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miércoles, 28 de noviembre de 2012

MELBA GUARIGLIA [8694]




MELBA GUARIGLIA
Melba Guariglia Zas. Nació en Montevideo, URUGUAY. Licenciada en Trabajo Social y docente de la Facultad de Ciencias Sociales.

Estuvo radicada en México desde 1978 hasta 1986, donde participó en talleres literarios del Instituto de Bellas Artes y se dedicó al periodismo cultural. Intervino en una publicación colectiva de cuentos de la Universidad Autónoma de México: “Rounds de sombra”, y fue publicada una plaqueta de sus primeros poemas: “El sueño de siempre”. Recibió Primera Mención de Poesía en el Concurso Literario anual de Puerto Vallarta, Jalisco. A su regreso a Uruguay, en 1986, fue redactora de La Revista de La Hora Popular y de otros medios periodísticos, así como de revistas culturales: Graffiti, entre otras.

En Montevideo publicó poesía: “La casa que me habita”, “A medio andar”, “Señas del derrumbe” y “Oficio de ciegos”. Este libro obtuvo el Segundo Premio Nacional (compartido) del Ministerio de Educación y Cultura en Poesía inédita, en 1996, y Mención de Honor en poesía édita, en 1997. “Sublevación del silencio (Palabras del exilio)”, selección de sus primeros poemas en México, fue editado en ese país en el año 2000 por la Universidad Autónoma del Estado de México.

Muchos de sus poemas han sido musicalizados y editados en CD: “Regreso del fuego”, con música de Orfilio Picón (México), y “Un febrero en el sur”, “Voz, guitarra y poesía” (Francia) y “Siempre volver”, (Montevideo), con música y voz de Ruben Orlando.

Fue co-organizadora de diversos eventos culturales, entre otros, Primer Encuentro de Literatura Uruguaya de Mujeres y editora del libro “La palabra entre nosotras”, memorias de ese Encuentro. Publicó diversas investigaciones, entre ellas dos libros colectivos, editados por UNICEF: “Menores en circunstancias especialmente difíciles” y “Violencia doméstica”. Actualmente es Presidenta de la Casa de los Escritores del Uruguay y dirige Ático Ediciones.




LA PIEL

La piel es un nudo
nacimiento
origen.

He crecido hasta la cicatriz
el insomnio
la estúpida sabiduría de los años.

Todavía me queda desollar los sucesos
uno a uno
construir un amuleto
y revestirme.






FARSA

Soy un demonio prisionero
un ángel violentado en la cuna
eligiendo voces para no decir nada.

La sorpresa inutilizó las cuerdas de la furia
se fueron las palabras en fila
por enorme boca
a recorrer ciudades
a poblar torres de lenguajes desconocidos.

Soy un pájaro hembra
múltiple espectáculo in vitro
una mujer de la vida
unívoco acto de la primera farsa.







SEÑAS

Cada gesto confundido
es párpado ciego
una ola derrumbada
mano enfurecida de tormenta.

Escucho ventoleras
golpeando portones
muelles
el puerto nunca llega
escondido tras húmedos pasos.

Otra huida marcha
entre perros desprotegidos
a orillas de la luna.

La lengua encalla mar adentro
tímido sabor de neblina
olor blanco a cerrazón.






MENSAJE

Tu voz surge de agónicos hilos
la vi cuando sobrevolaba continentes
a larga distancia.

Se detuvo en mi oído
paseó por el cable de mano del aire
grandilocuente
al nombrarme

garabato resuelto
diciendo la voz nueva
clarialegre
fugada del laberinto.






OPCIÓN

Elijo no decir

demasiado eterno el poder
en boca de alguien

valen más las nadas y sus nudos
enredar el viento
oír las resonancias.

El coro afinado de interrogantes
la desafiante intemperie
el sueño más pequeño de la historia.






IDEALISMO

No celebro el amor
sino la historia
me cambio de voces cuando lluevo
todos soñamos rompecabezas
inocentes.

Apostamos al insomnio
a la vigilia
a conjugar verbos torpes
a visitar menjunjes intensísimos
y a morir por ellos.

A lo mejor no sabemos
que el amor es historia irreprochable
camino recorrido al barrer
y nada más.






DEDICACIONES INCOMPLETAS


A (la memoria de) Fernando Beramendi
                             1.
Caía un aguacero irremediable
todas las páginas llevan a ti
desde nombres a plegarias
lectura precipitada
por la piel serena de nosotros

una historia repartida en capítulos era
donde cada uno es el fin
y la lluvia el pretexto que me escribe.

Fue Nochebuena y me dijiste chau
te quiero
las grutas acentuaron verbos
confusos pretéritos
sonaban atemporales y nacimos
una noche
ese día

la voz del otro lado del hilo
el cable a pasos de tu boca
tu alma yéndose como un ala
yo esperando llegar
súbita
al vuelo intenso de un abrazo.

No podemos ya
decir lo que no dijimos
perpetrar huecos desde un sitio vacío
requerirnos público desde otro escenario
elegirte entre los muertos
como a flores en el campo más santo
pedir un café que no sea el último
cuando la campana esté sonando.

Sólo podremos morir como los trenes
a ráfagas de vida
a cargas con sensibles certezas
alegres de vivirnos o llorar
un poema en la voz del contestador
una palabra tierna en el laberinto
la foto de un beso
para no decirnos el adiós.

                             2.

Los pronombres no están en orden
se confunden los textos
los géneros
las almas
quién sabe
nuestros propios secretos

(hoy me trajeron un atril para posar la inocencia
el día de la muerte
una alfombra donde volar)

tú, yo, no somos más que cabos
de un pasado inmortal
el inicio de la memoria
ovillo que no acaba ninguna o ningún olvido
el silencio de la palabra dicha
temblorosa como una lámpara increíble

lo que miramos juntos
en el fondo de cada uno
tristes y amigos
detrás de un vidrio transparente.


A una niña indígena
(México)
madre pequeña
hija de mi raza rebelde
donde las plantas brotan
en huaraches de tierra

madre tibia
perfume de café con canela
milpa tierna
el niño crecido sobre tu espalda

cómo olvidarte madre
si las raíces prenden siglos en los cerros
tu lumbre es la mía
el maguey incendia los pliegues de la selva
y el canto del quetzal habita un poema
amasado entre tus manos pequeñas.


A (la memoria de) Macedo y Marosa
Quiero abrazar el cuerpo de alguien
entristecerme hasta morir

un ojo de aquí a la ausencia
divaga palabras
breves como el sol
en este invierno
versos de un hermano desconocido
o de alguien enamorado
se van
el poema por escribir
la nada y las madreselvas

quiero abrazar todos los cuerpos
callarme la pena
la voz de una mujer rota
la locura del siglo
durar una y otra vez
el hombre que corre a su encuentro
las rojas diademas
los boliches

morir triste
toda vez que huye
el cuerpo porfiado de la poesía.


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