José Batres Montúfar
(Guatemala)
Nació el 18 de marzo de 1809, en la entonces provincia de San Salvador y Murió el 9 de julio de 1844 en la ciudad de Guatemala. Se le puede considerar como nuestro poeta más importante del siglo XIX.
Se inició en literatura, matemáticas, música y francés gracias a su padre, que fue su mentor, desde niño fue muy aficionado a la lectura, y llegó a dominar el idioma inglés, francés y latín.
Ingresó a la Escuela de Cadetes en 1825, obteniendo el grado de Subteniente de Artillería, y en 1938 fue ascendido a Capitán Comandante. Además, el 14 de diciembre de 1835 se graduó de Ingeniero Topógrafo.
Siendo militar participó en varias batallas, como La batalla de Milingo, en la localidad de Mejicanos, en donde fue hecho prisionero por los salvadoreños junto con Miguel García Granados (Presidente de Guatemala, 1871-1873) y en 1840 peleó con la tropas conservadoras que se opusieron a Francisco Morazán.
Desempeñó cargos importantes, entre ellos: Jefe Político del departamento de San Juan Amatitlán y Diputado a la Asamblea Legislativa por el departamento de San Marcos.
Como poeta destacó enormemente, al punto de ser considerado el mejor representante del Romanticismo en la literatura guatemalteca. Entre su obra podemos mencionar: “Tradiciones de Guatemala”, “Tres cuentos alegres y picantes escritos en verso” “Yo Pienso en tí”, “San Juan”, “María”, “Al Volcán de Agua”.
Íntimo amigo de la hermana de Miguel García Granados, la poeta María Josefa García Granados, también conocida como Pepita, junto con ella escribió el texto más atrevido de la época, “Sermón para José María Castilla”, el que escandalizó la moral provinciana de la época y fue calificado de pornográfico por sus detractores.
Según el crítico guatemalteco Francisco Albizúrez Palma, José Batres Montúfar puede ser calificado como poeta “lírico, romántico, irónico, costumbrista y crítico”. Lamentablemente, una grandísima parte de su obra fue destruida por su familia.
Su poema más conocido es, sin duda, el famoso “Yo Pienso en Ti”, que debío haber sido escrito hacia el año 1938 o 1839, poco tiempo después que regresara del viaje que hizo a Nicargua, cuando trabajaba como ingeniero auxiliar en el proyecto del canal, que tiempo después se realizaría en Panamá. En este trágico viaje murió su hermano menor, que había insistido en acompañarlo y que era tan querido por el.
Regresó a Guatemala lleno de dolor, que terminó de acentuarse cuando se enteró de que su amada, Luisa Meany, por presión de su madre, se había casado con don Francisco Pineda.
Murió el 9 de julio de 1844 en la ciudad de Guatemala.
El poeta cubano José Martí, quien conoció de cerca su obra, aunque no al poeta, dice: “Lo que religiosas preocupaciones destruyeron fue bueno y mucho”. No en balde Luis Cardoza y Aragón dice que José Batres Montúfar “Fue un ruiseñor entre pingüinos”.
Yo pienso en ti
Yo pienso en ti, tú vives en mi mente
sola, fija, sin tregua, a toda hora,
aunque tal vez el rostro indiferente
no deje reflejar sobre mi frente
la llama que en silencio me devora.
En mi lobrega y yerta fantasía
brilla tu imagen apacible y pura,
como el rayo de luz que el sol envía
a traves de una boveda sombria
al roto mármol de una sepultura.
Callado, inerte, en estupor profundo,
mi corazón se embarga y se enajena
y allá en su centro vibra moribundo
cuando entre el vano estrépito del mundo
la melodía de tu nombre suena.
Sin lucha, sin afán y sin lamento,
sin agitarme en ciego frenesí,
sin proferir un solo, un leve acento,
las largas horas de la noche cuento
¡y pienso en ti!
Suicidio
Llegó en fin a este presido
inserta en El Semanario
(periódico literario)
la contienda del suicidio.
Para matar el fastidio,
por no decir otra cosa,
saco mi Musa quejosa
de vivir arrinconada,
cómo quién saca su espada
para ver si está roñosa.
A todos hablar prometo
sin ofender a ninguno,
que a todos, uno por uno,
los estimo y los respeto.
A decidir no me meto
quién es quién tiene razón;
sólo diré mi opinión
con modestia o sin modestia
que suele causar molestia
afectar moderación.
Muchos siglos van corridos
desde que hay suicidados
amantes menospreciados
y jugadores perdidos.
Tantos sabios distinguidos
han tratado del esplín
y del suicidio, que al fin
disputar está demás.
sobre si es nefas o fas
(que yo también sé Latín)
Tengo por mal argumento
para quitar la vida
el citar algún suicida
de valor o de talento.
Por uno se encuentra ciento
de la más ilustre fama
que terminaron su drama
enfermos, asesinados,
borrachos, apaleados
en la horca y en la cama.
Lector, si fuera a exponerte
tantos ejemplos diversos
llegaría haciendo versos
a la hora de mi muerte.
Citaré algunos y advierte
que no quiero fastidiarte;
va leyendo hasta cansarte,
y así que estés muy cansado
descansa, lector amado,
no vayas a suicidarte.
MARÍA
Esa que veis, gentil como la aurora,
ninfa graciosa del rosado velo,
tierno destello del azul del cielo,
exalación del Céfiro y de Flora;
esa deidad que entre los hombres mora
como flor transplantada de otro suelo
como avecilla que cortó su vuelo
y en nido extraño por su nido llora;
más serena que el iris de la alianza,
más plácida que el rayo de la luna,
más fresca que la gota del rocío,
más suave que el placer de la esperanza,
más dulce que el reir de la fortuna,
es la beldad que adora el pecho mío.
Romance
Es un joven desgraciado
cómo una rosa marchita,
frescura y color le quita
el sol que la ha marchitado.
Apenas la sombra queda
de la forma que perdió:
Ya el olor se disipó,
no hay quién volverselo pueda.
Huye de todo consuelo,
que el infeliz no le tiene:
Ni esperanza le mantiene,
éste grato don del cielo.
En su profundo estupor
y desesperada calma,
ya no lisonjea su alma
ni la gloria ni el honor.
Cómo un volcán abrazado
su adolescencia pasará,
¡cuán violento palpitará
su corazón arrojado!
Hoy para él todo está muerto
que el corazón arrogante
cayó frío en un instante
y de tristeza cubierto.
Otro hombre jamás ha habido
que algún bien no haya gozado;
más él siempre desgraciado
y nunca dichoso ha sido.
La esperanza ni una vez
vino a alimentarle un rato;
no tendrá un recuerdo grato
con qué aliviar su vejez.
Mírale, tierna doncella,
mira aquella alma postrada;
que enciende una tu mirada
la vida que aún resta en ella.
Para la piedad naciste,
tu misión es la ternura;
no seas con él tan dura;
velo: casi ya no existe.
Más ¿rehúsas doncella hermosa,
dar fin a tan cruel tormento?
¿No te mueve ni un momento
su desdicha lastimosa?
Ya su mal está calmado
¡Oh muerte! ¡Oh nada desierta!
abre, eternidad, tu puerta
para que entre un desgraciado
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