matinal:
la faz del chofer de bus, de taxi;
el ritmo del pregonero de frutas, botellas;
vendedores ambulantes
de cien pacotillas;
nanas pasean su presencia
en los parques;
voceadores de diarios, barrenderos…



Obreros de fábricas, de tierra,
de canales, de agua, de caña de azúcar,
de torres de radio, televisión, Internet,
para salir del paso, 
cualquier excusa basta,
para abrirse paso: disposición, valentía.


Mi empleador, Don Neo Liberalísimo,
castra conciencias, adormece alertas,
bombardea sueños.
Aunque no decida,
soy juez y condenado.

Lunes: de 7 a 3, cascos
perforación de suelos,
la ciudad de tantos ruidos
es sorda ante mis dudas.

Martes: pilotes, muros colados,
urbe mecanismo mina el cuerpo.

Miércoles: lotería, pinzas, martillo, cincel.

Jueves: sol, cinta métrica,
pala, aguacero,
jungla de argamasa debilita el alma.

Viernes: caliche, camiones,
grúas, segueta, 
metrópoli maquinaria tritura la vida.

Sábado: lodo, mis piernas, mis brazos.
Mis riesgos son “profesionales”
la muerte, experta.

Unas cuantas frías 
bañan mi fin de semana.
Me refugio en poemas,
son mis versos
arte que sana heridas.


Metaldevoz 
cemento
madera
mezcla
vidrio
palabra
                          espejo.






Mini Versos
Por Lil Herrera, escritora Panameña
Di versos
nunca perversos.
Di versos
a veces tercos.
Di versos
hermosos o feos.
Di versos
traviesos, traviesos




El piloto Remí Fasolsu violoncello.
Avión musical.
Aeroplano,
aeropleno.





Ultraligera
miniatura en verso
es el pícaro picaflor.





Túkiti, tuk, tuk
poesía tan breve
como el haikú.






Un alegre ciempiés
reparte siempre contento
cuentos de siempre.





Encuentro un cuento
y dos y tres y diez:
detrás del reloj
debajo del sofá
encima de mi cama
afuera de la casa
en el fondo del pozo
adentro del bus
arriba de la escuela
flotando en la sopa
también en mi blackberry
¡y en la punta de tu nariz!





Un man sano
se parece
a un manzano:
no es igual.
El manzano comparte
sus manzanas.
El man sano
las dis-fruta.





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