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sábado, 25 de mayo de 2013

RAÚL LEIVA [10.002]



Raúl Leiva
Poeta y ensayista guatemalteco, nacido en la Ciudad de Guatemala en 1916 y fallecido en la Ciudad de México en 1974. Autor de una espléndida producción poética que parte de una profunda mirada interior para acabar abarcando las inquietudes populares del hombre de su tiempo, fue uno de los miembros destacados de la denominada "Generación del 40" y formó parte de los dos colectivos de escritores que la integraron: el "Grupo Acento" -del que fue fundador, en compañía de otros jóvenes poetas como Otto Raúl González- y el "Grupo Saker-Tí", constituido por los componentes de una primigenia Asociación de Escritores Jóvenes (creada en 1941) y algunos autores procedentes del colectivo anterior.

En colaboración con el susodicho Otto Raúl González y con otras jóvenes promesas que pronto habrían de convertirse en nombres cimeros de las Letras centroamericanas (como Carlos Illescas y Augusto Monterroso), Raúl Leiva fundó a comienzos de los años cuarenta el "Grupo Acento" y asumió la dirección de esa revista homónima que de inmediato se convirtió en el principal órgano de difusión de los postulados estéticos de su generación. Posteriormente, ingresó en el Consejo Directivo de la Revista de Guatemala y se convirtió en una de las voces más representativas del "Grupo Saker-Tí", en el que las propuestas de renovación vanguardista hallaron su correlato ideológico en la asunción de los postulados marxistas, dentro del marco de libertad y tolerancia propiciado por la denominada Revolución Guatemalteca (1944-1954). Durante este período de singular esplendor para la cultura de la república centroamericana, Raúl Leiva se convirtió en uno de los máximos promotores de esta revitalización creativa e intelectual (hasta entonces, adormecida bajo la férrea censura del régimen anterior de Jorge Ubico Castañeda), a la que contribuyó no sólo con sus aportaciones teóricas vertidas entre las páginas de Acento y Revista de Guatemala, sino también con una relevante producción poética en la que sobresalen algunos títulos tan celebrados por la crítica y los lectores de la época como Angustia (México: Letras de México, 1942), En el pecado (Guatemala: Acento, 1943) y Sonetos de Amor y muerte (Id. Id., 1944).

Tras publicar el ensayo titulado Batres Montúfar y la poesía (Id. Id., 1944), que le reveló también como uno de los grandes conocedores de la mejor tradición literaria guatemalteca, dio a la imprenta nuevos poemarios que vinieron a confirmar su importancia dentro de la creación poética de su tiempo, como Nora o el ángel (Id. Id., 1946), El deseo (México: Letras de México, 1947), Mundo indígena (Guatemala: Saker-Tí, 1949), Los sentidos y el mundo (Guatemala: Ministerio de Instrucción Pública, 1952) y Oda a Guatemala y otros poemas (Guatemala: Tipografía Nacional, 1953).

En 1954, tras la caída de Jacobo Arbenz Guzmán, Raúl Leiva tomó el camino del exilio rumbo a México, donde pronto alcanzó un notable protagonismo -en el seno de la importante comunidad de creadores guatemaltecos exiliados en la capital azteca- como colaborador habitual en medios de comunicación tan prestigiosos y difundidos como la revista Cuadernos Americanos y los rotativos Excelsior y Novedades. Durante muchos años compaginó su dedicación a la creación poética y la reflexión ensayística con su trabajo en la Dirección General de Publicaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México, desde donde promocionó y difundió las trayectorias literarias de muchos compatriotas forzados, como él, al exilio. Al mismo tiempo, se interesó vivamente por la creación literaria (y, de forma muy señalada, la actividad poética) que bullía en su entorno, y reflejó en algunos ensayos -como el titulado Imagen de la poesía mexicana contemporánea (1959)- los frutos de sus investigaciones sobre la literatura que se estaba escribiendo entonces en México.

En dicho país vieron la luz el resto de sus publicaciones, entre las que resulta obligado destacar otros poemarios tan dignos de atención como Cuatro danzas para Cuauhtémoc (México; Los Presentes, 1955), Águila oscura (México: Ecuador 0º0'0'', 1959), Eternidad tu nombre (Id. Id., 1962) y La serpiente emplumada (Id. Id., 1965). Entre los numerosos galardones y reconocimientos que jalonan su quehacer poético desde los albores de su trayectoria literaria, cabe recordar el primer premio de Poesía Centroamericana (1941), el primer premio del Certamen Literario de Noviembre (otorgado a su poema "Temperatura y diagnóstico del mundo") y el primer premio en el Concurso Internacional de Crítica Literaria del Fondo de Cultura Económica.






No estás vencida, no: de pronto naces
como una rama verde, altiva y pura
en la arboleda de los pueblos: haces
retroceder a la canalla oscura.

No estás vencida, no: dormida yaces
mientras la acción del pueblo nuestro jura
despertarte del sueño: ya en sus bases
la torrentada popular lo augura.

No estás vencida, no: tu voz se escucha
y los tambores soñarán rugientes,
se elevará tu nombre de ala en ala.

No estás vencida, no: creciente lucha
iniciará la marcha: libres fuentes
rescatarán tu tierra, Guatemala.






SOLO LA POESÍA EN ESE RÍO

Toda la realidad es apariencia
Cuando no estás, Amor: la Vida huye
Como una ola veloz que restituye
A la nada su breve permanencia.

¿Qué me da el mundo, Amor, si estás lejana?
Y cuando estabas, ay, tu florescencia
Dilataba en sus aguas lo que fluye,
Lo que se enciende, Amor, y no concluye

Sino en éxtasis, ritmo: tu presencia.
No quiere mi alma sino tu manzana,
Tu vino generoso, tu figura.

¿Que me da el tacto, sino tu vacío?
Sólo la poesía en ese río
Que, al formarte en mi sueño, te inaugura.







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