Aldo Palazzeschi (Florencia, 2 de febrero de 1885 - Roma, 17 de agosto de 1974) fue el seudónimo de Aldo Giurlani, un novelista, poeta, periodista y ensayista italiano.
Aldo Giurlani nació en Florencia en el seno de una familia burguesa acomodada, y estudió contaduría y actuación antes de publicar su primer libro de poesía, I cavalli bianchi (en español, Los caballos blancos) en 1905 usando el apellido de su abuela materna como seudónimo. Después de conocer a Filippo Tommaso Marinetti, se convirtió en un ferviente futurista. Sin embargo, nunca se sintió completamente identificado ideológicamente con el movimiento y se separó del grupo cuando Italia entró en la Primera Guerra Mundial, a la cual se opuso. Su "período futurista" (la década de 1910) fue muy próspero para su carrera, ya que durante el mismo publicó una serie de libros que establecieron su reputación. La más notable de sus obras de la época es la novela Il codice di Perelà, publicada en 1911.
Durante el período de entreguerras, su productividad disminuyó, ya que se dedicó más al periodismo y a otras actividades. También en esta época se destacó como anti fascista. Regresó a la escritura con una serie de novelas publicadas a finales de la década de 1960 y principios de los años 1970 que le aseguraron su posición en el mundo literario vanguardista de posguerra.
Falleció en 1974 en su departamento en Roma. En la actualidad se lo considera una figura influyente sobre los escritores italianos modernos, especialmente sobre los neovanguardistas en prosa y verso. Su obra es reconocida por sus "elementos grotescos y fantásticos.
Obras selectas
I cavalli bianchi (1905)
Lanterna (1907)
Poemi (1909)
L'incendiario (1910)
Il codice di Perelà(1911)
Il controdolore (1914)
Due imperi... mancati (1920)
L'interrogatorio della contessa Maria (1925)
La piramide (1926)
Stampe dell'Ottocento (1932)
Sorelle Materassi (1934)
Il palio dei buffi (1936)
Allegoria di novembre (1943)
Difetti 1905 (1947)
I fratelli Cuccoli (1948)
Bestie del '900 (1951)
Roma (1953)
Scherzi di gioventù (1956)
Il buffo integrale (1966)
Il doge (1967)
Cuor mio (1968)
Stefanino (1969)
Storia di un'amicizia (1971)
Via delle cento stelle (1972)
EL DESCONOCIDO
¿Lo has visto pasar esta noche?
Lo he visto.
¿Lo viste anoche?
Lo vi, lo veo cada noche.
¿Te mira?
No mira al lado,
solamente mira allá abajo,
allá abajo donde el cielo comienza
y finaliza la tierra, allá abajo
en la línea de luz
que deja el ocaso.
Y después del ocaso él pasa.
¿Solo?
Solo.
¿Vestido?
De negro, siempre está vestido de negro.
¿Pero dónde se detiene?
¿En qué cabaña?
¿En qué palacio.
Traducción: Peirano
La fuente enferma
Clof, clop, cloch,
cloffete,
cloppete,
chchch…
Allá está
en el patio
la pobre
fuente
enferma
¡qué ganas
de escucharla
toser!
Tose
tose
calla
un poco
y de nuevo
tose.
Mi pobre
fuente,
tu enfermedad
me oprime
el alma.
Se calla,
ya no
arroja
nada,
se calla,
no se escucha
el rumor
de salida,
si tal vez…
¿si tal vez está muerta?
¡Horror!
¡Oh, no!
Otra vez,
nuevamente
tose.
Clof, clop, cloch,
cloffete,
cloppete,
chchch…
La tisis
la mata.
Santo Dios,
su
eterno
toser
me mata,
un poco
está bien
¡pero tanto!
¡Qué lamento!
¡Habel!
¡Victoria!
Corran,
cierren
la fuente
¡me mata
su
eterno
toser!
¡Vayan!
Hagan
cualquier cosa:
pero que termine.
Tal vez…
¡tal vez
morir!
¡Señora!
¡Jesús!
¡Ya no,
ya no!
Mi pobre
fuente
acaba
con el mal
que tienes
sino
verás que también
me matas.
Clof, clop, cloch,
cloffete,
cloppete,
chchch…
Traducción: Hiram Barrios
La cruz
Entre las ramas caídas de olivo
te mantienes,
como el último milagro vivo,
sobre viejos pilares
corroídos, desgajados,
cubiertos de líquenes y moho
verdusco, azulado:
Pero te mantienes.
Salve, Cruz piadosa.
Traducción: Hiram Barrios
¿Qué soy?
¿Soy quizá un poeta?
No, por supuesto.
No escribe esa palabra extraña
la pluma de mi alma:
«locura».
¿Soy por tanto un pintor?
Ni siquiera.
No tiene ese color
la paleta de mi alma:
«melancolía».
¿Un músico entonces?
Tampoco.
No hay esa nota
en el teclado de mi alma:
«nostalgia».
Entonces, ¿qué soy?
Puse un objetivo
en mi corazón
para que la gente lo viera.
¿Qué soy?
El saltimbanqui de mi alma.
Traducción: Hiram Barrios
Déjenme divertirme
(1910)
¡Tri tri tri,
fru fru fru,
uhi uhi uhi
ihu ihu ihu!,
¡El poeta se divierte
locamente,
desmedidamente!
No lo insulten,
déjenlo divertirse
pobrecito,
estas pequeñas tonterías
son su entretenimiento.
Cocù rurù,
rurù cucù,
cuccuccurucù!
¿Qué son estas indecencias?
¿estas estrofas extravagantes?
¡licencias, licencias,
licencias poéticas!
Son mi pasión.
Farafarafarafa,
tarataratarata,
paraparaparapa,
laralaralarala!
¿Saben qué son?
Son las sobras,
no son estupideces,
son..... los desechos
de las otras poesías.
Bubububu,
fufufufu.
Friu!
Friu!
Pero si de cualquier nexo
carecen,
¿para qué las escribe
ese tonto?
Bilobilobilobilobilo
blum!
Filofilofilofilofilo
flum!
Bilolù. Filolù.
U.
No es verdad que no quieren decir,
quieren decir algo.
Quieren decir…
Como cuando uno se pone a cantar
Sin saber la letra.
Una cosa muy vulgar.
Y bueno, así me gusta hacerlo.
¡Aaaaa!
¡Eeeee!
¡Iiiii!
¡Ooooo!
¡Uuuuu!
¡A! ¡E! ¡I! ¡O! ¡U!
Pero jovencito,
dígame un poco una cosa,
no es la suya una pose,
querer con tan poca cosa
mantener alimentado
tan enorme fuego?
Huisc... Huiusc...
Huisc... Huiusc...
Sciukoku koku koku,
koku koku koku,
Sciu
ko
ku.
Pero ¿cómo hay que hacer para entender?
Usted tiene muchas pretensiones,
pareciera que usted escribe en japonés.
Abì, alì, alarì.
¡Riririri!
Ri.
Déjenlo nomás que se divierta,
es más, es mejor que no termine.
La diversión le costará cara,
Lo tratarán de burro.
Labala
falala
falala
y luego lala.
y lalala lalalalala lalala.
Es verdad que es un riesgo muy fuerte
escibir cosas así
que hoy en día hay profesores
por todas partes.
Ahahahahahahah!
Ahahahahahahah!
Ahahahahahahah!
En fin,
yo tengo totalmente razón,
los tiempos han cambiado,
ya nadie exige nada más
de los poetas:
¡déjenme divertirme!
Traducción: Ana Miravalles
Pizzicheria
"Ettogrammo, chilo, mezzochilo.
cacio, burro, prosciutto, salame,
acciughe, salacche, baccalà... "
Sono voci del gergo
di questo untuoso reame.
"Mi serve o non mi serve?
Ho tanta fretta! "
" Aspetti... "
" Mi dia retta. .
Venga qua ".
S'infuria una servetta,
una s'acqueta.
" Il solito formaggio
ma con poca corteccia".
E una sicura mano
apre una breccia nel parmigiano.
Molla e tira, tira e molla,
poca corteccia e di molta midolla.
Aver fretta ed aspettare,
pesare, tagliare, affettare,
entrare, andar via,
sono le note costanti
della quotidiana sinfonia
in una antica pizzicheria
E lasciatemi divertire
Tri, tri tri
Fru fru fru,
uhi uhi uhi,
ihu ihu, ihu.
Il poeta si diverte,
pazzamente,
smisuratamente.
Non lo state a insolentire,
lasciatelo divertire
poveretto,
queste piccole corbellerie
sono il suo diletto.
Cucù rurù,
rurù cucù,
cuccuccurucù!
Cosa sono queste indecenze?
Queste strofe bisbetiche?
Licenze, licenze,
licenze poetiche,
Sono la mia passione.
Farafarafarafa,
Tarataratarata,
Paraparaparapa,
Laralaralarala!
Sapete cosa sono?
Sono robe avanzate,
non sono grullerie,
sono la... spazzatura
delle altre poesie,
Bubububu,
fufufufu,
Friù!
Friù!
Se d’un qualunque nesso
son prive,
perché le scrive
quel fesso?
Bilobilobiobilobilo
blum!
Filofilofilofilofilo
flum!
Bilolù. Filolù,
U.
Non è vero che non voglion dire,
vogliono dire qualcosa.
Voglion dire...
come quando uno si mette a cantare
senza saper le parole.
Una cosa molto volgare.
Ebbene, così mi piace di fare.
Aaaaa!
Eeeee!
liii!
Qoooo!
Uuuuu!
A! E! I! O! U!
Ma giovinotto,
diteci un poco una cosa,
non è la vostra una posa,
di voler con cosi poco
tenere alimentato
un sì gran foco?
Huisc... Huiusc...
Huisciu... sciu sciu,
Sciukoku... Koku koku,
Sciu
ko
ku.
Come si deve fare a capire?
Avete delle belle pretese,
sembra ormai che scriviate
in giapponese,
Abi, alì, alarì.
Riririri!
Ri.
Lasciate pure che si sbizzarrisca,
anzi, è bene che non lo finisca,
il divertimento gli costerà caro:
gli daranno del somaro.
Labala
falala
falala
eppoi lala...
e lala, lalalalala lalala.
Certo è un azzardo un po’ forte
scrivere delle cose così,
che ci son professori, oggidì,
a tutte le porte.
Ahahahahahahah!
Ahahahahahahah!
Ahahahahahahah!
Infine,
io ho pienamente ragione,
i tempi sono cambiati,
gli uomini non domandano più nulla
dai poeti:
e lasciatemi divertire!
Ara Mara Amara
In fondo alla china,
fra gli alti cipressi,
è un piccolo prato.
Si stanno in quell'ombra
tre vecchie
giocando coi dadi.
Non alzan la testa un istante,
non cambian di posto un sol giorno.
Sull'erba in ginocchio
si stanno in quell'ombra giocando.
Lo sconosciuto
L'hai veduto passare stasera?
L'ho visto.
Lo vedesti ieri sera?
Lo vidi, lo vedo ogni sera.
Ti guarda?
Non guarda da lato
soltanto egli guarda laggiù,
laggiù dove il cielo incomincia
e finisce la terra, laggiù
nella riga di luce
che lascia il tramonto.
E dopo il tramonto egli passa.
Solo?
Solo.
Vestito?
Di nero è sempre vestito di nero.
Ma dove si sosta?
A quale capanna?
A quale palazzo?
A palazzo Oro Ror
Nel cuor della notte, ogni notte,
la veglia incomincia a palazzo Oro Ror.
In riva allo stagno s'innalza il palazzo,
soltanto lo stagno lo guarda perenne e lo specchia.
Già lenta l'orchestra incomincia la danza,
la notte è profonda.
Comincian le dame che giungon da lungi,
discendon silenti dai cocchi dorati.
Dei ricchi broccati ricopron le dame,
ricopron le vesti cosparse di gemme i ricchi broccati.
Finestra non s'apre a palazzo Oro Ror,
ma solo la porta, la sera, pel passo alle dame.
In fila infinita si seguono i cocchi dorati,
discendon le dame silenti ravvolte nei ricchi broccati.
Lo stagno ne specchia l'entrata,
e l'oro dei cocchi risplende nell'acqua estasiata.
L'orchestra soltanto si sente.
Si perde il vaghissimo suono
confuso fra muover di serici manti.
La veglia ora è piena.
Di fuori più nulla.
Silenzio.
Un cocchio lucente ancora lontano risplende,
s'appressa più ratto del vento
e rapida scende la dama tardante.
Se n'ode soltanto il leggero frusciare del serico manto.
Il cocchio ora lento nell'ombra si perde.
Cobò
Chicchicchirichi!... Chicchicchirichi!...
<
Cantano i galli di Cobò.
Il vecchio Cobò è sul suo letto che muore
fra poche ore.
Povero Cobò! Povero Cobò!
Ciangottano i pappagalli.
Addio Cobò! Addio Cobò!
E le galline:
cocococococococodè:
<
cocococococococodè:
<
Le tortore piene di malinconia
si sono radunate in un cantuccio:
glu... glu... glu...
<
I cani si aggirano mesti
con la coda ciondoloni, mugolando:
bau... bau... baubaubò:
<
E i gatti miagolando:
gnai... gnai... gnai... fufù
<
E le cornacchie:
gre gre gre gre
<
Fissando il capezzale
la civetta
veglia e aspetta.
La vecchia del sonno
Centanni ha la vecchia.
Nessuno la vide aggirarsi nel giorno.
Sovente la gente la trova a dormire
vicino alle fonti:
nessuno la desta.
Al dolce romore dell'acqua
la vecchia s'addorme,
e resta dormendo nel dolce romore
dei giorni dei giorni dei giorni...
Il parco umido
Il parco è serrato serrato serrato,
serrato da un muro
ch'è lungo le miglia le miglia le miglia
da un muro coperto di muffe
coperto di verdi licheni,
grondante di dense fanghiglie.
Né un varco soltanto nel parco traspare
né un foro vi luce.
Soltanto si posson le muffe cadenti, vedere,
soltanto le dense fanghiglie grondanti.
Altissimi cedri ne passano il muro,
i pini dal fusto robusto ne sporgon l'ombrello,
e salici salici tanti,
che mischian sul muro cadenti
le lagrime ai verdi licheni,
a grigie fanghiglie grondanti.
Di fuori ecco il parco serrato serrato serrato,
serrato da un muro ch'è lungo le miglia le miglia le miglia.
Fra l'ombre, fra l'ombre potenti,
nel folto degli alberi grandi,
soltanto tre donne s'aggirano lente,
bellissime donne: regine parenti.
S'aggirano lente in silenzio
nel buio del parco serrato,
pesante trascinano il manto di lutto, le donne
coperte d'un velo che appena il pallore del volto ne scopre.
Il saltimbanco
Chi sono?
Son forse un poeta?
No certo.
Non scrive che una parola, ben strana,
la penna dell' anima mia:
follìa.
Son dunque un pittore?
Neanche.
Non à che un colore
la tavolozza dell' anima mia:
malinconìa.
Un musico allora?
Nemmeno.
Non c'è che una nota
nella tastiera dell' anima mia:
nostalgìa.
Son dunque... che cosa?
Io metto una lente
dinanzi al mio core,
per farlo vedere alla gente.
Chi sono?
Il saltimbanco dell' anima mia.
i fiori
Non so perchè quella sera,
fossero i troppi profumi del banchetto...
irrequietezza della primavera...
un' indefinita pesantezza
mi gravava sul petto,
un vuoto infinito mi sentivo nel cuore...
ero stanco, avvilito, di malumore.
Non so perchè, io non avea mangiato,
e pure sentendomi sazio come un re
digiuno ero come un mendico,
chi sa perchè?
Non avvevo preso parte
alle allegre risate,
ai parlar consueti
degli amici gai o lieti,
tutto m' era sembrato sconcio,
tutto m' era parso osceno,
non per un senso vano di moralità,
che in me non c' è,
e nessuno s' era curato di me,
chi sa...
O la sconcezza era in me...
o c'era l' ultimo avanzo della purità.
M' era, chi sa perchè,
sembrata quella sera
terribilmente pesa
la gamba
che la buona vicina di destra
teneva sulla mia
fino dalla minestra.
E in fondo...
non era che una vecchia usanza,
vecchia quanto il mondo.
La vicina di sinistra,
chi sa perchè,
non mi aveva assestato che un colpetto
alla fine del pranzo, al caffè;
e ficcatomi in bocca mezzo confetto
s'era voltata in là,
quasi volendo dire:
"ah!, ci sei anche te".
Quando tutti si furno alzati,
e si furono sparpagliati
negli angoli, pei vani delle finestre,
sui divani
di qualche romito salottino,
io, non visto, scivolai nel giardino
per prendere un po' d' aria.
E subito mi parve d' essere liberato,
la freschezza dell' aria
irruppe nel mio petto
risolutamente,
e il mio petto si sentì sollevato
dalla vaga e ignota pena
dopo i molti profumi della cena.
Bella sera luminosa!
Fresca, di primavera.
Pura e serena.
Milioni di stelle
sembravano sorridere amorose
dal firmamento
quasi un' immane cupola d' argento.
Come mi sentivo contento!
Ampie, robuste piante
dall' ombre generose,
sotto voi passeggiare,
sotto la vostra sana protezione
obliare,
ritrovare i nostri pensieri più cari,
sognare casti ideali,
sperare, spera
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