Gabriel Baldrich fue un escritor, poeta y periodista español. Nació en Melilla en 1915, pero siendo muy joven se instaló en La Línea de la Concepción (Cádiz), ciudad gaditana en la que muere el 24 de septiembre de 1998.
En Madrid, mientras estudia Medicina, le sorprende la guerra civil, donde resulta herido, por lo que se le traslada a Alicante, ciudad en la que conoce a Miguel Hernández. Después de la contienda pasa cuatro años de cárcel y dos de batallón disciplinario.
Baldrich publicó con Miguel Hernández y Leopoldo de Luis el poemario Versos en la guerra. Trabajó durante varios años en Diario SUR de Málaga, conociendo a buena parte de los personajes más importantes de la sociedad, la cultura y la política de su época. Como escritor de canciones destaca "Española y gaditana", a la que puso música Rafael Jaén y que es el himno de la Línea. Sus lieder llegaron al Carnegie Hall en la voz de Montserrat Caballé y se oyeron también en el Convent Garden de Londres. Otras divas que han cantado sus letras han sido María Bayo, Marussa Xyni y Carmen Sinovas. En 1992 publicó el poemario "Cartas sin respuesta posible" dedicado a Miguel Hernández. En sus últimos años escribió teatro, publicando "Conejo en salsa para un poeta" y "¡El telón, el telón!" en la editorial Castillejo de Sevilla tras ganar un primer premio regional convocado por la compañía Talía de la Farándula, que escenficó además las obras. Su pieza "Un viento de pena" fue estrenada en Cádiz, posteriormente montada por Talía de la Farándula en Sevilla y ya muerto el autor, dentro de unos actos de homenaje, José Manuel Serrano Cueto, que se encargara de la primera escenificación, volvió a llevarla a los escenarios. Esta pieza se encuentra publicada en la revista cultural Unicornio.
Es Hijo Adoptivo de La Línea de la Concepción, ciudad en la que se le considera uno de sus ciudadanos ilustres.
Obra publicada
Versos en la guerra (Alicante, Socorro Rojo Internacional, 1938);
Tenías razón, capitán (Madrid, Aguilar, 1955);
Cartas sin respuesta posible (Sevilla, Alfar, 1992);
Conejo en salsa para un poeta/¡El telón, El telón! (Sevilla, Castillejo, 1997);
Un viento de pena (Cádiz, Revista Unicornio, 1999).
Allí, en la orilla del río,
Mirando a la avanzadilla,
Con tres cárcavos umbríos
Torrando su barriga;
Mirando a Sierra Nevada,
Que es una sábana limpia;
Entre juncos y entre adelfas
Que sus muros acarician,
Triste, solo, abandonado,
Hay un molino sin vida.
Que lo “pararon las balas”,
Me dijo una campesina.
Pero hay algo que habla más,
Algo que el alma domina:
Las ruedas hechas pedazos
Por la metralla enemiga,
Los hierros de sus ventanas
Y sus rejas retorcidas,
Los paredones abiertos
Y su portón hecho astillas.
Y ese silencio redondo
Que en el granero dormita
Y que se asoma temblando
Entre el hollín de las vigas.
¿Dónde estará el molinero?
¿Dónde fue a llorar sus cuitas?
El molino ya no muele
Y el trigo no da su harina.
Por los cárcavos umbríos
El agua corre tranquila.
Las cucarachas del rodezno
No sienten golpes ni heridas.
El polvo cubre la tolva,
La gruesa piedra no gira.
El agua, por el suelillo,
Salta con dolor, perdida.
Entre juncos y adelfas,
Al pie de un monte de divas,
El molino abandonado
Llora sobre sus ruinas.
Que “lo pararon las balas”,
Me dijo una campesina,
Allí, en la orilla del río,
Mirando a la avanzadilla.
Los ríos bajan llorando
la tragedia de los frentes:
salados de sangre joven,
corren con temblor de fiebre.
Sobre el azul de su cielo
toda España se estremece.
Tormentas de acero agudo
y de metralla caliente
desiertos de cal y arena
hacen de sus campos verdes.
(Romance de la tragedia feliz, Versos en la guerra, 1938)
Pelear a todas horas
por campos y barricadas;
con sol de fuego en lo alto,
o a la luz de las bengalas.
Dar la paz a nuestros pueblos
que sufren bajo la garra
de las tropas extranjeras
y de la traición bastarda
¡Luchar! Luchar sin descanso
defendiendo nuestra patria:
la de los trabajadores,
la de los humildes parias.
(¡Qué suerte ser miliciano!, Versos en la Guerra, 1938)
No hay comentarios:
Publicar un comentario