BUSCAR POETAS (A LA IZQUIERDA):
[1] POR ORDEN ALFABÉTICO NOMBRE
[2] ARCHIVOS 1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª 6ª 7ª 8ª 9ª 10ª 11ª 12ª 13ª 14ª 15ª 16ª 17ª 18ª 19ª 20ª y 21ª BLOQUES
[3] POR PAÍSES (POETAS DE 178 PAÍSES)

SUGERENCIA: Buscar poetas antologados fácilmente:
Escribir en Google: "Nombre del poeta" + Fernando Sabido
Si está antologado, aparecerá en las primeras referencias de Google
________________________________

miércoles, 7 de noviembre de 2012

PAUL ZECH [8418]





Paul Zech
Paul Zech (Briesen, Prusia Occidental, hoy Wąbrzeźno, 19 de febrero de 1881 - Buenos Aires, 7 de septiembre de 1946), escritor y poeta alemán.
Zech tenía la manía de manipular su biografía a discreción; es por esto que existen múltiples biografías que contienen inexactitudes e incluso mentiras. Esto fue ampliamente investigado por Brigitte Pohl (1977), Arnold Spitta (1978), Matías Martínez (1989), Uwe Eckardt (1996), Bert Kasties (1999) y, especialmente, por Alfred Hübner.
Fue galardonado con el Premio Kleist en 1918.1

OBRAS:

Ausgewählte Werke Hrsg. […] por Bert Kasties. 5 tomos, Aquisgrán: Shaker, 1998-99.
Die lasterhaften Balladen und Lieder des François Villon. Nachdichtung von Paul Zech. Mit einer Biographie über Villon. Múnich, dtv, 1962, ISBN 3-423-00043-0 (versión elaborada en base a Die Balladen und lasterhaften Lieder des Herrn François Villon in deutscher Nachdichtung von Paul Zech, Weimar, 1931).
Vom schwarzen Revier zur Neuen Welt – selección de poesías. 1983, ISBN 3-446-13576-6.
Deutschland, dein Tänzer ist der Tod, una novela. Fráncfort del Meno, 1984, ISBN 3-596-25189-3.
Michael M. irrt durch Buenos Aires. Rudolstadt, 1985.
Von der Maas bis an die Marne. Un diario de guerra. Rudolstadt, 1986.
Der schwarze Baal. Novellen. Editado por M. Martínez. Gotinga, 1989, ISBN 3-89244-007-7.
Paul Zech Lesebuch. Recopilado por Wolfgang Delseit. Colonia, 2005 [Nylands Kleine Westfälische Bibliothek 12], ISBN 3-936235-13-9. edición en línea del libro .

Edición bilingüe

Yo soy una vez Yo y una vez Tú (Mal bin ich Ich und mal Du), traducido, seleccionado y prologado por Héctor A. Piccoli; Editorial Serapis, Seria traslaciones, Buenos Aires 2009







Noche de noviembre
Para Leo Grein
  
Media luz la planicie en lagos de plata pinta;

tiende un puente sobre el estrecho río,
que de la orilla avanza hacia la nada.
Ahoga el paso de nubes abismadas
el suspirante hastío
en la avenida extinta.

Sin saetilla en círculo el reloj del campanario.
En la encrucijada, cual cadalso amenaza
el poste, y la corneja, que la helada atenaza,
alborota: ¡dadme una hogaza!
El viento es de toda congoja silenciario.






Plaza mayor nocturna

El rayo cegador de adornados candelabros
bate, extenso, las piedras en lluvia desechas.
Ante el atalaya esperan dos filas derechas
de mateos, con trotones mohínos y macabros.

Muchas ventanas miran, con ojos somnolientos,
en la fuente de pórfido el fulgor de las luces.
De puerta en puerta un negro guardián se introduce
probando el cierre en picaportes polvorientos.

Una mujer enjuta con afeite insolente,
como una araña, inmóvil, se agazapa
de un portal en la sombra y tensa los sentidos,

hasta que uno, la sangre en deseo ardiente,
con tierno sentimiento el dulce veneno atrapa
de sus labios, a fuertes mordiscos malheridos.







El caballo de la mina
  
No llora la noche tanto negro en negra reja
como en el negro foso el caballo cïego.
Le parece a él que el prado, que sabe acerbo
en cada tallo de hierba seca, jamás regresa.

Huele a través de la negra carne de las piedras
la muerte y la mira con sus ojos müertos;
con ella, solo, cruza de la noche el desierto
y no sin aversión al yugo se doblega.

El chico, a quien por las galerías obedece,
quiere hacerlo feliz con azúcar y con pan.
…Como otros caballos no puede reír ya.
En sus ojos la noche roe y permanece.

Cuando con olor a hojarasca –a veces tan sólo–
bajan madera del bosque recïén cortada…:
levanta la cabeza, se prende a dentelladas
del cabello del chico y lo aplasta en el polvo.

Y se lanza al laberinto de negros fosos;
cae al huir por la abrupta, rocosa escalera,
al tiempo que relincha por la verde estepa
en la que los caballos muertos son poderosos.






Quiero pintarte este paisaje de llanura…
  
Quiero pintarte este paisaje de llanura;
ni aun el valle vio el ferrocarril jamás,
vio en escudilla argéntea, medrada, nada más
que la orquídea de agua, púrpura y oscura.

Vio sólo multitud de sabandijas y garzas,
vio el oscuro ibis y el cisne ocre y pardo.
En tocón de sauce acompaña a la lira un pavo
con la cola, a veces, graznidos de tucán y ara.

De un rojo cïelo crepuscular henchidos
están hasta el fondo los canales;
centellean aquí unos peces más coloridos

que los que un agua llevó jamás. Aquí en las márgenes
salen de tienda y camisa coriácea, a veces,
rostros que nunca cambian ni envejecen.

(Trad.: Héctor A. Piccoli)

Antología bilingüe Editorial Serapis.





Novembernacht

Für Leo Grein
  
Zwielicht macht alle Ebenen blank wie Silberseen
und überbrückt den schmalen Fluß,
der ganz ins Uferlose rückt.
Vertiefter Wolkenzug erdrückt
den seufzenden Verdruß
in den erloschenen Alleen.

Turmuhren gehen ihren Kreisgang ohne Zeiger.
Am Kreuzweg, wo der Weiser wie ein Galgen droht,
lärmt einer Krähe frostverschärfte Not:
Gebt Brot…
Der Wind ist aller Kümmernis Verschweiger.







Nächtlicher Marktplatz
  
Der grelle Strahl verzierter Kandelaber
schlägt breit auf das verregnete Gestein.
Vorm Wachtturm halten in zwei graden Reihn
kopfhängerisch die dürren Droschkentraber.

Schlafäugig schaun viel Fenster in das Blinken
der Lichter auf dem Brunnen von Porphyr.
Ein schwarzer Wächter huscht von Tür zu Tür
und prüft das Riegelwerk verstaubter Klinken.

Ein hagres Weib, geputzt und frech geschminkt,
hockt regungslos wie eine Spinne
im Dunkel eines Tors und spannt die Sinne,

bis einer, dem Gelüste das Blut zerwühlen,
das süße Gift mit Zartgefühlen
von ihren hartzerbissnen Lippen trinkt.







Das Grubenpferd
  
So schwarz weint keine Nacht am schwarzen Gitter,
wie in dem schwarzen Schacht das blinde Pferd.
Ihm ist, als ob die Wiese, die es bitter
in jedem Heuhalm schmeckt, nie wiederkehrt.

Es wittert durch das schwarze Fleisch der Steine
den Tod und sieht ihn mit den toten Augen an,
und ist mit ihm die ganze Nacht alleine
und geht nur widerwillig ins Gespann.

Der Knabe, der es durch die Gänge treibt,
will es mit Brot und Zucker fröhlich machen.
…Es kann nicht mehr wie andere Pferde lachen.
In seinen Augen wurmt die Nacht und bleibt.

Nur manchmal, wenn mit dem Geruch von Laub
waldfrisches Holz nach unten wird gefahren –:
hebt es den Kopf und beißt sich in den Haaren
des Knaben fest und stampft ihn in den Staub.

Und rast durch schwarzer Schächte Labyrinth
und stürzt im Fliehn die steile Felsentreppe
herab und wiehert durch die grüne Steppe,
auf der die toten Pferde mächtig sind.







Ich will dir eine Wiesenlandschaft malen…
  
Ich will dir eine Wiesenlandschaft malen,
auch dieses Tal hat Eisenbahnen nie gesehn,
sah nur gehäuft in flachen Silberschalen
die purpurdunklen Wasserorchideen.

Sah nur in Scharen Raubgetier und Reiher,
den schwarzen Ibis und den ockerbraunen Schwan.
Auf Weidenstümpfen manchmal schlägt die Leyer
ein Pfau zu dem Gekrächz von Ara und Tucán.

Die Gräben sind bis auf den Grund hinunter
von einem roten Abendhimmel aufgeschwemmt;
hier flimmern Fische, wie sie fabenbunter

noch nie ein Wasser trug. Hier an den Rändern:
oft tauchen sie aus Zelt und gelbem Lederhemd,
Gesichter, die nicht altern und sich nie verändern




No hay comentarios: