Tchicaya-U-Tam'si
Tchicaya U Tam'si nacido Gérald-Félix Tchicaya (Mpili, 25 de agosto de 1931 - Bazancourt, cerca de París, 22 de abril de 1988) escritor congolés
Pasó su infancia en Pointe-Noire, República del Congo y más tarde se fue a estudiar a Francia, donde más tarde ejerció de periodista y volvió al Congo en 1960. Allí siguió ejerciendo de periodista y mantuvo contacto con el político Patrice Lumumba. En 1961, comenzó a trabajar para la Unesco.
Como escritor, su poesía contiene un gran surrealismo y vívidas imágenes históricas y comentarios sobre la vida en África y la humanidad en general.
Desde 1989, el galardón Tchicaya U Tam'si se entrega en la localidad marroquí de Assilah.
Obra
Ces fruits si doux de l'arbre a pain 1990
Les Cancrelats 1980
La veste d'intérieur suivi de Notes de veille 1977
À triche-coeur 1960
Feu de brousse 1957
Mauvais Sang 1955
VOCES DESCONOCIDAS DEL ÁFRICA
traducida por Javier del Prado
EL DESEOSO
A Catherine Bailly
Bebo en tu honor dios mío
Tú que me has hecho tan triste
Me has dado un pueblo que no es destilador de caldos
Y entonces, qué vino beberé yo en tu jubileo?
En este suelo que no es suelo de viñas
En este desierto en el que todos los arbustos son cactus
¿Es posible que llegue a ver en sus flores cada año
Las llamas de la zarza ardiente de tu celo?
Dime por qué Egipto mi pueblo arrastra sus cadenas
Cristo me río de tu tristeza
Mi dulce Cristo.
Espina a cambio de espina
Tenemos una corona de espinas compartida
Me convertiré pues me tientas
Allégate a mi José
Ya estoy mamando del pecho de tu madre la virgen
Sin contarte a ti ya cuento algún Judas más por mis dedos
Mis ojos le mienten a mi alma
Donde el mundo es cordero tu cordero pascual - Cristo
Bailaré yo mi vals al son de tu tristeza lenta
Pero ¿soy yo tu hermano simplemente?
Ya me han matado en tu nombre
¿Acaso era culpable de mi muerte?
Tenía flores de amor hechas sólo de sombra en los ojos
Mis manos agitaban los abanicos de las latanias al atardecer
Por haber besado tu cruz la sangre me enrojece la boca
¿Acaso no era yo tu hermano?
Danzo en honor de tu tristeza
No llamo en mi defensa como testigos ni a padre ni a madre
Y sin embargo mi dolor iguala al tuyo
El agua de mi río es dulce - golondrinas llegad
El peñasco ama al mar que la azota - tan lasa
Me tientas
Y disfruto
Me extravío por la música de tu alma
Y son sólo las truchas las que cantan no obstante desafinadas
Y muerto bailo yo por la tristeza lenta
Los vicios en mi piel son los tres clavos de hierro en tus pies
[en tus manos
Qué sucio estás, Cristo, por haberte juntado con los ricos
Su lujo es un ternero de oro colgado de los cuellos de sus ricos
Camina por el camino de mi pueblo por el que voy cojeando
Me dirás en qué Egipto se aflige mi pueblo
Mi corazón no es el desierto habla Cristo
¿No fuiste tú el que puso el oro vívido en mi vino de alegría?
¿Te debo mis dos fuentes?
Tanto mi corazón como mi alma
¿No fuiste tú el que le hizo a mi corazón dos ventrículos tan
[diminutos?
Un árbol de vida muerto florecía mi olvido.
Permaneces inmóvil
Hiende el Congo su pena
Pero qué sucio estás, Cristo, por haberte juntado con los ricos
Cristo Cristo de mi Santa Ana
Dime qué vino podré beber
Para mentirle a mi pueblo
Mi alegría es demasiado evidente
Mi tristeza demasiado sucia
Para ser un fuego de sabana
Perros iban tras de mí
Cuando era mendigo
Para celebrar la Eucartstía yo mendigaba el vino la levadura
[y la sal
Judío errante fui
Para traicionarte a ti que me habías traicionado
Ya me han matado en tu nombre
Traicionado y luego vendido
El atardecer marchitaba las rosas
Que perdían sus hojas de dolor
Mi María Magdalena se llamaba Anita
Menos sucia que la tuya y por consiguiente menos abierta al
[perdón
Moriré pues sin ella
No tiene levadura el pan de exilio
Y soy judío por simple locura
Mi locura es un pozo de oasis
Pero el oasis no es tu llaga en el costado izquierdo
Cristo escupo en honor de tu alegría
El sol es negro a causa de los negros que sufren
A causa de los judíos muertos que buscan la levadura de
[su pan.
Qué sabes de New Bell
En Durban dos mil mujeres,
En Pretoria dos mil mujeres
También en Kin dos mil mujeres
Y en Antsirabé dos mil mujeres
Qué sabes tú de Harlem
Pesa el vino en mi corazón sufro porque gozo
Cristo odio a tus cristianos
No tengo amor para amar a todos tus cobardes
Escupo contra tu alegría
Por tener a mi derecha a mi izquierda
Las mujeres de los ricos
Me siento mal por haber bebido
Tu templo está lleno de mercaderes que venden tu cruz
Yo vendo mi negritud
A cien perras redondilla
Y la galera navega
Hacia unas Indias de saldo
¡Ay! ¡Qué continente no tiene sus falsos negros?
A mí me sobran hasta podría vender
Incluso África tiene los suyos
El Congo tiene sus falsos negros
Tan cristianos, ¿son acaso por eso menos sospechosos?
Oh muero en tu honor
Pues me has tentado
Al hacerme tan triste
(Del libro Epítome)
EPITAFIO
¡Somos esta unión
de sal de agua de tierra
de sol de carne
salpicándole al sol
no en torno ya de los jugos amargos
sino porque existe este canto
que todos los abismos extraviaron
y que vuelve a inventar un nacimiento
rosa de los vientos carnes y tiempo!
¡Auguro una babel
de acero inoxidable
o de sangre mestiza
mezclada con la hez de todas la crecidas!
Después del hombre rojo,
después del hombre amarillo,
después del hombre negro,
después del hombre blanco,
tenemos ya el hombre de bronce
única aleación a fuego suave
que podemos franquear ya vadeando.
(Del libro Arco musical)
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