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jueves, 13 de diciembre de 2012

JAIR CORTÉS [8901]




Jair Cortés (Calpulalpan, México, 1977)

Poeta y traductor. Becario de la Fundación para las Letras Mexicanas y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Su obra ha sido incluida en diversas antologías de poesía mexicana. Autor de los libros A la Luz de la sangre (1999), Tormenta (2001), Contramor (2003) y Caza (Premio Nacional de Poesía “Efraín Huerta” 2006) y Enfermedad de Talking (Glápgyras-Lunarena).
Parte de su obra ha sido traducida al portugués, náhuatl, inglés, mayo, tsotsil, francés y catalán.





Enfermedad de talking

Puso incendio para el café,
quitó la tapa del cerillo
y se sacudió los perros de la cabeza.

La ventana de su librero
dejaba entrar la caja vieja de zapatos
que días antes había visto envuelta en el diciembre agrio tostado del vaso.

Miró su rostro en el cajón:
sintió entonces la pintura correr por su latido,
ánimo del suelo el de su cuerpo recostado sobre la fina azotea comprada en Venecia.

Preguntó por ella:
respondió el toc (tic tac) toc de un pájaro que voló dentro de la licuadora.

-No sé más de mí-
contestaron las voces terribles de su gripe
que, a estas alturas de la fragancia, 
habían ya cocinado una pasta compuesta con letra de molde.

Dijo adiós,
pero un ligero, casi imperceptible bosque,
le abrazó de pronto, y ella, de sí,
volvió otra vez a lo real
y contempló la cuchara ciega
que buscaba, esta vez,
azúcar por encima de la mesa.






PRIMER MISTERIO GOZOSO

Yo no fumaba
pero un día San Gabriel Arcángel,
poniendo las manos en mis hombros,
acercó su rostro a mi oído derecho
y dijo:
- Fuma,
dale humo al reino del Señor
y que nadie
advierta su presencia.






CRISTO DE CORCOVADO

En este camino no hubo comienzo:
esa pendiente es la prolongación del agua con la que lavaste tu cara,
de la luz que encendiste en la hora oscura cuando despertaste.

Asciendes. Te elevas entre los vivos.

Lenguas. Idiomas encontrados de repente,
puestos en el mismo vagón para mezclarse con el aire.

Ya en la cumbre,
Sus brazos se abren encima de las nubes para recibirte:
para recibirte
para recibirte
y llegas.

Cada piedra, vocablos pétreos, ojos incrustados que relumbran.
Sus brazos están abiertos para recibirte,
a ti, que llegas con los labios cosidos al pasaporte
y no sabes cómo, qué tan grande, cuál meridiano,
quién como Él, que tiene los brazos abiertos y dice:
MIRA, mira lo que yo miro,
esta maravilla
también es para ti.





LA ÚLTIMA CENA

Con el rojo vino de la tarde brindamos
y comimos el Emmental entre risas y abrazos.

Un techo alto: grandes ventanas dejaban ver el cóncavo azul del mar/cielo.

Una vez que la cena estuvo lista, nos sentamos:

reluciente vajilla (más de tres cubiertos siempre me han puesto nervioso, Señor). Éramos trece sin contar a la servidumbre. Vegetales al vapor, un aderezo a base de vinagre y pimiento estilo California, cordero al centro del plato (alquimia en la cocina,  sacrificio y elogio para los comensales de ese día).

Después, entrar en confianza, la garza del brazo derecho sosteniendo la copa.

Yo miraba extensas planicies en tus ojos, parvada de luz alzando el vuelo, cuando, después del tintineo, ofreciste en voz ALTA tu casa como quien ofrece su muerte. Te imaginé subiendo la escala metálica por donde ascienden los que se marchan sin aviso.

Se fueron yendo, una por una, las horas, y supe que el Traidor era el tiempo.

Trinitaria soledad la mía: sin ti, sin mí, sin nosotros dos. Nunca más.

Llegué hasta el balcón y descubrí que el mar cantábrico para mí: un dos tres, me decían las olas, un dos tres, dijo Cristo,

¡SALVACIÓN! para todos mis amigos

y para mí también.


______


Este poema forma parte del libro Caza que obtuvo, en 2006, el Premio Nacional de Literatura Efraín Huerta.


Caza de familia

Otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver.
Blanca Varela

  
Buche, granada, sal, te pedí que vinieras,
te lo pedí. Y no me oíste. De eso te acuso;
por ello me juzgas…
Jaime Reyes


TODO empieza con el padre:
irradian su luz
los labios del que lo nombra.
Las habitaciones existen porque él las ocupa. Según los rasgos de su rostro la mesa se dispone. En la ventana su vaho empaña los cristales. Su vista penetra la tiniebla con una lanza de claridad, a pesar de su mano casi piedra, que golpea con amor e infinita violencia

el cuerpo entumecido de los hijos.





LOS NOMBRES vienen, parvada,
oscurecen la tarde, gris.

Antes de esto
sólo dibujos:

marchitas hojas, estrellas mancas, rayones en las paredes (en las cavernas o edificios), en el autobús solitario de la noche,

garabatos queriendo decir algo sin poder decirlo, negándose a ilustrar con certeras grafías un discurso inteligible en el que figuren nuestros pesares.

Desde la sombra,

teje su red la soledad, perfecta,

alrededor de ese Alguien cuya biografía es Algo.

El Nombre
faro de luz negra

el Nombre.






TODAS LAS PALABRAS que en mí corazón resuenan
                   hoy se rompen
y hacen de su caída la más silenciosa de las caídas
paredes que en un sueño sordo se desploman.

Todas las palabras dichas,
hoy nos dicen:
la bondad de Dios
la hicimos nosotros,                 
¿qué haremos con esa bondad?


El viento del destino sopla                          lobo atroz
y el techo se viene abajo          
miedo que de su misterio se despoja.









CAYÓ EL ANTIFAZ de la Historia:
La Historia no tenía cara.
Mataron ayer al hombre que cambiaría la casa desde los cimientos.

La casa ahora es la cáscara de esa historia.





SIN EL SOL también se vive. He vuelto a mi íntimo encierro. Mi hermana la tapia y mi hermano el espejo discuten su porción de penumbra, su secreto tesoro. En un juego de cartas deciden apostar lo que ya está perdido. Consagro la suma de mis pertenencias al lecho vacío.



Otra vez la vigilia.


-¿Quién se desvela en la calle solitaria? -
Debo preguntar otra vez
y fingir
que en medio del insomnio
he hallado la respuesta.







YO TAMBIÉN, me dije, yo también puedo ser los otros,
redondear la o y fingir asombro al mirar los puertos;
puedo pensar, en la punta de la barca, mientras platico
y puedo ir más allá, en donde la luz naufraga.

Yo también, me dije,
yo también puedo ser otro
y no este animal sin iglesia ni rosario.







¿TODO empieza con el padre?
y la música  ¿en dónde empieza?      

El agua del río toca para mí,
improvisa hojas y espuma entre las piedras.









HUBO UN TIEMPO en que la apariencia era lo sagrado de las cosas. Por eso nos
hicimos daño. Lanza en mano, nos buscamos. De caza en casa.
Mi corazón, fruto agrio por aquellos días, solo, en el gemido de la tiniebla.

Hubo un tiempo, érase una vez la palabra:
la mujer que leía las líneas en la palma de la mano
cambió su rostro por el del agua
mientras veíamos nuestras caras,
piedras que sin remedio
con la corriente del río se separan .





TE SUEÑO desde tu muerte
en una mala noticia que mi hermano me otorga.

Tu hora y la mía
son relojes gemelos.

Camino y lloro,                                                       
he aquí estas dos verdades,
lo demás,
lo que sobra,
es un soplido
una lágrima devuelta
a su inabarcable mar de tristeza.






AHORA EL MAR abandona a la playa
como alguna vez la playa abandonó al mar.

El faro insiste en guiarnos.

Camino en círculos en este paisaje vacío.

Trazo.
Cuatro paredes que fueron una playa, un mar,
un retrato de familia vislumbrando el amanecer.

El mar abandona a la playa,
como alguna vez la playa abandonó al mar.






EL PUNTO es un refugio.
(Ahí vive el aturdido escriba),

la coma es la ventana de la prosa,

(entra el aire tibio de agosto y seduce
tus piernas            muslos suaves       
como suaves en tu oído                      son las vocales)

El punto es casa aparte.

Comillas que son “candiles”
                                      lámparas de tu lectura.

Decía el padre de las cosas que la escritura es propiedad.
Por eso escribo tu voz
para que me llames desde aquí,
en esta cacería del habla.






LOS MUROS los hacemos nosotros
Aquí construyo uno: MURO

Otro:                              AMOR.                                  






GRITAMOS
Desgargantados                        nos ofendemos

El encuentro de la frase  aquí
en la cara de este minuto que tiembla

Fuego que  escupe fuego
como una llamarada que se enciende desde la médula de la brasa
las palabras arden en tu boca
(enjambres destinados a la muerte)

quemándote el aliento

En nuestro enojo
somos el resuello que azota los árboles
estruendo nada más de mirarnos en el aire turbio
pulmones agrios                       escupitajos

(hocico cerrado es belleza)





CARGAMOS a nuestros abuelos,
a los padres de sus padres,
y algún día seremos lastre de los hijos que no tendremos,
de los hijos que cabalgan
en la frágil senda de la esperanza.

El padre nace en los hijos,
asoma los ojos en sus ojos,
y humedece la garganta en el pozo eterno de la descendencia.

Así
los hijos matan al padre ya librados de la noche. Cadáver.
Y la tierra vuelve a su centro.

                          Familias: criaderos de alacranes.
                                              Octavio Paz



http://circulodepoesia.com/

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