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domingo, 30 de junio de 2013

ANDRÉS MATA [10.185]


Andrés Mata      (poeta)
Nació en Carúpano, Estado Sucre, VENEZUELA  el 29 de diciembre de 1866 y falleció en París, Francia, el 18 de noviembre de 1931 a la edad de 64 años. Sus restos fueron repatriados el 22 de abril de 1932.


Poeta, periodista, diplomático y político. Fueron sus padres Cruz María Mata y Diego Arísmendi. Contrajo matrimonio en Caracas con Luisa Heder Lárez, nativa de Mérida, en el año 1919.



De extracción humilde, María Cordero fue su maestra de primeras letras. Luego se inscribió en el Colegio Cagigal, que dirigía el Ingeniero Santiago Pelgrón Quintero y, finalmente, en el Colegio Santa Rosa de Lima, institución fundada por el Bachiller José Jesús Martínez Mata en 1870. Cursó estudios en Cumaná.



Desde temprana edad definió sus inclinaciones intelectuales por el periodismo y la creación literaria.



Así, aún a la edad de 16 años, asumió junto con Rafael I. Sánchez y Luís Mauquer la redacción del periódico La Avispa, el cual inició su circulación el 13 de julio de 1882.



   Durante su corta permanencia en Ciudad Bolívar, con J.M. Vargas Vila y Armando Barazarte, redactó en 1887 el periódico Cabos Sueltos del Orinoco.



En el año 1893, "arrojado por la ola de la adversidad política", viaja a Santo Domingo. Dada su experiencia en el campo del periodismo, no tardó en asumir la Jefatura de redacción de El Listín Diario (1893-1895), donde también "valorizó nuestras páginas con su pluma luminosa y gallarda", como bien lo expresara el diario dominicano en nota editorial, al conocerse su deceso en la capital francesa.



En caracas, funda con Andrés José Vigas el diario El Universal el 1º de abril de 1909. En el año 1920 entra en conversaciones con Luís Teófilo Núñez para que lo acompañara como Editor Copropietario, lo que tuvo lugar en 1922.



Irrumpe en la poesía venezolana en el año 1882, mediante la publicación de textos literarios en el periódico La Revista, de Carúpano. A partir de entonces, colabora en el periódico local El Diario Noticioso (1888), Mariposas (1893) y El Heraldo (1895) divulgan sus poemas de manera frecuente, los cuales en total suman, aproximadamente unos cincuenta.



Con este bagaje cultural, en el año 1895 se trasladó a Caracas, ciudad que lo acogió fraternalmente y donde tomó vuelo su obra creativa. Escribe en, entre otros: Cosmópolis (1894-1895), de la cual fue Redactor en sustitución de Pedro César Dominici; Ciencias y Letras (1894); El Cojo Ilustrado (1895); Diario de caracas (1896); El Universal (1909); Cultura Venezolana (1918) y Actualidades (1919). Diferentes publicaciones del interior del país divulgan su producción literaria. Entre estas, tenemos: El Fonógrafo (Maracaibo, 1893); El Eco del Orinoco (Ciudad Bolívar, 1909); La Época (Cumaná, 1906); La Época (San Cristóbal, 1913).



En esta misma ciudad publicó dos libros de poesías, suficientes para consagrarlo como valor indiscutible de las letras hispanoamericanas: Pentélicas (1896) y Arias Sentimentales. ( Idilio Trágico- 1898- no fue un libro, sino un poema que resultó laureado el 1º de diciembre de 1897 con motivo del certamen literario convocado por El Cojo Ilustrado en su séptimo aniversario, por un jurado integrado por : Jesús María Herrera Irigoyen, Marco Antonio Saluzzo, Manuel Díaz Rodríguez, Felipe Tejera y Eloy Guillermo González). A Andrés Mata, en consecuencia, puede aplicársele la opinión de Ignacio Arteaga, cuando expresó: "El poeta no necesita de torres de libros para alcanzar la gloria. Montañas hay de versos sin una flor representativa. Gutierre de Cetina logra la consagración con un madrigal, Jorge Manrique con unas coplas, García Lorca con un romance". (Cinco poetas carabobeños del siglo XIX. Valencia, Venezuela, Tipografía Fénix, 1946, p.12). En consideración de sus altos méritos intelectuales fue electo Miembro de Número de la academia Venezolana de La Lengua correspondiente de la Real Española el 2 de enero de 1908 para suceder a José María Rojas, pero no se recibió ni se incorporó. Su sillón fue ocupado, en consecuencia, por Jacinto Bombona Pachano el 22 de diciembre de 1932. Y Miembro de Número de la Academia nacional de la Historia el 1º de julio de 1904 y prevista su incorporación para el 14 del mismo mes y año. Aún cuando en carta a Eduardo Blanco, Director de la Corporación, le anunció que el tema de su discurso sería "Bolívar poeta", no se recibió. Se incorporó en la Junta Extraordinaria del 14 de julio de 1918. Ocupó el sillón Letra G, asignado al Dr. Martín J. Sanabria. A su muerte, ocurrida la vacante, le sucedió César Zumeta.



Fue, además Miembro del Consejo de la Orden del Libertador, condecorado con el grado de Gran Oficial.



Desempeñó los siguientes cargos políticos y diplomáticos: Secretario del Gobierno del Distrito Federal; Diputado al Congreso Nacional por el estado Cojedes (1914); Senador al Congreso Nacional por el Estado Anzoátegui (1919 y 1921); Director general en el Ministerio de relaciones Exteriores; Cónsul General de Venezuela en Génova, a partir de mayo de 1899 y Cónsul General de Venezuela en Málaga.



Recibió las siguientes condecoraciones: Orden del Mérito, de Chile, Medalla de la Corona de Bélgica; Medalla de Instrucción Pública, Venezuela.



Afectado en su salud, viaja a Europa por primera vez en el año 1919 y por segunda vez en 1926, ejerciendo diferentes responsabilidades de carácter diplomático. Siendo Primer Consejero de la Delegación de Venezuela ante la Santa sede, en Roma, se traslada a París, Francia, donde fallece. Sus restos fueron repatriados el 22 de abril de 1932 y sepultados en el Cementerio general del Sur, en horas de la tarde de ese mismo día.



En la ciudad de Carúpano, una plaza y un busto se han destinado para perennizar su memoria. La Casa, donde se dice que nació y una vez se colocó una placa, ya no existe. Allí se ha construido una edificación "La Casa Andrés Mata" destinada a la cultura para poder mantener su recuerdo en las presentes y futuras generaciones.



Por Iván Goméz León.










MÚSICA TRISTE

¿Un amor que se va?¡Cuántos se han ido!
Otro amor llegará más duradero
y menos doloroso que el olvido.
El alma es como el pájaro inseñero

que roto el nido en el ruinoso alero,
bajo otro alero reconstruye el nido.
Puede el último amor ser el primero...
Mientras más torturado y abatido,

el corazón del hombre es más sincero.
Tras de cada nublado hay un lucero,
y por ruda tormenta sacudido,

florece hasta morir el limonero.
¿Un amor que se va?¡Cuántos se han ido!
¿Puede el último amor ser el primero!







       ALMA Y PAISAJE

                       I

       Debajo de los árboles... Ninguna
pena que inquiete al pensamiento mío.
      Por encima de los árboles: la luna;
debajo de los árboles : el río.
      Abro mi corazón... Leo y confío
en la gloria, en el bien, en la fortuna.
      Habla de amor, al discurrir, el río;
habla de amor, al esplender, la luna.
      Quietud y soledad... Nada importuna
la comunión del pensamiento mío
      con el bien, y la gloria, y la fortuna...
      Bajo el ramaje trémulo y sombrío
sueña un hilo de oro de la luna
      sobre el silencio diáfano del río.


                      II

Quizá no serás mía. Y sin embargo
         te juzgo mía, para siempre mía,
mientras mi padecer es más amargo.
¡Cuánto dilata en despuntar el día!
        ¡Qué bregar tan recóndito y tan largo!
¡Qué agonía tan lenta mi agonía!.


                     III

¡Me aferro a la esperanza, cual se aferra
         la raíz en el seno de la tierra
cuando la tempestad troncha la rama.
Contempla el árbol que el turbión azota:
        tanta es la savia que su tronco brota
como la sangre que mi ser derrama.


                     IV

Hiéreme sin piedad o diviniza
      mi pobre juventud. Quiero ser todo
o nada para ti.—Fuego o ceniza.
Adórame o desdéñame de modo
       que muera. Tus bondades patentiza:
quiero ser a tus pies diamante o lodo.


                      V

¡Decídete! ¡No temas! Bajo el velo
        que idealiza tu frente soñadora
puede la indecisión cortar el vuelo.
No te arredre la noche aterradora
        mientras la alondra remontando al cielo
cante al advenimiento de la aurora.


                    VI

Del antro de la noche brota el día,
       como del fondo del dolor amargo
emerge el manantial de la alegría.
Tú serás mía, para siempre mía...
       Ya vienes con la aurora... Sin embargo;
¡Qué agonía tan lenta mi agonía!.


                     VII

      En la corriente de los versos míos
se dirigen a ti mis pensamientos,
como por entre obstáculos violentos
se dirigen al mar los grandes ríos.
      ¡Perdona mis amables desvarios!
¡Compadece mis hondos sufrimientos!
Porque van hacia ti mis pensamientos,
ingenuamente, como al mar los ríos.
      Si conoces mis puros sentimientos,
¿por qué amargas aun más con tus desvíos
las horas de mis íntimos tormentos?
      ¡Ten compasión de los tormentos míos!
Ya que van hacia ti mis pensamientos
como van hacia el mar los grandes ríos.

Fuente: University of Toronto Library (1.929).
                  Parnaso Venezolano vol. 2.

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